Pocket Monsters: Masters of D...

By SamaraArt

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Cuatro chicos despiertan en un mundo diferente al suyo, todo es más calmado, todo es más sereno, pero algo a... More

Parte 1 - Un nuevo comienzo
Parte 3 - ¡Bienvenidos a Alola!
Parte 4 - ¡Ultraentes por todos lados!
Parte 5 - Una Investigación en progreso.
Parte 6 - ¡Un combate inesperado! ¡De vuelta a casa en Kanto!
Parte 7 - ¡¿Cómo?! ¡Están de vuelta!
Parte 8 - ¡Hora De Combatir! ¡Bienvenidos A Hoenn!
Parte 9 - ¡Un Paraje Inesperado! Isla Espejismo, ¡Ahí Vamos!
Parte 10 - Paralelismos Universales, ¡Una Isla Llena De Peligros!
Parte 11- ¡Una salida prometedora! ¡El ultimo encuentro!

Parte 2 - Adaptándose al nuevo mundo.

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By SamaraArt

3 días han pasado desde que los chicos se propusieron ir a buscar al profesor Sakuragi, y en estos tres días los jóvenes aprendieron muchas cosas valiosas. La primera: los boletos de avión son costosos, muy costosos en esta parte de la región. Segundo: Samuel descubrió que la ventaja de tipos no funciona exactamente como en los juegos. Tercero: Serena sabe pescar. Cuarto: los Magikarp saben bien asados a fuego lento. Y quinto: si querían proceder en esta dimensión con gran facilidad, necesitarían equipamiento de este mundo a parte de los pokecampamentos. Las soluciones a este último problema poco a poco se resolvían, pues ante el paso de los días los chicos han tenido combates por dinero, de los cuales mayormente salieron victoriosos gracias a la cierta experiencia que tenían Samuel y Serena; sin embargo, Ana iba aprendiendo poco a poco, mejorando combate tras combate por la ayuda de sus compañeros. Ahora mismo se encuentran a las afueras de una florería.

Pero el estar ocupado venciendo entrenadores a lo menso no le impidió a Samuel poner en práctica varias de sus ideas poco ortodoxas.

-A, E ,I, O, U.-

Samuel les está enseñando a sus pokemón las vocales. Los tiene sentados junto a el practicando varias veces al días después de descansar tras un combate, y como los pokemón de sus compañeras andan de curiosos, ellos también intentan aprender las vocales.

-Samuel, se que Meowth del equipo Rocket aprendió a hablar nuestro idioma, pero es por qué el tenía una razón verdaderamente importante para hacerlo.- Dijo Serena mientras le daba bayas a Pichu.

-Me vale madres, que vas a saber tuuuu...- Dijo el intentando rimar con su frase anterior.

Serena le dio tremendos coscorrones en la cabeza a Samuel, aunque el seguía con sus babosadas. Ana estaba con Goomy, que se había tragado otra vez su pokeball.

-Ustedes dos están bien mensos...- Ana rio levemente mientras intentaba sacarle la pokeball de la boca a su Goomy.

Hasta ahora, Bounsweet y Scorbunny podían diferenciar cada vocal, y también con algo de dificultad podían pronunciar el nombre de su entrenador, teniendo ciertas fallas en la pronunciación. Aún así, su esfuerzo parecía rendir frutos, por lo que el chico no se detendría ahí. Minccino solo podía pronunciar la "i" y la "o" a la perfección, mientras que se le dificultaban las demás letras.

-Mira, hasta tu pequeña aprendió tantito.- Samuel acarició a Minccino en la cabeza.

-Es por qué esas letras van en su nombre.- Respondió Serena.

-No le quites las esperanzas a tu pequeña.- Dijo el Mientras cargaba a Minccino y la mimába entre sus brazos.

Serena miro a Samuel con una cara de obvia incomprensión.

-Aquí lo único sin esperanzas eres tú con tus ideas locas, Minccino solo puede aspirar a ser mejor pokemón siendo más fuerte.- Se le quedó viendo a Minccino. -O más adorable, en cualquiera de esos ámbitos.

-Los dos está igual de sonsos, mejor dejen de discutir y pónganse a ver cómo le vamos a hacer cuando lleguemos con el Profesor Sagukari.- Ana por fin logró quitarle la pokeball a Goomy.

-Es Profesor Sakuragi.- Dijo Serena.

-Por mi que se llame Yasakani, igual lo vamos a visitar.- Dijo Samuel mientras seguía acariciando a Minccino. -Hay pero que niña más bonita.- La mima tanto como a su Pokémon.

-M-Mejor concentrémonos en el plan.- Dijo Ana con una con una sonrisa nerviosa.

Samuel y Serena le hicieron caso y empezaron a discutir los detalles del plan. Lo que buscaban los chicos era un lugar donde se pudieran quedar a dormir, pues vivir a la intemperie es algo muy frustrante pues en ocasiones pokemón entran al campamento e intentan llevarse la comida entre otras cosas. Además de que fuera de la ciudad (dónde los chicos ponen su campamento, puede llegar a estar muy frío en las noches. Además de buscar hospedaje, necesitan obtener Rotomphones, los celulares que son pokemón, pero que son celulares. Por ahora lo más viable para ellos es visitar al Profesor Sakuragi para intentar convencerlo de, como mínimo, otorgarles Rotomphones.

Los chicos revisaban su dinero y las provisiones que tenían. Entre los tres días, gracias a la gran cantidad de dinero que obtuvieron, lograron comprarse tres mochilas espaciosas que estaban en oferta (más bien una ganga, estaban al 70% de descuento. ¡Que locura!) proporcionándoles más espacio para sus cosas y evitando que se desperdigados por el suelo al caminar, como les pasó con las bolsas que tenían anteriormente. También aprovecharon para comprar más pokeballs para seguir capturando pokemón. Ana compró 3, no quería desperdiciar dinero. Samuel compró 3 igualmente, no necesitaba muchos. Y serena compró 12, quería capturar muchos pokemón para tenerlos todos, o la mayoría, que sea lo que dios quiera. La puerta de la tienda se abrió dando paso a un montón de cajas cargadas por un diablito, que a la vez estaba siendo movido por aquel viejo señor que era el padre de la chica que se iba a casar. Samuel amablemente lo saludó apenas lo vio salir.

-¡Buenas!- Samuel movió su mano en señal de saludo.

El viejo se volteó, y al ver a los tres jóvenes se detuvo, dejo el diablito con las cajas a un lado y con una sonrisa rimbombantes saludo a los jóvenes.

-¡Buenas tardes muchachos! Me alegro de verlos por aquí. ¿Cómo han estado?- El señor se veía muy alegre ante la presencia de los jóvenes.

-Muy bien señor, ahí la llevamos. ¿Cómo está su hija?- Samuel respondió con tranquilidad.

-Muy bien, muy bien. Gracias por preguntar.- El señor se veía muy contento. -En serio agradezco su ayuda aquella vez, y me disculpo por haberte lastimado muchacho, no era mi intención.- El viejo estaba algo avergonzado.

-Descuide, me eh llevado peores golpes.-

-Es cierto.- Ana añadió.

El viejo estaba algo curioso, pues han pasado ya tres días y los jóvenes se ven exactamente igual como la primera vez, tenían la misma ropa puesta. Ignorando ese echo, el viejo siguió platicando con los jóvenes sobre la florería. El señor era el dueño, repartía flores por toda la ciudad llevando alegría a todos los clientes de su negocio, pero por desgracia estaba escaso de personal, por lo que, cuando hacía entregas, se veía en la desdicha de cerrar la tienda. Aún con ese detalle el negocio era muy próspero.

-Así es, pero siempre hay trabajo por hacer, así que nunca me pierdo un pedido por más llena que esté mi agenda.- El viejo se veía muy orgulloso.

-¡Eso es algo de admirar!- Ana se notaba muy sorprendida por el gran trabajo que el hombre posaba sobre sus hombros. -Lastima yo estoy desempleada...- Rápidamente el rostro alegre de Ana cambio a uno de decepción.

El viejo notó aquella tristeza de Ana, pues el conocía ese sentimiento a la perfección. En su mente se formó una idea, algo que tal vez animaría a la chica.

-Bueno... yo necesito que alguien entregue estás flores a Kanto.- El señor, aún dudando de la decisión que iba a tomar, poco a poco desvelaba su cuestión. -Es un viaje largo y necesito que alguien lo haga por mi. ¿Ustedes podrían ayudarme?-

Ana se vio ligeramente animada con la propuesta del adulto, a la par que Samuel y Serena veían esto como un pase para ir a Kanto y ver al profesor.

-Descuiden, pagaré los boletos del avión y el cargo por las flores. Y el pago será lo que les den en la entrega.- El viejo señor les mostró a los jóvenes lo que sería la recompensa de la entrega.

La cantidad de pokedolares era muy alta, demasiado como para ser verdad.

-¡E-Eso es demasiado dinero! ¡N-No podemos aceptarlo!- Ana estaba muy preocupada.

-Cierto, sería una gran perdida para su negocio.- Serena se levantó del suelo y se sacudió las piernas.

-Descuiden, todos los días tengo entregas de este tipo. Además, aún no me voy a retirar como para preocuparme por ello.- El viejo rio muy alegre, pero los jóvenes no podían entender el por qué de su amabilidad.

Antes de que alguien dijera algo más, Samuel empezó a hablar.

-Esta bien, aceptaremos el encargo.- Samuel también se levantó, dejando a Minccino en el suelo junto a sus pokemón.

-Me parece excelente.- El señor regresó a la tienda, y tras unos cuantos segundos regreso con dinero en mano. -Aquí tienen, con esto podrán pagar los boletos. Y con esto podrán pagar la comisión por las flores.-

El señor les entrego dos montos de dinero, y a parte de eso les entrego la dirección y las instrucciones de cómo llegar al lugar donde deberían entregar las flores, les dio su número para llamarlo por cualquier cosa y el señor les contó que al llegar a Kanto los recibiría uno de sus hermanos. Los chicos agradecieron el trabajo y, tomando las cajas de flores, se fueron al aeropuerto para seguir con el pedido. Aunque antes de alejarse demaciado, el viejo les habló.

-¡Por cierto, mi nombre es Noé Gratés!-

En el camino sus pokemón veían a sus alrededores gente que pasaba sin cesar, algunos ocupados y otros nada más paseando en sus ratos de ocio. Bounsweet poco a poco se fue acostumbrando a estar rodeada de personas, pero aún así se seguía poniendo nerviosa, así que su amiga Scorbunny se encargaba de cuidarla y entretenerla para que no se asustara. Yampert cargaba en su lomo a Goomy, que se la vivía girando en círculos en la espalda de Yampert buscando comerse una pokeball que Ana podría tirar por accidente. Farfetch'd solo iba caminando con su puerro a un lado de Minccino, que muy mona caminaba alegre junto a su entrenadora. Ana estaba algo animada, conseguiría más dinero por hacer un trabajo fácil pues solo llevaría unas flores de un lado a otro, así que tenía una linda sonrisa en su rostro. Serena estaba pensando en los Pokémon que podría capturar en Kanto, además de la posibilidad de conocer a Satoshi y a Gou, a Koharu, al profesor y a sus ayudantes. Samuel venía pensando en varios detalles, pues por el bien de las chicas quería encontrar la forma de sacarlas de aquí. ¿Dónde estará Hoopa? ¿A caso podrán encontrarlo? Son unas de las cuentas de preguntas que se hacía a si mismo.

Tras unos cuantos minutos y, tras varios detalles al momento de ubicarse para ir al aeropuerto, logran llegar y fueron a declarar los paquetes de flores que venían en buen estado, con tierra fértil y en cajones de excelentes condiciones para su traslado. Luego compraron los boletos, los cuales al ser comprados en ese mismo instante los precios habían subido ligeramente, pero gracias al dinero del señor lograron pagar los boletos de los tres chicos. Guardaron a sus pokemón en las pokeball y luego pasaron por el escáner de objetos metálicos. Pero Samuel se dio cuenta demasiado tarde de un grave error que cometió.

El arma que le había robado al oficial la traía dentro de su chamarra.

-"No mames no mames no mames no mames... ¡¡Cómo mierda le voy a hacer para sacarme de esta!!- Pensó el, a la par que sus ojos se exaltaron.

El oficial encargado de la vara detectora de metales notó está extraña preocupación en Samuel, y observándolo bien estuvo a punto de llamarlo para revisión, pero al ver que solo era un joven que posiblemente olvidó algún objeto no se percató del arma que ligeramente formaba una figura extraña en la chaqueta. Repentinamente, una extraña situación fuera del aeropuerto llamó la atención de la gente, pues un pokemón salvaje se volvió Dynamax fuera del estadio y estaba combatiendo a un Pikachu que, igualmente, estaba Dynamax.

Los oficiales recibieron una alerta Dynamax, y buscando que las personas que estuvieran preocupadas se calmarán, fueron a calmar a la gente. Serena y Samuel reconocieron al instante que estaba sucediendo.

-"Este es el capítulo en el que Satoshi y Gou conocen a Dánde..."- Pensó Serena mientras se acercaba a un lugar abierto para ver al Pikachu Dynamax de Satoshi.

Samuel, aprovechando la conmoción, se escabulló por un lado de la máquina sin que alguno se diera cuenta, y evadiendo al oficial se fue directo con sus amigas para subirse al vuelo que estaba a media hora de partir. La conmoción atrajo a muchos transeúntes evitando una larga fila a la hora de subir al vuelo, así que solo llegaron y, tras subirse al avión, se encargaron de buscar sus asientos y se sentaron a esperar que el vuelo partiese. Acomodaron sus maletas en la parte superior del avión y luego se sentaron, platicaron un rato y a los pocos minutos la gente empezó a subir, la azafata empezó a dar indicaciones, luego el piloto hablo por su micrófono avisando la hora de salida y la posible hora de llegada para luego avisar que se abrocharan el cinturón pues estaban a punto de despegar. Apenas se movió el avión Ana ya se estaba infartando por el movimiento rígido de la maquinaria. Samuel intentó tranquilizarla.

-Descuida, Ana. Las probabilidades de que esto se desplome son casi nulas. Recuerda que estamos en pokemón, y aquí no hay corrupción gubernamental como en nuestro mundo. Todo está muy nuevecito, todo limpio, todo bien estructurado.-

-Si... creo.- Dijo Serena.

-Eso no me ayuda mucho que digamos...- Ana seguía notablemente preocupada por el movimiento.

-Descuida, si esta cosa se cae, prometo que salvaré a mis Pokémon, y a ti también.- Dijo el con confianza.

-Estas bien pendejo.- Dijo Serena.

-Si.- Samuel soltó una carcajada. -Igual, descuida Ana, ya me eh subido a aviones antes, no pasa nada, no se va a sentir nada durante todo el trayecto. Todo va a estar bien.-

-¿Seguro?...- Ana estaba ligeramente menos nerviosa.

-Si, bueno, después de lo que viene.-

El avión comenzó a tomar impulso, lo que hizo que los chicos se fueran para atrás al momento de acelerar tan precipitadamente, asustando a Ana, incómoda do un poco a Serena y haciendo que a Samuel se le caigan los audífonos por el repentino despegue.

-Namames...- Samuel recogió sus audífonos del suelo.

Varias horas más tarde, a mitad de vuelo.

Serena sabía que Gou y Satoshi llegarían a Kanto después que ellos, así que estaba emocionada de encontrarse con ellos varias horas después de llegar con el profesor. Quería ver a los pokemón que tenía en la cúpula y acariciarlos a todos, aunque no podía evitar sentirse algo ansiosa al volar en el avión con ocasionales turbulencias. Ana venía muy nerviosa por el vuelo, llegando a sobrepasar el límite de lo que se considera pánico, a lo que la azafata le llamo la atención por lo que decidió tranquilizarla. Samuel, por otra parte, estaba pensando en cómo lograría esconder la pistola después de llegar al aeropuerto de Kanto.

-No puedo llevar el arma conmigo todo el tiempo. ¿Qué tal si la pongo en las flores?... no, tal vez si la pongo en la mochila, entre las pokeball y la ropa...- El susurró.

Ana alcanzó a escuchar a Samuel susurrar, pero no logro comprender lo que dijo.

-¿M-Me hablaste?- Preguntó con nerviosismo.

-No, Ana, solo estoy pensando...- Respondió el.

Ana no le tomo mucha importancia, por lo que simplemente ignoró el extraño comentario y siguió con sus ataques de ansiedad.

Tras varias horas de vuelo por fin llegaron a Kanto en el aeropuerto de la ciudad Carmín. Apenas aterrizaron Samuel se notaba muy serio, y aunque siempre expresará indiferencia y seriedad, estaba más serio de lo normal. Fueron por las flores para declararlas, pero antes de pasar al lugar los detuvo un oficial. Las chicas se pusieron algo nerviosas, el oficial les contó que sería un chequeo de rutina por lo que les dijo que no había nada de que preocuparse. Sin embargo, Samuel estaba desesperado, la arma seguía con el aunque el la hubiera guardado en su pantalón (oculta debajo de su chamarra) pensando que la pasaría a la mochila después de la revisión de las flores; pero con éste imprevisto ya no sabe que hacer. El oficial intento revisarlos con su documentación, pero ninguno tenía un documento oficial de esta dimensión. Por lo cual el oficial empezó a dudar de los jóvenes, pero rápidamente Samuel recordó el número del señor que les había encomendado el mandado de las flores.

-Espere, le podemos dar el número de teléfono de nuestro padre. Se llama Noé Gratés.-

Las chicas lo voltearon a ver completamente confundidas, el oficial acepto la oferta y empezó a anotar el número que Samuel le iba diciendo. Cuando terminó, el oficial llamo al numero, y las chicas, que estaban muy preocupadas, creían que la idea era demasiado riesgosa. Sin embargo, era la única oportunidad para liberarlo a el y a sus amigas de este embrollo. El oficial consiguió hablar con el supuesto "padre" de los jóvenes.

-Buenas tardes, ¿Hablo con el señor Noé?... Bien, es que tengo a sus tres hijos en el aeropuerto de Kanto...-

El silencio abrumó a los tres chicos.

-A, ¿En serio?... Muy bien, muchas gracias.- El oficial colgó su rotomphone. -Muy bien chicos, pueden pasar, lamento las molestias.-

El oficial se retiró y dejo pasar a los chicos. Los tres se calmaron un poco, la arriesgada decisión de Samuel los salvó de un posible arresto que él abría provocado. Después de ese imprevisto, los jóvenes fueron a declarar las flores, pagaron una comisión por pasar el producto orgánico siguieron su camino.

-Nunca me vuelvo a subir al avión...- Dijo Ana.

-Si vamos a buscar como salir de aquí, necesitamos usar los aviones para ir de una región a otra.- Samuel le dijo.

-También hay barcos.- Serena añadió

-Si, pero en avión es más rápido.-

-Eso da igual... pero gracias al cielo que el señor Noé nos ayudó.- Ana se veía algo más tranquila.

-Le caemos muy bien; además, estamos cargando con el nombre de su florería al entregar sus flores.- Dijo Samuel.

-Traes la pistola, ¿verdad?- Preguntó Serena.

-Así es.-

-Ya decía yo que estabas muy nervioso...- Serena suspiró.

Los chicos siguieron caminando hasta llegar al estacionamiento donde encontraron al hermano del señor Noé con un cartel. Los chicos lo saludaron, el los guío a su camioneta y subieron las flores. Después todos subieron, Serena le dio la dirección del lugar a donde llevarían las flores y el señor se puso en marcha.

-Así que los envío a ustedes para que el de ocupará de más pedidos.- Dijo el señor.

-Exactamente, más que nada solo lo hacemos con el afán de ayudar.- Dijo Serena.

-¿Les dijo cuánto les van a pagar?-

-No, solo sabemos que tenemos que dejar estás flores.- Samuel respondió.

La respuesta fría de Samuel incómodo un poco al señor.

-Yo soy Elías, ¿Y ustedes?-

-Pues el es Samuel, ella es Ana y yo soy Serena.-

-¿Como conocieron a mi hermano?- Dijo el señor Elías mientras se detenía en un semáforo.

-Pues su hermano golpeó a Samuel con unas cajas cuando corría a la boda de su hija. Después el señor Noé nos pidió ayudarle a entregar las flores, el se había lastimado el brazo y no podía con todas las cajas.- Serena trataba de explicar el resumen de lo acontecido.

-¡Ah! Entonces eran ustedes de los que me hablaba mi hermano cuando estábamos en la boda.-

-Así es.- Dijo Samuel.

Durante todo el camino el señor no dejo de hablar, venían platicando sobre la región y sus lugares, de los pokemón que podían ver a los alrededores, en las calles o en los bosques de las cercanías. Al llegar a la dirección pudieron ver qué atrás de una casa se organizaba un evento, pero no podían ver de qué se trataba. Los chicos y el señor se bajaron del vehículo y entre los tres jóvenes se encargaron de bajar las cajas con flores, a la par que el señor fue a buscar a la encargada del evento. Los chicos llegaron con las cajas a aquella casa, luego una señora les pidió que dejarán las flores cerca de una fuente, y después de haber echo eso el hermano fue a verlos.

-Muy bien chicos, todo esto es suyo.-

El señor les entrego una gran suma de dinero a los jóvenes y los chicos agradecieron y aceptaron alegremente el monto de dinero. Unas señoras que vestían de forma extravagante se acercaron a los jóvenes para agradecerles que entregarán las mismas en buen estado, además, les ofrecieron rebanadas de pastel que ellas aseguraban iban a poner en venta para la tarde. Los chicos aceptaron con mucho gusto los alimentos, se despidieron y luego volvieron con el señor Elías.

-Muy bien chicos, mi hermano me dijo que ustedes se quedarían en Kanto, ¿Dónde viven? Para llevarlos con sus padres.- Dijo el señor Elías mientras le quitaba el candado a las puertas de su camioneta.

-¿Si sabe en que calle está la casa del Profesor Sakuragi?- Pregunto Samuel.

-¡Claro! Déjenme los llevo allá.-

Los chicos y el señor subieron al vehículo, lo puso en marcha y avanzó con dirección a casa del profesor. Durante todo el trayecto (que fue relativamente corto) los chicos admiraron la ciudad que rebosaba de cierto encanto. El señor llegó a la calle en la que vivía el profesor, se despidió de los jóvenes y los chicos, después de tomar sus cosas, salieron del vehículo avistando la casa del profesor en la bajada de la calle.

-Bueno, aquí estamos...- Samuel quería moverse, pero no podía.

-¡Vamos!- Serena estaba muy alegre.

Ana y Serena caminaron a la casa del profesor, pero Samuel se quedó quieto. El chico sacó dos pokeball y de esas esferas salieron Scorbunny y Bounsweet. Las pequeñas estaban alegres de salir de la pokeball y ver a su entrenador; pero Samuel estaba viendo a sus alrededores, no podía caminar por más que quisiera.

-Niñas, creo que hay un pokemón por aquí.-

Scorbunny se puso alerta buscando cualquier señal de un pokemón que estuviera molestando a su entrenador, por el contrario, Bounsweet se sintió muy nerviosa y se acercó a su Samuel para protegerse detrás de el. De la nada, una pequeña Hatenna apareció frente suyo sin avisar. La pequeña había detenido a Samuel para poder pasar tranquilamente, aunque se espero a que pasaran las otras chicas que ya estaban más adelantadas y podrían pisarla si salía así nada más. La pequeña camino frente a Samuel y sus pokemón sin siquiera voltearlos a ver, pero Samuel sacó dos pokeball y le lanzó una a la pokemón. De la nada Hatenna detuvo la pokeball en el aire, sin empargo dejo libre a Samuel pues solo podía detener una cosa a la vez, dándole libertad para lanzar una segunda pokeball sin avisar a la pequeña pokemón, capturándola en el acto. La pokeball giro una vez, luego otra, luego otra y al final brillo al capturar a la pokemón.

-¡Nice!- Dijo la voz de la pokeball.

Las chicas se dieron vuelta al escuchar la voz robótica de la pokeball. Samuel se acercó a la esfera que lanzó la primera vez, la guardo y tomó la pokeball en la que capturó a la Hatenna.

-Aún no se por qué rayos hicieron que estas cosas hablaran, pero igual está chido ese detalle.- El chico sacó a Hatenna de la pokeball.

La pequeña salió así sin más. Ella estaba muy seria, no decía nada, no se movía, solo se le quedaba viendo a Samuel.

-¿Qué pasa?- Samuel se agachó.

De repente una pokeball salió de la bolsa de la chamarra de Samuel, flotando se puso en medio de el y Hatenna para luego salir disparada a la cara del chico. Samuel se echó para atrás, tremendo golpe le metió su pokemón.

-Hate...- La pequeña seguía seria, pero creía haber cobrado venganza por qué le lanzó una pokeball.

Ana y Serena casi se ríen a carcajadas, pero se aguantaron la risa.

-Hija de tu...- Samuel se agarró la cara, luego se rio. -Bueno, me lo merecía por agarrarte desprevenida.-

Sin importarle mucho el dolor, simplemente Samuel se levantó y le presento a Hatenna sus nuevas compañeras. Scorbunny muy amablemente saludo a Hatenna, a lo que ella respondió con una actitud muy seria, repitiendo esto con Bounsweet. La pequeña Bounsweet se le acercó algo temerosa a Hatenna, pero la pequeña Hatenna desprendía un aura muy tranquila, algo que tranquilizó a Bounsweet y le atrajo de ella. Las tres pequeñas parecían llevarse bien.

Samuel, Ana y Serena siguieron su camino, pero antes Ana saco a su Farfetch'd y a su Goomy para que no estuvieran tan apretados y Serena libero a Pichu, a Yampert, a Minccino y a Bunnelby para que estiren las piernas. Los tres caminaron como si nada rodeados de pokemón, pero antes de llegar a la casa Samuel se detuvo en seco, estaba muy sorprendido; Uno de sus amigos estaba justo en frente de la casa viendo un papel.

-¡¿A-Alfredo?!- Samuel susurró.

El jóven, llamado Alfredo Alonso, medía 1.82m, de musculatura media, no estaba gordo si no algo corpulento, vestía una chamarra de tela impermeable de color verde oscuro, una playera gris, unos jeans azules, unos tenis negros y sus lentes, pues tenía miopía. El joven era moreno, con un pelo corto pero con un copete algo pronunciado. Alfredo volteó a ver a dónde estaban los chicos al escuchar muchos pasos, y al darse cuenta de que estaba Samuel ahí el chico se alegró bastante.

-¡Samuel, por aquí!- Grito muy alegre. -Hijo de tu madre ven para acá.-

Samuel y las chicas caminaron por la acera hasta llegar con Alfredo frente al portón de la casa.

-¡Hijo de...! ¿Cómo llegaste aquí?- Pregunto Samuel mientras le daba la mano a su amigo con alegría.

-Por un portal que estaba por ahí, imbécil. ¿De que otra forma estaría aquí?- Respondió mientras saludaba a Samuel.

Ana y Serena no conocían a Alfredo para nada, apenas se habían dado cuenta de su existencia.

-Veo que lo conoces, así que preséntanos, ¿No?- Serena dijo.

-A si, claro.- Samuel se puso a un lado de los tres. -El es Alfredo, es amigo mío desde la secundaria. Vamos a la misma escuela, o íbamos, en este caso.- Les dijo a las chicas. -Bueno, Alfredo, ellas son Serena y Ana, las dos son amigas artistas, son las que me dicen Jojo.-

Las chicas Saludaron a Alfredo al mismo tiempo que Samuel los presentaba.

-Samuel, las cosas están muy feas allá en nuestra dimensión. Te están acusando de secuestrarme a mi también ¡jajaja!- Alfredo sacó su celular y le mostró las noticias.

El informe mostraba lo siguiente:
Joven de 18 años desapareció el día XX/XX/XXXX. Se le vio por última vez investigando en el lugar donde ocurrió la desaparición de las jóvenes Ana y Serena. Se vincula está última desaparición y posible asesinato al Joven Samuel Martínez Garza, también acusado de la desaparición de Ana y Serena. Los familiares intentan establecer comunicación con los jóvenes extraviados pero hasta ahora no se han podido comunicar con ninguno de ellos.

-Por lo que veo no las secuestraste, ni las mataste, así que no eres culpable de nada.- Dijo Alfredo mientras guardaba su celular.

-Claro que no wey, tu sabes bien que no soy capaz de algo así.-

-Si, claro.- Contestó Alfredo.

-Bueno, dejando eso de lado...- Ana volteó a ver a la casa del Profesor. -Venimos aquí a ver al profesor para conseguir asilo y celulares pokemón.-

-Se llaman Rotomphones.- Serena comentó.

-Como se llamen, vinimos a eso, no a ver a cuántos más arrastró Samuel a esta dimensión.- Dijo Ana.

-Yo no hice nada.- Samuel estaba indignado con la acusación.

-Según las noticias, si.- Serena mostró las noticias de su ciudad.

-Saca esa porquería de mi cara. Esas son mentiras que el gobierno quiere que creas. Dejemos eso de lado y entremos ya.- Samuel, Bounsweet, Scorbunny y Hatenna entraron sin más al frente de la casa

Las chicas y Alfredo le siguieron el paso. Apenas llegaron a la entrada, el Yampert de Koharu que les ladraba detrás de la puerta alertó al Señor Sakuragi, que fue a ver quienes estaban en su puerta. Al abrirla se sorprendió al ver a 4 jóvenes y montones de pokemón.

-Buenas tardes muchachos, que puedo ofrecerles.- El profesor muy amablemente saludo.

Serena estaba más que emocionada al ver al doctor Sakuragi. Era tan notorio que el profesor se veía ligeramente apenado por tal atención por parte de ella.

-Venimos de otra dimensión y queremos ver si nos regala Rotomphones y nos deja vivir en su casa.- Dijo Alfredo.

-Ni tu ni Samuel saben decir las cosas con delicadeza...- Ana suspiro.

-Mejor decir la verdad a decir mentiras.- Dijo Samuel con una alegre sonrisa.

El profesor estaba muy confundido.

-Eh... no entiendo bien, jóvenes. ¿Dicen que vienen de otra dimensión?- El profesor se mostró en extremo confundido.

-Bueno...- Serena sacó su celular y se lo mostró al profesor. -Lo que ve aquí es un celular común y corriente de nuestra dimensión. Como ve, todo lo que está aquí es diferente a los que usted conoce, tanto las redes sociales, como la interfaz del dispositivo, los videojuegos entre otras cosas.- Serena pasa su dedo por la pantalla de su dispositivo.

El profesor analizó todo: Desde el dispositivo hasta la ropa de los chicos. No reconocía el patrón del bordado que tenía Ana en su camisa, tampoco la marca de los tenis que traían los jóvenes. Aunque seguía dudando un poco la veracidad de lo dicho por los jóvenes pues traían pokemón consigo.

-¿Cuánto tiempo han estado en esta dimensión, jóvenes?- El profesor estaba intrigado.

-Llevamos cuatro días en esta dimensión, aparecimos en Galar gracias a un portal dimensional que encontramos en un bosque en nuestra dimensión. Pero Alfredo apareció ayer justo en esta región, el solo lleva dos días.- Ana intentaba explicar lo más resumido posible todo lo que llevan aquí.

-Así es, durante tres días Ana, Serena y yo buscamos la forma de sobrepasar las noches, así que después de varias cosas compramos pokecampamentos, pokeballs y mochilas para poder tener un lugar donde dormir, una forma de conseguir pokemón y un lugar donde guardar nuestras cosas.- Dijo Serena.

-...- Samuel se quedó callado.

Las chicas se le quedaron viendo.

-A si, deje termino yo.- Samuel estaba recordando cosas. -Bueno, durante los últimos tres días estuvimos combatiendo por dinero, luego un señor necesitaba ayudantes para traer unas flores a Kanto y... aquí estamos. Buscando su ayuda no solo para tener aparatos de esta región y un lugar donde dormir, si no que también queremos ayuda para regresar a casa.- Samuel dijo.

-Yo también necesito volver a mi dimensión, o sea, con ellos. -Alfredo comentó.

El profesor Sakuragi se puso a pensar, ya que al estar en sus redes sociales alcanzó a ver unas cuantas publicaciones que mencionaban a tres entrenadores novatos venciendo a Pokémon formidables usando pokemón débiles.

-Bueno, no puedo negar que me encantaría ayudarlos a regresar a su dimensión. Además, está sería una gran investigación para el mundo de la ciencia, ya que no todos los días se ven viajeros dimensionales.- El profesor sonrió. -Pero no tenemos ninguna información de portales dimensionales apareciendo en ninguna de las regiones...- El profesor les pidió a los chicos que lo siguieran. -Bueno, sin contar a los ultraumbrales de Alola ni la cueva espejo de Kalos.-

El profesor los guío fuera de la casa.

-Lo siento, todavía no asimiló bien sus nombres. ¿Podrían decírmelos?- El profesor se volteó a ver a los chicos.

-Claro. Yo soy Samuel, la chaparrita de lentes es Ana, la de pelo bicolor es Serena y el alto de lentes es Alfredo.- Samuel señaló a cada uno mientras los mencionaba.

-¿Tenías que decirme chaparrita?- Dijo Ana algo molesta.

-Es que hay tres con lentes.- Samuel río ligeramente después de decir eso.

El profesor soltó una pequeña risa al verlos discutir, pero igualmente se disculpo por ello.

-Alfredo, ¿Verdad?- El profesor señaló al joven alto.

-Así es.- Contesto con amabilidad.

El profesor los siguió guiando al laboratorio.

-Dijiste que acabas de llegar a esta dimensión ayer, ¿Cierto? ¿Cómo has sobrevivido hasta ahora?-

-Pues me puse a trabajar con un carpintero que necesitaba ayuda, me pagó y compré comida, pague un lugar donde dormir y ahí me quede hasta hoy. Después de eso decidí buscar al profesor pokemón más cercano que hubiese y me contaron de usted. En el camino capturé a un Exeggcute que estaba por ahí, luego me encontré con mi viejo amigo y sus compañeras y... pues aquí estoy.-

-Vaya, así que eres carpintero. Es una gran profesión que conlleva mucha experiencia y paciencia.- El profesor estaba muy impresionado. -Igualmente estoy impresionado de ver a viajeros dimensionales. ¿En qué se diferencia su mundo del nuestro? ¿Ustedes tienen pokemón?-

-Pues...-

Samuel, empezó a conversar con el profesor sobre lo mal que estaba el mundo en su dimensión. Entre mas hablan de su mundo, el profesor se veía más aterrorizado por lo que escuchaba, pero también se veía muy intrigado con lo que sucedía en esa dimensión, buscando el por qué de esos desastres. Sin embargo, lo importante ahora era determinar la situación y buscar una solución a su problema principal: ¿Cómo podría ayudarlos a regresar a su mundo?. No obstante, Samuel no le contó varios datos importantes de su mundo al profesor Sakuragi, por ejemplo, el echo de que pokemón es un videojuego, un manga y un anime en la dimensión de los chicos, entre otras cosas. El profesor se puso a analizar la situación mientras que los jóvenes le explicaban cuales fueron las circunstancias de su llegada a la dimensión pokemón.

-Hmmm... Voy a necesitar hacer un análisis más profundo y le voy a tener que preguntar a mis compañeros científicos para ver si ellos saben algo, ya que por lo visto no se han dado cuenta de que han estado habiendo portales dimensionales.- Dijo el profesor a la par que revisaba su Rotomphone en busca de algún tema relacionado.

-No lo creo, yo aparecí en un bosque fuera de la ciudad, nadie me vio más que algún pokemón.- Alfredo mencionó.

-Nosotros igual, nadie vio cuando llegamos.- Serena agregó.

El profesor, en su búsqueda, no encontró nada con mínima relación hacía lo sucedido con los chicos; sin embargo, al investigar más de cerca y recordar varios datos sobre varios pokemón en específico, se encontró con una posible respuesta.

-Palkia, Giratina, Dialga... los tres dragones legendarios que controlan el espacio, la antimateria y el tiempo, en ese orden.- El profesor se veía muy pensativo. -Nacidos de Arceus, como todos, pero más importantes que cualquier otro. Algo me dice que si algo les pasó a alguno de ellos, nuestra dimensión empezó a crear desgarros dimensionales que pudieron haberlos atraído a este mundo.- El profesor seguía caminando a la par que explicaba su hipótesis.

Los chicos, aunque concordaban con el profesor, tenían su propia teoría.

-Pero no solo esos tres pueden afectar a esta dimensión. También está Hoopa, tal vez uno de sus portales con forma de anillo nos trajo hasta aquí.- Dijo Serena.

-Bueno, podría ser, pero en ese caso el portal debió haber sido un anillo, aunque por lo que me han dicho parece haber sido un desgarro lo que los trajo aquí.- El profesor seguía creyendo que su hipótesis parecía la más correcta, pero no descartan la de los muchachos.

-Supongo que tiene razón. ¡Por eso es usted el profesor!- Serena dijo.

-Si si, el profe tiene razón, tal ves esto esté demasiado fuera de nuestras manos...- Samuel cuestionó las probabilidades de salir de esa dimensión.

-Entonces... ¿Nunca vamos a volver?...- Ana se vio muy desesperanzada.

El profesor se vio algo afectado por el comentario de Ana, las esperanzas de volver se a su mundo se desvanecían entre más se hablan de las posibles causas que lo trajeron en primer lugar.

-Pues si es necesario, combatiré contra todo lo que se me ponga en frente para que podamos regresar.- Alfredo se puso firme y exclamó con fervor.

-¡Yo también!- Exclamó Serena.

-Yo estoy bien aquí, pero por qué no quiero que me lo renieguen toda la vida, también les ayudaré a salir de aquí.- Samuel comentó.

El entusiasmo de los chicos animó al profesor, que al ver su determinación y coraje también alzó la voz.

-Yo también les ayudaré, les daré información y equipo para que puedan volver a su dimensión.- El entusiasmo del profesor alegró a todos los presentes.

Ana se notó un poco más alegre con el apoyo de todos. El profesor y los chicos siguieron caminando y, después de un rato, llegaron al laboratorio. El profesor abrió las puertas del lugar e invitó a los chicos a pasar. El lugar era basto, adornado con madera bien pulida. Los jóvenes se veían muy asombrados por todo lo que veían, pues una cosa era ver la casa del profesor en el anime y otra muy diferente era verlo en persona. Sin embargo, el profesor siguió preguntándose el como podría ayudar a los chicos. Sin embargo, sus asistentes le interrumpieron el pensamiento.

-Buenas tardes profesor.- Dijo Kikuna con una tenue voz

-Veo que vienen muchas personas y pokemón con usted.- Renji apartó la vista hacia los chicos.

-¡Oh claro, les presento a los nuevos investigadores de campo!- El profesor Sakuragi extendió su mano para presentar a los jóvenes.

A los chicos les tomó por sorpresa, estaban muy asombrados por el título que se les acaba de ser otorgado de forma tan repentina. Serena se emocionó un montón con solo escucharlo, Ana estaba confundida, Samuel estaba comiéndose unas bayas junto a sus pokemón y Alfredo se sentía alargado por la oferta.

-¿Nuevos investigadores de campo, eh? ¡Pues bienvenidos a nuestro centro de operaciones, guion laboratorio.- Renji rio levemente. -Yo soy Renji, ayudante del profesor Sakuragi. ¡Un gusto!- Renji saludó a los jóvenes.

-Déjenme presentarlos: La chica pequeña de las gafas es Ana, la chica con el cabello de tres colores es Serena, el chico que tiene a la Bounsweet en sus brazos a llama Samuel y el alto, moreno con gafas es Alfredo.- El profesor señaló a cada uno mientras los nombraba.

-Es un placer conocerlos, mi nombre es Kikuna, también soy asistente del profesor.- La profesora también saludo de uno por uno a los chicos.

-¡El gusto es nuestro!- Contestó Serena apenas pudiendo contener la emoción.-

-"Kikuna... Kakuna, ja, que curioso"- Samuel en su mente pensó.

-Necesito pedirles un favor.- El profesor se dirigió a sus ayudantes. -Kikuna, Renji, ¿Podrían darles Rotomphones a los jóvenes?- El profesor muy amablemente les pregunto a sus ayudantes.

-Claro.- Dijeron ambos

Renji y Kikuna fueron a buscar los Rotomphones al laboratorio, a la vez que el profesor empezó a conversar con los jóvenes.

-Muy bien, jóvenes. Les ayudaré a volver a casa, así que les daré los Rotomphones a todos para estar siempre comunicados con ustedes, para así informarles de cualquier cosa que haya descubierto sobre los portales dimensionales.-

-Muchas gracias profesor, a cambio prometemos ayudarle a usted con su investigación sobre los pokemón y su relación con los humanos.- Dijo Serena con gran entusiasmo.

-Muchas gracias, entre más ayuda, mejor.- El profesor Sakuragi estaba muy agradecido con la ayuda que le brindarían los jóvenes.

-Claro, yo haré un estudio minucioso de como los pokemón pueden aprender a hablar.- Dijo Samuel a la vez que acariciaba a Bounsweet.

El profesor se quedó algo confundido con la propuesta de estudio de Samuel.

-Créale, es muy capaz de hacer el estudio y entregarle hasta carpetas con todo lo que estudió.- Dijo Ana.

-Claro, mire, hasta mi pequeña Bounsweet ya aprendió mi nombre.-

Todos quedaron sorprendidos ante la extraña noticia.

-Bounsweet, di mi nombre.-

-B-B...- Bounsweet se esforzaba todo lo que podía. -B-Babel!- Dijo la pequeña.

Todos quedaron maravillados ante la adorable Bounsweet que trataba de decir el nombre de su entrenador, algo le la abrumó por tanta atención.

-Háganse pa'allá, que la ponen nerviosa.- Dijo Samuel mientras seguía cargando a Bounsweet.

Scorbunny empezó a llamar la atención de Samuel jalándole el pantalón, hasta que el se dirigió a ella. La pequeña Scorbunny quería decir algo.

-¿Tu también te sabes mi nombre?- Samuel se agachó para escucharla mejor.

-J-Jo- La pequeña lo intentaba con todas sus fuerzas.

-"Espera un segundo..."- Samuel pensó.

-¡Jojo!- Scorbunny lo dijo muy emocionada.

Samuel estaba muy alegre por qué ella pudiera hablar y decirle unas cuantas palabras, aunque estaba algo confundido. El se levantó y dirigió su mirada a sus amigas.

-A ver a ver, ¿Qué pasó?- Samuel estaba algo confundido. -¿Quién de las dos le enseñó mi apodo a Scorbunny?-

El día anterior:

-¿Dónde estará Jojo?-

Serena buscaba a Samuel junto con Yampert, Pichu y la Scorbunny de su amigo. La pequeña se confundía pues ella no conocía al tal Jojo del que hablaba.

-¿Bunny...?-

Serena la miro, y al darse cuenta de aquel detalle decidió contarle sobre Jojo.

-Jojo es como Ana y yo le decimos a Samuel, Scorbunny. Es un apodo que le pusimos hace mucho.- Serena se agachó.

Scorbunny analizó lo que serena le dijo, después de pensarlo un poco ella pensó que ese era el segundo nombre de Samuel, por lo cual decidió que de ahora en adelante así lo llamaría.

En la actualidad, laboratorio del Profesor Sakuragi:

-Creo que yo le dije.- Serena se rio ligeramente.

-Bueno, no importa, el chiste es que ya saben cómo decirme.- Samuel cargó a sus dos pokemón.

El profesor también rio levemente, los chicos tenían un carisma en conjunto que lo animaban bastante. Tras unos minutos, los asistentes volvieron con los Rotomphones. Uno de ellos era azul, otro era rojo, otro era morado y el último era negro.

-Aquí están, profesor. Dijo Kikuna a la par que entregó el rojo y el negro mientras que Renji entre el azul y el morado.

-Están completamente actualizados, además, los vinculamos a unas cajas especiales para que los pokemón que obtengan y desean guardar viajen directamente a una de las cúpulas que el profesor estaba guardando para cuando a su hija se animase a capturar pokemón.- Renji sonrió.

-Y-Ya ya, tampoco es que tengas que contarles todo eso.- El profesor se rio algo apenado.

Los jóvenes tomaron los Rotomphones: Samuel tomo el Azul, Serena tomó el Rojo, Ana el morado y Alfredo el Negro.

Los ayudantes del profesor se retiraron a seguir con sus estudios en el laboratorio, pero el profesor se quedó con los jóvenes para explicarles su nueva misión.

-Bueno, chicos. Su primera investigación de campo será en Alola, investigarán el fenómeno de los ultraumbrales.- El profesor se veía muy animado, ya que se trataba de su primera investigación sobre este fenómeno con agentes en el campo de estudio. -Pero será mañana, ahorita es muy tarde y, aunque no ha anochecido, han tenido un largo viaje hasta acá. Deben de estar muy cansados.-

-Entonces ¿Podemos quedarnos aquí?- Dijo Alfredo.

-Lastimosamente ya no me queda espacio.- El profesor se vio algo apenado.

-Claro, tiene a Satoshi y a Gou, no cre...- Serena dejo de hablar abruptamente.

El profesor parecía estar algo confundido, ya que si provenían de otra dimensión era casi imposible que lo conocieran, mucho menos que supieran de su existencia.

-¿Conocen a Satoshi y a Gou?- Pregunto el profesor.

Serena no supo que decir, Ana se puso en extremo nerviosa, le palpitaba el corazón a mil por hora y empezaba a sudar. Ana entendía perfectamente en el lío que se habían metido. Alfredo estaba algo confundido, no conocía bien el anime de pokemón por los UE le extrañaba un poco escuchar esos nombres; pero Samuel estaba en calma.

-Claro que los conocemos.- Samuel rompió el abrumante silencio. -Buscamos su nombre en una computadora en un centro pokemón y descubrimos que el Campeón de Alola, Satoshi, y su amigo, Gou, se hospedaban con el profesor Sakugari, o sea, usted. Por eso dudamos de pedirle hospedaje.-

Samuel, con la tranquilidad y seriedad que lo caracterizan, observó al profesor; la cara del señor Sakugari se mantuvo algo seria por unos segundos hasta que cambio a una sonrisa común y corriente.

-¡Ja! Supongo que cuando se tiene a un campeón alojado la gente lo reconocerá en seguida soltará el chisme en las redes sociales.- El profesor seguía sonriendo alegremente. -Pero, con respecto al alojamiento, creo que puedo conseguirles a alguien que los puede resguardar mientras están en esta dimensión.-

Ana logró guardar la compostura y se tranquilizó, Serena igualmente se sintió aliviada apenas vio que el profesor creía la historia de Samuel y Alfredo seguía igual de confundido que antes.

-Vallan a ver a esta persona, es un amigo mío, les dará un lugar donde dormir y yo les costeare los gastos de comida, agua y electricidad. Últimamente eh visto que por más que usemos nuestros aparatos en el laboratorio nuestra cuenta es muy baja, por lo cual puedo pagarles los bienes básicos.- El profesor les entregó una tarjeta de presentación.

Ana tomó la tarjeta con gusto, la observó detenidamente y luego agradeció la ayuda del profesor, al igual que los demás. Los chicos, después de plática un rato con el profesor, se pusieron en marcha a la ubicación que el profesor les indicó. Ana sacó la tarjeta a medio camino y se le quedó viendo.

-Jaja te toco el negro por pinche moreno.- Samuel se burló de Alfredo.

-Cállate, zorra.- Alfredo le dio un madrazo en el hombro a Samuel.

-Cállense los dos, no andén diciendo malas palabras en frente de los pokemón.- Serena los interrumpió en su absurda pelea.

-Está bueno, solo por qué no le quiero enseñar malas palabras a mis corazoncitos.- Dijo Samuel.

Ana levanto la mirada para ver a sus compañeros.

-Bueno, ésta es una ternera de presentación de alguien que vende bienes raíces. Con razón el profesor aseguró que puede encontrarnos un lugar donde dormir.-

-Eso está genial, no pagaremos nada y a cambio le ayudaremos al profe con sus investigaciones todas locas.- Samuel dejó a Scorbunny y a Bounsweet en el suelo, para luego cargar a Hatenna frente suyo. -¿Tu que opinas pequeña?- Le dijo el a su pokemón.

-Naaa...- Respondió ella.

-Creo que está de acuerdo.- Dijo Samuel. -Bueno, ¿Y tú Exeggute?- Le preguntó a Alfredo.

-En la pokeball, ¿Por?-

-Sácalos a pasear. Deben estar todos apretados ahí dentro.-

-Y que quieres que hagan, ¿Qué rueden o que?-

-Yo digo que es mejor que estén afuera que adentro.- Dijo Serena mientras le daba una baya a Pichu. - Ya te vas a acabar todas las bayas, pérate mano.- Le dijo ella a Pichu.

-Eso sonó muy mal.- Mencionó Ana.

-Tu eres la única que lo malpensó.- Le renegó Samuel.

-Ya cállate tu...- Le respondió ella.

Los cuatro chicos siguieron caminando, junto a sus pokemón, por la banqueta, pidiendo direcciones a los transeúntes para llegar a su destino. Tras varias calles, muchos semáforos, varios contratiempos (Básicamente Samuel y Ana se peleaban por dónde debían ir) y tras muchas bayas que se comió Pichu llegaron a una casa muy hermosa, moderna, sofisticada y con cristales que dejaban ver ciertas partes de la casa. Los chicos se impresionaron ante tal hogar que parecía ser muy extravagante, pero no olvidan a qué habían venido: a buscar un lugar donde quedarse. Los chicos se acercaron a la puerta, Serena presionó el timbre y esperaron. No salió nadie, así que serena volvió a tocar el timbre.

-Disculpen, ¿Me están buscando?- Escucharon una voz de un hombre mayor detrás de ellos.

Los chicos se voltearon para encontrarse con un hombre de 55 años de edad, barba blanca como la nieve al igual que su cabello. Vestía de traje, era algo robusto, pero por que estaba un poco pasado de peso. Vestía zapatos bien boleados y su camioneta, aunque no parecía tan moderno, era de un valor algo alto.

-¿Usted es el señor Edward?- Preguntó Ana mientras se acercaba al señor.

-Así es, jovencita. Mi nombre es Edward Hikagame, vendedor de bienes raíces y condominios. Mucho gusto.- El hombre amablemente saludo a Ana.

-Que bueno que lo encontramos. Venimos de parte del profesor Sakugari.- Samuel saludo al señor Edward. -Formamos parte de su equipo de investigación de campo, y buscamos un lugar donde podamos alojarnos.- Le contó el.

-¡Ya veo! Déjenme les muestro un excelente lugar donde pueden quedarse y, ya que los mando el profesor, no pagarán alquiler ni mucho menos. La casa será toda suya.- El señor amablemente les entregó unas llaves. -Subanse a mi camioneta, los llevaré a su nuevo hogar.-

El señor les pidió a los muchachos que se subieran a la camioneta de 3 filas para llevarlos a su nueva casa, a lo que los jóvenes accedieron (Exceptuando a Ana, que no le hayaban nada bueno a subirse al auto de un extraño) y rápidamente todos se alistaron. Antes de subirse, los chicos guardaron a sus pokemón en sus pokeball para evitar cualquier accidente dentro del vehículo, y tras ponerse el cinturón de seguridad el hombre los llevo a su destino. No parecía estar muy lejos del laboratorio por lo que los chicos pudieron observar.

-Así que, el profesor los nombró investigadores de campo.- Les pregunto el señor Edward.

-Exactamente.- Afirmó Serena.

-¿En qué campo se encargarán de estudiar?-

-Portales dimensiónales.- Dijo Alfredo.

-¡Ah! Entonces son físicos. ¡Que fascinante!- El señor parecía estar muy impresionado. -Yo estudié física antes de cambiarme de carrera. ¿En qué se especializan?-

Alfredo no supo que decir al igual que Serena; Ana, nuevamente, se puso algo nerviosa.

-Somos Biólogos, pero también estudiamos química orgánica y Física cuántica.- Respondió Samuel de la nada.

Ana, Serena y Alfredo quedaron en extremo pasmados con la respuesta de Samuel. Nada de lo que dijo tenía nada que ver con lo que realmente estudiaban ya que Alfredo seguía en preparatoria, Ana no estudiaba y Serena estaba en Diseño gráfico.

-¡Ya veo! ¿Cómo aplicarse la bioquímica en tu espacio de trabajo?-

-Pues mis compañeros se centraron en las aplicaciones médicas, más que nada por qué querían ayudar a la humanidad y a los pokemón descubriendo nuevos métodos para el tratamiento e enfermedades, sin embargo, yo me desempeño en el campo físico estudiando el teorema del espacio infinito y la materia entre sus galaxias, además de como los pokemón afectan el paso del tiempo y como es posible su evolución, ataques y su resistencia, contando con la manipulación espacio-temporal que tienen algunos de ellos.-

Los chicos quedaron atónitos, ninguno de ellos entendía nada de nada de lo que decía Samuel.

-¡Es impresionante, son todos unos grandes científicos!- El señor estaba más que emocionado, parecía haber encontrado a alguien más que amara la física cuántica a parte de el. -Pues les deseo mucha suerte con sus estudios de los portales dimensionales. Espero escuchar grandes cosas sobre sus hallazgos por parte del profesor.-

El señor Edward detuvo su camioneta justo en el frente de una casa hermosa adornada con madera Ipe barnizada por fuera que conjugan perfectamente con el mármol blanco. Era espaciosa y estaba completamente amueblada, contaba con una sala de estar con televisión, sillones, una mesa en el medio y varios cuadros en las paredes. Una cocina igualmente impecable con estufa, licuadora, refrigerador, horno de microondas, unas cuantas sartenes y vasos de cristal. Tenía dos baños, uno en la planta baja y otro en la planta de arriba además de tres habitaciones igualmente amuebladas con camas de tamaño Queen con sábanas, almoada y cobijas, dos burós con una lámpara de noche por cada uno, una mesa de trabajo en una esquina con una papelera, una lámpara, cajones y un portalápices. Unos cuadros adornaban tanto el pasillo entre habitaciones como al subir las escaleras, todos ellos eran paisajes con pokemón o simples paisajes de llanuras, montañas y estepas.

Los jóvenes se ven asombrados ante la espaciosa casa y por los lujos que tenía.

-El profesor Sakuragi me pidió personalmente, hace años, que le buscará y amueblara una casa específicamente para que, cuando encontrara más asistentes para sus estudios, estos tuvieran dónde descansar si no vivían en su ciudad.-

Samuel abrió la puerta con la llave que tenía, entraron y sus miradas se vieron dispersas en la decoración del hogar.

-Bueno, espero que les guste la casa. Por el momento, me tengo que retirar pues me espera otro cliente.- El señor se despidió y se retiró del lugar.

Samuel sacó a sus pokemón de las pokeball, al igual que Serena, Ana y Alfredo. Los pequeños pokemón también veían la casa con emoción corriendo de aquí a allá solo para verla toda. Exeggute simplemente se movía, pero estando completamente inmóvil, hacía donde quería ver. Samuel se le quedó viendo a Exeggute. Sus amigos se le quedaron viendo a el.

-¿De dónde rayos se te ocurrió tanta mamada?- Dijo Alfredo.

-¡Es la habilidad de mi stand!- Samuel hice una pose homoerotica. -Mi Stand se llama "Before I forget" y su habilidad es la capacidad de darme la información que quiero, cuando quiero. Soy capaz de saber cada secreto que este y otros mundos guardan en sus entrañas.- Una mirada fría y determinada se posaba en su rostro.

-No tienes ni la más mínima idea de nada y dijiste lo que se te ocurrió, ¿Verdad?- Ana lo miro, renegando.

--Si.- Samuel volvió a su actitud mensa que casi siempre trae.

-En serio no puedo entenderte. A veces eres un chico que le vale salchicha todo, otras veces eres un chico cariñoso y otras si estás bien menso.- Ana suspiro.

-Ya déjense de discutir los dos, mejor vamos a instalarnos en esta casa y luego seguimos con nuestras tonterías.- Dijo Serena mientras subía las escaleras.

Los chicos subieron las escaleras para ver sus habitaciones, quedaron muy sorprendidos por las conformidades que ofrecía la casa. Samuel se agarró a piedra papel o tijera con Alfredo para ver quién compartía habitación con una chica, a lo cual Ana y Serena estaban en contra pero como a los chicos les valió madres igual le siguieron. Samuel perdió, por lo cual debía decidir con quién se iba a quedar a dormir; después de pensarlo mucho (como dos segundos) eligió a Serena.

-¿Y a mí por qué?- Serena refunfuño.

-Por que yo perdí, y yo elijo con quién me quedo.- Samuel afirmo.

-¿Y eso que chucha tiene que ver?...- Serena se veía completamente frustrada.

-Si si mis nalgas.- Samuel se fue a la habitación en la que el y ella se quedarían a dormir.

Las pokemón de Samuel lo siguieron hasta la habitación. Hatenna, mientras caminaba, suspiro.

-Naa...- Suspiró la pokemón mientras seguía a su entrenador relajado.

-En serio este wey está bien pendejo.- Serena se agarró la cabeza.

-¡Que no digas malas palabras frente a las pokemón de Samuel! Luego las repiten y van a andar igual o peor que el.- Ana comentó.

-Ay... Está bien.-

Serena siguió a Samuel, llevándose también a sus pokemón consigo. Alfredo se dirigió al cuarto que estaba junto al de Serena y Samuel, por lo tanto Ana se quedaría en la habitación que estaba junto a las escaleras, guisando de no tener que compartir habitación. Apenas llegaron, Samuel se acostó en la cama para relajarse, Bounsweet, Scorbunny y Hatenna se acostaron arriba de el para descansar. Serena simplemente estaba algo disgustada con la extraña decisión que Samuel tomó.

-¿Por qué me elegiste a mí como compañera?- Ella pregunto mientras levantaba a Minccino, que quería subirse a la cama.

-Alfredo es vato, y estar con otro vato me pone medio incómodo y a él también, Ana simplemente estaría muy incómoda con mi presencia en la habitación, y tu como minimo solo te incomodarías tantito con mi presencia.- Samuel acurrucaba a sus pokemón, exepto a Hatenna, ella simplemente se durmió.

-Bueno, si, ciertamente tienes algo de razón. Pero igualmente no es como que por estar con un chico te vuelvas gay.- Dijo ella.

-Mas vale prevenir que lamentar.- Samuel siguió acariciando a Bounsweet, a Scorbunny y a Hatenna, aunque está última no quería mimos.

-Hay si, como no.- Renegó Serena.

Después de un rato platicando Samuel salió de la habitación a la sala para dejar que serena se metiera a la regadera y tomara una ducha, los pokemón de Serena lo siguieron por qué querían aprender a hablar (Además de que a serena le daba algo de pena bañarse con sus pokemón en el cuarto). Alfredo se puso a investigar sobre el fenómeno de los ultraumbrales para ver a qué se iba a enfrentar al llegar a Alola y Ana se vio envuelta en cansancio, por lo que simplemente se limitó a acostarse y dormir un rato, Farfetch'd y Goomy se acostaron a lado suyo y los tres se durmieron.

Tras un rato, serena se cambió y bajó a ver qué estaba haciendo Samuel, y se encontró dando clases a los pokemón sobre cómo se debía gesticular para decir la "R". Por obviedad los pokemón tenían grandes dificultades para pronunciar la "R" en oraciones del idioma humano, pero poco a poco los retoños parecían entender como hacerlo, alentándolos a seguir practicando. Bueno, a todos menos a Yampert, el cachorro andaba en su rollo. Serena se le acercó a Samuel.

-Espero y no les hayas enseñado malas palabras.-

-Que yo sepa solo saben decir mi nombre, mi apodo y unas cuantas palabras sueltas.-

-Más te vale, no quiero oír a mi Minccino diciendo palabrotas a cada rato.-

-Descuida, no sería capaz de envenenarlos la mente así... o bueno, no hasta que mis pequeñas estén en su última evolución.-

Serena le propicio tremendo sale en la cabeza a Samuel.

-Ni de pedo se te ocurra, gordo.-

-Ay... ta bueno ta bueno.- Samuel se sobó la cabeza.

Serena se quedó a verla las lecciones de Samuel para ver cómo reaccionaban los pokemón, y se llevó una sorpresa por qué los pequeños entendían bien lo que Samuel quería decir, aún trabándose entre palabras. Alfredo seguía analizando los Ultraumbrales, ya que no tenía un conocimiento real de la región de Alola, mucho menos de sus particularidades. Seguía procesando el que estaba en un nuevo mundo, una nueva dimensión en la que apenas si entendía lo básico de los combates. Sin embargo, tenía la esperanza de que el secreto para regresar a casa se encontraba en aquellos portales extraños que traían consigo seres de otras dimensiones, aspirando a qué alguna de esas dimensiones fuera la suya. Ana no podía descansar como quisiera, no paraba de pensar en que aún con todos sus esfuerzos cabía la posibilidad de nunca regresar. Todos esos pensamientos la empezaron a consumir poco a poco soltando lágrimas mientras sollozaba. Sin embargo, Goomy y Farfetch'd se le acercaron preocupados por su entrenadora y ambos la abrazaron, bueno, Goomy solo se acurrucó a su lado, la pequeña no tiene brazos. Ana poco a poco empezaba a dejar salir una sonrisa a la par que acariciaba a sus pequeños, dejando entrever algo de paz entre su huracán de malos sentimientos.

Después de un buen rato enseñándole a los pokemón a hablar, Serena se percató de que ya estaba oscureciendo, por lo que le pidió a Samuel que se fueran a acostar. El chico asintió y junto a los pokemón subió las escaleras algo cansado. Serena le siguió el paso hasta la habitación y ambos cayeron rendidos en la cama, al igual que sus pokemón. Todos quedaron dormidos así sin más. Pero Alfredo seguía investigando sobre pokemón, no quería quedarse sin saber a lo que se podía enfrentar.

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