K i m W o n p i l
No era Las Vegas, pero de todas formas lo llamaban el pueblo que no dormía o el pueblo zombie.
La mayoría de personas en el pueblo no dormían y se movían tan lento como un caracol por el peso del cansancio, pero no llegaban a tener el suficiente sueño como para dormir.
Llevaban años sin dormir.
El insomnio empezaba cuando se llegaba a la adolescencia, se creía que era la etapa en la que el amor podría llegar a tu vida en cualquier momento. Entre los doce o trece años de edad, allí empezaba todo. Llegabas a ese punto y nunca más dormías.
A menos que encuentres a la persona destinada.
Lo que pudo ser una leyenda absurda se convirtió en una pesadilla en carne viva y eventualmente, las personas se acostumbraron a no dormir hasta que conozcan a su destinado... lo que podía tardar años.
Entre más años pasaban, más cansados lucían. Hubieron casos de personas que no pudieron llegar a la vejez, porque después de al menos veinticinco años sin dormir, su sistema colapsa completamente y la persona destinada nunca llega.
La gente del pueblo ya no le veía ninguna gracia al dicho: nadie se muere de amor. Porque efectivamente aquí podrías morir si éste no llega a ti.
Era una suerte que personas destinadas ya se hayan reunido. Una vez que estos se conocen, los hilos se mueven solos y lo sientes, lo ves. No sólo el amor, sino también el sueño. Desde ese día puedes volver a dormir y dejarás de ser un lindo zombie que en lugar de necesitar sesos, necesita amor.
Wonpil llevaba años sin pegar un ojo y le sigue fastidiando tanto que su descanso dependa de encontrar a la persona que está destinada a darle amor y a recibirlo de él.
A menudo se pregunta qué pasaría si su pareja destinada está en Groenlandia, Brasil o Ecuador. Para él, eso sí que sería ser salado¹.
-¡Mira, Won! -su madre parecía bastante emocionada por la nueva casa-. ¡El jardín es precioso y la cochera es enorme para los instrumentos!
Se habían mudado al pueblo zombie. No le gustaba, para ser honesto. Porque era un pueblo triste, la mayoría caminaba lento y miraban mucho las caras de los otros con la esperanza de sentir o encontrar a su destinado y al pasar los años, parecía que la vida se redujo a eso.
Querer a alguien que te quiera y que te ayude a dormir.
Wonpil miró a sus hermanos. Ellos parecían emocionados por la cochera grande, era cierto que hasta la batería de Dowoonie entra allí.
Una vez que acomodaron todo, Wonpil entró a su nuevo hogar sin mirar a nadie que no sea de su familia. Parecía ser el único no interesado en ver si tendría suerte en ese pueblo, pero esto era un juego al azar y él lo sabía, así que prefería aplastar con sus propias manos la esperanza que quería crecer como flores en medio de las rocas.
En ocasiones quería llorar, porque de los cinco hermanos, era el único que no dormía todavía. Por las noches la casa era bastante silenciosa. Jae, Sungjin, Younghyun, ¡incluso Dowoon había encontrado ya a su destinado y él seguía como un búho!
Jae trató de cantarle una nana pero no funcionaba, simplemente no podía dormir.
Y luego Jae se frustró, así que llamó a Jamie para que ella le cantara una nana a Wonpil y siguió sin funcionar.
A veces las cosas no salen como uno quiere.
* * *
-¡Mira que lindo desayuno!
La madre de los muchachos eran tal como Wonpil fue de niño, entusiasta. Todo era lindo y buscaba cualquier fecha para celebrar. ¡Celebraban dos días de San Valentín al año!
La casa se llenaba de corazones rojos y blancos. Lo único que Wonpil rescataba de la celebración, es que había mucho chocolate.
-Sí, mamá. Es bastante lindo.
El arroz que acompañaba la sopa tenía una carita feliz hecha de kimchi.
Habían pasado cuatros semanas desde que se mudaron y Wonpil es el que menos sale.
-Hoy pueden ensayar en la cochera.
Cuatro semanas y Wonpil no sabía cómo decirle a su familia que al no dormir desde hace años, su espalda duele y sus manos ya están reacias a tocar el teclado.
Necesitaba descanso, su cuerpo no estaba aguantando mucho.
El día había pasado como siempre, apenas y pudo tocar el teclado. Quizás no lo notaron, y si lo hicieron, pues no dijeron nada.
Cuando todos estaban durmiendo, Wonpil agarró una chaqueta y salió de casa a dar una caminata. El pueblo seguía en cámara lenta y no era raro ver a las personas despiertas tan tarde. Es más, a diferencia de otros pueblos o ciudades, en la noche es cuando el pueblo zombie lucía más vivo.
Dio varias vueltas y acarició a varios gatos, pero se alertó cuando al entrar al perímetro de su casa, se oyeron voces en el patio trasero. Caminó con sigilo en medio de la oscuridad y cuando estuvo más cerca, distinguió una voz femenina:
-¡Ven aquí, Daisy, ven aquí!
Wonpil se preguntó quién rayos era Daisy.
-Dai, ven aquí. No vayas a tener bebés conejos en el patio de los vecinos que sí duermen.
¿Los vecinos que sí duermen? ¿Así era como la gente del vecindario los llamaba? Vaya, sin ser cruel, eran probablemente la única familia casi completa que dormía. Qué novedad.
-¿Qué haces aquí?
-Oh, mierda -pronunció la chica.
Estaba de cuclillas, como si efectivamente buscara algo. Wonpil estaba a punto de prender el foco que iluminaba el patio, pero notó en la penumbra brincos desinteresados que buscaban lugar en una pequeña cueva de plantas que se había formado sin querer.
-¡No, Daisy, ven aquí!
-¿Estás en mi casa y te atreves a ignorar mi pregunta?
Wonpil no era agresivo, pero tampoco es que puedes ser muy amable cuando llevas años sin dormir y una extraña entró a tu patio sin permiso llamando a Daisy.
-Lo siento tanto, Daisy está a punto de dar a luz y se entró a tu patio y luego a la cueva pequeñita.
-¿Qué?
-Mi coneja va a tener conejitos en tu patio, ¿y todo lo que dices es "qué"?
Oh. Ya comprendía.
Wonpil vagamente recordó a su conejo de la infancia llamado Horatio. Jae lo dejó salir y este nunca más regresó.
El muchacho bajito estiró su mano y presionó el interruptor de la luz, prendiendo el foco. El patio se iluminó y vio con más claridad a la figura que estaba frente a él.
Todo fue en cámara lenta.
La chica se levantó, dejando caer su cabello sobre su espalda, para luego girarse hacia el dueño del lugar.
Wonpil quiso llorar.
Y ella también.
Podían ver el hilo. Era dorado como el sol y el trigo. Como un pancito recién sacado del horno. Lucía como lo que era, el fin de una pesadilla.
Se dijo a sí mismo que fue un estúpido al no querer conocer a sus vecinos antes y que no debería ser tan apático.
-No estoy loca, ¿verdad? -la voz de la muchacha estaba rota y llena de esperanza, todo al mismo tiempo-. Puedes verlo tú también, ¿no? Porque joder, siento que me estoy volviendo loca.
-Puedo verlo -murmuró Wonpil-. Yo pensé que no existías o que vivías en algún lugar recóndito del mundo, ¡quizás con una tribu!
-Gracias por existir.
Ambos lo dijeron al mismo tiempo. Con alivio y añoranza, quizás no con amor todavía pero se habían encontrado y era lo que importaba. Wonpil casi quiso reírse porque encontró a su persona destinada por una coneja que estaba buscando un lugar para parir.
-Soy Kim Wonpil.
Ella murmuró su nombre sin saber muy bien qué hacer. Mandó todo al carajo por sus ganas de darle un abrazo, fue corto y sencillo pero se sintió bien. Wonpil apenas pudo reaccionar pero estaba bien con ello.
Caminaron uno al lado del otro para ver qué sucedía en la pequeña cueva.
Se recostaron en el césped a la espera de algún milagro mientras veían a Daisy traer al mundo un conejito tras otro. Estaba uno frente a el otro.
-Siento los ojos pesados.
-Yo igual -Wonpil le brindó una sonrisa.
Había olvidado lo que era caer dormido de forma lenta. La chica le miraba con algo de curiosidad pero al mismo tiempo luchaba por tener los ojos abiertos.
-Buenas noches, Wonpil.
-Buenas noches.
Le echaron un último vistazo a Daisy que estaba rodeada de conejos pequeños blancos.
Entonces, después de años, volvió a dormir.
Soñó con conejos, parejas destinadas, caminatas nocturnas y familias conciliando el sueño.
Deseó que todos encuentren el descanso.
Había olvidado lo que era soñar al cerrar los ojos, lo que se sentía.
Sabía que de ahora en adelante, le esperaba una mejor vida.
¹: Forma de decir que tiene mala suerte.
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¿Lo vieron? ¿Vieron el mv?
Soy lágrimas.
STREAM PARA QUE NUESTROS CHICOS TENGAN LO QUE MERECEN.