Equipo Luz de Luna (Inazuma E...

By Valesv080

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Hola, me llamo Aria, y he sido criada como una chica de la alta sociedad. Refinada y amable. Toda mi vida he... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capitulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
¡SEGUNDA PARTE!

Capítulo 50

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By Valesv080

Pasan unos minutos de completo silencio entre los dos. En todo ese tiempo, no hace el amago de quitarse de encima de mí. Y yo me encuentro paralizada ante sus palabras. No tengo respuesta.

-Responde. –me ordena bajito. En otras circunstancias me habría librado de su agarre fácilmente, pero me encontraba temblando por el cansancio e intentando recuperar fuerzas mientras esos ojos verdes intensos no apartaban su mirada de la mía.

Estábamos en una intimidad extraña, en un juego de miradas que nada más que hacía confundirme un poco más de lo que ya estaba si eso era posible.

El color de sus ojos se movía desde la claridad del verde pistacho hasta un color más esmeralda en cuestión de segundos. Signo de que, al igual que en mi interior, en el suyo estaba librando una batalla parecida a la mía.

-¿Por qué nos estabas espiando y que es lo que temías de mí? –me vuelve a preguntar.

Por fin obligo a mis labios a comenzar a articular palabras, aunque mis pensamientos siguen demasiado desordenados como para pensar con claridad.

-Estaba buscando a alguien, y os encontré a vosotros. No os estaba espiando. –respondo lo más digna que mi voz me permite.

Su expresión se mantiene firme, aunque sus ojos siguen cambiantes. En guerra.

-¿A quién buscabas?

Sé que no debo revelar nada, pero tengo el presentimiento de que no me dejará en paz hasta que averigüe la verdad, por lo que tendré que contar una a medias.

-Buscaba a Byron, tengo unos asuntos que resolver con él, por si no te habías dado cuenta. –le digo, consciente de que mi tono de voz aumentaba por momentos, pero a la par aumentaba mi seguridad.

-¿Cómo acabasteis enfadados? –me vuelve a preguntar.

-No es asunto tuyo.

-Sí lo es si no quieres que me ponga a gritar y vengan todos aquí. Sabes que Jude te sacará todo lo que él quiera, y entonces no tendrás escapatoria. –me amenaza. Y cierto es que Jude sabe leerme, y con él cerca mentir se hará una misión mucho más difícil de lo que ya es.

Tengo que pensar una excusa lo suficientemente buena cómo para que se crea que lo buscaría a estas horas de la madrugada, pero mi cabeza aún sigue vagando entre pensamientos contradictorios que no me mantienen la mente despejada.

-Él es un antiguo romance. –suelto sin pensármelo y seguidamente deseo no haber abierto la boca. Es imposible que se lo crea, más si conoce nuestra relación. Además, si de verdad conoce a Byron estaré perdida. Él está comenzando a conocer a alguien, me lo contó el otro día por mensajes y obviamente no vendría a verme a mí.

-Vale, me lo creo. –dice después de varios segundos en silencio. –Ahora dime, ¿Qué es lo que temías de mí?

-¿A qué viene esa pregunta? –contesto a la defensiva. Necesito escapar.

-El otro día en el partido, no parabas de mirarme. Y ambos hemos escuchado la explicación de Mel. Aunque, sé que eso ya lo habías averiguado tú. Así ganasteis, ¿No?

Asiento levemente con la cabeza, aunque no atiendo demasiado a lo que me está diciendo. Mi cabeza sólo vaga entre escusas baratas para salir de esta.

-¿Qué temes de mí Aria? –me vuelve a preguntar, esta vez más cerca de mí de lo que me gustaría. Sus ojos ahora con un matiz esmeralda oscuro me hacen pensar que se siente atormentado.

Mi respiración ahora está más calmada, pero, aunque ésta haya bajado, mis latidos del corazón siguen palpitando tan fuertes como lo hacía minutos atrás al caer al suelo. Casi puedo escuchar por mis oídos la sangre correr por cada capilar de mi cuerpo. Sí estoy nerviosa. Demasiado. No sé cómo explicarle lo que vi.

-¿Temes que te haga daño? –pregunta con la voz rota y muy grave. Sus ojos siguen oscureciéndose y sus manos, ahora en forma de puños, permanecen apretadas a mis costados, con un deje de temblor que no pasa desapercibido.

-No temo que me hagas daño. –le digo seria, no voy a dejar que crea que me podría llegar a hacer daño. Al menos no físico.

-Entonces, ¿Por qué me temes? –me vuelve a preguntar y yo sólo me quedo en silencio. No debo responder, porque si lo hago será real y no soy tan estúpida como para sabotearme a mí misma de esta manera.

-Aria, joder. Estoy preocupado por ti. Déjame ayudarte. –me pide.

-No me gusta que nadie se preocupe por mí. Si no me preocupo yo por mí misma, para que te vas a preocupar tú.

El chico parece exasperado ante mi negativa, se lleva las manos a la cabeza y se las pasa por su peinado tan peculiar varias veces.

-Me preocupo porque estás loca. Porque te pones en peligro constantemente. Porque te importa una mierda tu seguridad y estás dispuesta a sacrificarte si fuera necesario por un plan que a lo mejor ni funciona. Porque tienes un alma rebelde, y ha estado tantos años oprimida que ahora que puede vagar te empuja a hacer estupideces y si nadie más lo quiere ver yo lo he hecho. Por eso me preocupo por ti. Porque quiero que estés a salvo.

Mi cabeza cortocircuita si es posible, y si no hace lo más parecido a explotar. Que Caleb el chico frío y ególatra piense lo más mínimo en alguien que no sea él. Y encima que esa persona sea yo.

No entiendo que es lo que nos ha empujado a esta situación, pero él ha sido sincero conmigo. Estoy segura de ello. Su alma me lo ha hecho notar a medida que sus palabras salían de su boca poco a poco.

Quizás sea el momento de decirlo en voz alta. Escuchar esas palabras que tanto temo y ver cómo quedan unidas por el temblor de mi voz. Si lo hago no habrá vuelta atrás. Dejaré caer definitivamente un muro ante Caleb y no sé si estoy preparada. Realmente no sé si algún día lo llegaría estar. Pero es el momento.

-Lo que temo no es que me puedas hacer daño. Lo que temo son los sentimientos que tengo por ti.

Boom. Es real. Esos pensamientos que me atormentaban desde hacía tiempo ahora ocupan toda mi mente, como si hubieran estado encarcelados y los hubiera dejado escapar a todos de golpe.

Los ojos de Caleb se abren exageradamente y espero a que diga algo. O que caiga un rayo y acabe con mi sufrimiento.

En otras circunstancias habría salido corriendo. Sí, ella valiente. Pero seguía estando inmovilizada por el cuerpo musculoso de Caleb y esa opción quedaba descartada.

-¿Qué insinúas? –me pregunta confuso. Sus ojos ahora son de un color más vivo, pero sus manos siguen apretadas.

-No he insinuado nada. –respondo nerviosa. Casi atragantándome con las palabras que salían de mi boca. –Olvídalo.

-Quiero que lo di... -pero no llega a terminar la frase porque unas voces suenan cerca del lugar en el que estamos los dos. Inmediatamente su mano se dirige a mi boca en señal de silencio. Pero inevitablemente su cuerpo se inclina hacia mí, quedando demasiado cerca.

Puedo notar cada uno de sus músculos que hacen contacto con mi piel. Y a su tacto mi cuerpo se eriza dando lugar a una situación un tanto peculiar.

Lentamente retira su mano de mi boca cuando se asegura de que no voy a hablar, pero no aumenta la distancia que hay entre los dos. Es más cada vez se hace más y más reducida.

Sé que esto está mal. A mí me gusta Paolo. Es guapo y atento conmigo, y por supuesto es la persona que me mantiene en calma y que siempre ha estado cuidando de mí desde que nos conocemos. Él es el camino correcto.

No puedo complicarme más la vida añadiendo un problema más a la larga lista de los que ya tengo. Pero hay algo que no me permite mover ni un solo musculo. Me encuentro perdida en sus ojos y no sé cómo escapar.

Maldigo mentalmente mi gran idea de venir a por la contraseña del pendrive. Me juego mucho que la contraseña es algo tipo, Byronelmejor o elmejorhackerdelmundo. No es que me juegue mucho, es que si estuviera jugando a póker haría un all in a que es alguna de ese estilo. Pero no, tenía que hacer la gracia y venir a verlo.

Y por tonta he acabado con un chico encima de mí, acercándose peligrosamente a mí mientras que yo me mantengo perdida en sus ojos verdes.

Respiramos el mismo aire, nuestras narices casi se rozan y un estúpido temblor comienza a emanar de mi cuerpo. Quiero que me bese. No. Necesito que me bese. Aunque esté mal necesito hacerlo. Y aunque ya lo haya hecho antes, esta vez parece diferente. Más real.

Cierro los ojos lentamente, dejándome llevar por el momento. A penas faltaba milímetros cuando escucho algo muy cerca del lugar en el que estamos y mi cabeza se activa.

Mi memoria muscular trabaja por sí misma y tumba a Caleb de un solo movimiento mientras que mis piernas me levantan y me obligan a huir lejos de aquel lugar. Veloz y silenciosa.

-Oye Caleb, ¿Qué haces en el suelo? –escucho que habla una voz a mi espalda, por suerte cada vez es más lejana.

Sin pensar si quiera en todo lo que había pasado corro hasta llegar a la sala de ordenadores. Me siento y no dejo que mi cabeza piense en nada. Mis movimientos son automáticos.

Introduzco el pendrive, y pruebo varias contraseñas fallidas hasta que por fin doy con la correcta. Hackerdiosgriego. Maldita sea Byron.

Mi cabeza hace amagos de caer en los pensamientos caóticos de todo lo que acababa de pasar, pero no podía dejar que eso pasara. Tenía que bloquear mis sentimientos. Tenía que centrarme. No pensar.

Como último recurso corro hacia el lugar dónde tengo siempre guardados mis cascos y me los coloco desesperadamente para comprobar con alegría de que funcionan.

Será algo psicológico, pero en cuanto me los coloco mis sentimientos se apagan parcialmente, y mi cabeza sólo piensa en el equipo. Así me obligo a guardar todo lo que acababa de pasar en un rincón de mi cabeza con la intención de no sacarlo en mucho tiempo.

Ahora, algo más centrada, comienzo a leer todos los datos que había en el pen. Y el primer dato que consigo leer es el de sus padres, y efectivamente es hija de la entrenadora. Pero, ¿Por qué ya no se hablan? ¿Qué impulsaría a la entrenadora a abandonarla?

Presiento que este informe me va a dejar con más dudas de las que ya tenía antes, pero me obligo a seguir leyendo y procesar la información.

Sus números son fantásticos, se asemejan mucho a los míos. Décima arriba o abajo somos muy parecidas en el juego.

Hay algo un tanto extraño para una jugadora de fútbol, y es que tiene sanciones bastante grandes por agresión. En concreto una fue a su antiguo entrenador. Aunque el nombre de éste no aparece en el informe.

¿Qué será lo que esconde esta chica?

Sigo buscando otros datos que me sean de interés, hay algunas de sus súper técnicas. Están mal explicadas, pero me puedo hacer una idea de cuál es su elemento, y sólo imaginármelo hace que una corriente me recorra toda la columna vertebral.

Sin duda alguna es poderosa suficiente como para plantarnos cara a todas las del equipo. Interesante.

Decido que por el momento mi curiosidad ha sido saciada, cuando me reúna más tarde con las chicas terminaremos de verlo.

Quito el pendrive con cuidado de haber cerrado todo, y me dirijo a mi cuarto para darme una pequeña ducha reponedora y prepararme para el desayuno.

Ahora que mi cabeza ya no está puesta en datos sobre Mel, mis pensamientos comienzan a divagar entre todo lo que había sucedido con Caleb.

¿Por qué había dicho todo eso? Se supone que nos entrenaron para salir de las situaciones más peligrosas sin levantar sospechas, y mírame ahora. Me he comportado como una niña de 15 años nerviosa ante un chico. Nada de esto debería de haber pasado.

Es que parece que me gusta meterme en unos líos que es imposible salir. A mí me gusta Paolo. Él me cuida y es tranquilo y me lo paso bien con él. Aunque es cierto que últimamente no pienso mucho en él. Pero es normal, este torneo es lo más importante que hay ahora mismo en mi vida.

Además, Caleb es un torbellino de caos. Es indomable e imposible de descifrar. Un día estamos bien y al siguiente me quiere volar la cabeza a balonazos.

Y no es justo. No es justo que me atraiga más el caos y el desorden que la tranquilidad en mi vida. Simplemente no es justo. 

Cuando llego a la habitación, Sara aún sigue dormida. Bien. Aprovecharé para meterme en la ducha yo primero.

Después de tomarme una muy pausada ducha me peino mi melena, recogiéndola en una simple trenza de lado. Sencilla y un poco desastre. Pero tal y como mi vida se está desarrollando es estos momentos, el peinado va a juego con ella.

Una vez que yo he terminado me acerco para comprobar que Sara sigue respirando. Debería de estar despierta ya.

-Sara arriba, que llegarás tarde.

Como si de una posesión satánica se tratara Sara se incorporó a la velocidad de la luz, dándome un gran cabezazo y haciéndome caer al suelo mareada.

-¡Pero serás bruta! –le recrimino mientras me paso la mano por el lugar afectado.

-Joder Aria, a quien se le ocurre despertar a alguien que está dormido de esta manera... -me dice mientras su mano se dirige a un incipiente chichón que se le está poniendo rojo en la frente.

-¿Cómo? ¿Dulcemente y con palabras clamadas? Uff, no sé cómo no te ha dado un infarto y te has caído muerta la verdad. –le respondo sarcástica. –la próxima vez te despertaré a cacerolazos.

-Vale ya. –me corta. –es que estaba teniendo una pesadilla y de repente escuché tu voz y me sobresalté.

-Muchas gracias por hacerme ver que mi voz es la causa de tus mayores miedos prima. Yo también te quiero.

-Serás melodramática. Aparta. –me ordena, y se pone en pie con cuidado de no marearse. Despacio empieza a andar hacia el cuarto de baño.

-Pareces un pato mareado. –le digo entre carcajadas.

-Ponte tú de pie guapa y vemos cual va mejor. –me responde con una sonrisa, y finalmente entra en el cuarto de baño. Mientras yo preparo algunas cosas y hago ambas camas para no tardar tanto cuando Sara salga.

El desayuno transcurrió de una forma extraña. Hoy había partido. Italianos contra los franceses. El aura que se extendía alrededor de todos nosotros era tenso.

Desde que llegué no levanté mi mirada, ni la fije en nada en concreto. Simplemente comía mientras charlaba con las chicas sin pensar en mucho.

Poco después fuimos a la sala de los ordenadores y les conté todo lo que sabía de Mel.

Cada vez que recuerdo sus caras de asombro son unas risas. No se lo creían ni de broma. Además, les comenté lo que había pasado esa noche con el Inazuma. Obviado algunos datos irrelevantes para ellas...

Estuvimos un rato más divagando entre posibles conspiraciones y planes que podía tener la entrenadora. Y después nos fuimos al estadio para ver el partido que se estaba por disputar.

Y aquí estoy ahora. Sentada en uno de los asientos VIP del estadio, aburrida como una ostra porque la entrenadora decidió que sería buena idea venir mucho antes de que los jugadores si quiera salieran a calentar.

Así os verán y comenzarán a teneros más en cuenta. Repito en mi cabeza con la voz exacta de la entrenadora.

Por decisión unánime no le diríamos nada a ella de lo que sabíamos aún. Así tendremos siempre un as bajo la manga. Aunque no sé para que se podría utilizar.  

Llevamos cerca de media hora ya sentadas mirando a la nada mientras que los aficionados entran a la cancha. Algunos gritan al vernos y otros simplemente se ven demasiado ocupados como para centrarse en nada que no sea la búsqueda de sus asientos.

Uno de los guardias que custodian el terreno de juego se acerca al lugar en el que estamos sentadas con una niña pequeña de pelo lila hacia nuestro lugar.

-Perdone, señorita Rain, ¿podría hacerse una foto con la pequeña?

La pregunta me cogió de imprevisto. ¿Por qué yo? Es decir, aquí estaban jugadores de talla mundial como Axel, o Paolo o Edgar. Pero la chica vino a por mí.

-Eh... si claro.

De un movimiento seguro salte de las gradas al campo. Cogí a la pequeña en brazos y ésta me abrazó. Me sentía rara.

El estadio entero soltó un 'ohh' común y me fijé cómo mi imagen estaba siendo captada por las cámaras. La imagen era enternecedora. Un abrazo sincero y con mucho cariño.

Después de esto el guardia tomo la foto y se llevó a la chica a algún lugar del estadio, supongo con su familia.

Abrumada por la escena decidí ir al servicio para echarme un poco de agua en la cara. Aún estaba en shock porque esa pequeñaja quisiera hacerse la foto conmigo.

Sé que ahora mismo, en este estadio sólo soy una espectadora más, pero paso de ir a los servicios dónde va todo el mundo, por lo que con cuidado de que nadie me siga me dirijo a los privados para los jugadores.

Encuentro uno que nunca está ocupado, el único problema es que no hay luz. Por eso siempre está libre. Entro e intento discernir mi silueta en el reflejo del espejo, pero no lo consigo. Estoy en la máxima oscuridad.

Le doy al grifo para echarme algo de agua pero inmediatamente la puerta de éste se abre y se vuelve a cerrar en menos de un segundo.

Me quedo paralizada, pensando en diferentes formas para huir de la situación, pero después caigo en la cuenta de que sólo un número muy limitado de personas pueden entrar a esta parte del estadio. Más que nada jugadores. Y la gran mayoría no sabe de la existencia de este lugar.

En un segundo se me enciende la bombilla. La única persona lo suficientemente loca como para seguirme a mí dentro de un cuarto de baño es Paolo. No hay más dudas.

Despacito alzo mi voz esperando una respuesta.

-¿Quién eres?

Un simple shh se alza entre nosotros y siento cómo Paolo me agarra de la cintura y me da dulces besos en el cuello. Ni si quiera hace el amago de acercarse a mi boca. Simplemente se pierde entre mis pelos mientras me acaricia suavemente.

Yo intento tocarle el pelo, hacer simple contacto. Pero él no me deja y me agarra las manos encima de mi cabeza. Quedándome totalmente inmovilizada.

Mis piernas tiemblan ante la tensión que hay en el ambiente. Sin poder resistirme mucho más lo obligo a subir de mi cuello y ahora soy yo la que baja hasta el suyo y comienzo a succionar la zona levemente. Dejando besos aquí y allá.

Una idea fugaz pasa por mi cabeza y comienzo a succionar un poco más fuerte de la cuenta. No sé porque, además, yo nunca he sido de esas chicas que hacen chupetones a sus parejas o líos para marcar territorio. Pero quizás esta vez lo necesite para que mi cabeza se centre sólo en esa persona.

Después de varios minutos en los que Paolo me permitió dejarle la marca de mis labios salí de su cuello, esperando a que sus labios chocaran con los míos. Pero ese momento nunca llegó.

-¿Estás bien Paolo? –pregunto suavemente.

En vez de recibir respuestas mis manos quedaron sueltas y Paolo salió por la puerta muy rápido. Mis ojos acostumbrados a la oscuridad quedaron cegados ante tanta claridad y tardé varios minutos en darme cuenta que estaba sola en el baño.

Un poco confusa volví a mi asiento. Los chicos ya estaban calentando. Increíblemente Paolo ya estaba allí. Sí que había corrido.

Pero algo raro estaba sucediendo. El sudor que corría por las facciones del chico me daban a entender que hacía bastante más tiempo que llevaba calentando.

Me recosté en mi asiento y tragué saliva muy fuerte. Si no era Paolo el del cuarto de baño, ¿Quién era?

Había dado por sentado de que era él y no me había fijado en su olor, ni en sus manos. No me había fijado en nada que me diera una mínima pista de que era él realmente.

En un segundo de claridad entre tanta confusión recuerdo algo. Le dejé una marca. Estoy segura de que esa persona tiene un chupetón en el cuello. Sólo me quedaba encontrar a una persona en todo el estadio que tuviera un chupetón. Chupado.

Comencé a mirar a mi alrededor, era difícil por no decir imposible. La gente se entremezclaba, miraba para diferentes lados y no podía llegar a ver si realmente tenían algo en el cuello.

De repente una imagen apareció en la pantalla. La cámara estaba grabando a un jugador que sostenía a un chico de unos 4 años en sus brazos. Sonreía de medio lado al móvil de una mujer. Supongo de la madre del chico. Éste parecía estar en el mejor día de su vida.

Todo sería normal si al dejar al chico otra vez en brazos de su madre, no se descubriera en plena imagen una marca en su cuello. Se notaba de lejos que la marca era reciente.

El estadio chilló, y gritó y se sorprendió. Todo porque a Caleb Stonewall. Uno de los chicos más deseados de todo el panorama del fútbol mundial tenía una marca reciente en su cuello.

Incluso los jugadores del campo, ya a punto de comenzar el partido se fijaron en la gran pantalla que se situaba por encima de sus cabezas.

De repente la cámara comenzó a enfocar a nuestro equipo. Todas con cara de sorpresa aparecimos en la pantalla. El comentarista no dejaba de decir burradas tipo: '¿Será alguna de las chicas del Luz de Luna la afortunada?' o '¿Quién habrá conquistado el frío corazón del jugador?

Al menos la mirada de todas las del equipo era igual de confusa. Incluida la mía. Aunque ésta era por razones totalmente distintas.

Tenía que hablar con Caleb. De una vez por todas tenía que aclarar lo que fuera que mi mente me estaba haciendo. Tengo que dejarme ya de juegos porque no me están afectando demasiado bien y le tengo que pedir explicaciones. Al menos no nos dimos ningún beso en la boca. Lo que en el fondo me molesta y me reconforta.

Mi mirada pasa a Paolo que está listo para poner la pelota en juego en el campo. Nuestras miradas se cruzan por un instante y me obligo a sonreír para él. No quiero hacerle daño y para ello no puede sospechar nada.

Caleb por fin se une con el resto de su equipo. ¿Cómo lo sé? Pues porque comienzo a escuchar una especie de interrogatorio a unas filas más atrás que la mía y estoy segura que están intentando que les cuente que ha pasado. Pero no lo puedo permitir, por lo que mando a mi alma con autoridad hacia la suya y la presiono, sabiendo que entenderá el mensaje de mantener la boca cerrada.

Al tacto escucho una carcajada por parte de Caleb y sé que está disfrutando de mi confusión y de mi miedo por que diga algo.

-Ha sido algo sin importancia. Olvidadlo. Y no, no la conocéis. –sentencia el chico en voz lo suficientemente alta como para que se entere toda la parte de los jugadores.

Suspiro un poco aliviada, pero mi mente desconecta y comienza a revivir toda la escena del cuarto de baño. Una y otra vez ahora sabiendo a quien besaba. 

Mi mente sigue divagando entre pensamientos durante todo el partido, escucho voces de fondo, comentarios, celebraciones de gol. Pero mi mente no es capaz de verse en la realidad, he entrado en un bucle en mi imaginación reviviendo sensaciones y momentos. Pensando frases y respuestas.

Sólo puedo salir de mi ensordecimiento cuando escucho el gran pitido final del partido.

Muevo la cabeza rápidamente y comienzo a mirar a todos los lados intentando descubrir que era lo que estaba pasando. Lo primero en lo que me fijo es en el marcador 2-1. Después me fijo en mi alrededor. Mis chicas me miran como si fuera un bicho raro.

-Aria, ¿Estás bien? –me pregunta Sara muy bajito.

-Sí, es sólo que estaba pensando. –le respondo confusa mientras me rasco la cabeza.

-Llevas todo el partido así. ¿Estás segura que estás bien? –me vuelve a preguntar, pero esta vez me mira fijamente a los ojos. Quizás buscando un deje de mentira en ellos. Pero sólo va a poder lograr discernir confusión.

-Ajá sí. Sólo estaba pensando. –le respondo con una verdad a medias.

-Bueno al menos ya sabemos contra quién es nuestro siguiente partido. Italia.

Ahora mis ojos se abren cómo si acabara de descubrir el secreto más grande del mundo, pero fuera aterrador. Me había perdido todo el partido y para colmo en las semifinales nos mediremos contra Italia. Más bien contra Paolo. No podía tener peor suerte. Encima había descuidado lo suficiente mi atención del torneo como para no acordarme que el ganador de este partido competiría contra nosotras. Y para colmo no me acordaba de nada de lo que había sucedido. Mi mente estaba en blanco.

-Sara, me tengo que ir. Estoy un poco cansada y tenemos entrenamiento más tarde, necesito descansar.

Y sin esperar respuesta salí lo más rápido que mis piernas me permitían del estadio. Corrí hasta mi habitación y sentí un nudo subir por mi estómago. Estaba hecha un lío y las ganas de llorar aumentaban, pero no lo haría. Nadie se merecía mis lágrimas y me prometí no llorar hace tiempo. La última vez fue cuando les dije todas esas cosas horribles a Mark, Axel y Jude. Y no pienso volver a hacerlo.

Me siento en mi cama y me pongo las manos en la cabeza intentando poner un ritmo a mi respiración que va muy acelerada.

No sé en qué momento llamaron a la puerta de mi habitación. No respondí, pero la persona entró. No podía permitir que me viera tan destrozada sin ningún motivo. Entonces subí mi mirada y me encontré con los ojos verdes de Caleb.

-¿Por qué lo has hecho? –le pregunto, y mi voz suena rota.

-Porque yo también temo los sentimientos que tengo hacia ti. Pero no puedo sólo ignorarlos y seguir con mi vida. –me dice mientras se cruza de brazos. Observo que deja una distancia prudencial entre ambos.

-Pero yo estoy con Paolo, me gusta Paolo.

-Repítetelo más alto, a lo mejor así te lo acabas creyendo tu misma. –me responde serio.

-Es verdad. Me gusta. –le digo segura de mí misma. Sé que me gusta, losé.

-Te gusta, pero, ¿Lo quieres? –pregunta mirándome a los ojos.

-Yo... -me quedo en silencio sin saber que responder. De repente se abre la puerta de un golpe.

-Aria, responde a la pregunta. –escucho que dice una voz rota desde la espalda de Caleb. Es Paolo.

-¿Lo has escuchado? –le pregunto con los ojos nublados y un gran dolor en el pecho.

-Me lo imaginaba desde que me sonreíste al comenzar el partido. Por eso he venido, para ver si era cierto.

-Paolo te prometo que yo no quería, que no me di cuenta.

-No mientas. –me dice subiendo la voz de tono. Se lleva los dedos hacia el puente de la nariz y suspira. –cuando sepas lo que quieres me lo dices. Pero no esperes demasiado, porque puede que yo ya no esté ahí para ti.

Con esto Paolo se fue de mi habitación y vi entrar seguidamente a Sara, que tardo varios segundos en encajar la escena y poner las piezas en su lugar.

-Mierda Aria, joder Paolo no.

Suspiré derrotada, ya dejando caer las lágrimas que había intentado reprimir durante todo ese largo rato.

Sin pensármelo demasiado me puse en pie, con la vista borrosa y sin ningún plan fijo y salté por la ventana.

No para suicidarme, sino para huir. Caí con menos gracia que de costumbre y corrí hacia el bosque para perderme. Sin dolor, sin sufrimiento. Sólo yo y mis pensamientos. 

🔻🔺🔻🔺🔻🔺🔻🔺🔻🔺🔻🔺🔻🔺

Autora:

Bueno al parecer Aria no hace nada más que liarla y confundir tooodo.🤦
Yo rezo para que lo solucione a tiempo o al menos se decida...
Voten y comenten para mejorar la historia😊
Espero que os esté gustando :)
Pd: ya lo puse en el capítulo anterior, pero he cambiado la portada porque está me parecía perfecta. Si sabéis de su autor decídmelo para darle los créditos correspondientes.

-Z

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