------------ALGUNAS SEMANAS DESPUÉS------------
Narra ____.
Estaba en el salón de clases, al frente estaba Samuel dando a la clase una breve explicación de un libro, que se hizo hace siglos.
Las semanas pasaron volando y ya estábamos casi a final de año, unos meses más y me graduaba, estaba feliz esperando ansiosa el final del ciclo, pero mientras tanto estaba disfrutando de lo que me había pasado este año, ósea Samuel, con el las cosas estaban de maravilla, y me encantaba que estuvieran así las cosas, levante mi vista de mi cuadernillo que estaba apoyado en mi pupitre y observe a Samuel que seguía explicando, se veía tan bien hay al frente, su cabello negro alborotado, su camina blanca y sus vaqueros negros, junto con esos zapatos de punta que utilizaba, se sentaba ligeramente sobre el escritorio con un pie en el suelo para equilibrarse.
El timbre sonó al fin y todos suspiraron aliviados.
-Señorita Doblas quédese un momento-pidió el profesor, lo mire y asentí.
Guarde mis cosas y me colgué mi mochila en el hombro, todos mis compañeros salieron del aula y nos quedamos solo Samuel y yo.
Este cerró la puerta mientras yo me acercaba al frente,Samuel se acercó a mí y me agarro de la cintura acercándome a él y posando sus labios en los míos.
-Feliz cumpleaños-dijo sobre mis labios y volvió a besarlos, rodee su cuello con mis brazos atrayéndolo más a mí.
-Ni me lo recuerdes-bufe cuando separamos nuestros labios.
-Hey tu cumpleaños es algo que hay que celebrar-dijo Samuel abrazándome más fuerte aun.
Mordí mi labio y volví a besarlo.
-Gracias-susurre sobre estos.
-¿Sera posible que puedas venir esta noche a mi casa?-pregunto Samuel soltándome y caminando a su escritorio.
-Intentare ¿pero para qué?-pregunte poniendo un mechón de cabello atrás de mi oreja.
-Sorpresa-dijo levantando las cejas divertido.
-¿Me tienes una sorpresa?-pregunte apoyando las manos en el escritorio y acercándome mas a Samuel que estaba sentado en su respectivo asiento.
-Nunca dije eso-dijo acercándose más.
-Pero lo insinuaste-dije y me acerque aún más para que nuestras caras quedaran aún más cerca.
Samuel sonrió y me dio un ligero pico, yo sonreí sonrojada-Ahora si con más razón no faltare-dije mordiéndome ligeramente el labio.
-Perfecto a las 9-dijo feliz.
El timbre sonó y solté un suspiro algo frustrada.
-Gracias me hiciste perder un receso-dije caminando a la salida.
-Yo también te quiero-dijo Samuel y me gire para verlo, le saque la lengua y el me tiro un beso.
-Feliz Cumpleaños-grito feliz Paulina sobre mi oreja, estábamos en el pasillo, yo estaba sacando unos libros de mis casillero.
-Cállate-grite frotándome la oreja derecha, donde me había gritado.
-¿Y qué tal es cumplir 18 años?-pregunto con una sonrisa en el rostro.
-Feo-masculle y cerré mi casillero.
Comencé a caminar hacia los escalones para sentarme.
-Que esperanzas me das a mí, gracias-dijo con sarcasmo Paulina, mientras caminaba al lado mío.
Gire mi cabeza y le saque la lengua, ella igual pero después me sonrió.
Nos sentamos en uno de los primeros escalones, puse mi mochila sobre mi rodilla y lo abrí, de el saque 2 chicles de menta, comí uno y el otro se lo di a Paulina.
-Gracias-dijo recibiéndolo.-Dios ____ debes estar feliz son 18 años-dijo como si fuera lo mejor del mundo.
-A ti no te falta mucho para llegar, el mes que viene ya vas a cumplir y podrás estar súper feliz pero eso no es lo mío-dije y sonreí.
-Bueno déjalo si no quieres estar feliz es tu problema-dijo haciéndose la seria.
-Gracias-dije riendo.
Puso su mochila en su rodilla y la abrió.
-Feliz cumpleaños-dijo sacando una cajita chiquita, de color dorado con una cinta color rojo.
-Paulina no tenías…-
-Ábrelo y no seas modesta-dijo interrumpiéndome.
Mordí mi labio y lo agarre, lo abrí y en el había una pulsera de plata, son las letras (tu primera letra) _ y P junto con las letras BFF.
-Paulina esto es grandioso, gracias-dije abrazándola fuerte.
-No es nada amiga-dijo y me abrazo fuertemente-Feliz Cumpleaños-susurro en mi oído.
La solté y una lagrima callo por mi mejilla.
-Por qué lloro, yo jamás lloro-dije secándome la lagrima.
Paulina rio pero no dijo nada.
-¿Me ayudas?-pregunte estirando mi muñeca.
-Claro-dijo sonriendo, agarro la pulsera y la coloco alrededor de mi muñeca, la abrocho y después la soltó.-Listo-
-Gracias-dije, el timbre sonó y nos levantamos del asiento.
-¿Em…en la salida nos vemos y vamos a casa?-pregunte antes de comenzar a caminar.
-Está bien, nos vemos en la salida-dijo y comenzó a caminar, mejor dicho trotar hacia su aula.
-Cómo vas a decir que las palomitas son mejores que las papas fritas, Dios Paulina no tienes paladar-dije abriendo la puerta de mi casa.
-Son mejores, mucho mejores-dijo entrando a mi casa.
-No puedo creer que estemos discutiendo por eso, las papas fritas siempre van a ganar-dije y nos dirigimos a la cocina por algo de comer.
Con Paulina éramos así, sacábamos conversación de cualquier tema y hacíamos un debate de "que" era mejor que "que".
Amaba la normalidad de mi amiga.
-¿Quieres jugo?-pregunte dejando mi mochila en la mesa y caminando al refrigerador.
-Claro-dijo Paulina sentándose en unos de los bancos altos frente a la mesada.-Dejemos de pelear por que no quiero ganarte el día de tu cumpleaños-dijo arrugando la nariz.
-Que considerada-dije con sarcasmo, agarre dos vasos y serví jugo, uno se lo di a Paulina y el otro lo tome yo.
-¿Que silencio no?-dijo Paulina después de un rato.
-Si siempre es así, una vez que te acostumbras, ya se te hace común-dije y tome lo último que quedaba de jugo.
-Si pero ahora más de lo normal-dijo Paulina y nos miramos.
-Cierto-dije después de un momento que nos quedamos en silencio para comprobar que no se escuchaba nada en la casa.- ¿Mika estas?-dije dejando el vaso en la mesa y caminando al living.
Nadie contesto, la puerta de entrada se abrió y mi madre apareció por ella.
-Mamá ¿qué haces aquí?-pregunte acercándome a ella,Paulina apareció atrás mío con las manos en los bolsillos.
-Hija, feliz cumpleaños-dijo abrazándome fuertemente-No pude saludarte hoy temprano ya que me fui por una urgencia, pero ahora estoy acá y ahora nos vamos-dijo agarrándome de la mano.
-¿Qué? ¿A dónde?-pregunte zafándome de su agarre.
-Por tu regalo cariño-dijo con un tono dulce que me dio miedo.
Me gire para ver a Paulina y ella solo se encogió de hombros, mire a mi madre y ella tenía la mano estirada en mi dirección, agarre la mano de Sia y después la de mi madre.
Ella nos arrastró hasta la puerta y nos sacó de la casa.
-Tan...tannn-dijo bajándonos del auto, estaba frente al centro comercial, ella tenía una sonrisa en el rostro mientras estaba abierta de brazos.
-¿Me compraste el centro comercial?-pregunte confundida.
Mi madre rió y yo mire a Paulina desconcertada.
-No hija, es muy caro, pero pronto-dijo bromeando.-Compraremos ropa, toda la ropa que tú quieras, sin reproche o nada y Paulina este regalo también es para ti-dijo abrazándonos a las dos.
-Wow señora digo Elizabeth gracias no tenía por qué-dijo mi amiga sumamente sorprendida.
-Bueno vamos que esto es el comienzo, aún falta más cosas-dijo feliz, agarro nuestras manos y nos llevó escaleras arriba para poder entrar al centro comercial.
Entramos y ni bien lo hicimos nos metimos en una tienda de pantalones, mi madre estaba como loca, escogiendo unos después otros y otros.
Compramos unos 10 pantalones de distintos tipos o precios, salimos de ahí y nos metimos en otro y otro, así estuvimos casi por 3 horas, no había lugar de donde no salíamos con una bolsa en la mano.
Entramos a una tienda de vestidos algo grandes, ¿cuantos vestidos puede haber en un centro comercial?
El celular de mi madre comenzó a sonar.
-Permiso-dijo atendiendo y alejándose un poco de nosotras.
-Esto es una locura-dije comenzando a caminar por los enormes pasillos de la tienda.
-A mí me parece tierno lo que hace tu madre, si la mía hiciera eso yo la amaría aún más de lo que la amo-dijo con una sonrisa en el rostro mientras miraba algunos de los vestidos.
-Si este regalo es increíble pero no se es algo extraño-dije sacando un vestido color salmón, que verdaderamente era un asco.
-Dios guarda eso es horrible-dijo Paulina haciendo una cara de asco, reí y lo puse en donde estaba, seguíamos caminando mientras veíamos.
-Buenos días, ¿necesitan ayuda con algo?-pregunto la empleada amable.
-Em… no gracias, solo estamos viendo-dijo Paulina educada.
-Está bien si tienen alguna duda no duden en preguntármelo-dijo con una sonrisa en el rostro, nosotras asentimos y después la empleada se alejó.
-Creo que sería buena trabajando de vendedora ¿no crees?-pregunto Paulina mirándome.
-Si serias buena, no se-dije encogiéndome de hombros.
Nos quedamos en silencio unos minutos mientras seguíamos mirando vestidos, mire por encima de estos y mi madre aun seguía peleando con su teléfono, después de comprobar que mi madre no estaba cerca ni escuchando solté el chisme, como decía Paulina.
-Samuel quiere que valla hoy a la noche a su casa, dijo que me tiene una sorpresa-dije mirándola a los ojos.
-¿Dijo que tenía una sorpresa para ti?-pregunto Paulina con un tono algo feliz.
-No dijo "___ tengo una sorpresa para ti" pero lo dio a entender-dije inocente.
-Awww...es muy tierno-dijo con un tono tierno en la voz.
Reí y negué con la cabeza, comencé a caminar y mirar vestidos de nuevo.
-Necesito de tu ayuda-dije sacando un vestido purpura pero al instante volviéndolo a poner en su lugar.
-Claro, ¿que necesitas?-dijo sacando un vestido pero volviéndolo a poner en el perchero.
-Ya que tu posees ese extraño "don" de crear planes-mire a Paulina y ella sonreía feliz-Necesito uno que me mantenga toda la noche o por lo menos hasta las 2 o 3 de la mañana fuera de casa ¿puedes hacer eso?-pregunte levantando una ceja.
-____, mi querida y pequeña ___, cuando te he decepcionado yo con un plan-dijo palmeando mi cabeza.
-La vez que quisiste hacerte la vaquera con un jarrón de la casa y dijiste "__ no se romperá" y a los 3 segundos después ya estaba hecho trizas en el suelo, o la vez...-
-Bueno si te he fallado con algunos, no tantos, planes míos pero este que mi cabeza está ideando no te fallara-dijo con una sonrisa asentí y sonrei.
-Confió en ti-dije seria.
-Dios ___ pareces como si no me conocieras, no te fallare-dijo seria.
-Bueno perdón es que estoy algo nerviosa-dije defendiéndome.
Paulina me miro y negó con la cabeza, siguió buscando entre los vestidos lo que sea que esté buscando.
Yo copie su acto y volví a mirar los vestidos mientras pasaba uno atrás de otro.
-Oh por Dios es perfecto-dijo Paulina después de un rato algo largo de silencio.
Levante la vista hacia Paulina pero ella no miraba los vestidos sino otra cosa lejos de ahí, fruncí el ceño y seguí con mi mirada su miraba hacia lo que estuviese que estaba mirando.
-Dios es hermoso-dije embobada.
-Si-dijo Paulina feliz, me agarro de la muñeca y me arrastro hasta él.
Nos paramos frente a él y lo contemplamos con una miraba bobalicona.
Era una vestido, era hermoso, de color negro, tenía un corte en V algo elegante, justo bajo la zona del sostén tenía una cinta de color negro también y tenía tirantes gruesos, atrás también tenía un escote en V y un cierre.
Era algo ajustado que se acomodaba al cuerpo de cualquier mujer, cualquier mujer con figura, claro.
-¿No es hermoso?-pregunto Paulinaa aun embobada en él.
-Sí, es encantador-dije en el mismo estado que ella.
-Claro y es perfecto para ti-dijo y se alejó de mí antes de que pudiera responder.
¿Para mí? claro que no era para mí, este era lindo y con forma, yo era sin forma claro.
-Mi amiga se probara este-dijo Paulina atrás mío.
Me gire y al lado de Paulina estaba la vendedora de hace unos minutos.
-Claro, vallan a los vestidores y en un rato se lo llevaremos-dijo sonriendo.
Sia asintió y me agarro de la mano y me llevo a los vestidores.
-¿Qué crees que haces?-pregunte una vez allí.
-¿Qué?-pregunto confundida Paulina.
-Yo soy cuadrada y ese vestido tiene curvas-dije haciendo las curvas con mis manos.-Pareceré un payaso-
-Hay ___-bufo Paulina-Tienes una buena figura, te quedara sensacional-dijo con una sonrisa.
Estaba por responder pero la empleada llego con el vestido en las manos.
-Acá esta-dijo dándoselo a Paulina, esta lo agarro después me lo dio a mí, me empujo dentro de uno de los vestidores y cerro la cortina, sabía que no podía salir de aquí ya que si lo hacía Paulina iba a volver a meterme así que resignada me lo probé.
-Ya sal-grito Paulina desde afuera.
Ya me lo había puesto, fue fácil de meter, pero ahora lo difícil era alcanzar el estúpido cierre.
-No puedo con el cierre-dije abriendo la cortina algo frustrada.
Paulina me miro y abrió los ojos, se llevó la mano a la boca, como sorprendida.
-Me queda como un puerco, me lo sacare-bufe molesta.
-____ cállate y mírate al espejo-dijo enojada Paulina.
Solté un fuerte suspiro y salí del vestidor aun con el cierre que estaba en mi espalda, con los ojos cerrados me pare frente al espejo que estaba al lado de los vestidores. Era algo grande separando los vestidores.
Aun con los ojos cerrados escuche pasos y sentí como alguien cerraba el cierre del vestido, era Paulina, lo sabía por el perfume de flores.
-Ya abre los ojos-me dijo al oído.
Negué con la cabeza pero lentamente los abrí
Dios esa no podía ser yo, pero si era yo, ese vestido era milagroso, estaba como una modelo, sin exagerar, este vestido me apretaba bien, me hacia el busto un poco más voluptuoso y las curvas y caderas me las formaba bien.
-Este vestido es milagroso-dije mirándome al espejo.
-No boba es tu cuerpo, ya acéptalo amiga-dijo palmeando mi hombro y volvió al sillón donde estaba sentada antes.
Me gire y mire mi trasero, se veía mas grande pero no tan exagerado, me veía...bien.
-Me encanta-dijo Paulina con una sonrisa-Esta dicho nos lo llevamos-dijo respondiendo por mí.
Yo no podía decir nada ya que estaba algo atontada mientras me seguía mirando al espejo.
-Hija, esta hermosa-dijo mi madre atrás mío, me gire y ella estaba parada al lado de Paulina, ya había terminado de hablar por teléfono.
-¿Lo crees?-pregunte alisando el vestido algo nerviosa.
-Pues claro-dijo agarrándose las manos.
-Y es perfecto para esta noche-soltó Paulina, y mi madre la miro desconcertada.
Yo la mire y la fulmine con la mirada.
-¿Esta noche?-pregunto mi madre confundida.
-Amm…emm-Dios ahora comenzaría a tartamudear.
-Elizabeth, no todos los días se cumple 18 años ¿no?-pregunto Paulina comenzando con uno de sus discursos, mi madre asintió y se cruzó de brazos sobre sus estomago-Bueno, ___ y yo queremos pasarlo bien, bueno ___ porque es su cumpleaños y yo por buena amiga que soy-Paulina me miro y me guiño el ojo, después se puso frente a mi madre-Por eso queríamos pedirle, bueno ____ ya que no se atreve quería pedirle permiso para salir esta noche, usted sabe algún antro o club para festejar sus preciados 18 años-¿por qué Paulina estaba hablando como si tuviera 20 años?.
Mi madre parpadeo algunas veces como perpleja después me miro y se acero a mí.
-¿De verdad quieres eso hija? porque tú no eres de esas personas que salen a lugares ¿de verdad quieres salir o es solo para acompañar a Paulina?-se giró para ver a Paulina-Sin ofender-Paulina asintió despreocupada.
Mire a Paulina por sobre el hombro de mi madre pero rápidamente volví la vista a ella.
-Claro, no quiero ser de esas chicas aburridas que se quedan en su casa, tengo que salir, disfrutar y que mejor que hoy, en mi cumpleaños-dije encogiéndome de hombros.
Mi madre me miro aún más perpleja, pero asintió.
-Está bien, tienes mi permiso, me alegro por ti-dijo con media sonrisa, esperen ¿estaba por llorar?
La abrace y mire a Paulina, esta sonreía feliz y me hizo un gesto con el dedo pulgar de felicitación.
Yo simplemente sonreí.
Después de ese momento algo emotivo e incómodo, salimos del lugar, claro sin antes pagar por mi bellísimo vestido y unos zapatos que hagan juego.
No metimos en el auto con todas las bolsas atrás y mi madre comenzó a conducir otra vez.
Después de unos minutos viajando en el auto nos detuvimos frente a un lujoso pero tranquilo edificio.
-¿Y esto que es?-pregunte bajando del auto.
-Un SPA-dijo mi madre en un suspiro.
Comenzamos a caminar hacia la entrada, cuando entramos, un olor inundo mi nariz, era un dulce olor.
Nos acercamos a la recepcionista y mi madre hablo.
-Buenos días Miriam ¿cómo estás?-pregunto mi madre.
-Bien Elizabeth ¿y tú? ¿Vienes por la reservación?-pregunto la mujer algo mayor pero amable.
-Bien, gracias y si vine por eso, ella es mi hija y su mejor amiga-dijo presentándonos a las dos.
-Hola-dijimos a la vez con Paulina.
-Hola, bueno pasen por el pasillo, a la última habitación ¿dijiste completo en el teléfono?-pregunto mirando su hoja algo confundida.
-Si dije eso-respondió mi madre.
-Bueno pasen, pasen, en un rato las atenderán-dijo amable.
Con Paulina asentimos y caminamos.
Nos metimos al cuarto que nos dijo Miriam y en ella había 3 camillas de cuero negro, con agujeros en el extremo para poner la cabeza.
Mire mi reloj y eran las 17:00 pm, faltaban 4 horas para encontrarme con Samuel y ya estaba algo nerviosa.
3 señoras algo robustas aparecieron por la puerta con un uniforme cómodo color lila.
-Buenos días, somos, Sam, Claudia y Eli-dijo Eli señalando a cada una amablemente-Y seremos sus masajistas, por favor sáquense la ropa y cúbranse con estas toallas y recójanse el cabello-dijo Eli, nosotras asentimos y ellas salieron.
Nos metimos en unos baños individuales e hicimos todo lo que nos pidió Eli.
Ellas volvieron a entrar con unas cremas en las manos, nos pidieron que nos acostáramos en las camillas boca abajo y nos sacáramos las toallas, lo cual me resulto algo súper incomodo pero igual lo hice.
Cuando Sam comenzó con los masajes solté un fuerte suspiro y cerré mis ojos, esto si era algo sumamente relajante.
Estuvimos como unos 35 minutos de masajes, después mascarilla, manicura, pedicura, sales, depilación completa (eso sí dio miedo) todo lo que puede haber en un SPA hasta que llego la parte difícil, peluquería.
-¡¡No tocaran mi cabello!!-grite nuevamente agarrando mi cabello, tenía una bata del SPA y estaba sin ropa.
Paulina se reía y mi madre me miraba desafiante.
-Vamos ____ solo es un poco de cabello, Josep es grandioso-dijo mi madre tratando de convencerme, mire al tal Josep que quería cortarme mi preciado cabello. Este miraba mi cabello como carne fresca con unas tijeras en la mano.
-No-grite aferrándome más a mi cabello, Paulina se estallaba de risa, claro a ella ya la habían atendido, mi castaña amiga ahora es mi rubia amiga. Le quedaba muy lindo.
-Dios eres una niñita-bufo mi madre algo fastidiada, se acercó a él tal Josep que ahora se convertiría en mi enemigo número uno y comenzó a hablar con él en susurros.
Como me podían cortar en cabello, era mi cabello, además era igual al de papá y él me dijo que nunca me dejase cortar el cabello si nos es con Marcos su peluquero.
-Está bien-dijo mi madre después de hablar con Josep, tenía nombre de gay.-No tocaremos tu cabello, el largo se queda así, ¿está bien?-pregunto mi madre y yo asentí contenta.
-Tú sabes que si no es con Marcos no es con nadie-le recordé y ella me fulmino con la mirada, nunca le gustaba perder.
-Porque tu padre te crio así-bufo y yo sonreí victoriosa.
Paulina aun seguía riéndose.
Mire el reloj de la tienda y ya eran las 19:00 pm.
-Mamá debemos irnos-dije mirándola.
-Está bien, vayan a cambiarse yo pagare, me cambiare y después nos iremos-dijo y nosotras asentimos.
-No tocaran mi cabello-dijo Paulina queriendo imitar mi voz, la mire y golpee su hombro, ella solo reía, caminamos a los baños y nos cambiamos.
Después de salir esperamos unos minutos a mi madre, ella salió y nos despedimos de todos, salimos del edificio y entramos al auto.
-Mamá, me quedare en la casa de Paulina ¿está bien?-pregunte mirando hacia la ventana.
-Está bien, hoy me quedare en cama, dormiré temprano, mañana será un atareado día-dijo doblando una de las esquinas.
La mire pero volví la vista a la ventana.
Mi madre se detuvo frente a la casa de Paulina y ella y yo nos bajamos, mi madre se quedó en el auto.
Baje las bolsas que iba a utilizar y me despedí de mi madre.
Rápidamente corrimos hacia la casa y entramos como rayos al cuarto de Paulina.
Siempre dejaba ropa acá en su casa para momentos como estos.
-Bien me entrare a bañar ¿qué hora es?-pregunte dejando las bolsas en el suelo y sentándome en la cama para quitarme las convers.
-Son las 19:45 pm-dijo Paulina entrando y cerrando la puerta atrás de ella. Se acercó a un armario y saco una bata de baño.
-Ten, iré a abajo si necesitas alguna cosa, sabes dónde está todo, cámbiate rápido-dije entregándome la bata.
-Gracias-dije corriendo al baño y encerándome en el.
Después de un relajante pero apresurado baño salí con la bata puesta.
Mi cabello estaba enmarañado y hecho una bola que creo yo iba a ser difícil de desenredar.
Camine a la cama y me seque completa, me puse ropa interior (que ya tenía acá en casa de Paulina) un conjunto color negro con bordes violetas, después de su estante agarre una crema para cuerpo y me la unte por todo el cuerpo, el olor a melón se hacía presente en la habitación, odiaba comer melón pero el olor era algo agradable.
Rápidamente saque el vestido de su bolsa y lo tendí delicadamente sobre la cama, era algo precioso, seguía sin creer que este vestido más sensacional me quedase bien.
Mordí mi labio y lo agarre, me lo puse pero nuevamente el cierre estaba haciéndomela difícil.
Lo deje así nomas y me dispuse a ponerme los zapatos de tacón aguja, iba a matarme con cosas así, pero mi madre siempre con su elegancia y clase, arrg.
Me abroche los zapatos y cuando me pare casi caigo hacia atrás pero pude estabilizarme. Camine con cuidado por la habitación para acostumbrarme a ellos, cuando le agarre la mano, camine hacia el escritorio de Paulina que como el mío tenía una silla y un gran espejo y sobre el escritorio un montón de maquillaje.
Se escucharon dos Toc Toc y después la voz de mi amiga.
-____, ¿puedo pasar?-dijo creo apoyada en la puerta.
-Sí, pasa-grite algo frustrada mientras agarraba un cepillo y trataba de desenredar mi cabello.
El picaporte se giró y en la puerta apareció mi amiga.
-Dios mira ese cabello-dijo con cara de espanto.
-Gracias-dije sarcástica.
-Por suerte acá tienes a tu mejor amiga que estudio un curso de peluquería-dijo halagándose.
Sonreí y le entregue el peine.
Ella negó con la cabeza y yo fruncí el entrecejo. Se acercó a un cajón y de allí saco un montón de instrumentos, secador, alisador de cabello, rulera, moños, hebillas, de todo.
-¿Lista?-pregunto con una sonrisa algo maliciosa.
-No quemes mi cabello o te golpeare muy muy fuerte-la amenacé.
-Estas en buena manos-dijo acercándose a mí con un secador de cabello en una mano y el alisador de cabello en el otro.-Ahora cierra los ojos-me ordeno y yo de inmediato acate su orden.
-¿Ya puedo abrirlos?-pregunte impaciente, habían pasado más de 15 minutos y estaba con los nervios de punta.
-Aguanta-dijo ella, no la podía ver, pero sentí como algo caliente, un cabello caía por mi hombro.
-¿Ya?-pregunte y mi pierna temblaba.
Ella no contesto, escuche como desenchufaban algo y después la voz de mi amiga.
-Listo, ábrelos-dijo nerviosa.
Los abrí con lentitud y…
-¿Te gusta?-pregunto con las manos juntas sobre su pecho y la cara de miedo.
No tenía palabras para describir lo que me hizo, estaba hermosa y para que lo diga yo realmente debía estarlo, tenía el cabello alisado, con algunas ondulaciones en las puntas, el pelo caía por mis hombros y como estaba planchado llegaba hasta el trasero.
Me quede embobada unos minutos en mí y después mire a Paulina que seguía con la espera.
-La peluquería es lo tuyo-le asegure con una sonrisa, ella sonrió de oreja a oreja y me abrazo sin despeinarme claro.
Me comenzó a pintar, no muy excesivo, un poco de sombra, rímel, delineador y un lápiz labial rosa pálido y después ya estaba completamente lista.
-Cierra el cierre del vestido por favor-pedí levantándome y llevando todo mi cabello a mi hombro derecho.
Paulina lo cerró y me palmeo el hombro.
-Lista-dijo con una sonrisa.
Le mire y sonreí.
-Dios es tarde-dije apresurada, me puse una chaqueta que me había comprado ese mismo día, Paulina me presto una cartera muy elegante, hay metí mi celular, billetera y cosas necesarias.
-¿Tu que harás esta noche?-pregunte mientras me colgaba la cartera al hombro.
-No se tal vez salga-dijo dudosa.
-¿Y si mi madre llama?-pregunte con miedo.
-Cálmate que yo lo tengo todo controlado-dijo con una sonrisa alentadora-Tu solo disfruta tu noche especial-dijo y me abrazo, yo le correspondí y la abrace también-Feliz cumpleaños-susurró en mi oído.
-Gracias-dije después de separarme-Avísame cualquier cosa que pase-le advertí, ella hizo el gesto de los marineros y yo reí.
-Ahora...adiós-dijo desesperada, bese su mejilla y salí del cuarto, tratando de relajarme.