Lo que dijo Elías sobre el infiltrado era lo siguiente: la razón de editar temporalmente las memorias de Max y Marisol, le sirvió a Khurk Manchay para no ser mencionado ante el guía encargado y así podría merodear dentro del museo; dando acceso a los terroristas. En caso contrario, si Luna hubiera dicho que había tres estudiantes, Elías y los demás lo buscarían, pero eso haría que los terroristas los acorralen; con la invasión hecha en todos lados.
Ante tal deducción, el maestro dice otras preguntas:
—¿Quién sabía de la ubicación del cristal? ¿Khurk o los terroristas?
—Eso es lo único que faltaría saber maestro —Elías extiende su brazo derecho en dirección al cristal, y con telequinesia, lo saca de ese altar para ponerlo en sus manos—, pero a falta de información, le pido que lo cuide.
Elías le da el cristal al maestro Edward, este último estaba sorprendido, tanto que se quedó inmóvil por cinco segundos, pero al ver a su estudiante con una mirada determinada, recibe el cristal.
—¿Estás seguro? Este cristal te pertenece más a ti que al museo.
—Estoy seguro, me sentiré más aliviado si está en buenas manos.
—¿Más aliviado? —Edward cubrió el cristal con un pañuelo para ocultar su intenso brillo, sin embargo; su pregunta lo llevó a otra—. Elías, ¿sentiste otra vez la vibración de este cristal?
No era la primera vez que Elías escuchaba esa incómoda pregunta, recordó esa perturbadora experiencia que tuvo en su infancia; teniendo muy preocupados a su padre y a su madre, que fueron los primeros testigos.
—Si maestro, es por eso que confirmo que Khurk Manchay es una amenaza... ya que el cristal siempre me ha advertido de amenazas.
Es por eso que Elías, juzgaba firmemente al estudiante desaparecido.
El maestro asiente y sonríe confiando en el juicio de su alumno, guarda el cristal en el lado derecho de su saco, ya que en el izquierdo saca un formulario que anteriormente había mostrado en su escritorio y se lo entrega a su joven aprendiz.
—Hubieras empezado desde ahí, está bien Elías, lo cuidaré tal como tú cuidarás de los nuevos estudiantes, pero solo te faltaría este detalle.
Ese papel que obtuvo Elías, era para llenar sus datos y la de sus compañeros para participar en la prueba.
—Si que no pierde el tiempo maestro, bueno, al menos estoy confiando el cristal en el maestro más fuerte. Así que me inscribiré sin problemas.
—Mmm... no sé si soy el más fuerte, pero si el más responsable, ya que si hablamos de 'ser fuerte' esa es Leticia, ¿verdad?
La expresión del maestro cambió a una burlona, a lo que Elías dijo:
—Maestro, ¿en qué sentido está hablando?
—¿Así que me entendiste? Ya sabes Elías; en los DOS sentidos. Ja, ja, ja.
Elías se sonrojó, también era una costumbre para él que Edward se burle de sus intenciones amorosas, ya que cuando el maestro indica esa palabra 'fuerte" puede significar dos cosas: la primera es que esa persona tiene una gran fortaleza en lo físico o mental, pero la segunda señalaría al erotismo, cuyo aspecto junto a su anatomía tendría un potencial y sensual atractivo.
—¡Ya párele maestro, arruinó el respeto que le tenía hace poco!
—Está bien, no te enojes, mira cómo estás; tan rojo como tu camisa.
Al final no podía estar tan enojado con su maestro, tenía el formulario en mano y estaba a unos pasos de conseguir una de sus metas que era viajar y contemplar distintos paisajes. Cuando guardó el papel, el maestro le dice una cuestión más.
—¿Le dirás a Luna sobre esa jugada que hizo Khurk Manchay?
—Se lo diré una vez la vea. Aunque debo admitir que su idea de hacer equipo con Max y Marisol fue buena, ya que Luna se sentía mal y se olvidó por completo de ese error con el infiltrado.
—Cierto, por tu parte estás tranquilo, ya que ella pensando en otro hombre te elevaría los celos, ja, ja, ja.
—¡Carajo, ya pare con eso!
—Ja, ja, ja, ja —a pesar de la burla, el semblante del maestro cambio a uno serio—. Está bien Elías, pero enserio, para mí Luna es una buena opción, ya que con Leticia... no es sano ser persistente si ella ya te...
—Si, si, maestro, ya entendí. En verdad prefiero no hablar de eso.
El rostro de Elías cambió a uno triste, pero como costumbre suya, se rasca la cabeza e intenta cubrir el agujero de la pared central con la imagen del mural del Dios Viracocha, usando su telequinesia.
—Bien Elías, ve a explicarles a los nuevos sobre la prueba, yo mañana llamaré a unos albañiles para que cubran esa pared. Si de algo estoy seguro, es que el cristal ya no puede guardarse en el mismo lugar.
—Cierto maestro, nuevamente gracias por cuidar del cristal —Elías dio media vuelta, pero Edward da unos pasos adelante.
—Elías, así pases o no la prueba, lo que viene más adelante será todo un reto, ya sabes, me refiero a los 'universitarios'.
Edward le muestra el pulgar arriba y Elías asiente dando a entender lo que le esperaba, el joven deja la sala, mientras su maestro observaba el mural.
Tanto el docente como el alumno estaban preparados para sus respectivos asuntos, mientras que las cámaras de seguridad del museo reactivaron automáticamente una gran barrera para cubrir y blindar su edificio.
Elías estaba caminando de forma apresurada en los pasillos del segundo piso, ve el jardín que estaba iluminado y hace una sonrisa, ya que la emoción de poder participar en la prueba seguía latente en su interior.
«Los universitarios... ser universitario y después...».
Estaba sumergido en sus pensamientos, hasta que unos pasos se escucharon detrás de él, pero era de alguien conocido.
—¿Elías? ¿Qué haces ahí? —era Max, que seguía en compañía de Marisol, pero ambos con un cambio más cómodo en sus ropas.
—Oh, me ahorraron el tiempo de ir a buscarlos, por cierto: ¿Qué tal sus habitaciones? Espero que sea de su agrado.
—Son hermosas —respondió Marisol—, pero ¿por qué nos hospedamos aquí? Creí que iríamos a esas zonas residenciales que estaban en la ciudadela.
—Es por su seguridad, la zona residencial está siendo protegida por los universitarios, pero aquí tienen a Luna, el maestro y yo, no se preocupen.
—¿Por qué no mencionaste a Solimán? —preguntó Max.
—A verdad... si, él también. Díganme; ¿ya han cenado?
Movieron la cabeza diciendo 'no' de inmediato, ya estaban conformes que Elías y Solimán no se llevaban bien, así que cuando se trate de ellos, los extranjeros harían de oídos sordos.
—¿Para qué nos buscabas? —preguntó Max con una ceja levantada.
—Quiero remediar la mala experiencia que han tenido con una buena comida... ¿me acompañarían?
Max y Marisol aun tenían el plan en mente así que lo siguieron, pero leve fue su sorpresa, ya que no se habían percatado que donde vivía y dormía Elías; estaba en la misma azotea.
Ese piso era amplio y solo había dos puertas muy separadas, uno era las escaleras donde habían salido los jóvenes y el otro era un departamento que cubría solo la tercera parte de toda la azotea.
Cuando entraron, vieron una elegante sala blanca con muebles del mismo color, comedor de mesa extensible, una visible cocina y un pasadizo dirigido al baño y dormitorio, con la única diferencia que, en la misma sala; había un rectangular techo de vidrio con buen panorama hacia el cielo.
—Nuestras habitaciones son espaciosas con unos toques victorianos, pero tu tienes un departamento bastante moderno, más bien; con un diseño futurista con vista a las estrellas —dijo Marisol mirando cada ángulo.
—Quería ponerle mi estilo, aunque admito ser admirador de la ciencia ficción.
Explicó Elías un poco avergonzado mientras Marisol, seguía maravillada. Max da unos pasos delante de su amiga y usa su telepatía.
«Este sería un buen centro de operaciones, alejados de metiches».
«Ci-cierto Max, no voy a negar que el sitio es bonito, pero al menos yo estoy siendo amable para que estemos pegados a Elías, ¿y vos?».
«Me ganaré su confianza, aunque necesito otra idea para que él luche de nuestro lado, necesito una creíble excusa».
Ambos con los ojos puestos en el techo de vidrio, Elías se dirige a su comedor y los invita.
—Tomen asiento, les voy a comentar algo mientras esperamos a... —es interrumpido cuando la puerta se abre de inmediato por parte de Luna.
—¡Bien! Justo a tiempo, aquí están los ingredientes Elías. ¿Ya les dijiste que harán equipo contigo para que participen en la prueba?
Max y Marisol con los ojos bien abiertos, querían creer que la palabra 'equipo' era algo que ellos estaban buscando con Elías, pero este último dice:
—Ya estaba por ahí —aguanta su risa—, primero te ayudo con la cena.
La televisión de la sala estaba encendida, Max y Marisol veían sentados en el sofá y a la vez echaban una mirada a Elías y Luna en como cocinaban.
—Elías, ahora que me acuerdo, podemos utilizar las cámaras de vigilancia del vestíbulo, así podremos saber que se llevó el infiltrado.
—Excelente, pero Luna, si necesitan ayuda; no dudes en llamarme.
La pelirroja al picar las verduras, le decía que no se preocupara de ello mientras le regalaba una sonrisa, Elías solo hace un suspiro por esa reacción.
«Oye Max, ¿no se ven muy acaramelados? Hasta me da envidia».
«Seguro, pero Luna dijo algo que me llamó la atención».
Max, se levanta del sofá para sentarse en el reposa brazos, lo que hizo se ganó la atención de Elías, y el extranjero pregunta:
—¿Y quién era la persona que estaba conmigo y Marisol?
Elías, que ponía las ollas encima de las hornillas de su cocina, desvía su mirada y le responde sin pelos en la lengua.
—Tal como oíste, es un infiltrado, también estuvo a cargo de los terroristas que se los querían llevar.
Ambos se levantan enojados de la noticia y Luna, trataba de calmarlos.
—Les contaré todo, sentémonos en el comedor.
Al final, Elías terminó explicándoles de todo lo que conversó con el maestro Edward, Luna no sabía que Max y Marisol habían sido víctimas de una habilidad conocida como 'hipnosis', con la cual, el infiltrado tuvo éxito en hacer que los terroristas invadan, pero solo faltaría saber; qué se llevó del museo. Con todo lo dicho, Elías les dijo que, para seguir resguardando su seguridad, él se encargaría de su protección y entrenamiento si formaban un equipo, y más; si participaban en la prueba del laberinto.
—Un equipo, no me molestaría —dijo Max, pero en su interior no dejaba de gritar: «¡genial carajo, genial! ¡Todo marcha a la perfección!».
Elías muestra el formulario para que pongan sus datos como equipo oficial que se inscribirá en la prueba y Marisol, con el papel en mano dice:
—¿Qué es eso de la prueba del laberinto? —al preguntar; un plato de arroz con guiso de carne es puesto delante suyo gracias a Luna y le explica.
—Es como un examen de admisión que se hace dos semanas después del inicio de las clases de los académicos, lo importante ahí es: 'el trabajo en equipo' y es estrictamente supervisado por lo docentes, ya que lo famoso de esa prueba es que no todos lo pasan.
—¿T-ta-tan difícil es? —a Marisol le costaba agarrar el tenedor.
—Lo es, pero no imposible. Además, si están con Elías lo lograrán
Dicho y hecho, Max y Marisol se miraban entre sí y escriben sus datos en el formulario, Elías al recibir el documento no pudo ocultar su alegría, también llena sus datos y usa la pulsera de Luna para escanear la hoja.
El equipo, pero de novatos, ya estaba hecho.