Al día siguiente, Pekoyama y Kuzuryuu estaban allí para recoger a Hajime temprano. Apenas tuvo tiempo de levantarse de la cama, lavarse, desayunar rápido y cambiarse antes de que se lo llevaran. Sin embargo, en lugar de ir directamente a casa de Komaeda, aterrizaron en el palacio de Sonia, justo en la entrada principal. Hajime parpadeó.
—Lo siento, tenemos un mensaje que recoger —Pekoyama informó a Hajime—. Deja que Fuyuhiko se encargue de eso y luego nos iremos.
—Está bien.
Kuzuryuu se acercó a una habitación lateral y comenzó a hablar con una mujer. Hajime se quedó justo al lado de Pekoyama y observó como los youkai de todo tipo flotaban, caminaban, se arremolinaban o se movían de alguna manera única de un lado a otro. Nadie prestaba demasiada atención excepto por una educada reverencia antes de seguir adelante.
Hajime los miraba, claramente preparándose para el banquete, cuando alguien apareció a la vista. Se congeló. Allí, de pie delante de Hajime estaba Jiro, uno de los youkai Kuzuryuu que había dicho explícitamente que no se hablase con él.
No pudo apartar la mirada lo suficientemente rápido y vio como el ojo de Jiro se iluminaba. Se acercó a ellos. Al lado de Hajime podía sentir a Pekoyama avanzar muy suavemente, bloqueando su camino directo hacia Hajime.
—Buenos días, Jiro-san. ¿Puedo ayudarte en algo?
—Buenos días, Pekoyama-san —Jiro dijo con una sonrisa que rayaba en la navaja con lo afilada que era—. ¿Y quién es este? Los humanos son tan raros de ver en este mundo.
—Estoy seguro de que ya lo sabes —Pekoyama dijo firmemente—. Si no hay nada más que necesites, le pido que nos disculpe.
—Oh, qué mujer tan fría —Jiro continuó, sin preocuparse de guiñarle el ojo a Hajime—. Hace que el corazón de un hombre lata en su pecho, ya sabes. De todas formas, tú debes ser el infame Hinata Hajime del que todo el mundo ha estado hablando.
Hajime entrecerró los ojos ante la primera declaración del hombre, pero lo dejó pasar. Sin duda Jiro era el tipo de persona que prosperaba cuando la gente intentaba corregir sus horribles palabras
—Lo soy. Y tú eres Jiro-san.
—Vaya, vaya, qué educado — Jiro sonrió, pero su sonrisa no llegó a sus ojos—. Komaeda ciertamente eligió bien. Si me permites el atrevimiento, estás bastante bueno para ser humano. Eres guapo.
—Puede que no seas tan audaz —Hajime respondió—. No veo cómo mi apariencia juega un papel en mi compromiso.
Pekoyama resopló y Hajime juró que estaba escondiendo una risita.
—Oh, bueno, creo que si Komaeda se casa por un espectáculo absurdo debería elegir mínimo a alguien atractivo, ¿no crees?
Hajime apenas tuvo tiempo de registrar las palabras. Pekoyama estaba encima de él con un bokken que salió de la nada, apretándolo contra su garganta. Jiro se rió y levantó las manos en el signo universal de la rendición, pero estaba demasiado relajado.
—¿He tocado una sensibilidad? No puedo evitar preguntarme porqué Komaeda se casaría con un humano. Sus vidas son tan frágiles y débiles... Inútiles. ¿Él cree que haciendo esto mostrará aún más lo grandioso que es como embajador del mundo humano?
—Creo que deberías cerrar la boca e irte —Pekoyama dijo con mucha calma—. ¿A menos que necesites ayuda con eso? —Presionó su bokken contra su garganta con más fuerza.
—Ah, ah, creo que puedo captar una indirecta —Jiro retrocedió, su sonrisa aún se le notaba en la cara—. Sólo estaba expresando lo que algunos youkai piensan, no que yo piense nada de eso, por supuesto~ —Se inclinó con una floritura que era casi burlona—. Me despido. Los veo a los dos en la cena de esta noche.
Se alejó sin más. Pekoyama no dejó caer su bokken hasta que Jiro desapareció por completo de la vista. Desapareció en el momento en que Jiro se fue.
—No le escuches —Ella dijo oscuramente—. Sólo está soplando aire caliente.
—No lo hago. —Hajime dijo en voz baja, aunque odiaba que Jiro tuviera razón en que su compromiso era un engaño—. Gracias por defenderme. No sabía que podías convocar un bokken.
—Puedo invocar cualquier espada que sea mía —Pekoyama respondió casi distraídamente—. No iba a desenvainar acero de verdad aquí. Sólo algo para amenazarlo, pero no para sugerirle que lo mataría —Su mirada se endureció y Hajime estaba segura de que lamentaba la oportunidad perdida, malditas sean las consecuencias.
—¿Sugerir matar a quién? —Kuzuryuu había regresado.
—Te lo contaré más tarde —Pekoyama dijo—. ¿Estamos listos para irnos?
—Sí, lo estamos. Ven, Hajime, vamos.
Tocó la mano de Hajime y pronto desaparecieron del palacio y estaban de pie frente a la casa de Komaeda. Todos entraron y Kuzuryuu los llevó fácilmente al dormitorio, como si fuera una rutina entrar en la casa de su amigo e ir a su dormitorio.
—Ahora, dime qué pasó.
—Jiro decidió hacernos una visita —Pekoyama respondió—. Hizo una declaración bastante audaz sobre la relación de Hajime y Nagito, sugiriendo que sólo lo hacen por la publicidad o la buena voluntad que el embajador del mundo humano recibiría si se casara con un humano.
Kuzuryuu miró fijamente y luego gruñó.
—Debería ir a patearle el culo como una llamada de reverencia antes de asegurarme de que se arrepienta de haber pensado eso.
—Sí, estoy de acuerdo —Pekoyama dijo con calma—. Podemos asegurarnos de que se arrepienta de esas palabras más tarde. Por ahora, concentrémonos en la tarea que tenemos entre manos.
—Sí, por supuesto —Kuzuryuu se pasó una mano por su pelo corto—. Ropa. Como tu primera cena con nosotros, el simbolismo en la ropa es importante aquí. Nagito dijo que deberías mantener el tema del azul pero cambiar el yukata que llevas puesto. Estamos aquí para ayudarte a elegir uno. También necesitarás un baño. Entonces, debemos asegurarnos de que recuerdes a todos los de la cena de esta noche.
—No te olvides de asegurarte de estar perfecto —Pekoyama añadió—. A diferencia de nosotros, si no te ves bien, ellos hablarán.
Genial. Hajime tragó saliva. Lo primero fue lo primero. La ropa. Se acercó a la cómoda y abrió el cajón de arriba. Dentro había el mismo yukata azul que había mirado desde un inicio. Buscando por otra parte, agarró los azules y estaba a punto de irse cuando vio ese yukata. Se congeló. De alguna manera se había olvidado de recogerlo con el resto, pero allí estaba el yukata de Komaeda, el que usó en el compromiso de Sonia con Gundham y Souda.
Lo dicho por Komaeda se filtraron por su cerebro, cómo el uso de eso simbolizaría el amor eterno, la devoción y la pasión con la implicación de ser íntimo después de la cena. Esas palabras se mezclaron con las burlas de Jiro y las implicaciones de que otros youkai pensaran lo mismo que él había dicho.
Por supuesto, aunque Komaeda se casaba con Hajime para mantener el escándalo político bajo control, casarse con él también era un escándalo político dado que era humano. Era una línea delicada pero ciertamente casarse era el menor de los dos "males" por así decirlo.
Aunque Hajime deseaba desesperadamente que su compromiso fuera real y sus emociones volvieran. Su beso, del que no hablaron, pesaba en su mente. La fantasía que le había dado debe estar nublando su cerebro. Puso el otro yukata en la parte superior de la cómoda y lo sacó.
El dichoso yukata era azul oscuro, casi un azul de medianoche, con destellos de flores naranjas, amarillas y blancas. Una suave línea plateada se extendía en una curva a través del cuello y sin duda lo hacía a lo largo de la parte inferior y las mangas. La línea imitaba las flores que fluían por un arroyo plateado. Era encantador. Hajime agarró la tela y se decidió. Él y Komaeda ya se estaban besando para parecer más "legítimos" como pareja y si se iban a casar pronto, de todas formas sería extraño que no apareciera sin una declaración en voz alta.
—Me pongo esto. —Hajime dijo, dando la vuelta y mostrando la prenda a Kuzuryuu y Pekoyama, antes de que pudiera arrepentirse de su elección.
Los dos miraron lo fijamente y absoluta sopresa, con los ojos bien abiertos, antes de que Pekoyama hablara con mucho cuidado.
—Sabes las implicaciones de llevar ese yukata, ¿verdad?
—Sí. Nagito usó esto en el compromiso de Sonia, ¿verdad? Me dijo lo que implicaría para todos. Por favor, no me detengan.
Silencio. Entonces, Kuzuryuu soltó una carcajada.
—Debería preguntar si estás seguro de esto, preguntar si lo haces por las razones correctas y no por ese imbécil. Pero yo sé la respuesta; puedes declarar tu amor por Nagito y cabrear a ese idiota de Jiro al mismo tiempo. Estoy muy orgulloso. Ahora, ¡asegurémonos de que cuando entres en la habitación todos se sorprendan!
[...]
SE VIENE LO CHIDO OWO