—Déjame acompañarte a la puerta —dijo Yunho cuando el auto alquilado se detuvo frente a la casa de Hongjoong.
Ya habían ido a dejar a Jongho y Yeosang al departamento que compartían en una casa reformada cerca del río. La casa de Hongjoong era la siguiente parada.
—Si te dejo hacer eso, querrás quedarte a tomar una copa, y si te quedas para eso... —Hongjoong sonrió con timidez.
Los ojos de Yunho se iluminaron con interés.
—¿Por qué no debería quedarme a tomar una copa?
—Harás que el chofer de este auto espere aquí durante mucho tiempo. No queremos hacerlo enojar. Estoy seguro de que esta noche le gustaría llegar temprano a casa.
Yunho se acercó más. El olor de su costosa loción para después del afeitado, llenó el espacio entre ellos. —Puedo llamar a otro.
Hongjoong suspiró, apretándose más la bufanda alrededor de su cuello.
—Sabes que no puedes entrar, Yunho. No así. Ya no.
—No tuvimos una despedida apropiada. —Las palabras fueron bruscas y con tristeza, causando que Hongjoong se tragara las propias.
—Así es como es la vida, ¿no? —No había podido despedirse de sus padres antes de que murieran. Frecuentemente los finales eran súbitos.
Despedirse era un regalo que no todos recibían—. No puedo ir en contra de mis instintos sobre este asunto. Si Seonghwa elige a otro, bueno... se tendrán que hacer arreglos para mis celos. ¿Quién sabe lo que depare el destino?
—Eres un tonto. Ese niño y su papá te tienen en la mira. ¿Pero el alfa? Ese es otra historia. Aunque todos sabemos quién realmente lleva la batuta.
—No discutamos. Estoy cansado.
Yunho presionó su pulgar en el hoyuelo de la barbilla de Hongjoong.
—Un trago como amigos.
—No esta noche. Conozco esa mirada en tus ojos. La he visto durante años y siempre te di lo que querías, sí, lo que yo también quería, pero mañana no podría mirarme en el espejo si lo permitiera ahora.
—Eres muy seguro de ti mismo, ¿verdad? Tal vez sólo quiero una copa.
—Te quiero con locura, Yunho, pero mientes terriblemente. Otra noche compartiremos un trago, cuando no nos estemos sintiendo tan raros
—Extrañaré lo que teníamos.
Hongjoong sonrió y le tocó la mejilla.
—Yo también.
—¿Con quién vas a hablar acerca de esta noche?
Hongjoong se encogió de hombros.
—Tengo teléfono. Tal vez llame a alguien. Tengo amigos.
—Yeosang, Jongho y yo.
Hongjoong jadeó simulando sentirse ofendido.
—Tengo otros amigos. ¿Y quién dice que necesito hablar de esta noche? Fue lo que fue, él es quien es, y no hay más.
—Es un cachorro.
—Ya lo habías dicho y no cambia nada. —Hongjoong abrió la puerta del auto y salió. Se inclinó y le sonrió a Yunho por última vez—. Que te vaya bien.
Caminando hacia la puerta, estudió su casa de manera objetiva. ¿Qué pensaría Seonghwa de ella? ¿Cuánto tiempo se le permitiría conservarla una vez que se emparejaran? Si es que lo hacían. El patio de enfrente estaba lo suficientemente arreglado, contrató a alguien para eso, pero la parte de atrás y los laterales, parecían un desastre intratable. Probablemente Seonghwa querría venderla. No podía culparlo.
Hongjoong se detuvo en seco ante ese pensamiento, recordando cómo era la casa hace años. Su papá había sido mucho mejor encargándose de la casa de lo que él era, y siempre había lucido todo limpio y brillante. Estudió el roble junto a la valla, recordando los fuertes brazos de su padre alzándolo hasta la rama más baja, y la voz de su papá gritando:
«Sube con cuidado, cariño. Sólo hay un tú en el mundo entero».
La vida había parecido demasiado fácil antes de que sus padres fallecieran. Esta casa era todo lo que quedaba de ellos. Pero si se emparejaba y Seonghwa quería venderla, no tenía derecho legal para objetar.
Hongjoong se tragó la opresión en su garganta y entró.
Seonghwa jugueteó con el portaobjetos del microscopio, intentado un montaje húmedo con una gota de vino. Por lo general era bastante fácil, pero se sentía desconcentrado y tenía los dedos torpes. Le molestaba la calma que el tranquilizante alfa ejercía sobre él. Extrañar a Hongjoong ya se sentía como el tener una profunda enfermedad, pero al mismo tiempo, había estado contento de verlo irse.
La noche había sido incómoda y extraña, y él no había estado solo en esa evaluación. Había sido capaz de deducir a través de cambios sutiles en el olor y expresión, que Hongjoong también había estado incómodo en algunas ocasiones. No estaba bien. Nada de esto era como se suponía que debía ser. El ser Érosgápe suponía que encajarían perfectamente desde el principio, ¿no? La diferencia de edad entre ellos, ¿realmente importaba tanto?
Suspiró y presionó sus pulgares contra sus ojos. Sería fuerte. Sería el alfa que Hongjoong merecía.
Seonghwa volvió a consultar su libro de biología para ver las instrucciones sobre cómo hacer un montaje húmedo. Lo había hecho muchas veces antes, pero no era capaz de hacerlo bien esta noche. Frustrado al leer la misma frase por sexta vez, se echó hacia atrás en su silla y miró alrededor en su habitación.
¿Qué pensaría Hongjoong de ella? En las paredes había cuadros de veleros.
Su papá los había escogido cuando de niño le dieron esa habitación.
Además, balanceándose en las paredes, había dibujos que hizo de las maravillas que había encontrado debajo del lente del microscopio y el dibujo ocasional que hacía cuando estaba aburrido en el parque o mientras esperaba en la oficina de su padre en Piezas de motor Park o en el área de embarque. Seguramente ante los ojos de Hongjoong, parecerían cosas infantiles.
Probablemente la habitación de Hongjoong era la que había visto con las cortinas de encaje ondeándose con la brisa. Tendría sus muebles elegidos por él mismo, y cuadros en las paredes que había comprado específicamente bajo su propio gusto y que encajaban con él, ya que no tenía que adaptarse a nadie más. Y probablemente no había ni un solo pedacito de dibujo oscilando en ninguna parte. O si lo había, posiblemente era uno de sus propios poemas escritos a mano, compuestos por palabras devastadoras y pequeñas frases ingeniosas que desgarraban al lector con el significado y la luz.
Hongjoong era una maravilla, y Seonghwa tenía tan poco que ofrecerle que fuera realmente suyo. Cerró los ojos. ¿Por qué tenía que ser tan joven? ¿Por qué no había nacido cuando Hongjoong lo necesitaba? Entonces podrían haber crecido juntos, desarrollado gustos como uno solo, y vivir la totalidad de sus vidas uno al lado del otro.
El portaobjetos que aún sostenía, se deslizó de su mano sudorosa y aterrizó en la alfombra, dejándole una pequeña mancha roja. La miró malhumorado antes de agarrar el tallo de la copa llena de vino que estaba en la mesa, y tomar un buen trago de ella. La había robado de la barra cuando sus padres estaban distraídos pagándole al beta en la cocina. Beber interfería con el tranquilizante alfa pero también interfería con los pensamientos no deseados de su insuficiencia, por lo que tomó otro gran trago.
Recordó a Hongjoong poniéndose el abrigo al final de la noche, el olor a almizcle de su lubricante totalmente seco. El aire de la noche había entrado en el vestíbulo a través de la puerta abierta, robándole también la dulzura de su piel. Había estado tan orgulloso cuando Hongjoong produjo lubricante al verlo y luego había sido humillado al secársele durante la noche. Por supuesto que había sido incapaz de mantenerlo cautivado como su alfa. No debería estar sorprendido por ello. Apenas y había hablado con él.
Cerró los ojos y recordó el peor momento, justo al final.
Su padre les había dado las gracias a todos por ir, y estrechó sus manos. Su papá había hecho lo mismo, pero Seonghwa se había quedado atrás, inseguro de sí mismo. Hongjoong había envuelto su bufanda alrededor de su cuello, oscureciendo su hermosa garganta, y luego se volvió hacia él para decir con una sonrisa triste: —Ha sido un placer.
Seonghwa le dio un puñetazo al escritorio al recordar. Él no había sido suficiente. Debió haber sido galante y fuerte. Tendría que haberle dicho que tenía... que quería... Dios, todavía no sabía lo que le debería de haber dicho, pero debía de haber sido algo.
Los invitados de Hongjoong habían hecho un escándalo sobre cuán agradable había sido la velada y que la habían disfrutado inmensamente. Mentiras. Había sido rara y extraña, y ahora cada uno de ellos sabía lo imbécil que era él. Era horrible imaginar lo que podrían haberle dicho sobre él de camino a casa. Incluso ahora mismo podrían estarle llenando los oídos de cómo él no tenía la edad suficiente para darle la vida que se merecía.
Lo único bueno acerca de cómo había terminado la noche, fue cuando Hongjoong se volteó hacia su padre y le dijo: —Podemos iniciar las negociaciones cuando estén listos. No hay nada más que necesite saber antes de continuar.
Pero entonces su padre lo había arruinado diciendo:
—Te advierto que hay varios elementos en los que no voy a ceder.
Los ojos de Hongjoong se habían puesto inhumanamente fríos. Seonghwa sintió que su corazón se le apachurraba sólo de recordar esa mirada.
—Entonces yo debería advertirte lo mismo.
La respiración de Seonghwa se volvió irregular al recordar la mirada severa y el gruñido irritable de su padre. Seonghwa se había interpuesto instintivamente entre ellos pero se mantuvo en silencio. Por esa pequeña porción de galantería, había sido recompensado con una sonrisa genuina por parte de Hongjoong, y el tacto suave de dos de sus dedos.
—Gracias, Seonghwa. Ha sido una agradable velada.
Seonghwa gimió, endureciéndose su pene contra su pierna. Había sido un pequeño toque, pero quedó grabado en su memoria. Todavía podía sentir el cosquilleo en sus nudillos. Ningún otro hombre jamás podría satisfacerlo de nuevo. Presionó la palma de su mano en su miembro, cerrando los ojos e imaginando que Hongjoong estaba allí.
Al instante, se encogió. No, Hongjoong no podría estar aquí en este cuarto tan lleno de su niñez. Era mejor imaginarlos en su habitación. Las sombras fantasiosas de la habitación de Hongjoong se filtraron en su mente, calmándolo.
En el cuarto de Hongjoong, podía tomar y reclamar sin preocupación o vergüenza. Allí no había nada de su pasado. Serían sólo ellos dos.
Pero justo cuando se movió para desabrocharse los pantalones y liberar su miembro, se congeló. Yunho había estado en la habitación de Hongjoong. Lo había llevado allí. Había visto su comportamiento de lordosis, escuchado rogar por ser abotonado y ser satisfechas sus necesidades.
Le había ayudado a su Hongjoong, a su propio omega, durante el celo.
Gruñó y apretó su cabeza entre sus manos.
Ridículo, su papá había llamado así a esta reacción en los alfas. Incluso su padre aceptó que sus celos eran primitivos e indeseables en un hombre moderno. Y sin embargo, Seonghwa odiaba la idea de que las manos de Yunho estuvieran sobre Hongjoong. Odiaba a Yunho. Odiaba lo mucho que lo odiaba.
¿Qué si Yunho estaba allí ahora mismo? ¿Y si lo estaba tocando, complaciéndolo, mientras que él estaba aquí sentado solo y torturándose en su habitación? No habían firmado el contrato. Probablemente a Hongjoong le importarían un bledo los protocolos. Puede que no le importara en absoluto que fueran Érosgápe.
Reprimió un grito. Desesperado, agarró su vino y se lo tomó todo de un trago, estremeciéndose cuando el ardor luchó con la calma del tranquilizante alfa corriendo por sus venas.
No podía soportarlo. No lo soportaría. Tenía que asegurarse.
Con el corazón acelerado, alzó la ventana para abrirla y puso un pie fuera.
Un toquido en la puerta le hizo saltar y golpearse la cabeza contra el marco de la ventana. ¿Cómo es que sus padres, posiblemente pudieran saber lo que estaba planeando?
—¿Seonghwa? Te llaman por teléfono.
La voz de su padre sonaba molestamente petulante para sus oídos. ¿Cómo podría este sonar tan tranquilo, cuando sus propias entrañas estaban desgarrándose?
Su padre continuó alegremente: —Puedes contestar en mi estudio.
—No quiero hablar con nadie. —Estaba harto de las llamadas de sus amigos de la escuela, tratando de averiguar sobre los chismes acerca de su situación.
Su padre rió. —Creo que querrás hablar con esta persona.
Seonghwa torció los ojos, tomó una profunda bocanada del aire fresco de la noche, y volvió a meter su pie. —Dile a San que lo llamaré mañana.
—Es Hongjoong, hijo —dijo su padre con un divertido resoplido—. Baja y habla con él.
«Hongjoong».
Su corazón dio un salto y sus rodillas se debilitaron.
—Sí, ehm, espera. Sólo un segundo.
Fue hacia el espejo de su clóset y observó su reflejo. Sus pantalones estaban arrugados, su camisa era un desastre, y su cabello apuntaba en todas direcciones. Inaceptable. Con desesperación se peinó el cabello con sus manos y trató de contener la emoción picando en su garganta.
La puerta se abrió y su padre se asomó riendo.
—Hijo, es una llamada telefónica. No tendrá ni idea de cómo luces. Cálmate.
Seonghwa se pasó la mano por el pelo una última vez, caminó rápidamente junto al risueño de su padre y bajó las escaleras, prácticamente corriendo al estudio. Después de cerrar y ponerle seguro a la puerta, se desplomó en la gran silla de cuero detrás del macizo escritorio de madera de su padre, antes de agarrar el auricular del teléfono con una mano.
—¿Hola?
¿Podría haber sonado más sofocado y salvaje? Probablemente no. Se aclaró la garganta y se preparó para volver a intentarlo con una mayor estabilidad, cuando Hongjoong habló.
—¿Te sorprende escucharme esta noche, Seonghwa?
El sonido de su nombre por la boca de Hongjoong, subió por su columna vertebral. —Un poco. Pero también estoy contento. Creo. Es decir, no sé por qué has llamado. Tal vez no debería estarlo. —Estaba hablando de más, como un idiota—. Espero que sí lo deba.
—No estoy llamando para darte malas noticias si es eso lo que te preocupa.
—Ah, qué bien. —Seonghwa golpeó su frente contra el escritorio y la arrastró de adelante para atrás. Que Dios lo ayudara, era un fracaso en esto. Un fallo total.
El vino se movía por sus venas, deshaciendo el efecto del tranquilizante alfa con cada respiración. Tenía demasiado calor, por lo que se desabotonó el cuello de la camisa para poder respirar mejor.
—Tuvimos muy poca privacidad esta noche. —La voz de Hongjoong sonaba deliciosa. Seonghwa quería llenar toda una bañera con ella, para poder disfrutar del lujo de tener esa miel durante horas—. ¿Estás de acuerdo?
—Sí —dijo Seonghwa, con el corazón acelerado—. ¿Querías privacidad conmigo?
Hongjoong se rió. —Sería imprudente estar completamente a solas en este momento. Pero desearía haber tenido más oportunidad de hablar contigo. No sé si intercambiamos algo más que cumplidos en toda la noche.
—Quería hablar contigo, pero mi papá seguía interfiriendo. Creo que te quería sólo para él.
Hongjoong concordó.
—La mayoría de la veces los omegas disfrutan de su mutua compañía. Hay cierta experiencia compartida que surge al ser enviado tan joven a la escuela omega, entre otras cosas.
Otras cosas como celo. Sumisión. Embarazo. Todas las cosas que un alfa jamás podría realmente conocer o entender.
—Leí tus poemas. Los que mi papá me dio.
—Lo sé, lo discutimos antes.
—No en realidad. Sólo te enteraste de que los leí, pero no hablamos acerca de ellos.
—¿Quieres hablar de ellos ahora?
—Sí —dijo Seonghwa, encantado con la oportunidad de formular las preguntas que había deseado hacer cuándo leyó los poemas a solas en el techo.
—Está bien. ¿Qué te gustaría saber?
—¿Realmente has visto una ballena en el mar, o fue algo que escribiste de tu imaginación?
Las ballenas se habían casi extinguido desde hacía tanto tiempo, que verlas era increíblemente raro. Seonghwa no sabía si alguna vez habría conocido a alguien que vio una con sus propios ojos.
—¿Tú qué piensas?
—No lo sé. Pude imaginarlo perfectamente con tus palabras, que pensé que seguramente debiste haberla visto. Pero entonces me acordé de cuán imposible es describirle a San mis portaobjetos favoritos del microscopio. Nunca puedo encontrar las palabras para lo que veo. Así que termino sólo haciendo que él lo vea por sí mismo. Por lo que quizás es más fácil inventar palabras para algo que uno se imagina, que para describir algo que se ha experimentado.
—¿San es tu amigo de la biblioteca?
¿Escuchó un toque de celos?
—Sí, ha sido mi compañero de cuarto desde la preparatoria, y habíamos planeado que también lo fuera en la universidad. Pero supongo que ya no lo será.
—Ya veo. No estaba en tu casa esta noche —dijo Hongjoong lentamente—. Me pidieron que llevara a mis amigos más cercanos. Me habría gustado conocer a los tuyos también.
—Sí, a mí también. —La cabeza de Seonghwa dio vueltas. ¿Cómo explicar lo que estaba sucediendo con San? No podía decirle la verdad—. Él es... Nosotros... no sé. Tal vez pronto lo conocerás. Pero no puedo prometerlo. Es complicado.
—Gran parte de esta situación lo es —murmuró Hongjoong—. Para responder a tu pregunta, nunca he visto una ballena, pero he leído acerca de ellas de los textos recuperados del Viejo Mundo, y cuando era niño, mi papá me llevó a un cine donde pusieron una película del Viejo Mundo sobre las ballenas en los mares del sur.
—¿En serio? —El científico interno de Seonghwa, se animó—. Hay tantos animales que se extinguieron antes y después de la Gran Muerte. Es sorprendente ver las viejas fotografías de ellos. No me puedo imaginar cuán emocionante puede ser una película de animales tan raros.
—Puedo preguntarle al profesor Bitar sobre ella. Es un amigo mío que preside los archivos filmográficos en la universidad. Si hay una copia en sus bóvedas, él lo sabrá.
—¿Pero me la mostraría a mí? —Abrió un poco más los botones de su camisa, sintiéndose todavía acalorado y tembloroso a la vez. La voz de Hongjoong parecía provocar eso en él, sobre todo con el licor apaciguando con bastante facilidad el tranquilizante alfa—. Apenas estoy en primer año, y no tengo una buena razón para pedírselo aparte de curiosidad.
—La curiosidad intelectual siempre debe ser recompensada. Puedo hablarle bien de ti, y no veo por qué diría que no. Tú también tendrías que hacer un esfuerzo.
—Ah, lo haré —aceptó Seonghwa de buena gana.
Hongjoong soltó un suave sonido que fue directamente al miembro de Seonghwa. Se retorció mientras volvía a tener una erección, y apretó el auricular en su oído, tratando de capturar cada respiración de Hongjoong. —¿Hay algo más que quisieras saber acerca de mis poemas?
—"Copo de nieve arde en el calor de la noche". Esa era una referencia para el tranquilizante alfa, ¿verdad?
—¿Parecía que lo fuera?
—Sí, porque el narrador del poema habla que está sumergido en la viscosidad y las llamadas "pendientes resbaladizas", pero que se contiene por el copo de nieve ardiendo. Un ardor frío. Eso es lo que se siente en un primer momento, deslizándose por mis venas, enfriándome de adentro hacia afuera. Creo que mi papá simplemente no entendió el simbolismo.
Hongjoong se rió. Seonghwa se agarró del borde del escritorio cuando la lujuria rugió en él. Soplando a través suyo, incitándolo a abrir su pantalón para que su miembro saliera al aire fresco del estudio de su padre.
—Bueno, me gustaría decir que estás viendo cosas donde no, pero sí, es un poema que tiene la descripción de un amigo durante su primera experiencia con el tranquilizante alfa.
—Así que es sobre sexo.
Hongjoong rió de nuevo. —Sí, en muchos aspectos, casi todos lo son.
—¡Lo sabía! Las líneas de "¿vizconde, estás soñando?", con las cerezas y la explosión de sabor sobre la lengua que se describe como "la bombeante gloria veraniega", es totalmente acerca de sexo oral. Dime que estoy en lo correcto.
—Lo estás.
Seonghwa se sintió un poco mareado, apretando sus ojos cerrados.
—Dios, eres un hombre obsceno.
Hongjoong ronroneó: —¿Es tan terrible?
—No, me encanta.
Hongjoong se ahogó en silencio, respirando entrecortadamente.
—Cariño, ¿tienes una erección?
Seonghwa bajó la mirada hacia su palpitante y rojo miembro que tenía pre-semen resbalándose por la punta. Empuñó su mano alrededor de este, apretándolo hasta que otra gota se deslizó por el costado.
—Sí —gruñó—. Y la tengo en mi mano.
¿Por qué había dicho eso? Hongjoong probablemente estaría ofendido y terminaría la llamada. Qué clase de alfa descontrolado era que...
—Seonghwa, yo también tengo una, y ahora mismo estoy desabrochándome los pantalones.
¿Santo Lobo en el cielo, esto estaba pasando? ¿Realmente estaba sucediendo?
—¿Cómo luce? —preguntó, necesitando saber—. Dime. En este momento.
—Mmm, bueno, no es tan grueso, pero es más largo que el promedio.
Seonghwa gimió. —¿Sí?
—Y lo tengo circuncidado, como solían hacerlo con los niños en el Viejo Mundo antes de la Gran Muerte.
—¿Por qué? —El pene de Seonghwa latía contra su palma, su excitación ni se inmutó por esa noticia.
—Cosa de la niñez. El prepucio era demasiado estrecho y no retrocedía. Se consideró que era lo mejor.
—Ah. —Seonghwa cerró los ojos, con el auricular apretado contra su oreja. Trató de imaginar un pene sin prepucio. Había oído de tal cosa, pero nunca visto.
—¿Te parece extraño? —Hongjoong sonó, pudiera ser, ¿vulnerable? Y Seonghwa se apresuró a tranquilizarlo.
—No puedo esperar a verlo.
Hongjoong gimió. —Espero que te guste.
—¿Sí? ¿En serio? —gruñó Seonghwa, teniendo que morderse la mejilla para no venirse.
—Suenas maravilloso, cariño. Suenas como si estuvieras a punto de venirte.
—Tú hazlo primero —dijo Seonghwa, apretando los dientes. Era una orden, porque así es como se hacía. Primero los omegas, luego los alfas, y él no era la clase de hombre que le fallaría a su omega, ni aunque fuera por teléfono.
¿Me vengo?
—Sí.
Hongjoong gimió. —Ah, creo que podría hacerlo.
—Lo harás. —Seonghwa cerró los ojos, escuchando la pesada respiración en el otro extremo de la línea. Sus testículos dolían, y estaba listo para venirse tan pronto como se hubiera asegurado de la satisfacción de su omega.
—Háblame —susurró Hongjoong, tenso y sin aliento—. Me tienes tan lubricado y mojado.
—Quieres hacer a tu alfa sentirse orgulloso, ¿verdad?
—¡Sí!
—Entonces vente —murmuró Seonghwa—. Ahora mismo. Déjame escucharte.
Hongjoong lloriqueó. Con su ruido de placer rompiendo el frágil control de Seonghwa sobre su propio orgasmo. Lo rasgó como una deliciosa herida. Con sus músculos contrayéndose, semen bombeándose en persistentes y gruesas cuerdas hacia el piso de madera, se estremeció y sacudió, sus descontrolados gemidos eran fuertes y desesperados. Un momento de extraña claridad lo avasalló, dándole una visión de sí mismo como un tembloroso y sudoroso niño hecho añicos, viniéndose a más no poder en el estudio de su padre. Y luego volvió a sí mismo, jadeando a través de sus lágrimas de deseo, mientras veía su semen. Dios, había hecho un cochinero.
—Eso fue, eso fue hermoso.
—Tú lo eres —murmuró Seonghwa—. Y mío. Eres mío.
Hongjoong gimió. —Sólo si quieres que lo sea.
—Lo quiero. Lo quiero mucho.
Hongjoong suspiró, su propio placer aparentemente calmándose mientras que Seonghwa todavía temblaba de necesidad. —Esta no era la razón por la que te llamé —dijo, con una pizca de vergüenza en su tono.
—No fue un error. —Seonghwa se incorporó, recuperando la voz de autoridad a pesar de la forma en que sus muslos y brazos temblaban—. No digas que fue un error.
—No lo haré. Todavía no. —Pero sonó triste—. No puedo. Fue demasiado perfecto, escucharte, sentirte a través del teléfono. ¿Tú también me sentiste, verdad?
—Casi puedo saborearte —gruñó Seonghwa. Y podía hacerlo. La voz de Hongjoong era un grano dulce en su lengua, y se lo pasó—. No lo lamentes. No voy a permitirte que lo hagas.
—No lo hago —dijo Hongjoong en voz baja—. Sólo lamento no haber hecho lo que me había propuesto hacer al llamarte.
—¿Qué era?
—Conocerte mejor.
—Bueno, ya sabes cómo sueno al venirme.
Hongjoong rió. —Sí, de hecho.
Eso es algo que no sabías antes.
—No, no lo sabía. —La voz de Hongjoong se entrecortó de nuevo—. Gracias por compartirlo conmigo.
—Yo debería de darte las gracias.
—Sí, así es. Dime qué es lo que más te gustó.
—En verdad que eres obsceno.
—¿Te molesta que lo sea? —Hongjoong sonó travieso al preguntarle.
—No. Me gusta. Si fueras un mojigato, entonces tendríamos muchos problemas.
Hongjoong rió de nuevo, con su tensión yendo y viniendo en oleadas por el teléfono con cada pregunta. —Deberíamos limpiarnos.
—No quiero dejar de hablar contigo.
—Preguntémonos una cosa más y luego despidámonos. Puedes llamarme de nuevo el lunes después de la escuela.
—Pero yo ni te he llamado.
Hongjoong resopló. —No seas pedante. Te estoy dando permiso para que me llames el lunes.
—Lo haré. Absolutamente. El lunes.
—Después de la escuela.
—Sí.
—Bueno, una última pregunta para ti, Seonghwa Park. ¿Crees que eres capaz de ser mi alfa?
Lo atormentaban dudas de que alguna vez fuera a convencerlo de que era lo suficientemente mayor, pero levantó la barbilla, recordando el dulce sonido de su clímax. —Sé que puedo serlo.
—¿Y si tus padres no lo aprueban?
—Es mi elección, no la de ellos.
—No sabes todo acerca de la situación. No estoy pidiendo que me hagas promesas esta noche. Sólo quería saber cuál era tu instinto, con honestidad. Un sustituto aún podría ser...
—No hables de eso. Acabamos... nosotros dos... de estar juntos. — Luchó por destrabar su lengua. Había sido por teléfono, pero significaba algo—. Acabamos de hacer el amor. No quiero oír hablar de sustitutos. Ahora no. Ni nunca.
—Estoy de acuerdo en que no es el momento, pero...
—No —cortó Seonghwa—. Detente. Tengo una última pregunta para ti. Hongjoong vaciló. —Soy todo oídos.
—En tus poemas, ¿qué tienes en contra de las mayúsculas?
Hongjoong rió en voz baja, sonando joven y avergonzado.
Es una ridiculez que empecé en mi juventud y ahora se ha convertido en mi estilo, eso es todo. ¿Prefieres las mayúsculas? Puedo empezar a usarlas si lo deseas.
—Haz lo que sea que te haga feliz. Tus palabras son preciosas, tal y como son.
Hongjoong se quedó en silencio durante un largo momento.
—Buenas noches, Seonghwa. Duerme bien.
—Buenas noches. Dulces sueños.
Escucharon sus respiraciones mutuas por una media docena de segundos y luego Seonghwa fue el primero en colgar, decidido en mostrar su fuerza de voluntad y autoridad
Amo muchísimo esta historia 🥺💖
Nos leemos hasta el próximo fin. No olviden dejar sus votos y comentarios uwu