¿Fue parte del destino?

By AlmendraAlvaradoLez

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Dicen que del odio al amor hay un paso ¿será eso cierto? La historia de dos chicos que viven experiencias y e... More

Un mal encuentro
Una desagradable vista bajo la luna
Contra el tiempo
Primer día de castigo
Una intrusa en mi habitación
Fiesta de otoño
El partido
Propuesta de paz
Revelación de novio
¿Está todo bien?
Una persona poco agradable
Noche accidentada
¿Qué sucedió?
Fresas, ardillas y una sonrisa fugaz
Contacto agridulce
Fin del trato
Una extraña persona
Las sorpresas del festival
¿Dónde estás?
Ojo por ojo...
Recha...
Extraña sensación
Casualidades e invitaciones
Algo realmente está cambiando
Una disculpa tardía
Un simple beso
Cierre de una etapa
Una peligrosa emoción
Una pequeña esperanza
Todo está cambiando
Momento de confesar
Tiempo de prueba
Primer tiempo
Segundo tiempo
Tercer tiempo
Tiempo fuera
Ningún rastro de ella
Los chicos también lloran
Buen chico
Una señal de mejora
Esa noche en que todo cambió
El rostro detrás de la máscara
Una amenaza superficial
El aviso de un rival
La pareja perfecta
Los planes de Sierra Doyle
Todo es diferente de nuevo
Un rival a la vista
No puedo seguir con esto
Una peligrosa confesión
Un siniestro día
Recuérdame, por favor
Cabos sueltos
Memorias y Pesadillas
Juntos, pero no revueltos
Una despedida
¿Es el fin?
A esto probablemente se le llama destino
Pequeñas grandes mentiras
Encuentro nocturno
Mentiras y memorias
Recuerdos del pasado
Sin malas intenciones
Pasado vs Presente
La camiseta gris
Sentimientos y memorias
Aroma a rosas
¿Complot familiar?
Reaparece un conocido
Invasión de propiedad
Razón y emoción
Una propuesta
Noticias bajo la luna
Felicidad efímera
Palabras afiladas
Noticias
Encuentros inoportunos I
Casualidades
Encuentros inoportunos II
Pequeños detalles
Contesta la llamada
Memorias del pasado
El otro lado de la moneda
Vísperas
Liberación
Sabor agridulce
Noticias y sorpresas
Relaciones rotas
Tengo que decirte algo
Hogar dulce hogar
Buscando respuestas
Sinceridad
Un primer cumpleaños juntos
Flores de recuerdo
Pruebas
Alcohol y verdades
Los estragos de la noche
Encuentros en el tiempo
Como extraños
¿Es definitivo?
Territorio neutro
Una señal
Última oportunidad
La última palabra
Como un sueño
Cerca a ti
Dónde todo comenzó
Al fin juntos
Te quiero a mi lado
Epílogo

Algo está cambiando

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By AlmendraAlvaradoLez

Mismo día, 7:35 pm

La razón de los golpes que solían acompañar a Brandon en la escuela no se debían siempre a las peleas con alumnos de grados mayores, los atrevidos de primer año o personas de fuera que se entrometen en su camino. No podía negar que la mayoría de los rumores eran ciertos, pero un porcentaje de ellos se los provocaba a sí mismo por descuido. Cada vez que sentía molesto, que todo el mundo le parecía nefasto ni que podía controlar su enojo, iba a un gimnasio de box para descargar toda su enojo en un saco de arena o en una persona que estaba capacitada para defenderse. Iba ahí cada vez que sentía que iba explotar gracias al dueño del lugar que terminó convirtiéndose en un referente parental.

Ya iba más de un año yendo ahí por las noches que se volvió parte de su rutina ir cada vez que tuviera tiempo. Tenía las puertas abiertas para entrar cuando quisiera con la única condición de no traer problemas o utilizar lo que había aprendido para hacer daño. Por ese lado, Brandon solo aplicaba la fuerza cuando era necesario o necesitaba defenderse, pero no iba decir nada si incumplía la promesa. Mientras ellos no supieran, todo podía continuar con tranquilidad.

Los domingos se preparaba para ir después de cenar para poder caer dormido de inmediato de regreso; sin embargo, sus planes cambiaron cuando se reunió con Tara al salir de la escuela. Sus dulces mentiras no lograron seducirlo esa vez, más bien causó que se sintiera más decepcionado de ella y de sí mismo por seguir aferrándose a lo que parecía ser una causa perdida. Lo peor era que no tenía intenciones de dar un paso al lado luego de percibir una oleada de celos de su parte. Ella solo no quería perder su atención, era una sencilla jugada, pero Brandon se obligó a creer que Tara no quería alejarse de su lado. Solo que sus palabras fueron muy afiladas cuando se refirió a la curiosa y extraña amistad que tenía con Itzel Dorrian. Era imposible que ambos pudieran estar llevándose bien cuando él le hizo daño a la pelirroja, sus intenciones no podían estar cercanas a la venganza, por lo que debía mantenerse cauto de su nueva compañera.

Brandon deseó responderle que era ella de quien debía tener cuidado, pero se mantuvo en silencio. Tara tenía razón de cierto modo, él había lastimado a la pelirroja casi a propósito, aunque no fue de todo su intención. Sin embargo, Itzel siempre había sido clara con él sobre cómo se sentía a su lado. Ya le había dicho que lo odiaba, solo que ahora el camino se veía nublado. Ella no sonreiría tan radiantemente a alguien que detestaba o deseaba eliminar. Y entonces, volvió a recordar aquel corto momento que solo provocó que se sintiera confundido. Así que se apresuró a visitar a su viejo amigo.

—¡Owen! —saludó Brandon apenas vio al dueño ordenando uno de los estantes que estaban al lado de la entrada. El hombre de cuarenta años lo miró con sorpresa y luego miró el reloj de la pared.

—¿Qué haces por aquí? No hay espacio para ti ahora.

—Veo el gimnasio prácticamente libre ¿por qué me tratas así? —Entonces, Owen señaló su mano herida que estaba cubierta de banditas infantiles.

—Te dije que no vinieras hasta que tus heridas estén curadas. Así que vete.

—Pero puedo hacerte compañía...ayudarte a ordenar los nuevos guantes. —Brandon se acercó al pequeño mostrador con la intención de mover las cajas que había encima. Sin embargo, se detuvo al percatarse de algo nuevo en el ambiente—. ¿Has puesto un aromatizador?

—Lavanda. Mi esposa me lo consiguió —dijo Owen.— El lugar necesitaba un aroma que neutralice el olor a sudor y sangre, y la verdad que ha sido una buena elección ¿No lo crees? Es muy... tranquilizador.

—Sí, es de mis favoritos...

—Entonces, ¿para qué viniste? Ni me digas que querías hacerme compañía. La verdad.

—Solo...me siento abrumado, buscaba distraer mi cabeza

—Apenas tienes 17 años, ¿qué puede abrumarte? ¿Acaso es por esa muchacha con la que salías?

—Por un lado, pero ahora...hay una pelirroja que...

De pronto, se produjo un alboroto afuera del gimnasio. Era algo inusual, pero Owen dejó de hacer lo que estaba haciendo de inmediato para ver de qué se trataba aquel escándalo. No tardó en regresar para obligar a Brandon que se marchara por la puerta trasera porque lo estaban buscando por motivos que no parecían ser agradables. Al parecer habían dado aviso de que lo habían visto llegar al gimnasio. Owen intentó darle las llaves de su carro, pero él se negó. No iba a darles más problemas, así que se apresuró a salir mientras el grupo trataba de entrar a la fuerza.

Al principio, el plan era ocultar su rostro debajo de la capucha de su casa, pasar desapercibido por detrás de ellos. Había logrado hacerse camino entre las calles poco iluminadas, pero no se sentía cómodo con la idea de huir de quienes querían su cabeza. Estaba más que listo para defenderse hasta que se percató que sus contrincantes eran demasiado para él solo. Brandon conocía sus límites y ocho personas eran demasiadas para intentar confrontarlos. Ellos no iban con la intención de dialogar y llegar a un consenso donde ambas partes salían beneficiadas, sólo deseaban ver sangre y caos. Sin embargo, su suerte dio un giro cuando uno de ellos se percató del extraño sujeto que se alejaba de ellos. Lo llamaron para que se identificara, pero Brandon continuó caminando como si no los hubiera oído. Pensó que con eso bastaría y se equivocó, porque alguien colocó una mano en su hombro para detenerlo. Lo único que pudo hacer, fue golpear al sujeto antes de que llamara a su grupo y salir corriendo. Su única salida era la estación de tren.

Había logrado sacarles ventaja y aún así no podía subestimarlos. En especial, cuando uno del grupo practicaba atletismo. Su ventaja se fue acortando hasta que uno de ellos logró empujarlo hacia el piso cuando apenas llegaba a la estación. Intentó levantarse de inmediato, pero recibió un golpe en la cabeza antes de ser empujado de vuelta contra la pared, colocando sus manos en el cuello de su camiseta. A pesar que no entendía las razones del porqué querían lastimarlo hasta que recordó un pequeño incidente en el que terminó involucrado.

Tras un intercambio de palabras, llegó su turno de defenderse mientras aún prevalecía cierta ventaja que no duró tanto. No tardó en ser reducido a golpes y patadas entre todos. Podía oír sus insultos y sus risas en cada impacto en su cuerpo, solo debía resistirlo hasta que ellos se cansaran. Y en eso, escuchó una voz conocida gritando a lo lejos. Era difícil entender lo que decía con tanto ruido cuando lo sujetaron de los brazos para ponerlo de pie y llevarlo casi a rastras hacia las escaleras.

Trató de liberarse, a pesar de ya no le quedaban fuerzas y podía saborear su propia sangre. Con suerte había obtenido pequeñas contusiones y cortes por los golpes, pero la caída por la escalera no aseguraba nada. Se aferró a los tipos que aún lo sujetaban, pero no fue suficiente. La caída fue aparatosa, lo suficiente para romper un par de huesos y su vista se nublara por el golpe en su cabeza. Ya en el suelo, soportando el dolor, se le acercó uno del grupo para decirle una advertencia. Y a pesar de que no estaba en condiciones, hizo su mejor intento para demostrar que no le importaba nada de lo que le estaba diciendo. Una clara ofensa que merecía un último golpe si es que no hubiera intervenido otra persona.

Su mirada seguía borrosa por lo que no pudo reconocer a su salvador, pero sí su voz. De todas las probabilidades, no podía tratarse de la persona que estaba imaginando, pero realmente era ella. Pudo reconocer su perfume cuando se acercó a su lado para verificar que estaba bien. Su voz se oía temblorosa mientras lo regañaba, daba la impresión que estaba a punto de llorar ¿por él? ¿estaba realmente preocupada por él? Realmente no lo supo, ya que no tardó en perder la conciencia por el golpe en la cabeza.

8:15 pm

No se trató de su imaginación. Cuando despertó, la pelirroja estaba sentada cerca a su camilla revisando su celular, pero fue suficiente con que hiciera el mínimo movimiento para que ella volteara a fulminarlo con la mirada. Una reacción que le pareció graciosa hasta que su compañera se puso a su lado para darle un golpe en el hombro.

—¿¡Eres idiota!?

—¿Cómo puedes agredir a un paciente? —Se quejó él. Aparte de los moretones y cortes, su brazo izquierdo estaba enyesado y al parecer también se había roto la cabeza en la caída ¿Cómo podía tratarlo de esa manera?

Iba a seguir protestando hasta que se fijó en el rostro de la pelirroja. Sus ojos se veían irritados, lo que significaba que había estado llorando. Era una idea descabellada difícil de procesar, pero realmente había sucedido. Perdido en sus pensamientos, ni siquiera se percató que alargó su mano hacia el rostro de Itzel para tocar levemente cerca de su pómulo. No hasta que Itzel retrocedió.

—¿Estabas preocupada por mí?

—Cómo no estarlo —exclamó ella molesta—. Te vi caer de esas escaleras y estabas siendo golpeado por más de seis personas ¿Acaso querías encontrarte con la muerte?

—Son mis asuntos, yo me encargo de ellos como mejor me parezca... Además, ¿cómo pudiste enfrentar al último chico? ¿No recuerdas lo que pasó la otra vez... —Itzel se quedó callada. Entonces, Brandon se levantó de la camilla para estar casi a su misma altura, ahora con una expresión seria—. ¿Por qué hiciste algo tan imprudente?

—Porque a lo mejor ya no estarías aquí.

—¿Eso no desearías?

—¿En serio? Haré como si no lo hubiera oído —dijo ella con indignación para regresar de nuevo a su asiento—. Llamé a Adam para que se comunicara con tu madre, no debería tardar en llegar. Así que por mientras, tendrás que soportar mi presencia.

—¿Y te vas a quedar en silencio todo el tiempo, cómo un fantasma?

—Un... lo siento podría arreglar las cosas —añadió Itzel—. No es necesario, de todas formas iba a seguir hablando. Tengo que hacerte pagar por hacerme presenciar esa escena que sigue grabada en la retina de mis ojos.

—Pero yo fui el afectado, yo soy el que tiene la bata de paciente.

—Me da igual, tienes que asumir las consecuencias —contestó ella esbozando una pequeña sonrisa.

Brandon se quedó observándola en silencio por unos minutos, haciendo miles de preguntas dentro de su cabeza. Tenía curiosidad de conocer a Itzel, de conocer los motivos para que se entrometa en sus asuntos a pesar de las posibilidades de resultar herida, y aún así sonreír. Daba la impresión que intentaba entenderlo, a pesar de todo, que de algún modo se sintió conmovido y culpable. Fue en ese momento que se acordó de algo y palpó con su mano en la base de su cuello donde debía estar el collar que siempre llevaba consigo.

—¿Sucede algo? ¿Te sientes mareado....llamo a las enfermeras? —habló Itzel en un tono de alarma.

—No, estoy bien ¿has visto una cadena? Placas militares. —Ella negó con la cabeza—. Demonios, debí perderla en el camino

—¿Era importante? —¿Realmente lo era? se preguntó Brandon. Solo eran un par de pedazos de metal que solo le traía recuerdos del pasado que deseaba olvidar.

—No —contestó, tratando de mostrarse indiferente, pero aún así mantuvo su mano donde deberían estar las placas—. Ya están perdidas, era momento de deshacerse de ellas.

Esperaba seguir conversando con la pelirroja, cuando llegó un nuevo visitante a su habitación. Su primer pensamiento fue su madre, pero fue Adam quien cruzó la puerta sin compañía para ver el estado de su amigo. Sin embargo, en vez de tomarle atención a él, se dirigió primero hacia Itzel. Ella ya se había puesto de pie con la intención de retirarse cuando lo saludó, pero Adam le pidió que lo esperara afuera por unos minutos. Hasta ese momento, su amigo apenas le había dirigido la mirada y volvió a salir dejando la puerta entreabierta. Lo suficiente para ver qué pasaba.

¿Debía estar mirando? Probablemente no. Era la vida privada de su amigo, solo que sintió curiosidad de saber el avance que había logrado. Además, era la primera vez que los veía a ambos juntos sin una tercera persona entrometiéndose. Al inicio, solo estaban conversando, a lo mejor de él. Luego, hubo un par de risas y entonces, vio cuando Adam abrazó a su salvadora. En vez de sentirse contento, se sintió irritado al respecto. Lo cual hizo que se cuestionara a sí mismo por esa reacción ¿Por qué? ¿Por qué se estaba sintiendo de esa forma? ¿Por qué Itzel estaba afectando su vida de algún modo que aún no lograba entender?

Entonces, Adam regresó como si hubiera tenido un triunfo. No había motivos para ocultar su alegría, aunque lo hizo al reconsiderar su situación. Un poco de empatía por el que estaba lastimado después de la golpiza. No le preguntó lo que sucedió, Itzel debió habérselo dicho cuando se puso en contacto, pero podía notarse en su rostro que no estaba contento. Lo único que le dijo fue que estaría en el hospital por un par de días bajo observación por el golpe en su cabeza. Luego, le avisó que su madre lo visitaba después de salir de su trabajo, lo que entendía. No era la primera vez que tenía que buscarlo en un hospital, mientras le dijeran que estaba bien...ella podía estar tranquila. Pregunto por Tara y Adam solo le comentó que ella apenas tuvo una reacción cuando le contó que estaba en el hospital. Una reacción del todo creíble de alguien que solo se preocupaba por sí misma.

No le molestaba tener que perder clases, menos cuando estaba a una semana de salir de vacaciones. Qué importaba estar ausente mientras estaba en el hospital, ningún profesor podía hacer algo para desfavorecer sus notas sin convertirse en monstruos. Y a pesar de la paliza, quería agradecerles a esos idiotas por alargar sus días de descanso. Por supuesto, que se olvidó del factor Itzel Dorrian. Ella volvería a visitarlo después de clases con la cruel intención de obligarlo a hacer sus deberes, gracias a la intromisión del profesor Harford. La idea parecía complacerla, porque eso significaba que tenía las puertas abiertas para regañarlo y gritarle sin ningún tipo de compasión por él. Sin embargo, él disfrutó mucho de su compañía.

Solo el primer día llegó temprano con el uniforme de la escuela. Los siguientes días, casi a inicios de la noche, a veces en compañía de Adam que también era un frecuente visitante. Entre los tres, la conversación se ponía interesante. En esos momentos, Brandon contaba superficialmente sobre sus visitas al gimnasio de Owen y sus peleas no planificadas; Adam, sobre sus entrenamientos y lo que tenía planeado después de clases; e Itzel, emocionándose con las vacaciones y las festividades de fin de año en la ciudad. Al menos hasta que llegaba su turno de avanzar con sus deberes, ahí los dos visitantes se quedaban hablando en voz baja para no interrumpir su concentración. Sin embargo, ellos no sabían que estaba al tanto de cómo los dos interactuaban tan cercanos y casi íntimos, desde el intercambio de miradas y el sutil toque de sus dedos que en varias oportunidades quiso separarlos dentro de su mente.

—Tienes una bonita novia —le comentó uno de los enfermeros que iba a chequearlo en las mañanas—. Realmente, Dios tiene a su favoritos

—Solo es una compañera de la escuela —contestó él.— Solo se dio la coincidencia que estuviera cerca de dónde estaba.

—Bueno, las coincidencias no existen. Todo sucede por una razón, por lo que si fuera tu... no ignoraría las señales. —El enfermero anotó algo en su carpeta—. Parece que todo está perfecto, así que el doctor no debe tardar en darte de alta.

Mientras él seguía procesando la información que le habían compartido, su hermana regresó a su habitación con su desayuno y su celular que él mismo le había dado para que se entretuviera jugando. Cuando Sam le comentó que había recibido un mensaje, se sentó de inmediato en la camilla para leer el corto mensaje que había recibido de Tara, seguido de otro que fue igual de corto, pero le hizo sonreír. Tenía asegurado otro día en compañía por la tarde.

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