Prometo Guardar Nuestro Secre...

By CesarElNoctambulo

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«En lo prohibido está el placer, y el placer está en tu piel». Juré no volver. Juré alejarme de ella, y de t... More

Prólogo
Cap.1 │Regreso
Cap.2 │Reencuentro
Cap.3 │Recuerdos
Cap.4 │¿Celos?
Cap.5 | Provocación
Cap.7| La Habitación 405
Cap.8 | Todo Vuelve a Empezar
Cap.9 | Pecado
Cap.10 | Suspicacias
Cap.11// Visita Inesperada
Cap.12 | Morbo
Cap.13 | ¿Por qué te siento extraño?
Cap.14 | Swinger Party
Cap.15 | Esto no me gusta
Cap.16 | La Trampa
Cap.17 │ Atrapados
Cap.18 │ Chantaje
Cap.19 │ ¡Solo les queda obedecer!
Cap.20 │Soy de lo peor
Cap.21 │Tragedia
Cap. 22 | El inicio del fin
Cap. 23 | Sospechas e Incertidumbre
Cap. 24 | Yo sé lo que hicieron
Cap. 25 | ¡Es Culpa Tuya!
Cap. 26 | Todo empieza a complicarse
Cap 27 | Mentir a un amigo
Cap. 28 | ¡Tenía que hacerlo!
Cap. 29 | Sospechoso
Cap. 30 | El final de una mentira
Cap. 31 | Persecución
Cap. 32 | Nunca tuvo que ser así (Final)
Nota del autor

Cap.6 | Donde Hubo Fuego...

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By CesarElNoctambulo

Aquella noche no pude dormir. Había dejado a Carolina en su casa y mientras estaba en el taxi de regreso a casa, no podía dejar de pensar en Sabrina, en la forma como la besaba y la tocaba, como gozaba como disfrutaba de cada beso y no podía evitar recordar, no podía evitar sentir celos, pensaba que todo estaba en el pasado, pero los demonios estaban volviendo y cada vez más fuertes. Observaba las calles de la ciudad en el regreso y cada farol que veía era un recuerdo más, aquellos momentos, aunque fueron prohibidos fueron intensos, cada detalle, cada palabra, estaba mal, estaba realmente jodido, él era mi mejor amigo y no podía sentir lo que sentía, estaba enloqueciendo y no podía con los pensamientos.

— ¿Está usted bien señor? — Preguntó el taxista al ver mi rostro por el retrovisor.

— Si, estoy bien. Gracias. — Mentí.

— Parece preocupado por algo. — Insistió el chofer quien me miraba con cierta preocupación.

— No se preocupe, gracias. Estoy realmente bien, solo deseo regresar rápido a casa. ¿Podría ir más rápido por favor? — Contesté rápidamente.

— Sí señor. — Asintió el chofer de taxi.

Llegué al apartamento, pero no deseaba dormir, las imágenes se repetían una y otra vez en mi cabeza como un maldito disco rayado. Tome una botella de Jack Daniel's que estaba en la isla de la cocina, tome un vaso y le coloqué unos cuantos hielos, mis manos temblaban de la ansiedad. A pesar de eso me tomé el trago de una sola vez, deseaba que el alcohol por una sola vez sea el remedio para lo que me pasaba. De pronto pasaron nuevamente los recuerdos de años anteriores, de una época en lo que no me había importado traicionar a mí mejor amigo para meterme entre las sábanas de su futura esposa, no podía evitarlo, aquella noche deseaba ser él, no quería admitirlo, pero era así.

No recuerdo en qué momento pude conciliar el sueño, pero cuando desperté eran las diez de la mañana, tenis la misma ropa de la noche anterior y estaba acostado en el sofá, la botella de whisky estaba en la mesa de vidrio en la sala, estaba casi vacía, y el vaso estaba en el suelo, seco. Miré hacia todos lados intentando recordar que hacía en la sala vestido con la misma ropa, miré hacia el suelo y pude ver mi teléfono el cual se había caído de mis manos. Lo levanté y al encenderlo vi las llamadas que Carolina había hecho, había estado marcando desde hacía una hora y lo más probable es que estaba preocupada al no tener noticias mías. Toqué la pantalla y marqué su número esperando que me contestara.

— ¿Aló? ¿Abel, dónde estabas? — Preguntó con cierta preocupación — Te llame varias veces y me mandaba al buzón.

— Discúlpame, lo dejé cargando mientras dormía — Mentí mientras caminaba hacia el balcón —, perdóname, no quise asustarte.

— Descuida. Más bien, ¿Quieres que nos veamos hoy cuando salga del trabajo? — Preguntó.

— Sí, claro. Paso por ti al finalizar tu día. — Respondí.

— Perfecto cariño, entonces te espero. Besos.

Cuando Carolina colgó el teléfono, una sensación extraña recorría mi cuerpo, me era extraño estar con Carolina y tener estos pensamientos con la esposa de mi mejor amigo. Tenía deseos de contarle la verdad, pero no valía la pena, o al menos eso pensé en ese momento, por una parte, creía que podría tener todo bajo control, no era necesario romper esto por culpa de un recuerdo.

Carolina me llamo a las tres de la tarde diciéndome que saldría a las seis y media, me duche, y me vestí para verla, tome un taxi y me dirigí a recogerla. Esta vez no trate de pensar demasiado, así que me puse a buscar cualquier cosa por internet, ver las redes sociales, entretenerme en alguno de los juegos que tenía en el móvil, cualquier cosa que me ayudara a mantener mi mente ocupada y así no traicionarme una vez más.

Al llegar me tomé con un edificio enorme, tenía alrededor de dieciocho pisos, era de un diseño moderno y la gente que entraba era muy elegante. El bufete de abogados en el Fernando y Carolina trabajaban estaba en el piso once, era la primera vez que estaba aquí, ya que me fui a Europa antes que él entrara a este lugar.

— Buenas tardes, ¿En qué puedo ayudarlo? — Dijo el señor de recepción. El hombre era un tipo robusto de estatura media, con una mirada amigable, el cual generaba confianza.

— Buenas tardes, vengo a ver a la abogada Carolina Vega.

— Un momento por favor — Dijo el amable recepcionista, mientras esperaba admiraba la enorme construcción, el lugar era de un estilo moderno, muebles confortables del mejor cuero, la recepción era una estructura de granito, con bellos acabados.

— La señorita Vega lo está esperando. Piso once. — Dijo el hombre de recepción.

Caminé hasta el ascensor y antes de apretar el botón para que regrese, una mano de mujer se me adelantó, Era Sabrina. Llevaba un vestido crema que le quedaba perfecto a su figura.

— Que sorpresa verte aquí. — Dijo Sabrina.

— Vine a ver a Carolina — la miré directamente a los ojos —, vamos a ir a pasear y luego a cenar.

— Interesante plan. — Contestó sarcásticamente.

El ascensor se abrió y entramos solo los dos con dirección al mismo piso.

— ¿Les gustó lo que vieron anoche? — dijo Sabrina con una sonrisa perversa en el rostro — o quizá deba decir... ¿Te gustó lo que viste?

— ¿A qué te refieres? — Pregunté mientras fruncía el ceño.

— Te ví mirándonos a Fernando y a mí. ¿Creíste que no me daría cuenta?

— ¿Sabías que estábamos ahí y no hiciste nada? — pregunté extrañado y asombrado.

— Contaba con que me verías, no pensé que la... Pareja tuya era tan fisgona. — Respondió Sabrina.

La tome del brazo y la obligue a verme a la cara, ella giro y con una expresión seria me miró a los ojos.

— Estás celosa de Carolina, ¿Es eso? Cómo ahora ves que cumplí con no meterme en tu vida ahora me sacas celos con espectáculos así. — Dije enérgicamente.

— ¿Celosa, yo? ¿Te estás oyendo?

— Si es eso, no me olvidas, o no quieres que tenga nadie más, quieres que esté ahí pendiente de ti... Vamos, admítelo. — La tome de los brazos con algo de fuerza.

— ¡Suéltame estúpido o empezaré a gritar! — Exclamó

De pronto ante tantas cosas que salían de su boca, no se me ocurrió otra idea que besarla, lo hice con maldad, pero pasión al mismo tiempo, era extraño, sentía que lo deseaba y que ella lo quería también, aunque su cuerpo dijera otra cosa, su boca parecía haberlo estado pidiendo desde hace tiempo. De pronto el forcejeo acabo y mis manos empezaron a tomarla suavemente de la cintura, ella ha dejado de pelear, su boca se mueve suavemente mientras que sus brazos rodean mi cuello.

Seis... Siete... Ocho.

Nos vamos acercando a nuestro destino pero no estamos pensando en eso, ella me aprieta a su cuerpo y mis manos la toman por sus nalgas, las cuales aprieto con fuerza, ella libera un gemido muy suave, me mira de nuevo y me besa con más pasión, nuestras lenguas juegan lascivamente, puedo sentir sus manos jugando con mi cabello, levantó su pierna izquierda y siento lo firmes que están sus muslos, no podemos detenernos, no lo deseamos hacer.

Nueve... Díez... Once.

El sonido del ascensor nos separa rápidamente, la puerta se abre y dos personas vestidas de traje están parados frente a nosotros esperando entrar, yo me acomodo la camiseta gris que llevo puesta y Sabrina se acomoda el vestido de forma rápida. Salimos raudamente y caminamos sin mirar al lado, cómo queriendo evitar las miradas y recordar lo que segundos atrás acababa de suceder.

De pronto sale Fernando, elegantemente vestidos y se dirige hacia nosotros.

— ¡Mi amor, qué sorpresa! — Dice Fernando mientras abraza a Sabrina. Ella lo besa como si nada hubiera pasado, y lo toma de la mano.

— Quise sorprenderte y venir a oficina para luego irnos a cenar. — Contesta Sabrina con una sonrisa.

— Abel, hermano... Me dijo Carolina que saldrían juntos — me da la mano de la manera de siempre, con una palmada previa y luego el puño como cuando éramos más jóvenes —, está terminándose de retocar, quiere verse muy bien para ti, la vi muy entusiasmada.

— Si, ella me avisó que saldría a esta hora y vine a verla para salir juntos.

— Y que les parece si vienen con nosotros — Interviene Sabrina con una propuesta que me deja helado —, sería una salida doble.

— ¿Una salida doble? — Interviene Carolina que ha escuchado la conversación mientras se acercaba.

Voy a su encuentro y la besó con pasión, ella me toma de la mano y volvemos hacia dónde están Fernando y Sabrina.

— Suena divertido — Dice Carolina mientras esboza una sonrisa —, es una muy buena idea.

— ¿Estás segura Sabrina? — Intervengo — quizá quieran estar ustedes dos a solas

— Para nada, es más, les pido que acepten la oferta, la pasaremos muy bien.

— Bueno, sí a Carolina le parece bien...

— Aceptamos. Es un excelente plan compartir tiempo entre parejas.

No lo podía creer. Por un momento pensé que Carolina se negaría, pero aceptó la invitación. Los siguientes minutos en el ascensor fueron extraños, por no decir incómodos, y es que estar los cuatro en un cuarto pequeño, tan juntos. Miraba a Sabrina y no podía decirse sus intenciones, pero si veía sus ganas, conocía esa mirada cuando estaba con ganas de disfrutar del peligro, la conocía muy bien porque mientras que tuvimos algo nos gustaba hacerlo en lugares donde el ser descubiertos era algo casi evidente, pero que en esos días era algo que nos importaba muy poco.

Decidimos ir a un restaurante cerca a la playa, uno de los lugares con mejor vista, nos subimos al auto de Fernando y nos dirigimos hacia el lugar en cuestión. Durante el trayecto no hablamos mucho, Sabrina miraba y tocaba a Fernando, mientras que yo estaba con Carolina hablando y dándonos uno que otro beso, aunque sabía que no lo admitiría, Sabrina miraba a través del retrovisor como me comportaba con Carolina, algo planeaba, podía sentirlo.

Llegamos a "La Flor del Mar", un restaurante con una de las mejores vistas de la ciudad. Para suerte nuestra había mesas disponibles así que entramos.

Fue aquí que las intenciones de Sabrina se materializaron. Durante la cena fue una constante provocación, ella estaba sentada al lado mío, así izquierda estaba Fernando y frente a él estaba Carolina, con esta distribución no me quedaba de otra que tratar de disimular, tenía a Carolina al lado y no podía hacer algo que la alertará, sino se armaría un lío que no deseaba tener.

— Dime Carolina, ¿cómo vas con el caso del empresario gastronómico? — Preguntó Sabrina mientras que disimuladamente empezó a tocar mi muslo.

— Todo muy bien, creo que ganaremos este caso, la defensa del fiscal no es nada sólida. — Respondió ella.

— Carolina es una de las mejores dentro de la firma, estoy seguro que nos apuntaremos una victoria más para el prestigio de la firma. — Añadió Fernando.

— No lo dudó — dije tratando de disimular el hecho que tenía la mano de Sabrina casi en mi miembro —. Carolina es una mujer muy inteligente y capaz.

De pronto sentí como Sabrina empezaba a bajar la cremallera de mis pantalones, yo intenté quitarle la mano, pero era difícil, así que no tuve remedio que inclinarme hacia adelante para evitar ser visto así. Sabrina tocaba mi miembro por encima de mi ropa interior poniéndolo cada vez más firme, y yo cada vez más excitado. Los segundos pasaban y sentía que podría terminar ahí mismo. Por momentos miraba a Sabrina y ella solo respondía a mis gestos con una sonrisa perversa, que dejaba en claro lo que quería.

Cuando el mozo llego con los platillos para degustar sentí como su mano dejaba de tocarme, una sensación de tranquilidad llegó a mí, y respiré hondo por un segundo. No sucedió nada más durante la cena, conversamos y yo intenté relajarme, pero no quería que acabe la cena sin devolverle la gentileza. Cuando terminamos de comer pedimos una botella de vino y nos quedamos un rato más conversando, fue en ese momento que decidí devolverle lo que hizo, así que sutilmente deslicé mi mano sobre su muslo, ella lo sintió y pude ver cómo abría la boca del asombro, yo la acariciaba y apretaba su pierna derecha, algo que la tenía inquieta y sin saber que hacer. De pronto me percate que nadie más me vería, y decidí ponerme más atrevido, y felices mi mano hacia sus nalgas, me incliné hacia atrás, y al notar que Carolina no veía lo que pasaba, yo seguí frotando mis dedos sobre su derrière. Sabrina intentaba disimular la excitación Alegando que tenía que ir al tocador. Se levantó y al hacerlo moví mi mano rápidamente, ella se dirigió al baño de damas y unos minutos después decidí hacerlo yo, dejando a Carolina y a Fernando conversando cosas del trabajo.

Cuando llegué al baño cambié de dirección y me dirigí al baño de mujeres. Al entrar vi a Sabrina mirándose al espejo, me dirigí sigilosamente por detrás y la tomé de la cintura.

— Eres una diabla, no has cambiado esas costumbres — Dije mientras la tomaba por la cintura y besaba su cuello.

— Y tú tampoco has cambiado, no puedes resistirte a tocarme el culo. — Respondió entre gemidos.

Le di la vuelta y volví a besarla intensamente, mis manos apretaron una vez más sus nalgas y besaba sus pechos por medio del escote. Ella gemía suavemente y antes de seguir y sucumbir ante lo que hacíamos me separó rápidamente.

— Veo que tienes ganas de tocar eh — dice ella mientras me toca el mentón —, te espero mañana en el hotel donde nos vimos la última vez, a las nueve de la noche.

Se separó de mí y se fue. Yo me arreglé, me eché algo de agua al rostro y mientras me miraba al espejo una parte de mi se decía, "¿Qué carajos estás haciendo?"

Volví a la mesa y luego de media hora decidimos dejar el restaurante, el regreso fue silencioso, Carolina estaba algo alegre debido al vino, por lo que decidimos dejarla en casa para que descanse. Luego nos dirigimos hacia mi apartamento, al salir me despedí de Fernando y luego de Sabrina, quien me envió un beso sin que Fernando lo notara. Cuando llegue a mi apartamento estaba confundido.

"¿En qué momento deje que todo esto volverá a salir a flote?" " ¿Qué demonios debo hacer ahora?"

Juro que una parte de mí no lo quería, pero por otra había cierta curiosidad, morbo... Deseo de verla y tenerla de nuevo, estaba siendo seducido de nuevo por sus besos y sus caricias, una vez nos veríamos en aquel hotel, donde nos vimos la primera y la última vez, no deseo ir pero por otro lado tengo ese deseo de tenerla. No puedo evitarlo, definitivamente todo estaba volviendo a ocurrir.

*****

La historia entre estos dos apenas empieza, de pronto todo vuelve a empezar.

Gracias por seguir apoyando esta historia, una vez más, disculpen la demora, pero por algunos problemas no había podido actualizar esta historia, pero aquí les dejo un capítulo para que disfruten.

Sigan apoyando esta historia, al igual que mis demás libros, sigan dándome sus likes, comenten que eso em ayuda mucho, y compartan esta historia a quienes creen que les guste este género.

Intentaré de veras actualizar más seguido.

Gracias por el apoyo y esperen el siguiente capítulo que esto se pondrá mejor y más excitante.

*****

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Saludos mis Noctámbulos(as)

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