Caminabas a casa escuchando tu canción favorita, regresando de tu trabajo, el cuál consistía en una cafetería, en este país las cafeterías eran muy hermosas y te gustaba atender ahí, la paga era buena y tu necesitas dinero para tu universidad
Un ligero suspiro salió de tus labios al llegar a la casa dejaste tu bolso en el sofá, estos días habían sido difíciles y no por el hecho económico más bien por estar sola en un país nuevo, habías pasado tiempo acá, ya manejabas el idioma pero tus padres debían volver a tu país de origen.
Cosa que te puso bastante nerviosa, ya no estarías con ellos, si no sola siguiendo con tu vida.
"Cualquier cosa que necesites llámanos".
Ya eras adulta, te tenías que valer por ti misma y eso dijiste cuando te pidieron volver con ellos.
Había noches en que les extrañabas, pero es parte de crecer.
Ya conocías a varias personas, por lo que no te sentías tan excluida.
Tu nueva casa era muy bonita y espaciosa, solo había una ligera cosa.
El extraño de tu vecino.
No habías cruzado palabra con él pero si te topaste con el varias veces en la cafetería, nunca te tocó atenderlo y sinceramente no querías hacerlo ya que te daba desconfianza que a su vez no te entendías.
Pero bueno no era como si confiaras en todo el mundo más en un país nuevo al que tú no estabas tan acostumbrada, y eso mismo se lo debías a tu desconfianza hacia las personas.
Justo a la par de ti llegó Sangwoo, tu bebías un té, te sorprendió por que justo estabas pensando en el cuando llegó, venía con una chica muy hermosa, pensaste que era su novia o algo así.
Tu teléfono sonó y diste un ligero salto por el susto, estabas muy distraída.
─¿Aló?, sí si, ella habla.─ cerraste la puerta de tu casa al momento.
No sabías con certeza quién era, pero al parecer te buscaban.
─Por supuesto, déjeme darle mi dirección para que el paquete llegué, gracias─ hiciste lo acordado para después tomar tu laptop como lo haces normalmente.
Al voltear hacía tu ventana miraste que tu vecino salía, solo.
─¿No venía acompañado?─ murmuraste para después levantar los hombros, podía ser que ella saliera cuando estabas hablando o simplemente se quedara en casa.
La chica si se encontraba precisamente en la casa, para ser más exactos en el sotano de esta, atada a un tubo de dicho lugar.
Podía mirar la sangre salir de su muslo.
Entre lágrimas y gritos sofocados por una mordaza.
Sangwoo no volvió hasta el día siguiente.
Aquella mujer murió desangrada en un lugar tan lúgubre, llena de miedo y golpes.
Jamás pensó terminar así, jamás pensó que alguien como el podría hacerle daño.
Si tan solo se hubiera quedado en el bar con sus otros amigos.
Pero el hubiera no existe, y lamentablemente ella con vida tampoco.
Sangwoo se encontraba rodeado de amigos disfrutando una velada, tomando una que otra copa, siendo lo que el sabe ser.
Un monstruo, uno al que tú podrías follarte sin problemas.