🍂 Sanwoo
🍂Palabra clave: Paracaidista
🍂Romance/FlashDate!AU
🍂Extensión 800 palabras
🍂Advertencias: final abierto
🍂Notas adicionales: ninguna
🌄
Cómo desearía estar en casa, escribiendo, tomando una enorme taza de chocolate con malvaviscos mientras escucha baladas y jazz a volumen bajo, usando nada más que su pijama calentita y una manta cálida sobre las piernas...
Pero no.
En su lugar, está en esa estúpida silla que le lastima el trasero, usando estúpida ropa elegante y estúpido perfume que no se pone a menos que salga de casa (cosa que no sucede muy a menudo) hablando con extraños cada dos minutos hasta que el reloj haga su pitido característico anunciando que su cita relámpago ha terminado y viene una más en camino.
A Wooyoung no le hace especial gracia estar ahí, en ese restaurante al que Yeonjun le insistió que fuera para conocer a alguien y salir de su “cueva” que era su acogedor estudio donde pasaba la mayor parte del tiempo. No entendía como Yeonjun podía ir y hacer tantas cosas de gente normal, como... Socializar, siendo también un escritor aunque al chico le iba más el suspenso que el romance. Accedió a ir a ese lugar que organizaba cada 7 de octubre el “THANXX” ofreciendo el servicio de citas relámpago a cambio de que por lo que restaba del otoño y todo el invierno, Yeonjun lo dejara concretarse en su novela sin insistencias sobre conocer a alguien.
Patrañas.
Nadie mejor que un escritor de romance para decir que el amor a primera vista no existe. Pregunten a uno que conozcan, son posiblemente los seres con mayor escepticismo respecto al tema.
¿Cómo podría salir con alguien a quien sólo conoce durante dos minutos? Y además todos quiénes se han sentado en la silla libre frente a él resultan ser muy raros... O quizás Wooyoung es muy aburrido.
El escritor se recarga sobre su mejilla, haciendo círculos sobre el mantel. En los próximos cinco segundos un nuevo candidato va a sentarse frente a él a hablarle de cualquier cosa que no tiene ganas de escuchar y cuando finalmente su próxima cita llega, Wooyoung alza los ojos con pereza, anticipando lo peor.
—Hola. — le saluda el recién llegado: alto y apuesto sujeto de dientes jodidamente perfectos y un lunar sutil en la mejilla, como una chispita de chocolate que se ha colado traviesa en su pálida piel. —Choi San
Wooyoung le observa la cara, esos ojos brillantes y casi infantiles, el hoyuelo que se forma en su mejilla, sus labios delgados y de pronto siente muchas ganas de llamar a Yeonjun y decirle que va a conseguirle el autógrafo del mismísimo 7 si logra que ese hombre frente a él le acepte una cita al final de todo el evento.
—Jung. — espabila, tratando de poner su mejor sonrisa. — Wooyoung, mucho gusto.
El chico frente a él asiente y entrelaza sus dedos bajo la barbilla, mirándolo con los ojos ligeramente cerrados y una ceja alzada.
—Algo me dice que no quieres estar aquí.
Wooyoung se ríe, de nervios y asiente solemne bebiendo de su vaso de agua. Al terminar larga un profundo suspiro. —¿Psicólogo?
El hombre niega. —Trotamundos.
Wooyoung alza ambas cejas. —¿Viajas mucho?
—Es mi pasión, nene.— un guiño que pretende ser súper sexy pero lo hace ver adorable y ambos se ríen. —Soy fotógrafo de paisajes extremos.
Wooyoung a se inclina sobre la mesa, claramente interesado. Ah, ¿Para que mentir? El tipo podría trabajar pegando estampillas postales y de igual forma le habría interesado. Tal vez por el tono rasposo de su voz o la forma en la que su espalda se ve tan endemoniadamente sexy bajo la delgada tela de algodón que lo cubre.
—No sabía que los paisajes eran o no extremos.
San sonríe, negando con la cabeza. —Cuando tomas una foto desde un paracaídas, todo es extremo. — Wooyoung le da la razón con un asentamiento y media sonrisa. —¿Y qué hay de ti? No te ves muy extremo que digamos.
Wooyoung se encoge de hombros. —Son las gafas. — San se ríe por primera vez y Wooyoung puede ver como lo hace sin vergüenza alguna, con un escándalo incluído y eso le parece adorable viniendo de un sujeto tan imponente. —Soy escritor.
San asiente, más tranquilo.
—Interesante.
—Sabes que no lo es. — el pelinegro se retira el flequillo de la frente. —Debes conocer a mucha gente realmente interesante todo el tiempo.
San lo mira bajo sus pestañas.
—Nunca a un escritor guapo como tú.
La campanita suena anunciando el final de su cita y ambos se miran a los ojos: los de Wooyoung titubeantes, los de San seguros cuando le extiende una mano sobre la mesa.
—Salgamos de aquí.
Y tomar su mano fue la cosa más arriesgada que Wooyoung hubiera hecho jamás, la primera de la enorme lista que siguió después para finalizar en la más reciente y alocada de todas:
Darle el “sí” a 200 metros de altura, cayendo en paracaídas.