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By tuslabiosenmadrid

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L | cuando las almas prohibidas se junten, se producirá una conexión que arrasará con todo lo que toque, incl... More

intro
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treinta y nueve
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cuarenta y cinco
cuarenta y seis
cuarenta y siete
cuarenta y ocho
cuarenta y nueve
epílogo
agradecimientos

veinte

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By tuslabiosenmadrid


BRUNELLA

Una grata melodía pasaba zumbando entre mis oídos. Era una armonía compuesta de las notas de una guitarra acústica y una voz sumamente angelical cantando alguna canción sin demasiado pensamiento, de esas típicas que se cantan en algún campamento o alguna excursión de curso. Parecería hasta quizás, correcto decir que se sentía cómoda mi persona, pero todo eso se esfumó cuando abrí mis ojos repentinamente, recobrando el dolor que la realidad ejercía sobre mí, mi cabeza y corazón.

El constante abismo repleto de una sensación insoportablemente aguda conducía mis sentidos a su total satisfacción y su total querer. Estaba sucumbiendo ante la verdadera pérdida de, quién a duras penas, llevaba el título de la persona que me había enamorado.

Sentía ganas de quejarme, quería irme de las cuatro paredes en donde las pulsaciones no dejaban de latir como si fuese lo único para escuchar, donde los recuerdos salían de mis carpetas virtuales recordándome cada instante en el que estuve con él a su lado. Pero, sabía que si salía de la habitación necesitaba una excusa, no se supone que debería estar tan mal por alguien que no me corresponde, aunque quizá quería que si lo hiciera.

—Arriba Brunella, tienes que salir de tu cuarto. Ni que fueses su novia o algo de su círculo, no entiendo porque estás tan mal.—Escupió mi madre abriendo la puerta de forma desesperada, casi tirándome de la cama mientras me indicaba bajar por las escaleras.

Siempre había sido creyente de qué, la buena vibra siempre iba a dar resultados. Pero, ¿qué sentido tenía? Sí yo lo había visto morir, no tenía lógica pensar en que podía seguir vivo.

Había muerto. Había un cuerpo. Había pruebas que mostraban la veracidad de hablar en éste caso, sobre la muerte de Ginés Paredes.

Así se titularon casi todas las noticias periodísticas que salieron en la semana, adornadas con notas hechas por el padre de Ginés. Aunque, ahí entraba el debate de creer y de no creer, algo estaba en mi interior haciéndome fuerza, pero él, seguiría muerto.

—¿A dónde iremos?—Pregunté, una vez que terminamos de bajar las escaleras.

—Han terminado la autopsia del cuerpo, y es efectivamente él. Iremos a su funeral, porque estamos invitadas por alguna razón.

Cerré mis labios estampandolos contra si mismos, tratando de mantener mi estabilidad agarrada en el borde de la baranda por unos momentos en los que tales palabras significaron un flechazo metido en mi corteza cerebral. La flecha era el mensaje, mi reacción era el punto en donde el arquero debía acertar.

—V-Vale.—Respondí tratando de no hacer obvia mi tristeza y mi revuelo emocionalmente incorrecto, qué hacía sufrir a mi corazón.

Caminamos hasta el auto en silencio, una vez que ambas nos subimos el trayecto hacia el lugar aclamado comienza a provocarse. Relamí mis labios indecisa, comiendome las uñas con mucha anticipación.

Sentí el impacto de la parte de arriba del asiento en el coche, dándome cobijo para cerrar los ojos y meterme en mi propia mente.

¿Qué significaba, realmente, la muerte de Ginés?

Primer punto a tener en cuenta: No íbamos a descubrir juntos el significado de la barrera e inclusive los fantasmas que merodeaban por la zona.

Segundo punto: Posiblemennte perdería las emociones con las que lo amaba, y me costaría volver a querer a otra persona. No iba a saber mis sentimientos, en ésta vida al menos, y yo tampoco terminaría de descubrirlos a fondo.

Tercer punto: Nuestro grupo de amigos iba a tener una fractura. Por una parte, las fronteras iban a tener un control más grande. Sin un culpable de su muerte, todos estábamos en el foco de la mira. Y, gracias a eso los encuentros con Javier y Astrid serían más reducidos: Astrid, al vivir en la frontera quedaba expuesta, mientras que Javier al venir de Madrid cruzaba directamente por la ruta principal quedando del lado de mi ciudad.

En conclusión, perdí a las dos personas más importantes en mi vida siendo testigo las dos veces. Vi como morían mi abuela, persona a la que le prometí cuidar a su segundo nieto para que pudiera cumplir sus sueños, y tampoco lo cumplí.

Llegamos al lugar un tiempo después, aunque verdaderamente no me interesaba saber cuánto había pasado, y el aura del parque en el que estábamos se transformó en una clara imagen y sensación de oscuridad sofocante.

Bajé del auto con una mueca de tristeza en el rostro mientras miraba el pasto pidiéndole al universo que me saquen de aquel escenario. Saludó a los hermanos del difunto, junto a su padre quién para ser sinceros, no parecía estar demasiado afligido o dolido.

[...]










"¡ABRE LOS OJOS!
LA VERDAD ESTÁ MÁS
CERCA DE LO QUE CREES."

Giré mi cabeza sintiendo susurros en mi oído pensando en que quizá alguien podría estar llamándome con esas palabras. No había nadie.

"SABES QUIÉN SOY.
NO ME IGNORES."

Volví a sentir ese murmullo rumoreando por mis orejas y erizándome la espina dorsal en la espalda. Traté de mentalizar mi cerebro para ignorar a las voces de mi cabeza, creyendo en que solo se trataba de mi imaginación.

Y por un rato parecía haber servido. Pero, volvió de nuevo.

"ME LA ESTÁS
PONIENDO COMPLICADA,
CHIQUILLA.
ERES INTELIGENTE, SABES QUE SI.
PRESTAME ATENCIÓN."

Apoyé la suela de mis zapatillas contra el pasto recién cortado. Dejé de moverme mientras los otros presentes le hablaban al ataúd de madera. Nadie parecía darse cuenta de mi situación.

Chiquilla, esa palabra resonó en mi cabeza hasta meterse dentro de la nebulosa de mi corteza cerebral. La respuesta era fácil: mi abuela.

Solía decirme así cuando hacía algún disparate o alguna broma pequeñaja. Parecía haber encontrado la primera solución del enigma de mi cabeza.

"AL FIN BRUNELLA,
TE ESTABAS TARDANDO.
LO HAREMOS CORTO,
DIME ALGO.
¿CREES QUÉ ESTÉ MUERTO?

Negué con la cabeza instantáneamente de forma frenética inclusive. Paré de pensar en eso para volver a lo importante. ¿Estaba hablando con el fantasma de mi abuela?

"EN PARTE SÍ.
SOY SU ESPÍRITU.
Y, CÓMO ELLA QUIERE
VERLOS FELICES, OS
AYUDARÁ CON EL ENIGMA.

Silencio.

"SI DE CASUALIDAD NO
ESTUVIERA MUERTO.
¿QUÉ TE HACE PENSAR
QUÉ EL UNIVERSO TE LO DARÍA?

Respondo la pregunta en silencio sin pensarla demasiado. No me gusta la idea de que un espíritu conozca mis secretos y sentimientos más que yo misma.

"BIEN, ESO ES LO QUE
NECESITABA OÍR.
VOLVERÉ A CONTACTAR
CONTIGO EN UN TIEMPO."

La voz desapareció en menos de cinco milisegundos, volviéndome a dejar parada sobre la realidad. El tirón de brazo por parte de la rubia a mi lado me hizo pestañear para mirarla. Jimena bufó antes de hablar.

—Te lo diré a ti porque no sé a quién confiárselo de lo contrario.—Dijo, acercándose más a mi.—He estado dentro de la autopsia del cuerpo. El verdadero Ginés tiene un lunar marrón en su cuello.

—¿El verdadero?

—Éste cuerpo no tiene ése lunar, no tiene la cicatriz de cuando se cayó de la bicicleta en la rodilla. Y, he escuchado sollozos por la noche en casa viniendo de la habitación de mi hermano, la cuál tiene el acceso prohibido.

Dejó de hablar al terminar esas palabras. Nos miramos nuevamente y no hizo falta ninguna expresión más para entender la realidad.

Tenía una oportunidad más para encontrarlo, para salvarlo.

Porque Ginés no estaba muerto.

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