Digimon Adventure: Whisimbell

By SombrayLuz

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Año 2013. Han pasado varios años desde la última aventura de los niños elegidos y no parece que haya nada que... More

Introducción | Whisimbell
Prólogo
Uno | ¿Regreso al Mundo Digital?
Dos | La casa encantada
Tres | Baba Yaga, la ogresa de los bosques
Cuatro | La calle de los horrores
Cinco | Whisimbell
Seis | Alucinaciones
Siete | Vodyanoi
Ocho | Espíritus de agua
Sombra&Luz | Noticias
Sombra&Luz | Resumen
Nueve | Deseos
Diez | Terrible y hermoso
Once | La rosa azul
Doce | ¡Ba-ba-badún!
Trece | Rumpelstiltskin
Catorce | Maestro
Quince | ¿Mimi?
Dieciséis | Thaphia
Diecisiete | ¿Volar?
Dieciocho | Dragón
Diecinueve | Comienza el juego
Veinte | Separados
Veintiuno | Retransmisión en directo
Veintidós | Estamos juntos
Veintitrés | El mundo real
Veinticuatro | Buscando respuestas
Veinticinco | Valor
Veintiséis | Héroes
Veintisiete | Poderes
Veintiocho | Melocotón
Veintinueve | Donkey Kong
Treinta | FIGHT!
Treinta y uno | Mortal Kombat
Treinta y dos | Street Fighter
Treinta y tres | Goku [1]
Treinta y tres | Goku [2]
Treinta y cuatro | Pyrus
Treinta y seis | Rompiendo los paradigmas
Treinta y siete | Cámara magmática
Treinta y ocho | Syrleys
Treinta y nueve | Derechos
Cuarenta | Whisimbell
Epílogo | Jake y Olympia
Epílogo | Kari y TK
Epílogo | Izzy
Epílogo | Ari
Epílogo | Davis y Miku
Epílogo | Mimi y Michael
Epílogo | Yolei y Ken
Epílogo | Yung
Epílogo | Tai, Sora y Matt

Treinta y cinco | Hulk

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By SombrayLuz

"Los árboles gritan de dolor al morir, pero tú no puedes oírlos.",

La Princesa Mononoke.


Odaiba, Tokio

Domingo 29 de septiembre de 2013, 6:58 p.m.

Fumiko Hida esquivó los cuerpos de las decenas de personas que le entorpecían el camino. Empujó sus espaldas sin ningún tipo de compasión y recibió golpes y codazos de quienes eran más grandes y andaban más despistados que ella. Se tomó unos segundos para recuperar el aire cuando pudo librarse de la muchedumbre que se agolpaba frente a las pantallas de los grandes edificios de Odaiba, que no habían dejado de emitir todo aquello que estaba ocurriendo en Whisimbell desde que empezó. Se llevó una mano al pecho. La sensación de angustia de ver a su único hijo ser golpeado hasta la extenuación se instauró en ella de manera abrupta, y tuvo que obligarse a tragar saliva y a volver a correr para evitar derrumbarse en mitad de la calle. Al cruzar el semáforo en verde se encontró con su padre: sus ojos severos se desviaron hasta ella por un segundo.

–Nadie atiende a razones, papá –le dijo–. ¡Nadie lo entiende! Nadie entiende la gravedad de todo esto. La vida de mi hijo se ha convertido en un espectáculo.

Sus manos temblorosas se dirigieron hacia su cara, que amenazaba con llenarse de lágrimas, y tuvo que tomar aire y soltarlo de manera entrecortada para no dejarse llevar por la desesperación. La tranquilidad de su padre, lejos de contagiarle como solía hacer, la puso aún más nerviosa. Se apartó un mechón de pelo castaño de la cara con brusquedad, se llevó las manos a las caderas y miró el suelo para tomar una gran bocanada de aire.

–Tranquilízate, Fumiko –murmuró el anciano. Sus ojos no se apartaron de la pantalla en la acera de enfrente–. Cody estará bien. Es fuerte.

–Ya sé que es fuerte –sacó el teléfono móvil del bolsillo de su pantalón y comenzó a teclear cuando dio con el apellido Inoue–. Pero ese lugar es espantoso y nadie está haciendo nada por sacarlos de ahí. Solo los están utilizando para divertirse.

–Confía en Cody.

Fumiko apartó el teléfono de su cara y lo miró. Su padre continuaba con la vista clavada en la pantalla que había al otro lado de la carretera, con las manos juntas en su espalda y gesto indescifrable, como si él no hubiese visto lo que le habían hecho a su propio nieto. Bufó, exasperada, y regresó a su móvil.

–Van a reunirse otra vez en el hotel –le informó–. La señora Takaishi dice que ha encontrado algo nuevo.

Sin esperar una respuesta del anciano, pasó por delante de él y se puso en marcha. Chikara Hida se tomó cinco segundos más para mirar la pantalla, en la que podía ver a su nieto yacer inconsciente y repleto de sangre en el suelo de un mundo que, hasta el momento, todavía se escapaba de su comprensión. Viendo a Cody, pudo darse cuenta de que no importaban los años que él viviera y la sabiduría que adquiriera con su experiencia; nunca podría saber lo que significaría estar en su lugar. Con una nota de admiración congestionada en su pecho, inspiró el aire para enderezar su espalda y girarse hacia la derecha. Su hija se había detenido a diez pasos y lo esperaba con esa especie de calma nerviosa que él, aunque no demostraba, también tenía.

La China, Whisimbell

Los destrozos se habían extendido por el campo de batalla desde que Goku había entrado en combate, y comenzaba a resultar complicado encontrar huecos de suelo y muro que no estuviesen convertidos en escombros. Los gritos de las personas tras las rejillas metálicas ensordecieron a los presentes cuando el cuerpo de Pyrus desapareció como si nunca hubiese estado ahí. Ari se metió la mano en el escote para sacar el artefacto que le había quitado. Pero, antes de que lo hiciera, el cilindro plateado ya había desaparecido de su pecho. Miró a Jake. El chico le devolvió la mirada, que no supo si le resultaba tranquilizadora o amarga, y luego ambos llevaron la vista hacia la pantalla. Después de que apareciera el ya tan conocido "READY?", Ari se giró hacia su próximo oponente mientras la palabra era sustituida por "ROUND 1".

–Izzy –murmuró Matt–, Ari ha perdido 30 puntos contra Pyrus. ¿Nos compensa? –Lo miró. El pelirrojo no le quitaba los ojos de encima al anciano, que había comenzado a acercarse al centro del campo de batalla– Le quedan 20 puntos y ya no tenemos a Cody.

El portador del emblema del Conocimiento inspiró hondo mientras pensaba en ello. Yung, Joe, Mimi y Sora se giraron para prestar atención a su respuesta.

–Ari es la más débil de los cuatro luchadores que tenemos. Teníamos –rectificó al lanzarle una mirada rápida a Cody–. No sabemos si el Maestro se va a transformar en algún personaje de videojuegos como le pasó a Pyrus, así que tampoco sabemos si es mejor que luche Pandora o Ari contra él. Lo que sí creo es que Yolei no debió haber dejado que Pyrus le quitara toda la vida a Cody... Él no es tan fuerte ni tan ágil como Pandora o Ari, pero con su habilidad para las artes marciales podría habernos servido de mucha ayuda –frunció el ceño, mientras hablaba casi más para sí mismo que para los demás–. De todas maneras, la técnica de Yolei está clara –Izzy comenzó a analizar en voz alta la estrategia que creía que estaba siguiendo Yolei a la hora de elegir quién debía pelear, y las muecas de sus compañeros comenzaron a tornarse en evidentes muestras de confusión. Mimi volvió a apoyar la cabeza sobre el hombro de Joe al no enterarse de lo que estaba diciendo–. Es una buena táctica –continuó, sin ser consciente de la confusión que estaba causando en sus amigos–, sobre todo teniendo en cuenta que lo más importante ahora mismo no es ganar combates, sino quitarles toda la vida a los otros. Tuvimos la suerte de que Pyrus no era especialmente listo y hábil, de que Goku no parecía estar en su mejor momento, y de que Jake ha resultado ser un gran Deus Ex Machina que podemos usar muy bien en nuestro beneficio. Pero no sé si con el Maestro y la poca vida que nos queda podrá seguir utilizando esa misma estrategia.

Los demás mantuvieron el silencio por varios segundos. Yung entrecerró los ojos, Sora se mordió el labio y Matt apoyó el codo sobre la barandilla y la frente sobre su mano.

–Me he perdido –admitió Joe desde el suelo.

Izzy lo miró, y después buscó un atisbo de comprensión en el resto de sus amigos que no pudo encontrar.

–Solo tenías que responderme una pregunta –apuntó Matt, fatigado con tan solo escuchar el discurso de su amigo. Izzy chasqueó la lengua.

–Lo que quiero decir es que no creo que Ari nos sea de mucha ayuda en el próximo combate –resumió– y que espero que Yolei sepa muy bien lo que está haciendo. En total, nos quedan 80 puntos: 20 de ellos son de Ari y 35 de Pandora. Ninguna de las dos sabe pelear, y la primera no tiene un gran poder con el que quitarle demasiados puntos a nadie. Esperemos que entre ellas, y los 25 puntos que le quedan a Jake, podamos ganar.

FIGHT!

El Maestro había llegado al centro de pelea con su sonrisa habitual. Ari dio un paso hacia detrás sin perderlo de vista, y elevó los brazos a los costados de su cuerpo para prepararse, por si tenía que actuar.

–¿Serías tan amable de permitirme unos segundos? –Habló el anciano. El gesto confuso de Ari la acompañó cuando relajó un poco el cuerpo y asintió con la cabeza– Es necesario que muestre mi poder antes de comenzar el combate.

Ari tragó saliva. Miró a su novio detrás de ella, pero su gesto serio no la tranquilizó en absoluto. Cuando devolvió la mirada al Maestro, el hombre bajito había alzado la cabeza hacia el cielo, y su escasa musculatura comenzaba a palpitar debajo de sus ropajes holgados. Las venas de su rostro y su cuello se hincharon de maneras imposibles cuando dobló el cuerpo hacia delante y clavó la mirada en el suelo que se había convertido en escombros. Su gruñido se transformó en un rugido profundo y grave que se confundía con un grito de dolor. En un momento determinado, Ari fue consciente de que el anciano, que antes era más bajito que ella, ahora la sobrepasaba en altura por varias decenas de centímetros. La chica dio varios pasos hacia detrás, mientras que la ropa del Maestro comenzaba a resultar demasiado estrecha para su cuerpo, que crecía cada vez más, tanto hacia arriba como hacia los lados. Su piel pálida había comenzado a teñirse de un tono verduzco, enfermizo, que provocó una exclamación en Yolei al entender de qué se trataba.

Ari se alejó lo suficiente como para poder apreciar en toda su extensión los más de dos metros de altura que había alcanzado aquel hombre en apenas unos segundos, y pudo ver desde ahí cómo sus músculos rompían su indumentaria y lo dejaban con tan solo un pantalón que, por algún motivo que desconocía, había logrado mantenerse casi intacto. El tono de su piel terminó de tornarse en un verde similar al color del moho cuando su grito de guerra resonó por todo el lugar y provocó más barullo y aplausos entre las personas en las gradas.

–¡Es Hulk! –Exclamó Yolei, mientras lo señalaba con el dedo índice de su mano derecha.

–No puede ser –murmuró Tai–. Ari no va a aguantar peleando contra él. Es demasiado fuerte.

–Espera, Tai, Ari es muy rápida –añadió Ken–. Es posible que el Maestro ni siquiera pueda tocarla.

–¿Y cómo va a quitarle puntos de vida a esa bestia? –Inquirió Davis– Ari no tiene fuerza, y Hulk es mucho más grande y fuerte que Pyrus. Por muy rápida que sea y muchos golpes que esquive, si no consigue quitarle puntos, no va a servir de nada.

Los tres miraron a Yolei, que dirigía su rostro preocupado hacia los luchadores en el ring. Se llevó las manos a la cabeza.

–No sé si podremos ganar –jadeó.

–¿Qué? –Exclamó Davis.

Tai dirigió una mirada seria hasta Ari.

–¡Vamos, Ari! –La animó TK– Yolei, no lo has hecho nada mal hasta ahora. Estoy seguro de que no está todo perdido.

–No lo sé –negó con la cabeza sin apartar la mirada del hombre verde que debía alcanzar con facilidad los tres metros de altura–. No lo tengo claro, TK. Hulk es muy fuerte, y no creo que Ari logre hacerle nada. No tenemos a Cody –sus mejillas comenzaron a humedecerse por las lágrimas–, a Jake apenas le quedan 25 puntos y no estoy segura de que pueda hacer mucho contra él. Pandora es fuerte, pero no sabe pelear –gimoteó. Ken le frotó los brazos para tratar de tranquilizarla–. Empiezo a creer que estamos perdidos y que vamos a perder esta prueba... otra vez –sus ojos se dirigieron a TK entre lágrimas–. Y no sabemos las consecuencias de perder esta prueba. En la anterior perdimos a Olympia. ¿Y si ahora perdemos a los cuatro que están abajo? –Hizo una pausa. TK no apartó la mirada de sus ojos– Me muero de miedo. Todo será por mi culpa.

–Yolei, Yolei, ya basta –Ken la abrazó y ella enterró la cara en su cuello. Los sollozos y las palabas de la chica provocaron un escalofrío en la columna vertebral de Tai. Kari juntó las manos delante de su pecho, y TK negó con la cabeza desde su posición.

–Vamos a ganar esta prueba –dijo–. ¡Ari! ¡Tú puedes! ¡No lo dudes!

La chica lo miró y sonrió.

–TK tiene razón –murmuró Kari–. Tenemos que poder con esto.

–Claro que tiene razón –su hermano le pasó un brazo por encima de los hombros–. Podemos con esto. No sería la primera vez.

–Ni será la última –musitó Davis–. ¡Intenta que no te aplaste, Ari!

La aludida amplió su sonrisa y devolvió la mirada al Maestro.

–Tonto –murmuró para sí misma.

El Maestro alzó sus inmensos brazos por encima de su cabeza y los bajó hasta el suelo a una velocidad abrumadora.

–¡HULK APLASTA! –Gritó.

Pero Ari esquivó el golpe con agilidad, y los puños verdes de aquel personaje de videojuegos abrieron dos grandes boquetes en el suelo que se sumaron al destrozo que ya había. El que había sido un entrañable anciano hasta hacía tan solo unos minutos, comenzó a golpear el suelo con sus puños y a generar más desastre, pero Ari logró sortear todos y cada uno de los golpes con una habilidad con la que se sorprendió a sí misma.

–Yolei –Kari se acercó hasta su amiga, que asomó la cabeza con timidez desde el abrazo de Ken–, tranquila –le sonrió–. Estaremos bien. Podemos con esto, estoy segura. Eres la única que puede ayudarnos porque eres la experta en videojuegos. Todos confiamos en ti.

–Pues no deberían –susurró–. Yo también puedo perder.

–Lo sabemos –apoyó su mano con delicadeza sobre la única mejilla accesible de Yolei–. Pero también sabemos que puedes ganar. Sé que harás todo lo posible por conseguirlo –su amiga asintió con la cabeza–. Has logrado que derrotemos a cuatro de los luchadores y mantener a tres de los nuestros. Solo nos queda ganarle a uno. Todavía tenemos posibilidades; sé que puedes hacerlo, Yolei. Todos lo sabemos.

La chica desvió su mirada hasta la batalla. Allí, Ari todavía conseguía esquivar los manotazos de aquel monstruo verde a duras penas. Trataba de escalar hasta su cuello, pero por mucho esfuerzo que hiciese en restarle algo de vida, parecía resultarle imposible. Una de las enormes manos verdes de su oponente pasó muy cerca de su pequeño cuerpo.

Yolei miró a Kari y se separó de Ken para abrazarla con fuerza.

–Me aplastas –rio la más joven.

–Perdón –la chica de pelo morado se separó de ella y se limpió las lágrimas–. Vale, está bien –se abanicó con las manos, inspiró y expiró el aire para tratar de calmarse–. Vamos allá. ¡Cambio! –Los dos luchadores se detuvieron y la miraron– Cambio por Pandora.

Davis frunció el ceño.

–¿Tienes un plan? –Inquirió.

–Eso creo.

Ari miró al Maestro antes de cambiarse por Pandora. El hombre verde respiraba con esfuerzo delante de ella, y su rostro mostraba una furia que no entendía de dónde venía. Se preguntó, entonces, si aquella criatura continuaba siendo el anciano que habían conocido.

Pero no fue capaz de responderse.

Con esa incertidumbre rondándole la mente, se dio la vuelta y se cruzó con Pandora, que parecía demasiado concentrada en su próximo combate como para mirarla.

–¡Vamos, Pandora! –Escuchó a TK.

Ignoró el "ROUND 2" que apareció en la pantalla, y la cuenta atrás que comenzó después. Inquieta, se concentró en todo aquello que Jake le había dicho momentos atrás: era fuerte. Era más fuerte de lo que pensaba.

FIGHT!

Hulk golpeó el suelo frente a él y Pandora se sobresaltó, pero no alcanzó a darle. En su lugar, el hombre verde se impulsó con las piernas para dar un gran salto de varios metros por encima de su cabeza. La chica trató de no ponerse nerviosa, pero empezaba a resultarle complicado.

–Tranquila –escuchó a Jake–. Puedes hacerlo. ¡Derecha!

–¡HULK APLASTA! –Repitió.

Pandora tardó en reaccionar, pero aun así logró esquivar al hombre, que cayó donde estaba y destruyó todo el suelo con él. Su corazón bombeó con velocidad al darse cuenta de que podría haber acabado debajo de media tonelada de músculo verde, pero se obligó a concentrarse. Algunas voces que no supo identificar le hicieron reaccionar más rápidamente esta vez: corrió hacia él y, con toda la fuerza que pudo y aprovechando la confusión de la caída, le asestó dos puñetazos en la zona de las costillas que apenas le quitaron 5 puntos de vida.

–Joder –murmuró para sí cuando miró la pantalla.

En un segundo, Hulk había llevado el brazo hasta ella y la había lanzado varios metros hasta caer de bruces contra el suelo. Otros 5 puntos bajaron de la barra de vida de la chica, que se puso en pie justo a tiempo para ver al hombre correr hacia ella. Cuando llegó a su altura, extendió la mano izquierda delante de él y trató de aplastarla, pero ella utilizó los dos brazos para pararlo. Dobló las rodillas ligeramente y plantó los pies en el suelo con firmeza.

–Bien, Pandora –sonrió TK.

–Menos mal que es fuerte –murmuró Davis–. Cualquier otro estaría hecho papilla.

–¡Pégale!

Pandora miró a Jake y Ari de reojo.

–¿Qué? –Pudo decir, con un hilo de voz. La fuerza de Hulk era sobrehumana incluso para ella, y el sudor de su frente comenzaba a bajarle a borbotones por la sien.

–Tiene los costados del cuerpo descubiertos –le dijo Jake–. Usa las piernas.

La chica miró de nuevo al hombre verde que intentaba aplastarla. Observó con atención la posición de su cuerpo sin dejar de hacer fuerza hacia arriba, y finalmente se decidió: trató de mantener todo ese peso con una sola pierna y, cuando creyó tenerlo, levantó la otra con fuerza y le golpeó el costado del cuerpo dos veces.

–¡Cuidado con la otra mano!

Ante el grito de TK, vio la mano derecha de Hulk acercarse a ella, así que utilizó la pierna que tenía libre para hacerle un barrido rápido en las piernas cortas, y así desestabilizarlo. Para su sorpresa, funcionó, y pudo ver cómo su mano derecha se detenía en el aire mientras trataba de encontrar de nuevo el equilibrio. Para aprovechar su momento de confusión, tiró hacia arriba de la mano que todavía trataba de aplastarla; le rodeó la muñeca con los brazos y tiró de él con todas las fuerzas que pudo reunir. Hulk cayó al suelo, bocabajo y con un gran estruendo que despertó los alaridos de las personas en las gradas.

Sin dejarle tiempo a reaccionar, apretó el brazo del Maestro con fuerza y utilizó su pierna para golpearle el codo. El hombre verde comenzó a gruñir y gritar de dolor, y utilizó su mano libre para aporrear el suelo sin miramientos.

–Le va a partir el codo –Exclamó Davis–. ¡Dale bien!

–No creo que pueda partirle el codo a Hulk –Yolei negó con la cabeza.

Y, en efecto, Pandora desistió. Furiosa consigo misma por no conseguirlo, soltó su brazo con brusquedad y le dio otra patada en las costillas, con tanta fuerza que arrastró al hombre varios metros por el suelo.

Izzy miró la pantalla.

–El Maestro ha bajado a 79 puntos de vida –dijo–. Bien.

Cuando el pelirrojo volvió a mirar el campo de batalla, Pandora se encontraba de nuevo junto a Hulk y había comenzado a propinarle patadas sin ningún tipo de miramiento. La chica apretó los labios mientras utilizaba toda la fuerza de la que disponía para pegarle sin darle tiempo a que se levantara. Pero comenzó a cansarse, y la fuerza de sus patadas disminuyó. Estaba tan concentrada en lo que estaba haciendo que no escuchó los gritos de advertencia de sus compañeros ni vio la mano del hombre acercarse hasta ella: le rodeó el cuerpo con firmeza y ella empezó a patalear. El Maestro se puso en pie, la levantó por encima de su cabeza y, con un grito grotesco y grave, la lanzó contra el suelo.

Davis hizo una mueca de dolor cuando vio el cuerpo de Pandora partir, una vez más, el hormigón.

–Cuidado, Pandora –susurró TK, que se llevó las manos a la cabeza.

Hulk corrió hacia ella y levantó la pierna para tratar de aplastarla, esta vez con el pie. La chica utilizó los brazos y las piernas para pararlo, pero la posición hacía que al hombre le resultase más sencillo utilizar su fuerza y que a ella se le dificultase más emplear la suya.

Tai golpeó la barandilla.

–Mierda –masculló–. Yolei, haz un cambio antes de que la aplaste.

La aludida tardó en reaccionar.

–Sí –sacudió la cabeza.

Pero Pandora empezó a gritar y, con ello, su fuerza pareció aumentar hasta provocar que Hulk tuviese que elevar la pierna por unos pocos centímetros. Desesperada y todavía molesta, empezó a respirar a un ritmo acelerado que hacía que su pecho se llenase y deshinchase de manera exagerada. Ante los gritos de ánimo y los aplausos de las personas a su alrededor, gritó todavía más y sacó más fuerza de donde no sabía que tenía para empujar el pie verde de aquella criatura hasta hacerlo caer. Se puso en pie de un salto, con la respiración entrecortada.

Yolei miró la pantalla. La vida de Pandora había bajado hasta los 20 puntos, y la del Maestro se había quedado en 65.

–¡Cambio! –Gritó– Pandora lo está haciendo muy bien, pero no quiero que pierda toda la vida... –miró de reojo el cuerpo de Cody inconsciente– Cambio por Ari.

–¿Otra vez? –Davis arrugó el ceño a su lado.

–Vamos a ver qué puede hacer Ari contra él. Estoy segura de que le puede quitar algo, y lo que sea que le quite será de mucha ayuda. Luego ya veré cómo me organizo con Jake y Pandora.

Pandora trató de tranquilizarse, pero lo cierto era que su corazón bombeaba de una forma casi agresiva en su pecho. Se pasó un brazo por la frente para quitarse el sudor y comenzó a sortear los escombros para volver a su sitio fuera del ring. Esta vez sí le dirigió una mirada a Ari, pero no parecía tranquilizadora en absoluto.

Hulk se acercó de nuevo al centro y se golpeó el pecho con los puños mientras, en la pantalla, aparecía "ROUND 3". Ari tragó saliva cuando empezó la cuenta atrás.

FIGHT!

Pandora llegó hasta Jake y se colocó a su lado.

En el centro de la batalla, el hombre verde extendió el brazo para agarrar a Ari pero, de nuevo, ella lo esquivó con facilidad. Se movió por el campo, sorteando todos y cada uno de los intentos de aquella criatura de atraparla y esquivando los intentos que hacía de golpearla de alguna manera. Intentó acercarse a él para escalarlo y subir hasta su cuello, pero no había manera de que le dejara algún punto libre por el que pudiera acceder.

Al final, consiguió aferrarse a la parte trasera de los pantalones de aquel ser, pero el Maestro se removió en el sitio con brusquedad y tuvo que agarrarse con firmeza para no caerse.

–¡Suéltate! –Escuchó.

Y se soltó, pero lo hizo demasiado tarde: el brazo de Hulk le azotó el cuerpo con fuerza y voló hasta caer al suelo con brusquedad. Antes de que pudiera darse cuenta de lo que había pasado, el hombre había cerrado su enorme mano sobre la cara de la chica y la levantó en el aire.

Yolei, desde su posición, abrió la boca para pedir el cambio de luchador, pero, el que había sido un anciano entrañable hasta hacía unos minutos, utilizó toda su fuerza para estampar la cabeza de Ari contra el hormigón, que se rompió como si nada debajo de ella. Un repentino silencio invadió el campo por completo, y el cuerpo de la chica, bajo su mano, se relajó: sus brazos cayeron ante la gravedad y dejó de forcejear. Algunas exclamaciones de sorpresa se escucharon a lo largo y ancho de las gradas, e Izzy llevó la mirada rápidamente a la pantalla.

Los 20 puntos que había en la barra de vida de Ari desaparecieron de golpe.

–Ari... –Musitó TK.

Sora se había llevado las manos a la cara para taparse la boca; Matt ignoró el dolor de apretar los puños con demasiada fuerza; Yolei no cerró la boca ante el asombro, y Davis se llevó las manos a la cabeza.

Joe se asomó por la barandilla por un momento. Al ver el panorama, se cubrió la frente con una mano y se arrodilló al lado de Mimi, que se había encogido sobre sí misma y lo miraba con expresión afligida.

–¿Qué ha pasado? –Preguntó, pero Joe solo negó con la cabeza.

Las pequeñas exclamaciones que se habían formado en las gradas volvieron a guardar silencio. Hulk abrió la mano, aún con la cabeza de Ari dentro, apenas una milésima de segundo antes de que la rodilla de Jake impactase con tal potencia en su cara que cayó al suelo de espaldas. La multitud estalló en vítores, gritos y aplausos cuando Jake se teletransportó al lado de su novia y le tomó el pulso en la muñeca. Le hizo un gesto a Pandora para que no se acercara y ella obedeció.

–¿Ari? –Murmuró, pero la chica no respondía. Se acercó para comprobar que respiraba, pero no pudo oír nada. Le pasó un brazo por debajo del cuello y, con sumo cuidado de no moverle la columna vertebral, la levantó– Vamos, pequeño saltamontes.

Volvió a tomarle el pulso, esta vez en el cuello, y soltó el aire que había estado reteniendo.

Pasó su brazo libre por debajo de las rodillas de la chica, se teletransportó al lado de Pandora y dejó su cuerpo inconsciente al lado del de Cody. Cuando apartó las manos de su cuerpo, la que sostenía su cuello y cabeza estaba llena de sangre.

–¿Está bien? –Preguntó Pandora.

Jake se puso en pie y asintió.

–Comprueba de vez en cuando que los dos siguen respirando –le dijo–. Ten cuidado con el cuello pero, si ves que todo está bien y que no hay peligro, túmbalos de lado. Respirarán mejor si lo haces.

Y desapareció de nuevo sin esperar respuesta de la chica, para volver a aparecer frente a Hulk. El enorme hombre verde se había puesto en pie, pero el chico se encargó de que durara poco tiempo así: le dio un puñetazo en el abdomen, le agarró la pierna y la levantó con todas las fuerzas que pudo reunir. Su cuerpo grande y corpulento volvió a caer, y Jake se teletransportó hasta su cabeza para sentarse sobre su cuello y, desde ahí, comenzar a darle puñetazos en la cara. La barra de vida del Maestro disminuyó lentamente, pero no tardó demasiado en llevar su mano hasta el cuerpo del chico. Este, en cuanto lo notó, desapareció y apareció sobre la barandilla de nuevo. Algunos de los elegidos se sobresaltaron.

–Vas muy bien, Jake –le dijo Sora–. Le has quitado 15 puntos en un momento.

El chico miró a Hulk mientras trataba de recobrar el aliento.

–¡Jake! –Joe se incorporó cuando se dio cuenta de su presencia– ¿Cómo están Cody y Ari?

Se miró la mano ensangrentada por un momento.

–Respiran, pero están inconscientes.

–Debería bajar a comprobar que esté todo bien.

Matt estiró un brazo sobre Mimi para apoyarle una mano en el hombro al mayor del grupo.

–No podemos bajar –le recordó–. No podemos curar a nadie mientras dure la prueba.

–Yolei, deja que le baje la vida todo lo posible antes de cambiar –dijo Jake sobre la barandilla–. No creo que pueda tocarme, y si consigo bajarle bastante, Pandora podría rematarlo.

Dicho lo dicho, desapareció de nuevo cuando el hombre de casi tres metros de alto había vuelto a ponerse en pie. Apareció al lado de su cabeza y, todavía en el aire, le dio una patada en la coronilla que lo obligó a apoyar una rodilla para no caerse. Hulk movió los brazos en el aire para atraparlo, pero Jake ya había desaparecido: comenzó a esquivar los ataques haciendo uso de su teletransportación y desesperando cada vez más al hombre verde, que todavía no había sido capaz de ponerle una mano encima.

Algún lugar de Japón

Domingo 29 de septiembre de 2013, 7:35 p.m.

El hombre sonrió desde la silla negra de su escritorio. Estaba seguro de que fuera de esa habitación, más allá de las ventanas enclaustradas y las puertas cerradas, había empezado a oscurecer. Pero él tenía el control absoluto sobre Whisimbell, y no iba a dejar que oscureciera mientras durase la batalla: debía permitir que todo el mundo pudiese apreciar con detalle lo que estaba ocurriendo.

Había conseguido que sus jugadores acabasen con Cody Hida y Ari Kitori, y si conseguía que Hulk, el Maestro, acabase también con los dos que quedaban, lograría dejar ya a cinco personas atrapadas en ese mundo para siempre. Entre ellas, uno de los Elegidos.

Amplió la sonrisa y se inclinó hacia delante con nerviosismo. No podía dejar que aquel muchacho, que había resultado ser más fuerte de lo que pensaba, le quitase más vida a Hulk, así que paseó las manos inquietas sobre sus dos teclados en busca de su próximo movimiento. Había adaptado sus teclados a sus propias ideas, a todo aquello que había pensado y creado para que Whisimbell le perteneciera, y ahora sus ideas más disparatadas estaban tan solo a un clic de manifestarse en aquel mundo imposible. Se humedeció los labios dando círculos con la lengua y con la boca abierta mientras apretaba la primera tecla: un pequeño bulto, apenas perceptible, apareció en el bolsillo del pantalón de Hulk, y Jake cayó de bruces contra el suelo, desconcertado. Ahora que no podía teletransportarse, todo sería mucho más sencillo.

Pero no tardó en volver a inspeccionar las teclas en busca de algo más que le ayudase a terminar con esa prueba de la manera más interesante posible.

La China, Whisimbell

Abrumado, Jake trató de teletransportarse, pero algo se lo estaba impidiendo una vez más. Miró la pantalla un segundo antes de volver a Hulk: debía tener otro artefacto como el que había utilizado Pyrus.

El hombre verde corrió hacia él. Intentó ponerse en pie antes de que lo alcanzara, pero un dolor potente y agudo le subió desde piernas y manos y le recorrió todos los huesos del cuerpo, pasándole por la columna vertebral y provocando que gritara. Sus músculos se contrajeron y empezaron a dar espasmos ante la atenta mirada de todos los presentes, que no entendían lo que estaba ocurriendo. Hulk se detuvo frente a él, con los puños en alto y la respiración agitada, y lo miró desde arriba con una expresión que vacilaba entre el desconcierto y la furia.

Jake se inclinó sobre su propio cuerpo y se dejó caer del todo. El pelo rubio le tapó parte de la cara mientras no dejaba de retorcerse ante un dolor que parecía insoportable, pero que recordaba haber experimentado en otras ocasiones. Y no entendía cómo era posible.

–¿Qué le pasa? –Inquirió Tai.

–Estoy seguro de que están haciendo trampa otra vez –respondió Matt.

Sora entornó los ojos desde su posición. Los gritos de dolor del chico la estremecieron de arriba abajo, y tuvo que rodear la barandilla con las manos ante los nervios.

Las venas del cuello de Jake se hincharon, y su piel comenzó a colorarse.

–No sé qué hacer –musitó Yolei–. ¿Qué hago? –Miró a su novio.

Ken negó con la cabeza sin perder de vista al chico que agonizaba debajo de ellos.

–No estoy seguro. Si sacas a Pandora puede que le pase lo mismo.

–Tienes que sacar a Pandora –intervino Davis–. Jake ha perdido dos puntos solamente con lo que quiera que le esté pasando. Vamos a perder a nuestro mejor jugador.

Yolei apretó los puños con fuerza.

–¿Y si a Pandora le pasa lo mismo? –Insistió Ken.

–¡Tramposo! –Gritó Yolei– ¡Esto es trampa! ¡No puedes ganar así!

Pero nadie respondió a sus quejas. En su lugar, algo en el cielo comenzó a agitarse: las nubes se removieron sobre sus cabezas, y una especie de electricidad invadió el ambiente.

–¿Qué está pasando?

La agonía en la voz de Mimi se vio opacada por la repentina lluvia de flechas que comenzó a caer desde el cielo, a una velocidad abrumadora. En un acto reflejo, las personas en las gradas y los elegidos tras la barandilla se encogieron sobre sí mismos para protegerse, pero no era a ellos a quienes iban dirigidas las flechas, sino al campo de batalla. Pandora se acercó hasta los cuerpos inconscientes, aunque tampoco llegaban hasta ella las flechas.

–¡Cuidado, Jake! –Gritó TK.

El chico miró al cielo y se arrastró por el suelo como pudo, todavía con ese dolor punzante recorriéndole todas y cada una de sus terminaciones nerviosas. Esquivó, a duras penas, tan solo un par de flechas antes de que una de ellas se clavara en su muslo derecho. Apretó los dientes y tensó los músculos todavía más, si cabía, para tratar de no gritar. Pero le era imposible. Llevó una mano temblorosa hasta el cilindro fino y resistente que le atravesaba la pierna, e intentó respirar con mayor normalidad a pesar de que sabía que era imposible.

–¡Jake! –Escuchó.

No quiso mirar hacia el cielo. Si Yolei no pedía el cambio, justo como le había pedido, estaba perdido.

No supo cómo reaccionar cuando el inmenso cuerpo de Hulk se tumbó sobre él. Tuvo que pegar la espalda al suelo, pero el hombre verde no lo aplastó, sino que extendió los brazos a los lados de su cuerpo y dejó las rodillas apoyadas.

Le estaba protegiendo.

Una punzada de dolor le azotó el corazón y tuvo que soltar la flecha para llevarse la mano al pecho con otro jadeo.

–Hulk no aplasta –dijo el hombre sobre él, con un tono de voz grave que le pareció incluso infantil–. Hulk protege. Hulk no hace trampa.

Y Jake lo entendió: la conciencia del Maestro continuaba estando ahí.

Obviando el dolor que todavía le recorría el cuerpo, se arrastró por el suelo para acercarse a su cadera. Desde ahí, metió una mano en el bolsillo estrecho y rasgado de sus pantalones oscuros y encontró exactamente lo que buscaba: un artefacto mucho más sofisticado que el que le habían quitado a Pyrus. Se dejó caer de espaldas en el suelo y dobló el cuello para mirar al hombre a la cara.

–Maestro –murmuró entre jadeos, mientras extendía el artefacto por encima de su cabeza. Hulk agachó la cabeza para devolverle la mirada–. ¿Hulk aplasta?

Los labios verduzcos de aquel ser se extendieron en una sonrisa amplia antes de acercar su mano para agarrar el artefacto que el chico le ofrecía. Con sus dedos grandes y rechonchos, sostuvo el cilindro plateado y lo aplastó como si nada.

Jake se dejó caer del todo, aliviado. El dolor desapareció; sus músculos se relajaron y su pecho se expandió y se contrajo mientras intentaba recuperar una respiración normal. Hulk se levantó sobre él: por algún motivo, las flechas también dejaron de caer y el cielo volvió a la normalidad.

–El Maestro ha perdido vida al proteger a Jake –murmuró Izzy.

–Pero sigue teniendo 45 puntos, y Jake ha bajado hasta 16 –puntualizó Matt–. ¿Cómo piensa ganarle? Maldita sea.

Jake se sentó, todavía entre los escombros, y miró a su oponente: el hombre verde trataba de llegar hasta su espalda para quitarse las pocas flechas que se le habían clavado al protegerle, pero que parecían no hacerle ningún daño gracias a lo gruesa que era su piel. Entonces, se miró la pierna y agarró con firmeza la flecha que se le había clavado a él. Sin pensarlo mucho, se la arrancó con un gemido de dolor que, por suerte, desapareció en cuanto el metal frío de la punta dejó de tocarle la piel. La sangre comenzó a brotar, pero no parecía algo realmente serio. Se puso en pie, comprobó que no le dolía apoyar la pierna y se acercó a Hulk con las manos en alto.

–¿Me dejas? Te las quitaré –dijo.

El Maestro, sin pensar en si debía confiar en él o no, se dio la vuelta para darle la espalda y se sentó como si se tratara de un niño pequeño. Jake comenzó a quitarle las flechas.

Odaiba, Tokio

Domingo 29 de septiembre de 2013, 7:49 p.m.

Michael se revolvió en el sitio con incomodidad. Las voces de todas las personas con las que estaba compartiendo espacio en aquella habitación de hotel le bombardearon la cabeza hasta provocar que dejase de entender lo que estaban diciendo. Setsuko, la novia de Joe, se mordía la uña del dedo pulgar a su lado mientras clavaba la mirada perdida en algún punto indeterminado del suelo de madera lacada.

–Pobre Jake –pudo distinguir.

A su otro lado, la madre de Ari no le quitaba los ojos de encima a la pantalla de televisión en la que se retransmitía lo que estaba ocurriendo en Whisimbell. Casi le había dado un ataque cuando aquel ser parecido a Hulk había estampado la cabeza de su hija contra el suelo, y entre él, Setsuko y el señor Ichijouji habían tenido que detenerla y calmarla para que dejase de lanzar improperios en su español nativo y no rompiese nada. Por suerte, parecía que la intervención de Jake había conseguido no solo calmarla, sino mantenerla de nuevo con toda su atención puesta en la prueba de lucha.

Un grito ahogado entre todo el barullo de padres preocupados hizo que mirase hacia la pantalla, pero devolvió la mirada al suelo y se cruzó de brazos cuando se dio cuenta de que tan solo eran los señores Tachikawa sentados en el suelo frente a la televisión. Llevaba con ellos desde que habían decidido montarse en el primer avión rumbo a Japón cuando empezaron a ver a Mimi en todas partes, y desde entonces había tenido tiempo de sobra de acostumbrarse al llanto de los que serían sus suegros en apenas unos meses. Nadie le había comentado nada acerca de lo que había pasado con Mimi e Izzy, y él no pudo hacer más que agradecerlo.

–Estamos hablando de la vida de mi hija –bramaba el padre de Olympia.

La señora Tachikawa y él se habían puesto en contacto nada más había comenzado todo aquello, porque estaba convencida de que él tenía el mismo derecho que ella de reunirse con el resto de padres para enterarse de lo que estaba pasando. Pese a que su estatura pequeña daba a su cuerpo un aspecto incluso más robusto, todos sus gestos parecían indicar que su sensibilidad y su amor de padre se habían herido en lo más hondo. Sus ojos pequeños estaban rojos por haber llorado en silencio durante horas, y a pesar de su mirada destrozada y cansada, no parecía querer creerse el destino que le habían asignado a su única hija.

–No podemos hacer nada de momento. Tenemos que confiar en los chicos –decía el señor Izumi.

–¡Mi hija podría estar muerta!

–¿Habéis visto lo que les están haciendo? Es inhumano.

–¡Mimi!

–Vamos a calmarnos, por favor.

–Pedir que nos calmemos en una situación como esta es pedir demasiado.

–Tai, por lo que más quieras, cuida de tu hermana.

–Nuestro hijo...

Otro llanto.

–Tranquila, cariño. Saldrá de esta, como siempre lo hace.

–Se me agota la paciencia. Sea quien sea ese desgraciado, no se va a salir con la suya.

–Por favor, tranquilidad.

–¿Cómo pides tranquilidad? ¡Basta ya! ¡La vida de nuestros hijos está en juego!

–Yo solo digo que...

–Cálmate.

–¡Esto es increíble!

–No puedo más...

–¡BASTA!

La sala entera enmudeció, y todas las miradas se dirigieron a la mesa del fondo. Allí, Natsuko Takaishi y Satoru Hoshishima tecleaban en sus ordenadores con toda la concentración de la que disponían. Pero el grito no había venido de ellos, sino del hombre desgarbado que se había cruzado de brazos, de pie, al lado de la que alguna vez fue su esposa, pero que continuaba siendo la madre de sus hijos. La mirada severa y calmada del señor Ishida impidió que nadie pronunciara palabra alguna, y el señor Hoshishima lo miró de reojo sin apartar su atención del ordenador. Natsuko Takaishi se puso en pie de golpe y se tomó unos segundos antes de hablar, ante las miradas expectantes de todos los presentes.

–Creo que hemos conseguido su dirección –dijo.

–Pues vamos ahora mismo hasta allí –el señor Motomiya se puso en pie desde su sitio frente a la televisión.

–Tenemos que enviarle toda la información a la policía –señaló la señora Ichijouji.

El revuelo se avivó una vez más. Natsuko Takaishi bajó la mirada hasta el teclado de su ordenador, y los dos hombres que estaban a sus costados la miraron por un momento.

–¡Silencio!

El grito del señor Ishida volvió a surtir efecto.

–Tenemos que mantener la calma –añadió–. No podemos actuar tan a la ligera. Nuestros hijos siguen vagando por ese mundo.

–Podrían quedarse allí para siempre –les recordó Hoshishima.

–Tiene dos direcciones distintas –continuó Takaishi–, pero no sabemos en cuál está viviendo, si es que está viviendo en alguna. Tampoco sabemos cómo puede reaccionar si nos presentamos allí o si lo hace la policía. No sabemos lo que es capaz de hacer con nuestros hijos si se ve en peligro.

–¿Y qué podemos hacer? –La señora Yagami se puso en pie con las manos juntas frente al pecho.

Hubo una pausa en la que el ambiente se cargó incluso más de lo que ya lo estaba.

–Izzy... –las miradas se dirigieron a la señora Izumi– Si mi hijo Izzy estuviera aquí, seguramente intentaría conseguir su dirección IP y hackear su ordenador para descubrir más cosas. Pero, claro –su marido le apretó los brazos con cariño–, eso es algo que solo podría hacer él.

–Esas criaturas...

Esta vez, las miradas fueron directas al abuelo de Cody.

–¿Qué criaturas, papá?

El anciano se tomó unos segundos antes de alzar la mirada con determinación.

–Los digimon –dijo.

–Es verdad –añadió la señora Inoue–. Alguien debería llamar a esas criaturas y traerlas hasta aquí. Es eso lo que busca ese hombre, ¿no?

–Yo intenté... open la puerta and reach to Digital World –habló Michael en un japonés precario, mezclado con el inglés, mientras observaba su dispositivo digital en su mano como si tuviera la culpa de todo–, but... no funciouna. La puerta not open. Betamon does not respond.

–¿Qué ha dicho? –Quiso saber la madre de Ari.

–Que ha intentado abrir la puerta al Mundo Digital, pero que está cerrada –explicó Setsuko con calma.

You have to try it again –le suplicó su suegra, que había juntado las manos frente a su pecho.

Please, Michael, please –insistía su suegro. El hombre dejó caer su cuerpo en el suelo frente a él para hacer una reverencia.

–Es hora de que ideemos un plan de acción –intervino Natsuko–. Ahora mismo tenemos mucha información y muchas posibilidades, así que solo nos queda decidir lo que vamos a hacer con eso. Y hacerlo –antes de continuar, inspeccionó uno a uno los rostros de todos los presentes e inspiró hondo–. Se nos viene encima la parte más delicada, pero podemos hacerlo. Señores Hida, ustedes todavía tienen contacto con la policía, ¿verdad?

Fumiko Hida asintió.

–Nosotros tenemos el contacto de Willis –aportó el señor Izumi.

–Cuento con ello –confirmó. Llevó su mirada hasta el ordenador y, tras pensárselo bien durante algunos segundos, añadió–: Vamos allá.

La China, Whisimbell

Después de que Jake le quitara las flechas de la espalda a su oponente, habían vuelto a la pelea. El chico se había obligado a olvidar lo que le había pasado a Ari y el cabreo de saber que el hombre que estaba detrás de todo aquello intentaba ganar mediante trampas. Por el momento, era algo que le distraía de su objetivo real, que era quitarle toda la vida posible al Maestro sin que este se la quitara a él.

Así, Jake había conseguido bajarle 12 puntos a base de puñetazos, empujones y patadas que el enorme hombre verde no había sido, siquiera, capaz de prever, gracias a la capacidad del chico de teletransportarse. Aunque Hulk no era lento, como quizás sí lo era Pyrus, sus movimientos quedaban muy alejados de la velocidad a la que el medio sombra podía acceder y, gracias a ello, Jake todavía conservaba sus 16 puntos.

–Jake podría ganarle –murmuró Ken.

Yolei se había tapado la boca con ambas manos. Sus nervios eran los más evidentes, pero no por ello los más intensos del grupo, que se mantenía atento a todos y cada uno de los movimientos de los luchadores y a cómo sus barras de vida disminuían poco a poco.

Yung, desde su posición, inspiró hondo.

–Me parece que Jake es más fuerte de lo que esperaba ese hombre –murmuró Izzy a su lado.

–¿Qué quieres decir? –Inquirió Matt.

–Ha intentado hacer trampa varias veces con él. Creo que está desesperado porque no pensaba que fuera tan fuerte, o quizás... –entornó los ojos cuando vio que Hulk, por fin, había logrado golpear al chico–. Quizás sus luchadores no son tan fuertes como él creía. Goku no tiene nada que ver con el Goku que conocemos, que podría haber acabado con todos los luchadores enseguida. ¿Por qué no lo hizo? Tuvo un combate muy igualado con Jake, sí, pero algo me dice que el tipo tras la cámara esperaba ganarnos gracias a Goku y Pyrus. Es posible que ni siquiera planease que el Maestro peleara.

–¿Tú crees? –Murmuró Yung sin mirarlo.

–Es posible.

Jake volvió a golpear con fuerza la cabeza de Hulk, que se tambaleó con desconcierto. 3 puntos menos de vida dejaron al Maestro con una barra de 20 puntos que provocó un aumento en los gritos desde las gradas, y un posterior alboroto todavía mayor cuando el puño del hombre verde lanzó al chico contra la pequeña parte del muro de hormigón que se había mantenido en pie hasta el momento. De golpe, la vida de Jake bajó a 5 puntos.

–¡CAMBIO!

Yolei se había llevado las manos a la cabeza. Los nervios le golpeaban el pecho con un ímpetu que no supo controlar, a pesar de que su novio trataba de tranquilizarla por todos los medios posibles. El grito ahogado de Sora provocó que Joe se asomara una vez más por la barandilla.

–Vamos a morir todos –vaticinó Davis.

–No digas eso –le reprochó Tai, que empezaba a hacerse daño por la fuerza de sus puños–. Vamos, vamos...

Jake regresó con Cody y Ari entre jadeos y se sentó al lado de sus cuerpos. A pesar de que no dolía, era cierto que había ido cansándose cada vez más conforme iba perdiendo vida. Miró la pantalla: Pandora y Hulk estaban igualados a 20 puntos cada uno, y lo único que aseguraba su victoria en ese momento eran los pobres 5 puntos que le quedaban a él. Comprobó la respiración de los chicos antes de volver a centrar su atención en la batalla.

Pandora se acercó al centro del campo con las manos temblorosas y un sudor frío recorriéndole la nuca. En ese momento, fue consciente de golpe de la situación en la que se había visto envuelta: dos de los luchadores estaban fuera de combate; el mejor de los cuatro estaba exhausto y tan solo le quedaban 5 puntos; y solo quedaba ella contra un monstruo que casi le duplicaba en altura y, quizás, la septuplicaba en anchura. Ella no sabía pelear, conservaba los mismos puntos que su contrincante y todo dependía de quién ganaría en ese momento.

Inquieta, alternó su peso entre una pierna y otra mientras dejaba de escuchar los vítores, los aplausos, las palabras de los chicos desde las gradas, la voz grave e infantil de Hulk y las palabras frías y lejanas en la pantalla. No fue consciente del "ROUND 4", de las imágenes ni de la cuenta atrás.

Cerró los ojos, apretó los párpados con fuerza y agachó la cabeza para pegar la barbilla a su pecho todo lo posible. Tenía que concentrarse. Ella no era una peleadora, pero le gustaba pelear. Era una guerrera, en su vida cotidiana, a su manera, y esto no debía ser muy diferente. Pensó en la cantidad de peso que levantaba casi cada día en el gimnasio y se rio internamente de sí misma al darse cuenta de lo absurda que parecía su fuerza verdadera comparada con la que tenía en ese momento. Y entonces abrió los ojos y miró a su oponente con una sonrisa.

–Necesito patearte el culo antes de volver a casa –murmuró para sí misma.

–¡Tú puedes con él! –Escuchó a TK. Ambos sabían que tenía razón.

–Plántate bien en el suelo –Jake habló a su espalda–, quédate ahí, aprieta el abdomen y tensa los músculos. Si puedes parar sus golpes, puedes darle con más potencia.

Ella obedeció sin dudarlo.

FIGHT!

Como Jake pareció haber predicho, Hulk llevó su gran puño derecho hacia detrás, para luego acercarlo a ella con rapidez. Pandora, que se sentía mucho más concentrada de lo que lo había estado en todo ese tiempo en aquel mundo, colocó los brazos con firmeza frente a su cabeza y paró el golpe, cuyo impacto provocó que arrastrara los pies por el suelo unos pocos centímetros.

PANDORA: 18 puntos. | MAESTRO: 20 puntos.

Empujó el puño del hombre verde con toda la fuerza que pudo y, sin previo aviso, preparó su pierna e impactó la espinilla contra la pierna de Hulk, que se quejó de dolor por un momento. Para aprovechar la situación, la chica agarró su enorme pie y tiró de él hacia arriba hasta que logró tirarlo al suelo.

PANDORA: 18 puntos. | MAESTRO: 14 puntos.

Hulk dio un salto para ponerse en pie sin ningún problema, Pandora se clavó en el sitio y recibió el brazo del hombre con su estómago. Al estar estabilizada y con el cuerpo tenso, logró pararlo, lo rodeó con los brazos y giró sobre sí misma con un grito de furia, hasta que consiguió lanzarlo y que cayera de nuevo al suelo.

–Bien, Pandora, vamos –musitaba Yolei.

PANDORA: 15 puntos. | MAESTRO: 11 puntos.

En un momento de adrenalina, Pandora soltó el aire de sus pulmones y corrió hacia él con los labios apretados. El Maestro se puso en pie y volvió a golpearla con un brazo. Esta vez, la chica salió volando hacia la dirección en la que se encontraba Jake.

PANDORA: 11 puntos. | MAESTRO: 11 puntos.

–¡Vamos, Pandora! ¡Tú puedes! –Gritaba TK.

El resto de sus compañeros empezaron a animarla también, y los vítores desde las gradas parecieron ensordecerlos.

Pero Pandora no era consciente de ningún sonido.

Se puso en pie de golpe y vio cómo el Maestro se acercaba a ella, de nuevo, corriendo y con una evidente muestra de furia en el rostro. Vio cómo volvía a preparar un puño para atacarla.

–¡HULK APLASTA! –Pudo distinguir.

–¡Cuidado!

Pero, al no escuchar los gritos de sus compañeros, apretó los labios con fuerza y corrió también hacia él. Ignoró las voces de advertencia, las exclamaciones de miedo y las miradas que se desviaban a otro lado para no ver lo que iba a ocurrir. Preparó su puño derecho y, cuando estuvieron a la misma altura, ambos estiraron el brazo frente al otro hasta que sus nudillos impactaron. La onda expansiva de sus fuerzas encontrándose provocó que los escombros se hicieran incluso mayores, que las pocas zonas que quedaban en pie se resquebrajaran y que Jake tuviese que llevar un pie hacia detrás para no caerse.

Hulk comenzó a gritar para ayudarse, y Pandora no se quedó atrás, mientras que las vidas de ambos disminuían más rápido de lo que cabría esperar.

PANDORA: 8 puntos. | MAESTRO: 9 puntos.

Pandora gritó, reunió toda la fuerza que pudo en su brazo derecho y empezó a empujarlo hasta que consiguió dar un paso adelante.

PANDORA: 7 puntos. | MAESTRO: 5 puntos.

Hulk respiró con furia y dificultad. Con una mueca de coraje en los labios, separó los párpados todo lo que pudo, apretó los dientes con fuerza y la empujó unos centímetros.

PANDORA: 3 puntos. | MAESTRO: 3 puntos.

Los gritos de las personas tras las rejillas metálicas parecieron unirse en una sola voz, que gritaba exclamaciones que no iban dirigidas a ninguno de los dos en concreto, pero que parecían animarlos a ambos a utilizar toda la fuerza de la que disponían.

Joe agarró a Mimi del brazo para que se levantara y ella obedeció. Yolei y Davis se llevaron las manos a la cabeza mientras la primera abría la boca. Kari y Ken apretaron las manos con fuerza, y Tai golpeó la barandilla ante los nervios mientras no apartaba los ojos de aquel momento. Sora y TK no dejaron de gritar palabras de ánimo, mientras que Matt entornaba los ojos e Izzy se llevaba las manos a la boca y apoyaba los codos en la barandilla.

Yung bajó la mirada al suelo en el mismo instante en el que la barra de vida de ambos llegaba a 0, y todos creyeron poder escuchar los gritos de júbilo, incluso, en el otro mundo.

En la pantalla aparecieron las letras K.O. mientras que, de esta, salían destellos y luces que titilaban en colores llamativos para extasiar todavía más al público. Las imágenes de Pandora y el Maestro se volvieron grises, y la imagen de Jake se trasladó al centro de la pantalla con un exagerado JAKE WINS coronándolo. Algunos elegidos se abrazaron desde la barandilla, entre saltos de alegría y emoción.

DIGIDESTINED WINS

–¡Ganamos! –Exclamaba Yolei, que se lanzó a abrazar a Ken y a Kari.

El éxtasis de la pantalla y del público parecía ir acompasado hasta que Pandora y Hulk cayeron al suelo inconscientes. Jake se teletransportó al lado de la chica de inmediato, pero no tuvo que comprobar su pulso porque su pecho se movía con regularidad. Miró el cuerpo de Hulk, que también respiraba, y pudo apreciar con claridad cómo sus músculos empezaban a disminuir. El tono verduzco de su piel se fue apagando y acercándose cada vez más a su tono anterior, que se asemejaba al de cualquier humano. Su piel gruesa y lisa se fue haciendo cada vez más fina y arrugada, y los pantalones de pronto parecieron quedarle mucho más grandes que antes.

Jake se acercó hasta él cuando vio que había abierto los ojos y que volvía a ser el anciano que los había ayudado momentos antes de llegar hasta aquella prueba.

–¿Maestro? ¿Se encuentra bien?

–Ah, chico –le sonrió desde el suelo. Sus ojos pequeños y cansados lo observaron con expresión aletargada, y sus pobres y débiles músculos tuvieron que esforzarse por alzar una mano e indicarle que se acercara.

–¿Se encuentra bien? –Repitió Jake, que no dudó en obedecerle para escucharle mejor.

–No me queda mucho tiempo –soltó–. He de cumplir con otra misión. Pero antes, es necesario que informes a los Elegidos de que tengan mucho cuidado. Ese humano que está controlándolo todo es muy peligroso, y no escatima en sorpresas. Que su cerebro no funcione de la manera correcta es un verdadero riesgo que no os queda otra que asumir, pero también puede convertirse en una ventaja, porque solo quiere jugar... es como un humano pequeño, irresponsable, impulsivo e inconsciente.

–Como un niño.

–Igual, igual. Busca atención, diversión y algo que... me encantaría poder descubrirte, pero no lo sé. Hay algo oscuro en lo que hace, e intuyo que Whisimbell tiene algo que ver –estiró su mano huesuda y se aferró a la muñeca de Jake–. Pero escúchame, muchacho. Cree tener el control absoluto del mundo, pero eso solo es absolutamente imposible. Whisimbell tiene vida propia, la que nace de la mente de todos los seres humanos, y eso lo hace incontrolable. Un ser humano puede llegar a dominar su mente a tal punto de dominar ciertos aspectos del mundo, pero nunca para controlarlo en su totalidad. Y, por supuesto –sonrió–, otros humanos pueden interferir en sus planes. Este mundo es tan suyo como vuestro, y tan libre como encarcelador. Solo hay que saber usarlo.

Su cuerpo empezó a perder nitidez, y Jake pudo observar por el rabillo del ojo que un grupo de personas se acercaba corriendo hasta ellos.

–Maestro, ¿sabe cómo podemos dominar Whisimbell? –Se apresuró a preguntar– ¿Sabe cómo podemos vencer a ese hombre?

–Lo único que sé es que no importa lo que haga; este mundo nunca será suyo ni de nadie. Sé que utiliza un objeto material para manejar Whisimbell, pero eso es completamente imposible –negó con la cabeza. Jake pudo ver los escombros de hormigón a través de él–. Todo lo que hace lo hace desde su cerebro. El objeto que utiliza no es más que una materialización de sus deseos, de lo que su mente quiere hacer. Pero ninguna mente es tan fuerte como para controlar a todas las demás. No si no se dejan. ¿Lo entiendes?

Jake separó los labios con desconcierto.

–¿Ninguna mente puede controlar a las demás? ¿Por sí sola, quiere decir?

–Ninguna mente puede controlar al resto de mentes, si estas no quieren ser controladas –volvió a sonreír cuando Izzy y Tai se colocaron a su lado–. Sois todos muy fuertes. La fuerza no radica en el físico, sino en la mente, igual que la magnificencia de Whisimbell radica en lo que no se puede ver. Ahí es donde deberéis buscar –su mano libre se dirigió a Izzy, que se agachó a su lado sin pensarlo–. Y recordad que perderéis vuestros poderes siempre que los utilicéis en una de las fases... en una de las fases –remarcó.

Izzy entornó los ojos.

–En... ¿Si los utilizamos fuera de las fases no los perderemos?

–Hay un vacío legal entre el final de esta prueba y el principio de la siguiente –le guiñó un ojo con esfuerzo–. Estoy seguro de que lo entenderás.

La poca opacidad que quedaba de su piel brilló por un momento, y donde antes estaba su cuerpo pequeño y envejecido, ahora descansaba un libro titulado "Dnn's trsnak 8". La boca de Izzy se abrió de golpe.

–El libro –pudo decir–. El Maestro... –trató de recordar todos los momentos en los que el Maestro y el libro habían estado presentes al mismo tiempo, pero no pudo acordarse– ¿El Maestro es el libro? Toda la información del libro nos la podía dar él...

De pronto, Jake sintió que toda la fuerza que lo había acompañado durante la prueba desaparecía, y cayó en la cuenta de que su traje había dejado de funcionar y de que ya no podría hacer uso de todas sus capacidades. El dolor de los golpes recibidos durante todas las peleas se instauró en su cuerpo de una manera mucho más tenue, pero constante, a pesar de que todos los rasguños, las quemaduras y las heridas habían desaparecido. Trató de levantarse, pero su inmenso cansancio y sus músculos entumecidos y doloridos no se lo permitieron. Tai lo agarró de un brazo para ayudarlo.

–¿Estás bien? –Le preguntó.

–Sí. Supongo que el traje ya no funciona –pudo decir.

Izzy se puso en pie con el libro entre las manos.

–Eso significa que acaba de terminar esta prueba –caviló para sí mismo.

A su lado, TK y Davis atendían a Pandora, que había reaccionado a sus palabras para mostrarles que estaba consciente. Joe pasó a su lado e inspeccionó su cabeza y su vientre: los huecos habían desaparecido, a pesar de que a ella le dolía como si se estuviese recuperando de alguna operación.

–Vale, parece que está todo en orden –dijo el mayor del grupo–. Pandora, ¿me oyes?

Ella asintió con la cabeza.

–¿Cómo te encuentras? –Le preguntó TK.

–Bien –logró decir.

–Genial. TK, Davis, no dejéis de hablar con ella; hay que mantenerla consciente. Jake, ¿me perdonas un momento? Tengo que revisar a Cody y a Ari primero.

El chico asintió.

–¡Joe! –Le gritó Izzy– Hay un vacío legal en las normas de ese tipo, así que a partir de ahora y hasta que empiece la otra prueba sí podemos usar nuestros poderes sin perderlos. Puedes curarlos.

–¿De verdad? –Retrocedió para volver con Pandora.

–Eso espero –el pelirrojo devolvió su atención al libro, buscó en las últimas páginas y empezó a leer–. En efecto. Aquí dice que se perderán si los usamos durante las fases, no entre una fase y otra. Esta prueba ya ha terminado, así que cúralos.

–¿Estás seguro?

–Que sí, Joe, venga.

Izzy volvió al libro con impaciencia y Joe colocó las manos sobre el vientre y la cabeza de Pandora. Se concentró en sentir su energía, en que sus órganos estuviesen donde debían y en que su sangre fluyese con normalidad. Pudo resolver el entumecimiento de sus músculos y Pandora pareció tan aliviada que terminó abriendo los ojos e incorporándose.

–¿Sigue doliendo?

–Menos –se puso en pie y se pasó las manos por la frente y la nuca–. Todavía me duelen la cabeza, la tripa y tengo ganas de potar. Pero estoy bien.

–Vale, voy con Cody.

Joe se dio la vuelta y empezó a correr. Apartó a sus amigos, que estaban rodeando a Cody y Ari, y se agachó al lado del primero.

–¿Está consciente?

–No responde –dijo Sora–, pero respira.

Repitió el mismo procedimiento que había llevado a cabo con Pandora hasta que vio la mueca de dolor del chico, que le indicó que estaba consciente. Le descolocó un poco ver que conseguía incorporarse con ayuda de Yolei, a pesar de estar completamente manchado de sangre. Parecía más cansado y dolorido que Pandora.

Sin detenerse más en él, Joe pasó a Ari.

–¡Cody! –Yolei lo abrazó por la espalda.

–Yolei, mis costillas –se quejó.

–Lo siento –aflojó su agarre.

–¿Cómo te sientes?

–Me duele todo –le respondió a Ken, y miró a su alrededor–. ¿Hemos ganado?

Kari asintió con una sonrisa.

El cuerpo de Ari pareció responder mejor de lo que lo había hecho el de Cody, pero tuvo que detenerse por un momento, porque algo no le cuadraba. A pesar de que todo parecía estar en orden, había una pequeña interferencia entre su poder y el cuerpo de la chica. Sin hacer uso de sus poderes por un momento, trató de palpar su vientre, escuchó su corazón, sintió su latido y comprobó que no tuviera cuerpos extraños en la boca.

–¿Todo bien? –Jake se sentó a su lado con esfuerzo. Tai lo ayudaba.

Joe pensó muy bien lo que debía responder.

–S-sí –dijo al fin. Hizo una mueca con los labios mientras mantenía su ceño fruncido–. Hay algo... algo que n... no sé. No te preocupes –sacudió la cabeza–. Todo está bien.

Terminó de curarla.

Au –se quejó la chica, que se llevó las manos a la cara ante el dolor.

Joe se acercó a Jake para curarlo.

–¿Cómo estás, Ari?

–¿Matt? –Se quitó las manos de los ojos y vio al elegido de la Amistad de pie a su lado– Bien. Como si me hubiera pasado una apisonadora por encima, pero bien. Al menos puedo quejarme; eso debe ser buena señal.

Matt le sonrió.

–Elegidos.

La voz desvió la vista de todos a la pantalla. Allí, habían vuelto a aparecer los números binarios.

–Tenéis treinta segundos para pasar a la siguiente prueba. Supongo que no es necesario que os repita las consecuencias.

Y la pantalla se volvió negra. 





Sombra&Luz

Y hasta aquí las peleas. Siento haber tardado tanto y que el capítulo haya quedado tan largo. Espero que no haya resultado pesado.

No sé cuándo volveré a actualizar, pero espero que no me lleve más de dos semanas.

Por otro lado, ya terminé de publicar Mi historia Digimon (allí les cuento lo que ocurrió entre 2005 y 2006 con Ari y Jake) y publiqué un capítulo de Futuro Imperfecto después de milenios. :)

🖤

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