26 años antes...
Están hablando todas al mismo tiempo que siento mi cabeza a punto de estallar, intento desconectarme del mundo exterior para mirarme a mí misma.
¿Cómo llegó tan rápido este día? Lo creí tan lejano que jamás hubiera creído que llegaría.
Sólo me miro al espejo, mi largo velo en mi cabello recogido y mi vestido digno de una princesa.
Escucho a Tori opinar de la fiesta de despedida que me hicieron de la cual no pude disfrutar.
Al principio fue divertido, lo típicos juegos y demás, el problema fue que vomité dos veces al intentar beber así que terminé pasada la medianoche con el estómago resentido y una sensación terrible en el pecho que me obligó irme a dormir unas horas de mi propia despedida.
La verdad me sentía mal físicamente, estaba agotada y me dolía el estómago pero tampoco fue tan malo al menos disfruté algo de la fiesta sobria.
Lo bueno es que no tengo resaca como sucedió con la boda de Juju.
Tal vez tener resaca era una buena idea, tengo las ideas muy claras en este momento y eso me asusta.
¿Quién diría que me contraría en esta situación?
Jamás en mi vida creí estar aquí, lo había soñado pero fueron tantas desilusiones en mi vida que se me hacía imposible.
Y aquí estaba, mirándome en el espejo con un vestido de novia soñado, con una sonrisa completamente falsa intentando darme confianza.
Mis hermanas corrían por la habitación, Tori estaba cómodamente sentada en la silla tomándose fotografías mientras seguía opinando. Juju salió cuando le pedí hablar con Abigail, Erin y Gwen charlaban amenamente olvidándome completamente.
Connie por suerte la dejé salir que se quede con Caleb, hoy está insoportable y me pone nerviosa tenerla cerca.
Me sentía extraña ante esta situación, debería sentirme feliz pero me siento tan vacía y a la vez cargada de sentimientos extraños que debía expresar.
Abigail llegó a la habitación, con su vestido rosa al cuerpo dejando ver su pancita de unos recientes cuatro meses "Es una niña y se llamará Olivia" gritó a los cuatros vientos en medio de la fiesta mientras bailaba en un perreo intenso hacia abajo como si no llevara vida dentro en el día de ayer.
Hoy se ve elegante y no tan descontrolada como ayer. De todas formas ella se quedó pegada toda la noche conmigo por si no me sentía bien. Era la única que no estaba bebiendo y era la máxima responsabilidad en el día de ayer.
Ella se acercó a abrazarme con emoción y tomó mis manos mirándome con estupefacción, sus verdes ojos se agrandaron cada vez que centraba los detalles de mi vestido.
—Eres la novia más hermosa que he visto.
—Eso ofende, yo tambien fui una buena novia. —se interpuso Juju.
—Ya hemos pasado tu boda, ahora es mi turno.
—Quién lo diría Emily, la chica problemática que salía todos los fines de semana con cita nueva ahora se nos casa. —Gwen sonó nostálgica.
—Chicas, necesito hablar con ella unos momentos —les avisé a mis hermanas que comenzaron a quejarse —. Por favor. Ella es la psicóloga del grupo además ya todo está listo, me va a llevar un bien rato por favor no empiecen a molestar.
—Ya ya ya, misteriosa. —rodó los ojos Juju.
Miré fijamente a mis hermanas que salían de la habitación, solté las manos de Abigail y me senté en la silla dejando que un suspiro se escapara de mi boca. Mis hombros se relajaron e intenté quitarme el velo de mi cabeza, fue inútil porque la estilista al parecer lo ajustó de por vida en mi cabeza.
—¿Qué sucede?
—Necesitaba hablar con alguien y sólo puedo confiar en tí. Si yo subo a ese altar tengo que hacerlo con el pecho que no arda tanto como ahora.
—Y aquí estoy, no me asustes. —llevó su mano a su pecho.
—¿Qué sentiste el día que te casaste con Dylan? —le pregunté con interés, ella no se lo esperó y lo pensó por algunos segundos.
—Feliz, fue el mejor día de mi vida quitando el día que nació Thomas pero no sé por qué preguntas eso.
—Creo que ahí está el problema —le dije—. Siento que es un día más, es que a decir verdad me daba igual hacer la boda a pesar de que cuando era pequeña lo soñaba, es un poco contradictorio.
—Creo que estás nerviosa y asustada, el matrimonio es difícil pero es un compromiso de por vida, hasta tu muerte tendrás a alguien que se despierta todas la mañanas contigo, con quién tendrás hijos y toda la charada.
Me levanté de la silla y le permití el asiento que lo aceptó de forma agradecida, ella llevó sus manos a su abdomen masajeandolo casi molesta.
—Em, dime qué pasa ¿Cuál es el problema?
—El problema es que me siento pésima, esto no se lo he contado a nadie ni siquiera a Dylan que es mi mejor amigo y sé que me odiará por habérselo ocultado por eso te elegí a tí, eres mujer y sé que tú me entenderás.
—Ya, me matas de intriga ¿Qué sucede?
—No pude dejar a Paul. —toqué su barriga.
—¿De qué estás hablando? —pareció interesarse.
—El día de tu boda, quedé con Paul en verlo un fin de semana y...
—¿Qué? —ella agrandó sus ojos
—¡Si ya lo sé soy una maldita perra! —me desesperé quitando mi mano de ella para llevarla a mi cabeza— y no sólo eso, lo he seguido viendo desde entonces.
—¡Pero si eso fue antes de que Tommy naciera!
—Sí, he estado viéndolo en los últimos dos años en secreto, soy una mierda.
—Emily... ¿En serio?
—Odiame.
—No, es que no me lo esperaba —estaba completamente descolocada—. Sé que en el último tiempo no he hablado con Paul, sólo nos saludamos en algún cumpleaños pero no me ha dicho nada.
—Lo mejor fue ocultarlo, es que no podíamos evitarlo y creí tenerlo controlado pero se fue de las manos. Pensé que él me pediría volver pero... eso nunca pasó. Lo esperé demasiado tiempo.
—No puedo creerlo. —negó con su cabeza.
—Él no sabe que estoy a punto de casarme, siempre nos vemos una o dos veces por mes y lo vi el mes pasado. No pude decirle que voy a casarme pero no junté el valor y sé que no puedo cerrar esa etapa, debo terminar con esto, no quiero hacer más daño del que ya estoy haciendo.
Abby guardó silencio, analizando la situación con profundidad. Al menos no estaba ahorcandome como lo imaginaba o tal vez su cansancio de su embarazada no se lo permitía.
Sabía que debía hacer algo al respecto, debía liberarme porque era la única manera de sentirme mejor conmigo misma, no quiero arruinar esto. Quiero a Martin... irónicamente no quiero lastimarlo más de lo que ya he hecho.
—Abby, quiero ver a Paul.
—Estás demente —se levantó a duras penas— ya estás aquí, en la iglesia.
—¡Aún es temprano! —le supliqué— Nadie se dará cuenta.
—Em, no es correcto, levantarías sospechas.
—No, puedo decir que necesito estar sola para repasar mis votos mis hermanas no lo notarán, tú me debes una muy grande, es tu turno de ayudar.
—Fue muy diferente lo que pasó entre Dylan y yo y de hecho te lo agradezco.
—Por favor —me puse de rodillas sin importar de arruinar el vestido, mis dedos presionaron la sedosa tela de su vestido—. Tengo que hacerlo.
—Emily, levántate no hagas esto.
—Necesito hacerlo antes de casarme, debo terminar con esto, te lo suplico.
—Levántate. —me ordenó con sequedad.
—Eres mi única esperanza. —me incorporé.
—Déjame ver si puedo convencer a Dylan...
—¡No! —tomé su mano— no debe saberlo.
—No tengo otra opción, si nos escapamos debemos ir en auto y debe ser rápido. Dylan tiene las llaves y no me dejaría ir sola a ninguna parte. Déjamelo todo a mí, yo sé manejarlo.
—Dile que venga aquí, yo le avisaré a Tori que me cubra. —busqué mi celular, estaba en un sofá pequeño de la habitación.
Abigail asintió y tomó su celular de su pequeño bolso.
—Dylan —sonó autoritaria— ¿Estás solo?... Vale necesito que vengas con Emily, es urgente tenemos una misión... ¡Ni se te ocurra dejar a Thomas con Connie! Tráelo... trae al niño aquí y que nadie te vea ¿Vale? ... ¡No preguntes y ven aquí!
Colgó.
Vaya, adoro a la Abby autoritaria.
—Gracias.
—Hoy estoy de buen humor. —sonrió.
Es mi turno de hablar con Tori.
"Si me quieres necesito un mega favor no preguntes necesito al menos media hora que nadie entre a la habitación, sólo te pido eso. Entretiene a Gwen, Erin y Juju, por lo que más quieras hazlo."
Lo vio al instante y contestó:
"Debo saldar mi deuda. Imagino lo que harás."
—Todo en orden. —dije, entregándole mi celular y lo guardó en su bolso.
—De acuerdo.
Permanecimos en silencio al menos dos minutos hasta que Dylan llegó, con Thomas en brazos que al verme me saludó con un ademán.
—¡Hola bebé de la tía! —besé su mejilla.
—Te veo y no lo creo —alzó una ceja Dylan— ¿Me pueden explicar que está pasando?
—Emily necesita ayuda del Equipo Dinamita.
—En primer lugar tú no eres parte del Equipo Dinamita.
—Soy tu esposa así que cállate —sentenció—. Necesitamos salir de aquí y ver a Paul.
Dylan empezó a reír sonoramente, Thomas lo miró y por alguna razón imitó a su padre. Este niño es la miniatura de Dylan.
—Emily, sé que has hecho cosas malas pero drogar a una embarazada no está bien.
—Dylan, esto es en serio. —le dije.
—¿Cuál es el sentido de ver a Paul ahora? Si ustedes terminaron el siglo pasado.
—Nunca terminé con el ¿De acuerdo?—me exasperé— No sabe que voy a casarme y debo decirle.
—Es un puñal a mi corazón. —se limitó a decir.
—Lo sé —agaché mi cabeza— soy una idiota.
—Y yo soy más idiota por ayudarte en esta locura, no puedo decirte que no, no a tí que me has ayudado siempre.
—Oh eres genial. —lo abracé.
—Luego nos contarás bien que sucedió, ahora debemos salir antes de que mi odio hacia tí haga que me arrepienta.
Miramos a nuestro alrededor en busca de una salida aleatoria. Dylan y yo enfocamos nuestras miradas a la ventana y luego nos miramos con complicidad. Abby lo notó y bufó.
—De acuerdo, deberán ir ustedes porque no puedo salir por la ventana con Olivia —señaló su barriga y le quitó al niño a Dylan— y Thomas no, será imposible.
—Tommy nos dará suerte. —Dylan abrió la ventana, se quitó su saco que lo arrojó al suelo y remangó su camisa blanca —. Venga Em.
Estoy lista para romper las reglas de nuevo, me quité los zapatos y los arrojé afuera, tomé la mano se Dylan y pude salir para volver a ponerme los zapatos.
—Abby, eres mi esposa y somos equipo.
—No voy a escaparme yo también con el niño.
—Papi. —Thomas alzó sus brazos haciendo puchero.
—Vamos, Thomas necesita aventura.— estiro su brazo—. Dámelo.
Abigail dudó pero encogió sus hombros y se lo entregó.
Bajó a Thomas que caminó a mí y logré tomarlo en brazos, le pedí que me diera un beso que rápidamente me dio en mi mejilla, lo necesito.
Fue el turno de Abigail, tomó aire y valor para trepar y que Dylan la bajara en sus brazos. Parecían dos ladrones saliendo de prisión, la dejó en tierra por fin. Él llevo sus manos a su cabeza fingiendo cansancio. Por supuesto ella se enojó cruzando sus brazos.
—Dios, cómo pesas.
—Para tu información estoy embarazada y llevo a tu hija aquí dentro así que deja de quejarte, fue tu idea salir por la ventana.
—¿Tenías otra alternativa?
—No, pero...
—Entonces no te quejes.
Tuvimos la suerte que la habitación daba a un pequeño jardín deshabitado que daba a la calle. Nos escondimos detrás de un arbusto con Abby y Thomas cuando Dylan fue a buscar el auto para que nuestro camino hace el sea mucho más corto.
Unos minutos escasos Dylan estaba allí dándonos la orden de salir.
Tomé la mano de Abby y salimos tras forzar una de las puertas que daba a la calle.
Una vez cerca del auto entramos. Yo fui al asiento detrás y Abby de copiloto cargando a Tommy.
Dylan puso en marcha y sentí que la adrenalina corría en mis venas.
—No estaría mal una malteada ahora. —llevo un dedo a su mentón Abigail.
¿Realmente es oportuno un antojo?
—No creo que sea el momento para una malteada, pronto iremos ahora quiero saber cómo has hecho para ocultar esto por tanto tiempo.—exclamó Dylan.
—Bueno, fue como una costumbre verlo al menos una o dos veces por mes, era como una puta adicción. —dije mirando por la ventana las calles de Nueva York. Era un día precioso.
—Me siento traicionado completamente.
—Sabía que no dejarías que haga esto.
—Tú sabes perfectamente todas las cagadas que he hecho cuando intentaba conquistar a Abby y sin embargo siempre te las contaba.
—Lo sé —llevé mi mano a mi pecho—Te he retado muchas veces por ello pero sé que eres capaz de encerrarme para que no viera a Paul. La última vez que hablamos de él peleamos.
—No lo mal interpretes, yo quiero que seas feliz pero así las cosas no son correctas.
—Quiero una malteada —exclamó Abigail. —¿Podemos ir por una?
—Espera.
—Sé que esto está mal pero debo terminar con esto y volver, gracias por apoyarme.
—Para algo están los amigos. —sonrió Abby.
—Tú eres una loca y yo también por ayudarte, si te apedrean por infiel a mí también por cubrirte. —bromeó.
—Creí que a tí también por infiel. —lanzó Abigail.
—Qué chistosa. —ironizó para luego sonreírle, ella le guiñó el ojo y dejó caer su cabeza en su hombro.
El resto del viaje ambos se relajaron charlando del nacimiento de Olivia que se aproxima. Me alegré por ellos y preferí escucharlos para tranquilizarme, sin embargo cuando comencé a reconocer las calles cercanas a su casa cuando mi corazón comenzó a latir más fuerte de lo normal.
Llegamos rápidamente, quise bajar pero él me detuvo.
—Espera, llamaré primero y te daré la orden de salir.
Asentí.
—Te acompaño. —le dijo Abby y entonces ambos salieron del auto, vi a Thomas en brazos de su mamá saludándome con un ademán. Miré expectante por la ventana.
Fueron los segundos más terribles de mi vida, la espera de saber si estaba en la casa fue desesperante para mí, mis manos se pegaron al vidrio.
Ellos tocaron el timbre, él estaba completamente serio y ella no dejaba de hablar nerviosamente. Paul abrió la puerta y Abby dio un pequeño salto del susto.
Paul les sonrió ante la visita sorpresiva, saludó a Dylan abrazándolo palmeando su espalda y luego saludo a Abigail acariciando su vientre y saludando a Tommy.
Dylan directamente señaló al auto dándome la orden de que saliera.
Di un respiro y abrí la puerta, tardé un poco en salir porque mi vestido era algo incómodo para levantarme sumando mis nervios.
Una vez fuera mientras corrí a él y su rostro se transformó completamente. Levanté a duras penas la tela de mi largo vestido para correr más rápido, noté algo de tierra alrededor de mi blanco vestido, seguramente por esconderme entre las plantas pero no importó.
En el camino Abigail y Dylan se tomaron de la mano y volvieron al auto apoyándose en el capó y yo corrí a los brazos de Paul que me recibió estando confundido al verme con esta vestimenta.
—Lo siento. —atiné a decir, aferrada a él.
—Dime que no es cierto. —tomó mis hombros, me miró de pies a cabeza.
Siento su indignación, no puedo ni siquiera mirarlo a la cara porque sé lo que debe estar pensando.
Él tenía derecho a saber la verdad, no entiendo cómo pude llegar a esta situación. Sólo empecé a llorar, de vergüenza y rabia porque pude haber evitado todo esto mucho antes.
—Perdóname, debí habértelo dicho.
—Era consciente de que esto podría pasar pero no me lo esperaba ahora ¿Por qué no me lo dijiste?
—No pude —me angustié— quise hacerlo pero no puedo dejarte.
No supe cómo pero lo besé, sólo necesitaba eso para sentirme en paz.
—Pero tienes que hacerlo —dijo entre besos—. Tienes que estar bien.
—No. —moví mi cabeza entre llanto y tomé su rostro en mis manos.
—Tienes que hacerlo, prométeme que irás a ese altar, te casarás, tendrás muchos hijos y seguirás tu vida.
—No puedo. —mi voz tiembla.
Él se está rindiendo, no está haciendo nada por mí y me siento desesperada, debo decirlo sólo así será más fácil.
—Paul, yo te amo. —confesé.
Quiero estar con él, quiero amarlo toda mi vida, sólo debe decir que sí, que me ama y soy capaz de soportar toda la mierda que se me vendrá encima con esto.
Quiero hacerlo porque sé que con él jamás estaré tan segura.
Al fin puedo ver la luz, quitarme este desahogo y lo único que recibí fue sus manos a mis muñecas para bajarlas.
Miré sus ojos, algo empañosos que no entiendo.
¿Qué pasa? No dice nada.
Sólo me mira, espero su respuesta pero se mantiene inmóvil, no quiero leer sus ojos, sé que está intentando darme un mensaje aunque esté algo en shock por mi confesión.
Sé que debe estar sorprendido, le he hecho mucho daño pero puedo enmendarlo. Quiero toda una vida con él para recuperar el tiempo perdido.
Paul sólo volteó y miró detrás, noté que estaban Tobías y Eileen, están tan grandes.
—Dile algo. —le animó su sobrina.
—¿No tienes nada que decir? —le enfrenté, lloro incluso peor de la incertidumbre.
Sólo miró al suelo, algo avergonzado intentando tomar el valor para mirarme, sólo puedo sentir la pena de su parte hacia a mí.
—Si te digo lo que pasa, morirías. —me contestó.
Me destruyó, siento que voy a caerme aquí mismo porque esta clavándome un hacha en el pecho.
—Dímelo —tomé sus manos—. Por favor dímelo y yo...
No puede ser, sólo aprieto más fuerte sus manos mientras intento hablar, es imposible no puedo dejar de llorar.
—Por favor dímelo. —supliqué.
—Em, tenemos que irnos. —Abby llegó a mí.
—¡No! —dije entre sollozos.
No puede terminar así, no después de todo lo que hemos pasado. Yo amo a este hombre.
—Todos sospecharán. —Abby tomó mi cintura, no soy capaz de soltar las manos de Paul.
—No quiero irme. —caí de rodillas, siento que algo tan grande se me viene encima, no soy capaz de responder. No puedo respirar.
—Por favor Emily. —Abigail empezó a llorar también mientras intentó levantarme.
—Vámonos. —llegó Dylan con un brazo sosteniendo a Thomas y con el otro me levantó con la ayuda de Abby.
No soy capaz de soltarlo, me siento devastada entre los brazos de mis amigos, Paul parece no responder y Abigail golpeó su mano para me soltara, lo hizo.
Eso me desesperó peor.
—¡No quiero! —patalee entre llanto—¡Lo siento tanto!
Me solté de ellos y lo abracé, por última vez iba a verlo, por última vez iba a sentir sus brazos en los que alguna vez fui feliz.
—Perdóname.
—Todo está bien —me sonrió con ternura—. Prométeme que serás feliz
—No.
—Hazlo por mí.
—Tú también.
—Lo prometo.
—Entonces yo también te lo prometo. —volví a abrazarle.
—Em por favor tenemos que volver. —Abby nos separó.
Y así fue, terminamos alejándonos, prácticamente fui arrastrada al auto porque las piernas no me responden, las manos me tiemblan tanto que me duelen y mis ojos parecen explotar de tantas lágrimas.
Este dolor jamás va a irse, porque sé que esta vez será para siempre, porque mi destino toma otra dirección, una dirección que es la mejor de todas pero no la que pensé.
Debo afrontar la realidad, amo tanto a Paul que se que merece algo mucho mejor, era algo obvio.
¿Cómo se quedaría conmigo luego de todo lo que le hecho?
Lo miro desde la ventana cuando el auto arrancó, estoy en el asiento trasero con Abigail que llora conmigo sintiendo mi dolor y con Thomas en su regazo.
Estoy muerta, algo en mí acaba de morir para siempre, esto es irreparable.
—No puedo verte así, debes tranquilizarte. —me dijo limpiando mi rostro húmedo cuando yo ni siquiera podía hablar, me sentía terrible conmigo misma.
—No... no puedo. —dije entre sollozos.
—Tal vez no fue buena idea venir aquí.—Abby esta vez limpió sus lágrimas.
—Ya basta. —Dylan frenó repentinamente y se dio la vuelta.
Miré por la ventana por unos momentos en completo silencio, temblorosa y nerviosa por todo lo que estaba sucediendo. Nunca me había pasado esto pero tambien sabía que debía descargar mis frustraciones.
Aún podia ver Paul en la puerta de su casa, nos movimos pocos metros y eso no me ayudó para nada, lloré incluso peor a la par de Abigail que estaba demasiado sensible.
—Emily —me llamó la atención y lo miré con mis ojos completamente llorosos—. Escúchame.
—Por favor vamos. —junté el aire y llevé mis manos a mi rostro.
—No voy a llevarte, mírate, nunca te vi así.
—Llévame. —le pedí.
—Emily, mírame —estiró su brazo tomando mi mentón, levantándolo obligándome a que lo mire— ¿Quieres casarte?
Asentí.
—¿Estás segura? no parece.
—Dylan, no la presiones. —intervino Abigail.
—No, debo hacerlo antes de que tome una decisión estúpida —dijo duramente— ¿Te vas a rendir? Tú que siempre me enseñaste a no rendirme.
—Sí.—asentí desamparada.
—Entonces te doy la oportunidad de bajar del auto e irte con él, yo iré a la iglesia a dar la cara por tí pero debes luchar, no puedes quedarte así.
—No puedo...
—Sí que puedes, es tu última oportunidad, sé que lo quieres. Sal del auto.
—¡Hazlo! —me animó Abigail.
Me di la vuelta y miré por última vez a Paul que aún miraba fijamente a nosotros, mi mano fue hacia el picaporte del auto a punto de salir.
Me imaginé saliendo de allí corriendo a sus brazos como una estúpida telenovela, sabía que era una decisión de debía tomar ahora y asumir todo lo que se vendría. Ser la verguenza de la familia que dejó plantado al novio por un imbécil a quien veo desde hace tres años a escondidas.
A mis hermanas indignadas, a mi padre y sobre todo pensé qué pensaria mi madre al respecto.
Mamá siempre me decía "Has lo que sientas".
En cuanto a Martin, él fue quien me quitó de ese pozo del cual yo pensé que jamás saldría, fue la relación mas larga que he tenido y le he tomado cariño. Él se comportó mejor conmigo, él fue quien conoció mis peores caras y está a mi lado.
Pero Paul, era la persona que me hacía ver las estrellas y el universo entero en solo segundos, el que ponía mi mundo de cabeza.
Esto no tiene salida... Él ya no me ama.
—Llévame a la iglesia. —dije con mi voz temblorosa, sin quitar mi vista de la ventana.
—Emily — Dylan intentó advertirme—. Piénsalo bien.
—Llévame, quiero irme, ya no quiero pensar.
Dylan bufó, Abigail tomó mi mano y el auto se puso en marcha. Observé desde la ventana trasera cómo nos alejabamos poco a poco de su casa y como lo perdía de vista y a la vez de mi corazón.
Fue la última vez que vi a Paul Evans en mi vida, ni siquiera en cumpleaños o reuniones como antes, había perdido el contacto con absolutamente todos.
Mi corazón desde entonces lo lloraría todos los días...
Me acomodé en el asiento, cerré mis ojos buscando tranquilizarme.
Debo volver a la realidad, sólo debo tomar el otro camino, debo estar bien para ello que limpio mis lágrimas, respiro com profundidad.
—Dame mi celular. —ordené a Abby.
Me lo entregó, rápidamente lo revisé y sólo tengo mensajes de Tori preguntando qué pasa.
"Cúbreme quince minutos más por favor, sólo hazlo."
Lo vio pero no contestó.
Salí de WhatsApp, miré aplicación de Spotify me ha quedado en segundo plano, había una canción de Sia, Distractions.
La había escuchado hoy por la mañana, esto es como una especie de señal.
Se la envíe a Paul, con el mensaje redactado:
"Sólo quiero que me recuerdes con esta canción, es el ultimo mensaje que enviaré. Lo siento mucho todo lo que he hecho, me arrepiento de tantas cosas que no sé cómo haré para cargarlas durante toda mi vida. Te amaré por siempre, te lo juro. Buena vida Adam..."
Lo leyó, quiero volver a llorar e intento soportar de tantas maneras que ya no puedo imaginar, me contestó al minuto.
"Buena suerte Em."
Envió un link tambien, sabía que era una canción de Aerosmith, Cryin. Era infaltable. Así que la puse, la puse lo más bajo posible sólo para escucharla en el camino, eso fue incluso mas desgarrador.
Abby apoyó du cabeza a mi lado, con Thomas que pronto parece dormirse.
Debo pensar en salir adelante, estoy yendo hacia mi nuevo destino del cual jamás debí haberme movido.
Puse la mente en blanco, borré su número, no quiero volver a caer en el mismo error.
Nadie habló en ese viaje, sólo le quité el bolso a Abby y le robé el maquillaje, necesito arreglarme me veo fatal.
Volvimos a la iglesia, nos escabullimos de nuevo subiendo a duras penas por la ventana. Nadie está en la habitación, supongo que al menos eso salió bien.
Me senté, cansada tragando mis ganas de llorar así que cierro los ojos y respiro tranquila.
—Em, no tienes que hacerlo si no quieres. —insistió Dylan.
—No voy hacerle eso a Martín. —sentencie.
—Bueno, al menos hicimos lo que pediste sólo que no... esperaba esto. —besó la cabeza de Thomas semi dormido.
—Necesito que me juren que jamás ha pasado esto y nunca más vamos a nombrar o hablar de Paul.
—Lo juro. —levantó su mano Dylan.
—Ni en chiste. —le acusé.
—Tienes mi palabra. —asintió Abigail.
Oí algunos gritos fuera.
—¡Papá no puedes entrar!—reconocí la voz de Victoria.
Russell entró, abriendo la puerta de par en par, detrás estaba Gwen algo alerta con Tori.
—¿Que hay tanto misterio? —exclamó.
—Lo siento, sólo necesitaba un rato a solas y Abby es como mi psicóloga.
—Ya terminamos. —asintió Abby.
—Vale, es mi turno de hablar con ella ¿no?—alzó una ceja mi padre.
Ambos asintieron y se retiraron.
Papá miro mi vestido con orgullo y me dio un abrazo.
—No entiendo cómo has crecido... En sentido figurado ¿No?
—No te pases.
—Quería hablar contigo, para mí es importante. Lo hablé con Gwen en su momento y también con Julianne pero me toca ahora a tí.
—Está bien, aquí estoy.
—¿Sabes dónde estas parada verdad?
—Sí. —asentí seriamente.
—Estás a punto de tomar una decisión muy importante, vas a jurar ante Dios que amarás a una sola persona durante toda tu vida.
—¿Hasta que la muerte nos separe?—agregué.
—Difiero en eso, yo sigo amando a tu mamá. Pero Patty también es alguien importante en mi vida.
—Lo sé, papá —asentí y miré al suelo—. Quisiera que mamá esté aquí.
—Yo también —besó mis manos—Pero papi está aquí, no sé cómo sigo entero con todo lo que me has hecho pasar, mi ovejita descarriada.
—Perdón papá.
—A veces que los hijos se rebelen no está mal, uno aprende más así que viéndolos como ángeles. Algún día me entenderás. Cuando tu mamá me dijo que ibas a venir lo primero que pensé es que ojalá sea un niño o si era una niña pues mejor, sería más fácil criarte porque ya tenía tres niñas buenas y obedientes
—¿Y qué pasó? —le pregunté.
—Tu mamá parió al anticristo —bromeo—. Tú siempre has sido la especial en el buen sentido, desde bebé odiabas estar en brazos de otras personas que no sea tu madre. Siempre llamabas la atención. Una vez fuimos al cumpleaños de tu tío Ed, tú le habías robado un labial a mamá y te pintaste, lloraste cuando quisimos sacartelo así que te lo dejamos. En medio de la fiesta una amiga de tu tía te miró y dijo que eras muy pequeña para maquillarte. Recuerdo muy bien tu cara antipática de levantarte del suelo y llevar tus manitas a tus caderas y decirle "Pues si no te gusta no me mires". Tenías tres años.
—Entonces sí era yo. —le di la razón.
—Tú siempre luchaste por lo que quisiste, siempre. Eres muy fuerte y te da igual lo que piensen de tí siempre sigues tus ideales, eso es lo que adoro de tí. Pero quiero que estes segura de esto, que seas feliz y yo siempre estaré a disposición tuya.
—Gracias.
—Y por supuesto, respeta a Martin y también que él te respete porque sino...
—Martin es un ángel.
—Pues te aguanta, eso es mucho.
—Hey.
—Ya, basta de bromas —besó mi mejilla—. Yo siempre, estaré contigo aunque empieces a formar tu familia, nunca lo olvides.
—Nunca, te lo prometo. —le abracé.
—Te amo, mini Alice.
—Yo a tí, Russell.
Siento mis ojos húmedos de nuevo pero ya estoy cansada de llorar.
Entraron mis hermanas, detrás el fotógrafo que en modo paparazzi captó el momento en donde Russell me abrazó.
Constance entró a los gritos con Abby diciendo que era el momento.
Estoy lista.
Tori me entregó el ramo, nos tomamos unas fotos con papá y sólo fui empujada por todas hacia la puerta de aquella iglesia.
En ese momento no pude pensar nada, sólo miré la puerta cerrada luego de que las damas entraran.
No puedo creer dónde estoy, en lo retorcido que es el destino. Estaba segura que hoy no estaría aquí pero estoy y enfrentaré esto.
Uno... Dos... Tres.
Abrieron las puertas, Russell me lleva y camino a duras penas en ese largo pasillo bajo la mirada de todos, esto es algo incómodo.
Vi en el altar a Martín, con su cabello rizado y su barba que adoraba verla como se la ha dejado con una gran sonrisa y emoción que noté como una lágrima salió de él.
Ay Dios, haberlo dejado lo hubiera matado.
En realidad la muerta soy yo, pero prefiero cargar mi cruz yo por él.
Llegamos al altar, ví detrás de él a Abby llorar y Connie la mira como si fuese un monstruo horrible.
Russell me abraza, yo me aferro a él y no puedo evitar llorar.
Nos mantenemos alrededor de un minuto, sólo cerré mis ojos porque a partir de ahora un paso hacia adelante cambiará mi vida.
Debo soltar a Paul como estoy por soltar a mi papá.
Adiós hueco, adiós Paul, adiós a mi vida, adiós a mi alma, adiós a mí misma.
—Te deseo lo mejor del mundo Mimi, te amo.
—Y yo a tí. —besé su mejilla.
Subí los dos escalones, frente a Martín que no fue capaz de decir nada ante el shock, le sonreí a duras penas y miré al cura.
Es lo mejor para todos.
Mi nueva vida empieza.
Actualidad...
—Lo hice. Me casé y fueron los mejores años de mi vida con ese hombre a mi lado.
—Años que son una mentira porque no lo amabas. —replicó.
—Por supuesto que sí —miré indignada—. Tu padre y yo nos amábamos mucho, formamos muchas cosas juntos y aunque haya habido peleas que como tiene cada matrimonio nunca nos hemos separado. Yo amé mucho a tu padre también.
—Lo amaste porque ya no tenías opción. —asintió.
—Era lo correcto, yo tenía que seguir adelante y así lo hice. Mírame dónde estoy.
—Ah pues qué bien te fue —ironizó—¿Qué hay de mí entonces?
—Dije que iba a salir adelante y así lo hice. Tú siempre estuviste en nuestra mente así que la noche de bodas yo recuerdo que fui sl baño y me miré al espejo. Pensé que era momento de seguir y cuando volví con tu papá le dije que quería tenerte.
—¿Hacía menos de veinticuatro horas quisiste fugarte con un tipo y luego le dices a otro que te haga un hijo? Por Dios, estabas desequilibrada y un hijo no te soluciona la vida.
—Lo sé, pero me pareció algo bueno de empezar y no me equivoqué.
—Pero si tú... Tú dijiste que yo...
Se levantó de la cama llevando las manos a su cabeza con frustración.
—¿Sabes qué? Estás loca —me acusó—. Te estás inventando esto y no sé por qué. Quizás... Paul nunca existió o sí pero tú lo exageraste todo.
—La historia no termina todavía.
—¡Te casaste porque papá fue tu segunda opción! —me miró con horror.
—Siéntate —apunté la cama—. Déjame terminar y luego insúltame lo que quieras.
—No sé con qué locura me saldrás ahora, no puedo creer que lo hiciste.
—Piensa lo que hubiera sido de nosotras dos si yo no iba a ese altar.
—No entiendo.
Alguien tocó la puerta, Susu miró la hora de su celular y asintió para abrirla.
—Buenos días, qué bueno verte tú siempre con tu madre. —le saludó el doctor Sullivan tras estrechar su mano.
—Como debe ser. —dijo ella.
—Ojalá todos los hijos sean como tú, acompañando a su madre.
—Y ojalá que todas las madres no sean como la mía.
Sullivan la miró, algo serio sin entender muy bien su ataque, ella sonrió como si de una broma se pareciera. Ah, mi karma.
—¿Cómo te sientes Emily? —me preguntó.
—Bastante nerviosa y asustada.
—Pues tranquila—miró su planilla—. Ya vi tus análisis que te has hecho por la mañana y todo está en orden así que están preparando la sala de cirugías para tí.
—¿En serio? ¿Ya?
—Todo saldrá bien, mientras más rápido mejor. Llegaran las enfermeras que te llevarán a cirugía descuida, nos vemos allá.
Salió de la habitación, Susu bufó y tomó el cofre para guardarlo y cerrarlo.
—Hablaremos luego. —lo dejó debajo de la cama.
—¿Y si no sobrevivo?
—Tú no vas a dejarme. —miró a mis ojos.
Jamás lo haría.
Buscó de su bolso una coleta y me ató el cabello para luego besar mi mejilla.
—No es momento de seguir hablando, lo haremos cuando te recuperes.
Sé que está furiosa conmigo pero su corazón es tan bondadoso que piensa en mí primero, no lo merezco.
La abracé, sólo necesitaba eso para sentirme mejor, pareció incómoda y limpió rápidamente una lágrima que salió de sí, sólo permaneció seria y miró su celular.
—Vas a estar bien, mamá.
—Perdóname.
—No sé si podré hacer eso — contestó—. No quiero hablar de eso.
Llegaron las enfermeras, abrieron la puerta y parecieron abalanzarse a mí.
Susu solo cruzó sus brazos, con una mirada fría y seria en un rincón.
Estoy preocupada, ella no es capaz de mostrar expresión alguna, sólo cumple su rol de hija esperando que salga bien mi operación.
Me senté en la silla de ruedas, le sonreí. No fue capaz de devolverme el gesto. Lo único que hizo se acercó a mí y tomó mi mano.
Salimos con las enfermeras que me llevaban por lo largo de los pasillos, no hablamos nada.
La vi quedarse a mitad de camino, pálida, despeinada y con un rostro de piedra viéndome entrar a quirófano, no hizo nada, parece desconectada.
Lo siento bebé... lo siento.