Luego de varios segundos, él abre los ojos y me mira. Me he quedado mudo.
—Lamento ser tan impulsivo —dice sincero. Lo veo en sus ojos —. Quedémonos en silencio y permíteme tomarte de la mano para acompañarte a donde te estás quedando, ¿por favor?
Su nueva forma de hablarme me estremece. No es común en él y no parece forzado a decirlo, eso me dice que a pesar de todo no lo hace por obligación.
Tomo su mano y comienzo a caminar a su lado. Él aprieta mi palma y ambos caminamos en silencio.
Jungkook sigue tenso, tal vez nervioso, pero al paso de los segundos siento que se tranquiliza y me aprieta más la mano, cuidando de no lastimarme, pero firmemente. No quiere soltarme...y se siente bien.
No decimos nada, simplemente caminamos y miro de re ojo su expresión. Parece pensante, impaciente. Sin embargo, ambos seguimos respetando ese silencio que es tranquilizador ya cuando vamos a mitad de camino.
El corazón no ha dejado de palpitar fuertemente contra mis costillas, pero todavía así busco respirar normalmente, pensar y pensar...
Jungkook nunca ha sido una mala persona. Él sólo...es alguien que no se ha abierto sentimentalmente con alguien. Pero conmigo se esfuerza. Le gusto. Yo le gusto.
Miro de re ojo nuestras manos entrelazadas, nuestros dedos encajan perfectamente y mi mano está sudando. La suya es tan caliente que siento que nuestro agarre hace que nuestros dedos se resbalen. Jungkook parece notarlo, porque sonríe de lado y abre más su mano para volver a afianzar el amarre.
Entonces veo que nuestro momento está a punto de terminar. Estamos muy cerca de la casa de la Señora Choi.
—Sé sincero —dice sin rodeos. Nos detenemos frente a la casa de la Señora Choi y me mira, todavía sin soltarme de la mano —. ¿Has tenido algo que ver con él?
No hay necesidad de preguntar a quién se refiere con "él". Sé que no quiere repetir su nombre y que lo tiene hasta de nervios con solo referirlo.
—No —contesto seriamente. Jungkook me mira y no pestañea. ¿Cree que le miento? Se ha de sentir bastante traicionado —. No he estado con nadie más que contigo.
Su tensión parece disminuir e incluso veo un brillo en sus ojos a pesar de que no sonríe.
—¿Es muy pronto si te pido que regreses a casa, conmigo?
El corazón se me detiene por un momento. Trago saliva duramente y sé que me he sonrojado hasta las orejas pese a que el viento helado me ha congelado el rostro.
No me ha soltado la mano y espera raramente paciente a que le responda.
—Eso significa que...
—Significa que lo he pensado bien. Me gustas, he estado preocupado, te he...—Se detuvo. Me estremezco. Aprieta la quijada sin apartar sus ojos de los míos y por un momento pienso que no va a completar lo que iba a decirme. Él sabe, está al tanto de que espero pacientemente para que complete todo lo que tenga que decir, pero parece estar procesándolo, quizá aceptándolo —. Te he extrañado todo este tiempo. Te necesito, y te quiero de vuelta.