Habían pasado varios días sin saber que era lo que estaba pasando en Bowclevan, sabía que todos estaban preocupados por ella y que tal vez durante ese tiempo ya la habían considerado algo que no se imaginaba... Y así fue.
Después de una semana en búsqueda, la policía de la ciudad y los investigadores del caso dieron por muerta a la hija de los Pawell. Encontraron el vestido que la joven había usado esa noche que desapareció, junto a un granero viejo cerca del río que se situaba fuera de la ciudad. La noticia fue devastadora para la familia de los Pawell, quienes no podía permitir que cerraran el caso, ya que por lo menos encontraran el cuerpo de su hija.
Mark por su parte no podía asimilar la realidad, sentía algo en su interior que no permitía creerlo y exigía que la siguieran buscando.
—!No pueden dejar el caso así como si no ha pasado nada! —Reclamó.
—Lo sentimos, pero hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos— Contestó el detective.
—Presiento que ella aún sigue con vida y debe estar en alguna parte !Por favor, se los suplico! — Mark replico sin poder tranquilizarse.
—Ha pasodo una semana, es mejor que valla a casa y acepte la realidad, pero el caso seguirá abierto no se preocupe —añadió del detective.
—!Ella tiene que estar en alguna parte!
Mark exigia que la siguieran buscando, porque para él y para nadie era justo que dejaran de buscarla.
Aunque las evidencias eran lógicas, encontraron su ropa con algunas manchas de sangre, eso era probable que ella no estuviera con vida.
Después de esa tragedia la vida de Mark se tornó deprimente, su vida había cambiado por completo ante lo ocurrido. Era uno de los chicos más sociales, simpáticos y sonrientes, ahora nadie podía ver esa alegría que todos estaba acostumbrados a ver, en ese rostro enamorado, ya no encontraba otra razón para sonreír, por lo que prefería quedarse solo, encerrado en su habitación.
Dormía más de lo normal, casi todo el día, y lloraba todas las noches por ella en su habitación oscura donde no permitía entrar la luz del sol. Todas las paredes estaban repletas de fotografías de Kaitlin hasta el fondo de la pantalla de inicio y bloqueo de su iphone. Se había salido de control.
Perdió el apetito y bajó mas de siete kilogramos en toda una semana, su dieta era sorprendente. Los ciento ochenta y seis nuevos mensajes en la bandeja de entrada de notificaciones de su cuenta de redes sociales seguían aumentando, no quería saber nada de sus amigos y tampoco de la gente que le expresaba sus condolencias por lo que había ocurrido, pero era imposible, toda la ciudad se había enterado de ello. Lanzó el periódico por la pared al ver la foto de su novia en primera plana con un encabezado que decía "Desaparece joven de veinticinco años tras un atentado el viernes por la noche".
¿Cómo podía calmar su dolor? Si todo el mundo le recordaba lo que ocurrió esa noche del pasado viernes.
Se quedó solo, en medio de la oscuridad de sus recuerdos que para él eran los más hermosos que había vivido en toda su vida. Su primer amor fue ella, la mujer del que se había enamorado y amado por primera vez, aun que jamas se atrevió a decirle que mantenía un romance a sus espaldas con una de sus dos mejores amigas, la culpabilidad lo inducia a beber más del licor que tenía en su mano, que horas después hacía caer en llanto a esos ojos marrones hasta hacerlo privar de dolor.
Dormir era su anestesia para calmar lo que ahora era una pesadilla. Eran los minutos en los que podía descansar y prefería no despertar porque a la vez su conciencia marcaba culpabilidad y se arrepentía una y otra vez por decirle las cosas a su novia esa noche, jamás se perdonaría en la vida no a ver esperado más tiempo.
Sus amigos no podían verlo en su dolor, era preocupante su situación y trataban de animarlo, aun que él prefería que nadie lo molestara, pero ellos insistían ya que hacían lo que podían por él.
Por las tardes, al caer la noche llegaban a su casa para bromear y convivir como hacían antes, incluso llegaban para invitarlo a las fiestas en las que solían ir rutinariamente. En el último piso del edificio mas antiguo de la ciudad, donde se reunían todos los chicos y chicas de la avenida mientras de acuerdo a la ocasión, las bandas tocaba en turno. Fue ahí, en ese lugar donde Mark conoció a Kaitlin, pero el chico había perdido esas emociones, ya que siempre que llegaban sus amigos, se encontraban con la puerta cerrada, porque él nunca quiso abrirla, ya que prefería rechazar la invitación para quedarse en casa, junto a su ventana viendo el movimiento de la ciudad mientras el invierno se iba.
Esa tarde se armó de valor y por fin decidió salir a caminar, necesitaba distraerse después de una semana encerrado entre el alcohol y el humo a tabaco que se había impregnado en tododas las paredes de su apartamento. El mundo le parecía abrumador mientras caminaba a pasos lentos, asta llegar al parque que le quedaba a cuatro cuadras de su casa, al llegar recordó aquellos tiempos que disponía para hacer ejercicio en ese lugar y empezó a observar el panorama con la cabeza cubierta y las manos metidas dentro de las bolsas de su suéter, las personas parecían estar felices, una sonrisa no podía faltar en cada uno de ellos, su vista se detuvo al ver a un hombre que jugaba con un canino y entonces pensó que quizá era mejor comprarse un perro, —"Almenos habría alguien con quien conversar por las noches" —Pensó.
La tarde había pasado tan rápido y decidió comprarse un café para equilibrar el frío de esa noche, entonces buscó entre sus contactos y llamó a la persona que consideraba ser indicado para esa tarde.
—Hola, soy Zac, no estoy disponible, por favor deja tu mensaje.
—Hola hermano, pensaba que quizá, talvez podíamos platicar y tomarnos un café, estaré en Starbucks en verdad necesito a alguien con quien hablar.
Después de sus últimas palabras colgó el teléfono para atravesar la calle he ir hacia la cafetería que estaba del otro lado del parque, cuando inesperadamente un Saab color rojo se atravesó en su camino a punto de arrollarlo, el piloto por suerte presionó a tiempo el freno, pero no evitó darle un pequeño empujón y tomarle un susto al transeúnte que descuidadamente intentaba cruzar la calle.
Mark se levantó del suelo, pero el automóvil siguió su camino en cuanto vio al joven a salvo.
—¡Oye, ten más cuidado hermano! —Emitió enfadado al ver la falta de interés que había tomado el dueño del auto.
— ¿Te encuentras bien? —un ciudadano se acercó para socorrerlo.
—Si, estoy bien, gracias —Aseveró con las manos en el aire.
—Es un Saab, es probable que sea una mujer —Añadió aquel hombre.
Aquel pequeño accidente le quitó sus ansias de cafeína y decidió volver a su apartamento dónde ahí nadie atentaba con su vida. Al llegar se dirigió hacia la cocina y abrió el refrigerador para saciar su hambre, pero estaba completamente vacíos, se había quedado sin provisiones, así que rebusco entre las gavetas y se encontró con una caja de cereal, no espero más tiempo para llevarse un puñado de hojuelas a la boca, dejo la caja en la isla y caminó hacia la sala y estando ahí, se recostó mirando al techo con las manos entrelazadas sobre su pecho.
Recordaba aquel día cuando le pidió a Kaitlin que fuera su novia. Sabía que nunca lo había a olvidar aquella época de otoño, donde las hojas de los árboles inundaban toda la orilla del lago donde estaba ella esperándolo en el puente dónde habían acordado verse a las cinco de la tarde, ella siempre era puntual y esa tarde tenía un vestido floreado y su cabello sujetado con una trenza de pescado que le caía sobre su hombro. Se veía hermosa. De pronto el sonido de la puerta borró todos aquellos recuerdos que había traído a su mente...
—¡Hey... Mark estas ahí? —Sus amigos llamaron a la puerta.
Mark al escuchar las voces familiares, se levantó del sofá lentamente y se arrimó junto a la puerta.
—¿Que quieren?— Sin ánimos contestó.
—Hermano abre la puerta, no te hemos visto en varios días y ni siquiera has llegado a la tocada. Te extrañamos brother — Inquirió Zac.
Hermano era la forma en como los Bouclines llamaban a sus amigos por ser hijos únicos ya que de acuerdo a la ley establecida los ciudadanos Bouclines solo tenían derecho a tener un hijo por familia.
—!Déjanos estar contigo! —Suplicó Matt en vos alta junto a la puerta.
—¡Necesitamos de tu calor!— Gale agregó muy simpático mientras carcajeaban.
Una pequeña y diminuta sonrisa se figuró en el rostro de Mark al escuchar las bromas y decidió abrir la puerta.
—!Hey! —Dijeron a una sola voz y se le fueron encima.
—!Ya vasta!— Mark trataba de evitar que lo molestaran, mientras ellos acariciaban su cabeza.
—!Te queremos Mark, te queremos!— Gale se comportaba haciendo gestos como niña.
—¿Que sería mi vida sin ustedes, locos!— Mark lo dijo un poco animado.
—Sería así, como estos días que no has querido vernos —contestó Matt mientras se acomodaba en uno de los sofás.
—!Te estas convirtiendo en zombie! —Gritó Zac quien se había desviado a la cocina.
Zac decidió traer consigo a Matt y Gale al escuchar el mensaje de voz de su amigo y lo mejor fue reunirse el grupo de amigos como siempre lo habían hecho desde la preparatoria.
—Si estuviera Kait aquí, no permitiría que me faltarán al respeto —Mark sonrió un poco más.
—Pero ella, ya no está y lo tienes superar hermano, sabemos lo importante que fue en tu vida —Matt trató de consolarlo con su gesto animador.
—Además ya vas a cumplir veintisiete años y no creo que quieras pasar ese día encerrado en tu habitación.... ¿o si? —Agregó Gale frunciendo el ceño.
—También tomaras parte de tu fideicomiso, pero sobre todo serás parte de la élite —Dijo Zac, mientras se comía el cereal que trajo de la cocina.
—Así es hermano, por fin serás millonario, sólo hay que esperar a que la RENNB de en alta tu nombre —Afirmó Matt.
Era claro, el padre de Mark era uno de los socios más activos en la RENNB, tras su inesperable fallecimiento, aparte de la herencia que le había dejado a su hijo, Mark podía ser su sucesor si así lo quisiese.
—Por ahora tienes que presentarte al corporativo Sttaphor, mínimo tienes que tener un empleo para proceder el papeleo, pero si sigues aquí no conseguirás nada — Zac le aventó en la cara las hojuelas de cereal y Mark trató de esquivarlo rápidamente.
—Solo eso es lo que me anima por ahora...Ustedes —añadió el joven dolido y sus amigos se acercaron para palmarlo —Pero no puedo dejar de pensar en ella, era mi única motivación y saber que yo tuve la culpa de lo que paso me duele mucho mas —Mark lo dijo con los ojos apunto de llorar, pero se contuvo.
—El pasado es pasado y tú no tienes la culpa. Vas a superar esto.... Ya veraz —Matt lo decía mientras le daba palmadas en el hombro de Mark.
—Y nosotros te ayudaremos porque para eso somos tus hermanos, así que cámbiate porque hoy nos divertiremos —Zac lo ayudó a levantar.
Los amigos de Mark lograron conversarlo para sacarlo de la situación de donde estaba.
—Hace tiempo que me subí a ese edificio — añadió Mark al ver el dificio desde la calle del primer piso.
—Las chicas te extrañan —dijo Matt mientras abría la puerta del ascensor y todos se adentraron.
Y así fue, las chicas del club se maravillaron al ver al atractivo Mark devuelta con ellos y se acercaron para bailar con él. Esa noche la sonrisa había vuelto a su rostro.
Los días seguían pasando mientras superaba los que había pasado en su vida y sus amigos lo animaban cada vez más al salir a divertirse todos los noches, esa semana habían recorrido todos los centros nocturnos de la ciudad. Todo volvía a la normalidad hasta que llegó el día en que se tenía que presentar a su primer día de trabajo, se había recuperado por completo porque había decidió aceptar la realidad y continuar una nueva vida sin ella...
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