Era noche de espectáculo, por lo que solo me quedé en la reunión hasta el atardecer. Una lástima, me hubiera gustado comprobar si de verdad la striptease de piernas chuecas lograba hacer un split perfecto.
No me extrañó encontrarme los pasillos vacíos a mi regreso, los gladiadores debían estar alistándose. Manías de novatos. Era común ponerse trajes llamativos como los famosos guantes electrizados que estaban de moda y las pezoneras, sin importar el género. Solo una vez, cuando empezaba en la Arena, mi incliné por este deseo de resaltar, el mismo día que casi muero porque mi improvisado casco de Capitán Falcon me quedaba demasiado grande.
Al pasar junto el patio para entrenar resultó estar ocupado por nadie más y nadie menos que el dúo irónico. El patio estaba dividido por una cerca para separar a los hombres de las mujeres, así que cada uno se encontraba en un lado distinto. Puse los ojos en blanco. La niña estaba recostada sobre la cerca con cara de profunda depresión y el anciano estaba golpeando un muñeco de entrenamiento con una vieja llave inglesa
Que vergüenza ajena sentí al verlo. La Arena había evolucionado en los últimos años de manera sanguinaria (Pero creativa) y esas viejas técnicas de golpear y esquivar poco le servirían.
— Te digo que no durarán ni un día...¿Gabi?... ¡Vamos!, ¿sigues enfadada conmigo?
No respondió. Ya sabía que el "ambiente" de la reunión no le había gustado ni un poco y le molestó mucho mi actitud en esta. La verdad, no tenía tiempo para justificarme e igual debía intentarlo porque la necesitaba esa noche.
Gabi más que mi arma es mi compañera, sin ella no soy nadie. Teniendo como base las características de un virus, es un programa capaz de penetrar y detectar cualquier dispositivo electrónico desde el más avanzado hasta un ventilador que posee las herramientas necesarias para aprovecharse de las vulnerabilidades de las redes que manipulan a estos equipos. Sus funciones de paralización o desactivación son decisivas para el triunfo.
— ¿Qué te parece un trato? Si olvidas tu disgusto ayudaré al dúo irónico para que sobrevivan a la primera Arena... o por lo menos les daré mejores armas.
Tardó un rato en responder, pero no me desesperé, la conocía tan bien como para asegurar que la había convencido.
— ¿En serio?
— ¿Cuándo he bromeado con asuntos importantes?
— Miles de veces. Por ejemplo, en la reunión...
— ¡Oh, vamos! —Le interrumpí—. Olvida este día por mí.
— Lo haré, ¿sabes por qué?, porque me alegra que hayas encontrado una buena justificación para hacer amigos sin perder tu reputación de chico solitario.
— Que no se te suba a la cabeza.
Ya sabía qué armas modificar para ellos y solo me tomó cuatro horas conseguirlo, es más, a día de hoy puedo considerar esos dos aparatuchos como mis más queridas obras maestras hechas con chatarra. Hasta hubiera llorado, si no fuera porque no sabía.
Solo me quedaba bajar a los túneles del coliseo donde se agrupaban los gladiadores, desde los nuevos hasta los experimentados, los que suplicaban clemencia y los que mataban incluso antes de empezar el espectáculo. Había uno en específico llamado Candy, una mezcla entre Hulk y King Kong de la Guerra de la Galaxias (¿Qué?, de niño era un friki devorador de historietas), que debían mantener dentro de una jaula.
Faltaba menos de una hora para que entráramos a la arena cuando los encontré en el grupito de los serios-no-llamativos-que-piensan-sobrevivir-pero-obviamente-nunca-lo-hacen.
El primero en verme fue el anciano.
— El rey mezclándose con la plebe ¿Qué pasa?, ¿Rafiña te ha cambiado por ese grandullón?
— ¿Candy?, en realidad el Amo quiere que nos enfrentemos a muerte Candy y yo, pero ese no es el motivo por el que estoy aquí, en esta esquina tan apartada. ¿Sabéis que casi siempre la gente elige las esquinas para orinar antes de salir?
La niña puso cara de asco al instante y se apartó de la esquina, de manera tan disimulada como pudiera notarlo todo el mundo.
— Entonces supondré que tendrás un buen motivo —Dijo el anciano.
En vez de responder saqué de uno de los bolsillos de mi sobretodo dos cajitas "sorpresa". Al activar la primera se convirtió en un martillo de hierro de mango largo y cabeza de ancho considerable.
Se lo tendí al anciano.
— Entre mayor sea la potencia con la que golpees mayor será la descarga eléctrica que recibirá tu oponente. Créeme, está hecho para despedazar personas y destrozar androides. Ah, y vibra cuando alguien se acerca por detrás.
El anciano lo examinó de cerca, lo probó dos veces golpeando el aire y puso cara de aprobación.
— ¿Y me lo regalas para no sentirte culpable cuando me rompas los huesos?
— No seas malagrdecido. No menosprecio tu fama de "veterano por cinco años", pero mira a tu alrededor, el menos peligroso tiene un brazo mecánico que escupe fuego.
Miró mi brazo.
— Ni pienses que soy yo —Aseguré.
Entonces miré a la niña. Parecía tan ansiosa que me sentía como Santa Claus a punto de dar un juguete nuevo. Por cierto, la cajita para la niña era mínimamente más grande.
La activé y ¡BOOM!, ¡Sorpresa!
— Está basada en las ametralladoras M134 Minigun, pero al estilo Vipe. Justo en la parte inferior hay unos pequeños propulsores que te ayudarán a soportar parte del peso. Lo mejor es que con el tiempo disminuyen la potencia hasta que llegues a levantarla sola.
— ¿Estás seguro de querer dármela? —Preguntó al tiempo que se la tendí.
Los propulsores se activaron al momento.
— No la uso, no uso ningún arma en resumen. Me son innecesarias para ser increíble.
— Parece más una ametralladora gigante llevando una niña que al revés —Opinó el anciano—. Te llamas Vipe, ¿no?
— Él único e incorregible.
— Edward —Se presentó—, Edward War y ella es Lily.
— ¿Tu nieta?
— No lo recuerdo -Bromeó la niña, digo, Lily.
El viejo hizo una mueca parecida a una sonrisa disimulada.
— Larga historia.
En ese momento sonó la sirena y la compuerta que separaba el túnel de la arena comenzó a levantarse. El bullicio de los espectadores nos llegó a todos y dejó sordos a la mitad.
— ¡Por cierto!, ¡Edward tiene 57 años! —Me gritó Lily por encima de la bullería mientras caminábamos— ¡Me lo dijo ayer!, ¡así que no es un anciano!
Sonrió. Hoy día pudiera recordar ese momento con ternura si no hubiera estado esquivando las sierras en el traje del tío frente a mí, que de nada le servirían si no era ágil y despierto.
— ¡La noche es joven y la mayoría de estos pobres infelices también! —Comenzó el presentador a medida que los gladiadores entrábamos en la arena— ¿Por cuál de ellos apostaron esta vez? Quizás habéis tomado la buena decisión de escoger a Vipe, ¡pero no os acostumbreís! ¡La leyenda a vuelto a la Arena!
La súper pantallona dejó de mostrarme y enfocó a Edward.
— ¡El Viejo Eeeeed!
El público respondió con sonoro entusiasmo, momento que aproveché para recorrer las gradas con la mirada. Habían pasado demasiados años para que los reflectores pudieran cegarme. En las gradas más pegadas a la arena distinguí a Rafiña, borracho como una cuba, pero con la mano sobre el interruptor de mi collar por si me hacía el rebelde. ¡Cuánto pudiera hacer si no fuera por el collar!
— Mira el público, niña. Bandidos y prostitutas —Señaló el viejo—. Los únicos que se atreven a salir de sus casas a esta hora de la noche.
<<Los únicos que se atreven a salir de sus casas en general>>
Las Arenas, como todos llamaban a los coliseos y a las cárceles de gladiadores que los rodeaban, refugiaban criminales, ladrones y en el peor de los casos, desafortunados entregados por el mismísimo SISTEMA. Yo fui uno de esos desafortunados. Tuve que crecer rápido y aprender a explotar mi intelecto para sobrevivir... pero todavía no llegaba a descifrar como desactivar el maldito collar.
— ¡Oh, atentos!, ¡van a soltar a Candyyy!
Candy entró en la arena gruñendo como un oso salvaje. Cuatro de mantenimiento tuvieron que darle descargas eléctricas para que no matara a nadie antes de tiempo.
— Vipe ¿ese gruñido viene de nuestro principal contrincante?
— Sí, Gabi. No te preocupes, caerá antes de que termine el "Todos contra Todos". Tiene partes del cuerpo unidas con piezas electrónicas, ¿te podrás colar en su sistema?
— Asegurado. Te advierto que desactivar las piezas que lo componen no lo detendrán, pero puedo dificultar su movilidad.
— Bien. Los combates individuales serán pan comido y con un poco de suerte para el dúo irónico también lo serán. ¡La noche promete!