Salí de mi habitación a media noche con el collar en mi bolsillo, porque quería despejar mi mente. Hace nueve años exactos mi mamá murió y los recuerdos de ella junto al momento donde nos dieron la noticia no me dejaban tranquila.
Desde hacía años no lloraba en el día de su muerte ella me hacía falta, pero recuerdo haberle prometido que sería fuerte hasta en las peores circunstancias y eso la hacía sonreír por lo que para mí llorar el día de hoy era hacer una traición a mi palabra.
Sin pensarlo estaba frente a la puerta de la habitación de los chicos, y no sabía porque, Brandon creía que nunca había conocido a mi madre por lo que no podía hablarle de lo pasaba, sin embargo, sabía que me abrazaría sin hacer preguntas y quería estar con alguien.
Antes de tocar la puerta me arrepentí, hoy sería el primer combate grupal de esta fase y seguro quería descansar para estar activo al igual que sus amigos.
Escuché una puerta abrirse a mi derecha y al voltear vi a Connor, estaba en el marco y respiraba agitado, también estaba pálido y sus ojos tenían rastro de haber llorado. Nos miramos unos segundos y después él eso se fue del lado contrario a donde yo estaba.
Agite mi cabeza sin comprender lo que mis ojos habían visto y sin saber la razón que me llevo hacer eso fui tras él. Lo encontré en el bosque a unos metros de donde el límite terminaba.
Estaba sentado contra un árbol y sujetaba con ambas manos su cabello como si estuviese desesperado, tenía su cabeza entre sus piernas y sabia por el sonido de su respiración que estaba llorando. Temblaba por el frío, por eso me quite la chaqueta negra que por suerte me quedaba grande y la deje caer sobre sus brazos desnudos.
Me senté en el árbol, pero a unos centímetros de él para darle espacio y solo lo escuché sollozando.
No sabía lo que pasaba, pero me hacia una idea, los últimos días habían hablado mucho de él, lo habían criticado más que en los años pasados sobre su desempeño, sus ataques, incluso escuche que había discutido con algunos de los miembros de su antiguo equipo.
Connor no parecía ser una persona a la que le importara la opinión de los demás y tenía un porte de superioridad donde se mostraba muy seguro de sí mismo, pero fácilmente ese porte podía ser solo un caparazón. Sé que tenía años de experiencia en este mundo, sin embargo, a pesar de la época en la que vivíamos y los avances que habíamos conseguido, aún no habían inventado un suero para no romperse ante la presión por lo que en ese ámbito aun seguíamos siendo humanos.
Al verlo en ese estado me vi reflejada en él, los primeros meses de haber perdido a mi mamá los pasaba llorando, mi hermano siempre fue más fuerte que yo y mejor para no dejarse llevar por lo sentimientos y era él quien me consolaba siempre.
No me atreví a decir nada, primero por no saber qué era lo que le pasaba y segundo por miedo a decir algo que lo hiciera sentir peor. Mire al cielo buscando esos dibujos que mama siempre decía que escondían las estrellas, las llamaba constelaciones al igual que las personar que habían escrito libros sobre ellas siglos atrás.
Sonreí cuando no encontré ninguna después de casi diez minutos observando, siempre culpé a la creatividad de su interior por eso, desde hace mucho decían que los artistas podían ver cosas que otros no, ya que sus mentes estaban abiertas y dispuesta a encontrar arte donde los demás solo veían normalidad.
Nunca fui buena dibujando, escribiendo o haciendo las cosas que ella amaba, creo que lo único que sabía hacer era cantar, pero lo odiaba, ella y yo nunca pensamos, ni vimos las cosas de la misma manera, pero eso lo que me gustaba de estar con ella, siempre me hablaba de técnicas de pintura a la antigua y aunque después se me olvidara todo disfrutaba escucharla.
Me quede pensando por un cuarto de hora y luego no escuche su llanto, había tanto silencio fue tan que pensé que se había ido, pero no era así. Estaba mirando al cielo, no podía ver su rostro, pero se notaba más calmado, no quise interrumpirlo y decidí levantarme.
Su mano me detuvo.
En su agarre sentí como si me pidiera quedarme junto a él y algo insegura me acerque hasta que nuestros brazos se tocaron, no escuche ni sentí ninguna queja, incluso me pareció que se relajó.
Mantuve mi mirada en el suelo sin ser capaz de verlo y tampoco sentía la suya sobre mí, deje caer mi cabeza sobre su hombro y él se inclinó, nuestras respiraciones se sincronizaron y la manera en la que me relaje por su cercanía fue inexplicable.
Él no lo había dicho, pero sabía que quería o necesitaba que me quedara a su lado.
Me concentre en escuchar el sonido del viento golpear los árboles y los animales nocturnos que hacían un coro, no supe en qué momento me quede dormida, pero si supe que lo hice junto a él.
***
Abrí mis ojos y volví a ser consciente cuando sentí los rayos de sol golpearme el rostro, no había sido solo un sueño, si me había quedado dormida en el bosque junto a Connor quien también estaba despierto.
La chaqueta que le había dado ahora descansaba sobre mí cubriendo mis brazos, desde donde estaba alcanza a ver su perfil, se veía tan pacifico, mientras el viento jugaba con los mechones dorados de su cabello.
— Dentro de poco será el reto deberíamos irnos.
La seguridad en sus palabras y la fuerza que puso en ellas me hizo dudar en sí la persona que había encontrado hace unas horas en este lugar era la misma que me hablaba en este momento.
Su mirada estaba al frente y cuando quite mi cabeza de su hombro él se levantó ofreciéndome su mano sin decir nada más. Pude verlo de cerca cuanto me levanté y quedamos de frente, había una fina línea roja delineando sus ojos y demostrando que sin duda alguna él había estado llorando.
Desvió la mirada y comenzó a caminar en dirección a las instalaciones del torneo, parecía molesto y que no me dijera nada me hacía creer que estaba así por mí culpa.
— No le diré a nadie, pero si estas así por lo de ayer déjame decirte que los hombres también lloran y no por eso dejan de ser lo que son. Le dije molesta.
— Haz lo que quieras tu no me interesas. Pronuncio y yo me quede fría antes sus palabras.
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Había ido al laboratorio de papá, mi vestimenta era negra en su totalidad y a pesar de que necesitara maquillaje para disfrazar las largas horas de llanto reflejadas en mi rostro, no fui capaz de aplicarme nada.
Hoy sería el día del entierro de mamá, la última oportunidad de despedirme de ella y como sabía que a ella le hubiese gustado tener a la familia junta vine a buscarlo. Mi hermano me había dicho que no lo convencería de ir con nosotros y que perdería el tiempo, yo pensaba lo mismo, pero tenía la esperanza de que por ser un día importante aceptaría.
— Papá el entierro comenzara dentro de poco debemos irnos. Susurre acercándome a él.
Ni siquiera pareció escucharme, no hablo, no voltio solo siguió haciendo lo que hacía como si yo no existiera. Por un momento quise creer que se debía a que no hable lo suficientemente fuerte, pero sabía que no era así. Insistí, pero el resultado fue el mismo.
Aunque lo intentara no podía recordar la última vez que estuvimos juntos en un lugar que no fuese la casa o su laboratorio. Me dolía la frialdad de sus actos e intentaba convencerme de que su actitud era el reflejo del exceso de trabajo y la falta de sueño y que la posibilidad de que pronto cambiaría si existía.
— Papa si no te apuras tendré que irme sin ti. Dije por última vez esperando que recapacitara y nos fuéramos juntos.
Él se dio la vuelta y se quitó sus lentes enojado, me miro como si quisiera que desapareciera y lo siguiente que escuche fueron sus palabras siendo disparadas como dagas.
— Haz lo que quieras tu no me interesas.
La frialdad, el noto, incluso la misma forma de decirlo, hizo que mi sangre se congelara antes sus palabras y sentí un escalofrió a mis espaldas.
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Mis piernas fallaron siendo incapaces de sostenerme por más tiempo y caí de rodillas junto al tronco
Las palabras de Connor tuvieron el mismo efecto en mí como hacía años las de papá lo habían tenido y más en este día cuya herida estaba abierta y estaba sensible, cuando lo perdí de vista, saque el dije que ayer deje en mi bolsillo, un recuerdo de mi mama paso como un flash por mi mente y apreté el cristal con todas mis fuerzas, como si de ello dependiera mi vida.
Me repetía una y otra vez que no iba a llorar, que se lo había prometido y cumpliría lo que le dije.