—Y 1, 2, 3, va... —cuenta Noah, marcando el ritmo. Están practicando el trío masculino —Más arriba ese salto, Trevor. Sack, por ahí... —el choque entre Sack y Lenor lo interrumpe, justo lo que les quería advertir Noah —... no es —termina la frase.
—Lenor, ¿podrías ver por dónde vas la próxima vez? —chilla Sack, levantándose enojado.
—¿Yo? Fue tu culpa, idiota —contraataca Lenor.
Esos dos se llevan como perros y gatos.
—Hey, hey, cálmense, ¿si? Fue solo un accidente, dejen su rencor fuera del baile —exige Trevor, separándolos.
—Bien, continuemos. —dice Noah, ignorándolos —El siguiente baile que practicaremos será el solo femenino, Alison, por favor —me extiende la mano hacia el centro de la pista, dejándola libre para mí.
Me coloco en posición y cuando la música suena, comienzo el baile.
Me hace sentir tan bien ésto, amo bailar, me libero de todo, siento que estoy sola en el mundo, es algo que me encantaría hacer toda mi vida.
Descubrí que me gustaba bailar a los ocho años, cuando veía los programas de competencias y decía que quería estar ahí, que quería ser como ellos, me lo propuse, se lo dije a mamá, pero ella solo me dijo que no había tiempo ni dinero, me sentí muy mal. Cuando estaba sola en casa, bailaba.
Disfruto tanto esto, no sé que haría si algún día ya no pudiera bailar más.
—Wow, excelente, Ali. —expresa Noah una vez termino mi solo. Se comienza a acercar a mí —Al terminar quiero hablar contigo, a solas —mi piel se eriza.
¿A solas? Oh, Dios, ¿por qué me la pones tan difícil?
Luego practicaron algunos otros bailes, cuartetos, tríos femeninos y ahora tocaba el dueto.
Trevor y yo.
No puedo bailar con él, me siento muy mal, ni siquiera puedo mirarlo a los ojos. Cuando llegó a la academia, me encerré en el baño y no salí hasta que escuché a Noah llamando a todos.
Si, lo sé, soy una gallina, creo que a estas alturas todos lo sabemos.
Es que, solo piénsenlo, lo engañé, le fui infiel con Noah, me siento horrible.
Ah, pero en ese momento no pensabas lo mismo, ¿no?
—Ali, tenemos que ensayar —dice Trevor, tomándome de la mano.
¿En qué momento había llegado a mi lado?
Lo miro a los ojos, veo preocupación y confusión en su cara, pero de inmediato aparta la mirada.
—Emmm, si, vamos —me dirijo a el centro de la pista.
Nos dirigimos al centro de la pista y empieza a sonar la canción. Nos colocamos en posición, Trevor comienza a hacer los pasos, seguidamente yo. Bailábamos, pero no podía mirarlo a la cara.
Para los duetos debe haber conexión, química entre los dos, pero yo había roto eso, había destrozado nuestra relación, nuestra conexión, y aunque él no supiera lo que yo había hecho, él sabía que me pasaba algo, que no estaba bien.
Hago mi mayor esfuerzo para que salga bien el baile, o al menos que todos se traguen el cuento de que todo está bien. Al terminar quedamos muy cerca, cómo siempre era nuestra pose final.
Él me besa.
No dura más de tres segundos ya que me separo de inmediato, no puedo besarlo, siento que soy una falsa, y tal vez sea así.
—Por hoy acabamos, hasta el miércoles —dice Noah con un tono de voz grueso y el ceño fruncido.
¿Qué le pasa?
Se lo podrías preguntar, ¿recuerdas que te dijo que hablaran a solas? Pues, llegó la hora.
Cuando ya todos habían salido, yo sigo guardando mis cosas, mirando al suelo, en dónde se encuentra mi bolso. Unos zapatos entran en mi campo de visión, levanto la vista pensando que es Noah, pero mi sorpresa fue muy grande al ver que es Trevor.
—Amor, ¿podemos hablar? —pregunta, mirándome a los ojos.
—Trevor, no creo que sea el mejor momento —digo, apartando la mirada.
—¿Cuándo? Dime, ¿cuándo? ¿Qué te pasa, amor? ¿Dónde quedó nuestra confianza? ¿Nuestra comunicación? —habla con tristeza, con cansancio en su voz.
Está cansado de ésta situación, he estado cuatro días evitándolo, desde que besé a Noah.
Dios, se escucha tan mal como lo es.
¿Por qué lo hice?
No se lo merece, yo no lo merezco a él.
—Escucha, Trevor, en este momento tengo que hacer algo y no puedo. Pero si quieres podríamos quedar en algún lugar ésta tarde.
¿Estaba eligiendo a Noah sobre mi novio? En serio soy una descarada.
—Está bien, entonces nos vemos en la cafetería cerca de tu casa —dice y se va.
Termino de guardar mis cosas en el bolso y me levanto.
—¿Huyendo de tu noviesito? —dice Noah, acercándose a paso lento hacia mí.
—Yo no huyo de nadie —digo, tratando de sonar lo más relajada del mundo, cuando en realidad no es así.
—Ven, tengo que enseñarte algo —pide, dirigiéndose al pequeño cuarto de la Profesora, en este momento, de él. Lo sigo.
Al entrar me topo con una gran sorpresa, algo que no me esperaba.
En la silla.
Una caja.
Un regalo.
—¿Noah? —digo extrañada, mirándolo.
—Ábrela, es para tí —sonríe.
Obedezco, en el interior hay dos cosas: una carta y un par de zapatillas de ballet que he querido desde hace meses, son solo de colección.
—Tú mamá me dijo que desde hace tiempo querías estas zapatillas de ballet, bueno, yo le pregunté. Quería darte un regalo y no sabía que, así que acudí a ella.
Yo estoy con la boca abierta, no puedo creer que Noah hubiera hecho ésto por mí, no debió hacerlo.
—¿No te gusta? —pregunta desilucionado.
—Claro que si, son hermosas, es lo mejor que me han regalado. Muchas gracias —digo, abrazándolo, mis ojos se habían llenado de lágrimas.
Nos separamos y quedamos muy cerca. Él no pierde tiempo y me besa.
De nuevo está sucediendo, esas cosquillas en el estómago están ahí, esa sensación de relajación que solo con él me pasa. Me dejo llevar, nos besamos sin control, sin piedad.
Él me carga y me sube a la mesa, con su rodilla abre paso entre mis piernas para acercarse más a mí, acaricia mi mejilla suavemente. Nos separamos y nos miramos a los ojos.
—¿Qué es lo que quieres de mí? —inquiere, juntando nuestras frentes.
Se ilumina la pantalla de mi teléfono, mostrando un nuevo mensaje.
De Trevor.
"¿A qué hora nos veremos?"
Noah lo lee.
—¿A qué juegas, niña? —susurra Noah, con la mandíbula tensa —Estás con Trevor y conmigo a la vez —dice entre dientes.
—Yo nunca he dicho que estoy contigo —digo inocente.
Y me vuelve a besar, un beso salvaje, sin importar nada.
Me comienza a acariciar la pierna, cada vez subiendo más y más hasta que llega a mi zona.
Alison, hace dos segundos te estabas lamentando por haberle sido infiel a tu novio, ¿y lo vuelves a hacer? ¿En serio?
—Noah... —susurro, colocando mis manos en su pecho —espera —lo empujo suavemente y él se aleja.
—¿Qué pasa? —indaga, con el ceño fruncido.
—Esto está mal —me bajo de la mesa.
—Oh, si, lo sé, pero pensé que no te importaba.
—Mira, Noah, no pienso cometer el mismo error dos veces, Trevor no se merece que le haga esto.
Él me mira atentamente, tal vez pensando en mis palabras.
—¿Y por qué no terminas con él? —sus palabras salen más en forma de petición que de pregunta.
Mis ojos se abren como platos.
—¿Estás loco?
—¿Por qué no? ¿A caso me vas a negar la tensión sexual que hay entre nosotros? —se cruza de brazos.
—¿Tensión sex...? —paro de hablar —Escucha, tú y yo no podemos estar juntos, la ley, ¿recuerdas? —expongo. Él resopla —Y, además, tú y yo a penas nos conocemos, a Trevor lo conozco desde hace tres años, no puedo mandar todo eso a la basura, no así.
Hay un poco de enojo en su semblante. Él solo está ahí, parado serenamente, sin emitir un sonido ni hacer un movimiento, solo me mira.
—Pues, quieras o no, ya le fuiste infiel, y por lo que ví hace rato cuando hablaste con él, no eres muy buena ocultándole cosas, así que tarde o temprano lo sabrá, solo debes estar lista para decirle la verdad —su tono de voz es neutro.
—Le diré la verdad, esta tarde quedamos en ir a una cafetería que queda cerca de mi casa, le diré y esperaré lo mejor.
—Pues, te deseo suerte, Alison —mi nombre lo susurra lentamente mientras me mira directo a los ojos, causándome cosquillas en el cuerpo. Sonríe.
Aparto la mirada y me apresuro a tomar mi bolso, el cual está en el suelo, y guindarlo en mi hombro.
—¿Qué vas a hacer? —pregunta Noah extrañado.
Sonrío —Gracias por el regalo, nos vemos luego —digo, saliendo con el regalo en mi mano —¡Oh! Por cierto, —me regreso a dónde estaba —saqué diez en mi exámen, me lo entregaron hoy. —digo, llegando al frente de él —Gracias a tí.
—Bueno, sé que contribuí en que sacaras esa nota, pero tú eres muy inteligente, tú lo hiciste. Felicidades —dice con una sonrisa.
—Igual gracias. Ya me voy —retomo mi camino, pero una mano me detiene.
—¿Y no te vas a despedir de mí? —pregunta, halándome hacia él.
Le doy un pequeño beso en la mejilla y salgo corriendo.
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Ansiedad.
Imagina estar todo el día preocupado o preocupada por cada mínima cosa que acurra, o que podría ocurrir. Cuando alguien sale y pasan varias horas y aún no llega, comienzas a imaginar mil y un cosas malas, escenarios horribles que podrían haber pasado.
La ansiedad es algo con lo que he lidiado prácticamente toda mi vida, es estresante y cansador, estar siempre con tu cabeza dando vueltas, sin descansar.
Me la diagnosticaron cuando tenía cinco años, era una niña muy negativa, a penas escuchaba un ruido mínimo en la noche y ya pensaba que eran ladrones que se meterían a la casa y nos matarían a mis padres, a mi hermano y a mí. Era una lucha constante conmigo misma, odiaba ser así, odio ser así.
A medida que fui creciendo fue empeorando, los pensamientos negativos se hacían más y más constantes y fuertes, por cualquier situación. La ansiedad es algo con lo que no puedes lidiar, te consume lentamente desde adentro y terminas siendo... cómo yo.
Tímida, introvertida, temerosa de expresar mis ideas, callada, y para muchas personas, yo incluída, aburrida.
Por este transtorno es que solo tengo dos amigos, ellos me entienden y lidian con mis pensamientos negativos. Me ayudan a salir de ese hoyo emocional y mental en el que estoy cada segundo de mi vida. Ellos me han enseñado que la vida tiene cosas hermosas, no todo lo que ocurre es feo o malo.
En este momento mi ansiedad está en su punto máximo. Espero a Trevor, en la cafetería que habíamos acordado, pero ya tiene una hora de retraso, lo había llamado varias veces pero no contestó, así que, cómo siempre, mi mente comienza a pensar lo peor.
¿Un accidente? ¿Un contratiempo? ¿Se le olvidó? ¿No quiere venir?
Son muchas preguntas y cero respuestas, hasta que oigo eso que rompe mi alma y mi corazón.
En la pantalla del pequeño televisor, hablaba la informadora del noticiero.
Un camión de carga había atropellado a una camioneta Toyota azul.
La de Trevor.
Olvido como se respira, tengo un ataque. Por primera vez en mi vida, uno de mis pensamientos de ansiedad se hacía realidad, era verdad.
Trevor tuvo un accidente.
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Hoy subí dos capítulos, disfrútenlos. No olviden darle estrellita ⭐ (voto) si les gustó.
Besos <3
2000 palabras.