El día de ayer había sido muy vergonzoso por el asunto de la cena familiar en mi casa con Richard. Me había enviado un mensaje en la noche diciéndome para reunirnos al día siguiente también, pero aproveché para cambiar de lugar. Sugerí su casa, ya que vivía solo, pero se negó rotundamente sin decirme el por qué. Al final acordamos ir a una cafetería cerca de mi casa ya que siempre paraba vacía porque el café era horrible ahí. A fin de cuentas no iríamos a tomar café, sino a hacer el trabajo de Química.
Al final del día en el instituto, entré en la cafetería con mi bolso de libros y mi laptop. Había venido sin el Vespa porque estaba cerca de mi casa. Ese era el motivo por el cual mi cabello estaba tan rebelde y esponjoso que nunca. Sudar no era bueno para cabellos como el mío. Ondulado y odiosamente esponjoso.
Vi a Richard hacerme señas desde una mesa vacía al fondo.
—Llegas tarde, cabecita roja —dijo él sonriéndome cuando me senté frente a él. Richard llevaba una camiseta de manga corta mostrando sus musculosos brazos.
—Lo siento. Ayudaba a mis padres con los repetidos. —sonreí apenada.
—¿Repetidos? —repitió él riendo.
Asentí.
—Así es como los llamo.
Richard alzó las manos.
—Debo admitir que ustedes son una familia muy peculiar. Tú y tus hermanos tienen el mismo color de cabello que tu papá. Es asombroso.
Sonreí sin decir nada. Estaba muy nerviosa como para decir algo. En todo el día en clases, mis amigos Joel y Sam me habían hostigado para que les dijera cómo me había ido ayer con Richard.
Saqué los libros y mi laptop de mi bolso bajo la atenta mirada de Richard.
—Es momento de empezar con esto —dije acomodando todo sobre la mesa.
—Correcto. Yo te ayudaré con lo que no entiendas. Mejor es...
Richard fue interrumpido cuando una camarera joven se acercó a nuestra mesa para tomar nuestros pedidos.
—Buenas tardes, ¿qué desean pedir? —miraba con sorpresa y nerviosismo a Richard. Cuando este la miró, ella se sonrojó y volteó la mirada hacia mí.
El mismo efecto que causaba en mí, y es que era tan guapo que su mirada causaba nerviosismo por la atención que daba.
—Yo quisiera un queque de zanahoria, por favor —dije a la camarera con una sonrisita, comprendiendo totalmente su sonrojo. Parecía de nuestra edad, lo que era muy comprensible su reacción.
Ella lo anotó en su libreta y se volteó hacia Richard esperando que haga su pedido. Él eligió la torta de chocolate y un café. Aunque le haya comentado que el café aquí es horrible.
La camarera asintió.
—En unos minutos saldrá su pedido. —volteó para irse, pero Richard la volvió a llamar, haciendo que la chica se sonrojara de nuevo.
—¿Se puede fumar aquí? —preguntó sacando un paquete de cigarros. La camarera se vio dudosa, pero Richard le señaló la gran ventana a nuestro lado que estaba abierta por el infernal verano. —Además no hay clientes, somos los únicos.
Ella asintió y se alejó rápidamente.
—¿Es necesario que fumes ahora? —pregunté con curiosidad. ¿Acaso no podía esperar a que termináramos con la asignación de hoy?—. Odio el olor al cigarro.
Richard, quien estaba sacando el encendedor de su bolsillo, se detuvo.
—¿Por qué lo odias? Es muy placentero cuando uno está muy tenso. Y amo fumar antes de tomar un café.
Fruncí el ceño.
—¿Acaso estás tenso?
Asintió, pero no dijo nada. Encendió su cigarro y empezó a fumar. Abrí mi laptop y empecé a buscar cualquier cosa con tal de no mirarlo fijamente. Luego de varios minutos la camarera llegó con nuestros pedidos. Tomé mi queque de zanahoria y me lo devoré en unos minutos mientras miraba la pantalla de mi ordenador y buscaba en google lo temas de la asignación.
—Sí que estabas hambrienta. —escuché la voz de Richard, algo ronca y con aliento a cigarro y café. Suspiré. Olía bien.
Eso sonó raro.
—Tenía hambre. —me encogí de hombros—. Debemos empezar con el trabajo.
El asintió y así fue como continuamos el trabajo donde lo habíamos dejado ayer. Luego de media hora de explicaciones y búsquedas en internet, el teléfono de Richard sonó. El teléfono estaba sobre la mesa, entre nosotros, por lo que atisbé a ver el nombre de Yocelyn en la pantalla. Al instante Richard cogió su teléfono y contestó.
—¿Aló? —Luego de unos segundos negó con la cabeza, aunque la persona del otro lado no lo veía—. No, estoy en la cafetería que te dije. —escuchó hasta que sus ojos se agrandaron, se veía visiblemente alarmado. Se levantó, pasándose la mano por el cabello con frustración—. No. Yocelyn... espera, llama mientras voy para allá. Espérame un segundo, nena, ya voy. No me cuelgues, por favor. —me miró con los ojos desorbitados llenos de angustia mientras tapaba el teléfono con una mano—. Discúlpame, Ashley, me tengo que ir.
Y con el teléfono en mano salió de la cafetería corriendo hacia su moto. Vi por las puertas de vidrio como se alejaba rápidamente montado su moto.
Volví la mirada hacia la mesa frunciendo el ceño. Yocelyn lo había llamado y le había dicho algo para que se ponga así como un loco. La pregunta era si la Yocelyn que lo llamó era su ex, y la otra era; ¿qué le dijo para que se pusiera así?
Suspiré derrotada guardando mis libros y mi laptop en mi bolso. Salí de la cafetería sin preocuparme de la cuenta. Richard ya había pagado antes invitándome ese delicioso queque que había comido de zanahoria. Había advertido a Richard acerca del asqueroso café, pero a él pareció gustarle. Ironías de la vida.
Caminé hacia mi casa y como no quería hacer la caminata sola decidí llamar a Sam y a Joel al mismo tiempo. Una llamada de grupo. Contestaron al cuarto timbrazo.
—¿Se puede saber dónde estaban? —pregunté a mis amigos mientras cruzaba la desolada calle.
—Yo estaba stalkeando a Erick en sus redes sociales —respondió Joel.
Rodé los ojos.
—Y yo a Zabdiel —admitió Sam riendo a carcajadas como una colegiala.
—¿No puedo tener amigos normales?
—Tú no eres la normal en nuestro grupo, cerecita —dijo Joel como si estuviera hablándole a un niño—. Las personas normales stalkean a su amor platónico por redes sociales. Y a veces se nos escapa un like en sus publicaciones.
Sam intervino.
—Eso casi me pasa —su voz sonaba exaltada—, pero menos mal que nada ocurrió y pude hacerlo normalmente. Espera, Ash, ¿tú no tenías una cita con Richard?
—No era una cita —dije apresuradamente. Estaba cerca de mi casa, casi por llegar—. Sólo una salida de trabajo para el instituto. Lo normal. —me encogí de hombros, pero al instante me sentí estúpida, ellos no me podían ver.
—Eh, salir con Richard Camacho a una cafetería y pasar tiempo es una maldita cita, roja —dijo Joel, de nuevo cambiándome el apodo—. Sólo faltan los besos de despedida, con lengua claro, y ya es una maldita cita que se convertirá en una segunda.
Sam resopló.
—¿Con qué clase de personas has salido? Y digo «personas» porque sabemos que no hay preferencia entre chico o chica, pero así no son las primeras citas. Esas son especiales. Son para...
Joel la cortó.
—Para tu mierda, Sam, si en la primera cita no hay beso, entonces estoy seguro que la relación será un fracaso. Una completa mierda.
—¡Chicos! No hubo cita, ni mucho menos besos. Y aún peor con lengua —dije antes que cualquiera de ellos me interrumpiera—. Richard se fue. Alguien lo llamó al celular y se despidió de mí corriendo fuera de mi vista.
Mis dos amigos se quedaron en silencio.
—Uh, ya pueden volver a debatir. Estoy escuchando sus respiraciones, tontos.
Joel suspiró antes de hablar.
—Ay, cerecita. Eso es malo. En primer lugar, ¿viste quién llamó o escuchaste su conversación?
Esto era la parte interesante.
—Eh sí. Una tal Yocelyn.
Sam gritó, casi rompiéndome el tímpano.
—¿Una tal Yocelyn? Uh, chica, esa es su maldita ex novia. Y no digo maldita porque fuera una perra; Yocelyn era la chica más dulce de la escuela, sino que fue la razón por la cual Richard dejara tu trasero abandonado en esa cafetería y se fuera corriendo.
—Gracias, Sam, tú sí que sabes subir la moral de nuestra chica —habló Joel, reprendiéndola.
—Caray, Sam. No fui una maldita cita —repetí por enésima vez—. Supongo que tenía que irse por alguna emergencia. El asunto fue que se disculpó. Mañana hablaré con él diciéndole que no podemos retrasarnos más y que debemos ponernos las pilas.
—¡Así se habla, roja! —exclamó Joel —. Ponle los puntos y dile que no te puede abandonar en una cita.
—¡Bien dicho! —lo apoyó Sam.
Rodé los ojos exasperada, pero sonriendo porque conocía a este par y amaban sacarme de mis casillas porque les gustaba la Ashley enfurecida. Yo la odiaba, porque me hacía convertir en una perra. Así que respiré profundo antes de hablar.
—Okay, chicos, llegué a mi casa. Déjense de joder y vayan a hacer su tarea —dije antes de corta la llamada. Entré a mi casa y cerré la puerta.
Había sido un día muy largo.
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N/a:
Hola, bebés. Lo prometido es deuda, por esa misma razón les traigo esto jeje
¿Me hacen un favor? Necesito que me digan si a ustedes les aparecen los capítulos con el guión grande o el pequeño(? No sé me expliqué bien :(
¿Qué les pareció el capítulo? 7u7
ʟxs ᴀᴍᴏ🥰💚
ℳ𝒾𝓃𝒾ℴ𝓃 𝒲ℴ𝓂𝒶𝓃💫💛