Compañeros de piso ━ MikaYuu

By SoyBalban

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El sueño de Mikaela y Yuuichiro se hizo realidad. A sus casi veintiséis años, y con un trabajo estable, logr... More

Introducción
Playlist
Capítulo 2: La Novia De Yuu Y El Mejor Cumpleaños
Capítulo 3: El bar y la nota
Capítulo 4: Me Vuelves Un Chico Enamorado
Capítulo 5: Los Celos
Capítulo 6: La sensualidad de la culpa
Capítulo 7: Dos veces más, Yuu-chan
Capítulo especial
Agradecimientos

Capítulo 1: Me Aburrí Cuando Te Necesité

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By SoyBalban

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Magnético:
"Su sola presencia me arrastraba, el magnetismo entre nosotros era algo inevitable".

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Han pasado poco más de unos meses desde que el plan del par de amigos, protagonistas de esta dulce historia, se hizo realidad. Trabajaron por más de dos años con la ilusión de salir de la casa de sus padres y encontrar, por ellos mismos, un sitio donde asentarse y llevar una responsabilidad más real.

Como cualquier otro joven, estaban cómodos viviendo bajo el techo de sus progenitores; tanto Mikaela como Yuuichiro tenían un ritmo de vida en donde, después de los estudios y tareas, se encontraban con sus amistades respectivas u optaban por ir a visitar la casa del contrario.

Era bastante común encontrar los días miércoles a Mikaela en casa de Yuuchiro. Esos días le eran más cómodos al rubio para visitar a su mejor amigo, pues después de unas horas pesadas en el club de baloncesto, y con el sol ocultándose tras sus espaldas, le era satisfactorio estar a su lado para compartir algunas anécdotas divertidas o vergonzosas.

Mikaela siempre pensó que eso era como un tipo de pago después de esforzarse todo un día en la escuela; le era totalmente reconfortante ver el ceño fruncido de su amigo, sus repentinos sonrojos o esas frases como "¡Yo no quise decir eso!" o tal vez "¡Mika, no cambies mis palabras!"

No lo entendía bien, pero tras visitar a su mejor amigo, el cual conocía desde siempre, volvía a casa con una sonrisa tan inocente y resplandeciente, bastante respectiva de él.

En cuanto al oji esmeralda, era bastante común encontrarlo los fines de semana con Mikaela; incluso se quedaba a dormir en su casa. Su madre era un poco más estricta y sólo lo dejaba salir los fines de semana ya que antes debía tener sus deberes al día y unas buenas calificaciones.

Yuuichiro hacía su mejor esfuerzo en la escuela y en temporadas de exámenes para poder encontrarse con Mikaela, ese también era su pago; encontrarse con su mejor amigo, disfrutar de los sentimientos que se arremolinaban en su vientre y comenzar juegos inocentes con las escondidas o tal vez la lucha libre.

Sus costumbres de niños fueron cambiando a cuando maduraron, dejaron los juegos por las charlas o revistas, pero algo dentro de ambos nunca cambio, y eso fue el aprecio que se tenían el uno al otro. De los dos, sólo fue Mikaela quien entendió lo que su corazón le hablaba cuando se encontraba con Yuuichiro, pero decidió callarlo, pues el azabache era bastante lento en entender y no quería arruinar su amistad.

Supo en ese momento, tras haber madurado un poco, que era gay y que su mejor amigo, Yuuichiro le gustaba desde siempre. Supo ocultar aquel sentimiento durante mucho tiempo, siendo solo sus amigos los que sabían mientras que el mismo azabache era un ignorante. "Era por el bien de la amistad" se decía Mikaela.

Dicho sentimiento, más el deseo inminente de por fin volar fuera del nido, fueron propulsores enormes para hacerlos buscar trabajos y juntar dinero para poder pagar el alquiler de un piso. No deseaban algo lujoso, sino algo con lo básico y un poco de espacio para ambos y sus vidas.

Siendo jóvenes, de unos veinte años, tuvieron la idea de vivir juntos. Todo el plan apareció una noche donde Yuu se molestó con su madre, y Mikaela le prometió que siempre estarían juntos, a pesar de cualquier problema o sentimiento que su corazón podía concebir. En aquella ocasión los celestes ojos del rubio destellaban seguridad, la cual se contagió al azabache, quien trabajaría duro para poder cumplir con su sueño. La charla llevó a otra cosa y prometieron vivir juntos para cuando pudieran, como buenos amigos...o al menos eso pensaron en un inicio.

Yuuichiro, con veintiséis años, tendero de una librería y Mikaela, barman de un centro de ocio para adultos y de la misma edad, comenzaron a compartir techo sólo para poder darse cuenta que aquello que experimentaban de jóvenes, aquello que les calentaba el corazón y encendía las mejillas no se había desaparecido con el tiempo y que, al contrario, se había ocultado muy bien para esperar el momento correcto en donde aparecer.

Llegaría el momento en donde Mikaela y su pobre corazón enamorado conocerían los límites y el pobre Yuuichiro por fin aceptaría lo que sentía cada vez que la figura de su amigo se dibujaba en sus retinas y corazón.

El pequeño piso que habían rentado ya tenía los muebles básicos, Yuu pensó que había hecho bien en escogerlo, además de que su localización les venía bien a ambos pues quedaba cerca de sus trabajos. De haber sido Mikaela el que escogiera el departamento, pensó el azabache, hubiesen terminado en las zonas limítrofes del distrito y bien apartados de los lugares importantes como el super mercado o el gimnasio... aunque el único que se ejercitaba era el rubio, ese aspecto también lo tomó en cuenta a la hora de decidirse.

La noche alcanzó al par de amigos, quienes permanecieron la mayor parte del día en sus habitaciones a excepción del rubio, quien salió por la mañana a ejercitarse un poco y volvió a casa a encerrarse en su territorio. Sólo se encontraron a la hora de la comida y almuerzo. Charlaron un poco sobre su día a día y al parecer, ambos tenían ese fin de semana libre. Algunas cajas de mudanza, después de unos meses, seguían sin ser abiertas ya que después de un día pesado de trabajo y una noche cansada, ni Yuuichiro ni Mikaela tenían ganas de limpiar objetos y buscarles un sitio en casa.

Así permanecieron esas cajas durante un buen tiempo, al menos hasta que alguno de los dos se apiadó y decidió ponerles un poco de atención. Yuuichiro salió de sus aposentos con su pijama, ya no le causaba bochorno que su mejor amigo lo encontrara en tales fachas. La casa parecía estar en silencio.

—Ah... —suspiró el azabache mientras se dirigía a la cocina con los pies arrastrándolos. Bostezó, después de haber jugado un rato en el pc, se había quedado dormido el resto de la tarde—. ¿Tan rápido se hizo de noche?

Se creía sólo en la isla de la cocina, encendió las luces y buscó un vaso para servirse un poco de leche. Lamentablemente ya no tenía sueño y mucho menos ahora que su amiga Shinoa no dejaba de mandarle mensajes de texto, molestándolo porque perdió en casi todas las partidas.

La había conocido hace dos años en la librería, ella era algo así como su jefa o mayor dentro del espacio. El tiempo se encargó de volverlos cercanos, de obligar a Yuuichiro a soportar el humor tan agrio de la joven y de paso, presentársela a Mikaela como una de sus amigas. La expresión del rubio en ese momento fue de sorpresa, entonces relajó el semblante y le dio una de sus mejores sonrisas a la chica.

—En esa ocasión... —murmuró Yuu teniendo un vago recuerdo de la vez donde Mikaela y Shinoa se conocieron. Bebió un poco de leche—... ¿A qué se habrá querido referir Shinoa con que Mika actuó con falsedad?

Su voz se perdió, había aparecido con tan poco nivel que nadie pudo haber respondido su pregunta, y, aun así, una figura apareció por el pasillo de las habitaciones y se coló por las espaldas de yuuichiro para robar un plátano. Sus cuerpos se acercaron un poco, Yuu se interponía en el camino del rubio y la fruta.

—¿Cómo no se va a hacer de noche tan rápido si te la pasas durmiendo todo el día? —burló Mikaela con esa dulce voz respectiva de él, la cual no endureció nunca pero que, en lugar de ser un problema, era un punto a su favor para ligar. Los clientes lo buscaban por eso y muchas más cosas.

Yuuichiro gruñó, sintió nervios repentinos por la proximidad y como un felino, se apartó con rapidez y agilidad sin soltar su vaso con leche.

—¡No dormí todo el día! —replicó viendo, perdido, cómo Mikaela asentía y con lentitud pelaba la fruta y abría sus labios para asestar el primer mordisco. Un tenue sonrojo se le subió a las mejillas—. ¿Qué eres? ¿Mi madre acaso?

El rubio se echó a reír, pensó que tal vez ambos cambiaron en apariencia, pero era cierto que ciertas cosas o costumbres entre ellos no habían desaparecido. Volvió a morder el plátano, pero esta vez usando primero su lengua. No sabía qué estaba ocasionando en su amigo de mirada esmeralda, por lo que no sintió la presión o vergüenza por acabar con su merienda.

Yuuichiro rodó la mirada, no sabiendo porqué, pero le era incomodo ver tal escena. Bebió el ultimo sorbo de leche y se cruzó de brazos con el vaso en manos.

—Si yo fuera tu madre —dijo Mikaela dando unos pasos en dirección a Yuu con la voz más taciturna—. No dejaría que te ensuciaras tu cara a esta edad. ¿No te enseñaron a beber leche como es debido?

Le limpió al azabache un rastro de leche que se había corrido por sus labios, y bajo el pretexto de ser amigos desde la infancia, siendo observado, Mikaela se lamió el dedo con la mancha. Estaba lejos de darle asco y al contrario, le parecía tierno ver cómo Yuuichiro mantenía vigentes tan malas costumbres.

Si tenía que ser honesto, esa acción lo puso nervioso, pero disfrazó todo bajo ese semblante de indiferencia tan suyo. En tanto a Yuuichiro, un fuerte color durazno se apoderó de sus mejillas y dio varios pasos atrás.

Por un momento Mika pensó que sería descubierto y que Yuu lo rechazaría de la peor forma.

—¡No hagas eso! —dijo el azabache con los nervios de punta y con el corazón extrañamente latiendo fuerte—. ¡Ya no somos niños, Mika!

—Si ya no lo somos —respondió con una gota de sudor surcando su frente. Al parecer Yuuichiro no logró pensar de otra forma—. Como tú dices, aprende a comer y beber como es debido.

—Aprende a comer y beber... —imitó la voz de su amigo lavando el traste donde antes bebió leche—. Pareces una madre.

"Te equivocas, sólo te cuido a ti por sobre a todo el mundo. Eres tan tierno, pero también torpe" pensó desde sus adentros el rubio viendo las espaldas de su mejor amigo. No era momento de bajar la mirada y admirar la redondez pobre pero justa de su trasero, negó con la cabeza y se dirigió a desechar la piel de la fruta.

—¡AAh! —gritó Yuuichiro dándose media vuelta—. Antes has dicho que me pasé el día durmiendo... ¿Cómo lo sabes?

Diablos, después de unos meses, Mikaela había sido atrapado.

—Yuu-chan... —le dijo con la mirada incrédula—. ¿Cómo crees que tu habitación se mantiene limpia todos los días si lo único que haces es jugar con tus amigos en línea? Por supuesto que tuve que entrar esta tarde a limpiar y estabas tan dormido que parecías muerto, ya sabes, como ese video donde creen que el cerdo Rodolfo está muerto, pero en realidad está dormido.

A causa de su propio chiste Mikaela se echó a reír, era cierto, Yuu parece un cerdito los fines de semana en donde se la pasa encerrado en su cueva que tiene por habitación. No le molestaba hacer el aseo en su habitación, de hecho, era un buen pretexto para entrometerse en la intimidad de su mejor amigo y de paso, saber si ya tiene pareja o no.

—¡No me compares con un cerdo! —respondió Yuu, al rato contagiándose con las risas de su amigo.

"A lo mejor y tiene un poco de razón" pensó el azabache con una sonrisa.

—¡Pero es la mejor comparación que he hecho en mi vida! —defendió el rubio abrazándose el estómago.

—Qué gracioso, eh —dijo Yuuichiro, prestando atención a las ropas de Mikaela. De repente enmudeció y por un momento la palabra guapo se le vino a la menta.

El rubio, a diferencia del oji esmeralda, no había aparecido con su pijama a juego de dinosaurios amarillos, sino vestido con una camisa negra, bastante elegante y con los dos botones desabrochados que traviesos permitían un vistazo a su blanco pecho. Bajó su vista y se encontró con unos pantalones blancos, haciendo juego con la camisa y un poco ajustados que contorneaban perfectamente sus piernas. Como zapatos llevaba unos de charol bastante limpios y brillosos y como un plus, sus rizos que siempre estaban desordenados, esta noche estaban peinado de una forma que estaba de moda en Japón.

Yuuichiro formó una mueca, con un sutil sonrojo, le dolió pensar que Mikaela se encontraría con su novia. Sí, no sería raro pues desde hacía unos días el rubio se estaba portando un poco extraño.

No lo entendía bien, pero el chico con el que ha pasado su vida y experimentado todo tipo de sentires, le causaba celos al pensar que ya estaba comprometido en una relación.

Instintivamente frunció el ceño, se dirigió al sofá y encendió el televisor. Mientras tanto, Mikaela se quedó en la isla, observando el programa de televisión como si quisiera hacer tiempo antes de irse.

—Ya es noche...—formuló Yuu, pareciendo un tonto o pensando ser uno.

—Ah, claro, creí que lo habíamos aclarado hace poco —respondió Mika, pensando que el señor de las noticias usaba mucho el "Verá usted". Eso le causaba mucha gracia.

—Sí, sólo que...—dijo Yuuichiro sin saber que lo que iba a decir era correcto o no—. ¿A dónde vas vestido de esa forma? Creí que veríamos la tele como cuando éramos niños.

"¡Dios mío! ¡Esas palabras déjaselas a su novia!" Pensó al instante después de haberlas soltado. Sintió mucha pena, quería ocultar su rostro en el cojín que estaba abrazando, pero pensó que eso sería muy raro así que mantuvo su mirada pesada en el televisor.

Los ojos de Mikaela se iluminaron, su corazón respondió a lo que posiblemente eran celos y una pequeña sonrisita se le dibujó en sus labios carnosos.

—Pero si tu mismo habías dicho que ya no éramos unos niños, Yuu-chan —respondió juguetón, sabiendo que, si bien Yuuichiro le daba la espalda, podría estar sonrojado.

—¡Sé lo que dije! Pero... —se interrumpió, lo siguiente no lo podía decir, no podía decir "No quiero que te vayas a encontrar con una mujer".

Y como si Mikaela le hubiese leído los pensamientos, le respondió de tal forma que lo dejó tranquilo, seguro de que no había una mujer de por medio.

—No voy a una cita —le dijo con voz simple, tenía ganas de lanzarse y besarlo, pero sabía que Yuu tenía que darse cuenta del sentimiento que los envolvía a ambos—. Los chicos del trabajo quieren ir a beber un rato, y como ya me he negado mucho tiempo, dicen que debo cumplir con esta noche al menos. Espero volver pronto, no quiero ponerme tan borracho como Ferid.

Si bien esas palabras eran reconfortantes a sus celos, no fueron lo suficientes. Yuuichiro sólo sabía un par de cosas sobre el trabajo de Mikaela, como que era un barman y sus compañeros eran ese tal Ferid y Crowley, así como que su jefa se llamaba Krul Tepes. Ese trío de personajes no le agradaban del todo, ya que cuando se los topaban curiosamente, ellos lo observaban como si fuera un tierno cordero a punto de ser engullido por un lobo.

—Ese Ferid... —murmuró entre diente con hastío palpable.

Mika se volvió a reír, pero el gusto le duró poco pues un mensaje le había llegado.

—Sigue sin caerte bien —le respondió mientras que se enteraba que sus amigos ya le estaban esperando en las afueras del bar acordado. Se dirigió a la puerta, escuchando de Yuu un "No es sólo él, todos tus amigos no me agradan".

"Bueno, es mutuo el pensamiento" evocó Mikaela en su cabeza.

—Como sea —le dijo tomando la perilla de la puerta principal—. Vuelvo en un rato, no te vayas a dormir tan tarde y procura comer algo antes. No quiero que te levantes a media noche y encontrarte tirado en el sofá como siempre.

Se sintió extraño darle órdenes a su amigo, pero era cierto, solía tener ciertos comportamientos de los cuales, mismos Mika, tenía que encargarse de erradicar. Bajó su mirada y se encontró con la soledad pintada en los esmeraldas ojos de su amigo. Ya no quería irse, ahora quería acunarse a su lado y abrazarlo a como cuando eran niños.

—No me digas qué hacer... —le respondió el otro, intentando no parecer triste. Mika formó una media sonrisa.

—Anda, sólo hazlo. Te juro que no me tardo —le dijo esto y en contra de su voluntad sus pies actuaron y le obligaron a salir de casa, tomar un bus y encontrarse con sus amigos.

En cuanto al pobre hombre que se quedó en casa, echó un fuerte suspiro, pensó en lo guapo que Mika salió a la calle y que hubiese sido más lindo salir juntos. Después sacudió la cabeza deshaciendo sus pensamientos.

¿Y si Mikaela lo insultaba por tener tales ideas? Su corazón comenzó a doler, muy en el fondo, en esa noche supo que estaba, posiblemente, enamorado de su amigo, pero necesitaba una última opinión.

Sacó su teléfono y marcó el numero de la única mujer que a esa hora le atendería.

—¡Yuu-chan! —le dijo ella cantando su nombre. Del otro lado sonaba ocupada y unos disparos se hicieron presentes.

—Shinoa... veo que estas ocupada, te llamo en un rato —le dijo, al parecer la mujer seguía jugando.

—No es para tanto, el equipo contrario parece manco —burló—. Dime ¿Qué necesita mi mejor amigo?

—¿Estas segura? —preguntó abrazándose a la almohada.

—Tan segura como que si no me dices qué pasa, el lunes te pondré a trabajar más de lo normal —amenazó.

—¡Espera! —gritó, sabía que podía cumplirlo—. No es para tanto, yo sólo quería hablar sobre Mika...

Del otro lado se escuchó una risita, seguida por un suspiro.

—No me digas que ya entendiste que tus celos son a causa de que te gusta —dijo ella canturreando—. Yuu-chan, todos en el trabajo sabemos que te gusta, tú eras el único imbécil que no entendía.

Aquellas palabras le cayeron como un balde con agua fría, supo que, si sus acciones demostraban su atracción, además de sus palabras y miradas, tanto como para que otros se dieran cuenta, no estaba equivocado. Supo entonces que estaba enamorado de su mejor amigo.

—Pero...

—Ah, seguramente estas confundido ahora —le dijo ella interrumpiéndolo—. No sabes si es correcto, cómo va a reaccionar tu amigo o si es bueno decirle... Mi amigo, yo no te puedo aconsejar en ello, sólo deja que tu corazón tan amargo y burro que tienes, hable por ti.

—Shinoa yo...

—¡Shinoa y un cuerno! —respondió ella molesta, al parecer había subestimado al equipo contrario y ahora tenían las de perder—. Piensa las cosas Yuu-chan. Te dejo, agregaron a un maestro con el francotirador y está acabando con nosotros.

La llamada se cortó justo en el momento en que Shinoa dijo "Cabron de mierda", seguramente las cosas se estaban poniendo interesantes en el juego, pero Yuuichiro no tenía cabeza más que para comprender toda aquella ola que se le venía encima en cuanto a su nuevo descubrimiento.

Ok, estaba enamorado de su mejor amigo o tal vez como mucho, le gustaba, tenía que asegurarse de qué era; un enamoramiento o simple gusto. Eso sería para comenzar. Luego venía la pregunta más complicada "¿Mikaela le correspondería o lo humillaría por sus inclinaciones homosexuales?".

Con tantos debates en mente y con el televisor aún en las noticias, Yuuichiro se recostó en el sofá y no hizo nada de lo que Mikaela le pidió, al contrario, comenzó a cerrar sus ojos y cayó dormido, abrazando al cojín y pensando en lo atractivo que era su crush... digo, su mejor amigo.

De repente sus sueños tomaron un rumbo extraño, una secuencia de imágenes sobre Mikaela se apoderaron de su mente. Más no eran cualquier tipo de imágenes, en ellas podía ver al rubio con la ropa con la que salió de casa, pero sonrojado, gimoteando y con el rostro lleno de lujuria.

En sus sueños, le pareció sentir a Yuuichiro se agarrado con fuerza de las caderas, ser invadido en sus pezones por los labios del rubio y aquella parte ser acariciada con suavidad. "Vamos lento" "Abre más las piernas" y "Esta apretado por dentro" era lo que el Mikaela en sus sueños le decía.

Ya pasaba de la media noche y Yuuichiro comenzó a experimentar los típicos sueños húmedos, pero con su mejor amigo como protagonista y lo que es peor, con la ropa con la que lo vio salir. Aquella apariencia de Mikaela había dejando bien marcado al azabache.

Ahora bien, Mikaela no se sintió cómodo ni un momento en la reunión, a pesar de que le preguntaban cómo iba avanzando su amor por su amigo o que Ferid le incitara a beber más, no pudo contenerse y como si fuese algún tipo de magia, sintió una enorme necesidad por estar al lado de Yuuichiro esa noche. La imagen de su amigo antes de salir de casa le obligó a sentirse culpable y con una gran necesidad de ser arrastrado a su lado.

entendió que no debía estar en ese lugar, sino con Yuuichiro, como si su corazón también le llamara.

Así que se despidió de sus amigos, diciendo que podía volver solo a casa, que no estaba borracho y que el lunes los vería en el trabajo. Todos le dieron las buenas noches y le mandaron sus mejores deseos; Mikaela salió del lugar y al poco rato llegó a casa para darse cuenta de la desobediencia de su amigo.

-No fuiste a dormir -murmuró, esperando no despertar a Yuuichiro. Cerró la puerta con cuidado y corrió a su habitación por una cobija para colocársela.

A la sazón el azabache sonrió entre sueños porque el aroma de Mikaela se le coló por la nariz. El rubio enrojeció por la escena, decidió echarle la culpa al alcohol, pero era cierto que Yuuichiro le regaló una de las mejores escenas con tal sonrisa por una cobija.

—Tonto... —dijo Mikaela tomando asiento en el otro sofá, adueñándose del control remoto. Estaría a su lado el resto de la noche porque al parecer sus corazones no querían estar separados por tanto tiempo—. Si te amo tanto ¿Cómo no puedes darte cuenta?

Al cabo de una hora y media y gracias al trabajo de la bebida, Mikaela también cayó dormido como Yuuichiro, con la única excepción de que él no tendría sueños húmedos y no amanecería con una obvia erección.




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