Jimin POV
Había preferido tomarme algunos días en el motel, en mi habitación.
No era la gran cosa pero debía admitir que aun así me gustaba, era cómodo y ya me había acostumbrado a la idea de estar en un espacio reducido, a pesar de haber vivido toda mi vida en la casa de mis padres, la cual era espaciosa. Sin embargo, el motel estaba bien para mí, por lo que de momento no planeaba mudarme. Tampoco era como su tuviera el dinero suficiente para hacerlo.
Mi trabajo era bueno y lo disfrutaba, pero la paga sólo era suficiente para las salidas que hacía, pagar el alquiler de aquella habitación y lo necesario para comer y seguir con mis estudios.
La razón por la cual preferí no salir por unos días había sido porque estaba bastante cansado. La vida universitaria me dejaba con menos energía que la que tenía antes cuando salía casi todos los días en Busan con mi fiel amigo Hoseok, con quien mantenía llamados esporádicos para hablar un poco de nuestras vidas y eso era todo, sólo para que supiera que estaba vivo. Aún seguía prometiéndome que pronto iría a visitarme.
Además de todo, había dejado de asistir a aquellos clubes a los que Tae me invitaba para ir con sus amigos exclusivos. Él no lo tomó a mal para nada, por lo que no me interesé mucho por eso. No estaba muy entusiasmado de ir a lugares para verle divertirse y metiéndose con cualquier cosa que se moviera, llegaba un punto en que era incómodo y extraño.
Para ser honesto, había colmado mi paciencia. Jungkook había estado bastante extraño la última semana y aunque no tenía forma de saber la razón yo estaba seguro que tenía que ver con el hecho de que Taehyung se la había pasado bastante ausente del bar al que siempre íbamos. Había recibido más llamadas de cancelaciones o excusas tontas y Jungkook sólo sonreía como si no le quedara otro remedio que aceptarlo de esa manera. Sus ojos decaídos hablaban por sí solos. Taehyung no tenía ni idea de cuánto le afectaban sus acciones, y de haberlo sabido poca importancia le daría.
Era curioso, porque toda mi vida me la había pasado acostándome con chicos, y también había visto miles de personas rompiendo relaciones. Había visto a mi amigo Hoseok siendo infiel a novias que él había tenido y jamás me había importado.
Jamás me había parecido la gran cosa, era normal. La gente vive engañando a otros, era culpa de los que confiaban ciegamente si salían lastimados, eso era lo que yo pensaba.
Probablemente había destrozado el corazón de muchos de los chicos que yo sólo había usado para tener sexo, pero jamás lo supe. Jamás les vi llorar, jamás les vi perder el brillo en sus ojos, no porque no hubieran pasado por eso, sino porque obviamente yo no estaba allí para verlo. Quizás, si les hubiera visto, me hubiera sentido algo mal.
Simplemente dejaba de contestar sus llamadas, les ponía excusas o les decía directamente que ya no estaba interesado en ellos, sin importarme cómo podían llegar a sentirse.
Sí, era curioso el hecho de ver a Jungkook y preguntarme "¿Así se ven todas las personas a las que les rompen el corazón?".
Nadie me había roto el corazón, jamás me había enamorado, era imposible saber lo que se sentía, pero ver al niño bonito, con su rostro afligido, completamente desconectado del presente, perdido en sus pensamientos, me había hecho sentir mal de alguna forma.
Sus ojos siempre habían sido sombríos, pero cuando se trataba de Taehyung, éste les hacía nacer una luz que no sabía que tenían, una luz que por alguna razón no podía prenderse por sí sola en los ojos de Jungkook.
Sentía que era injusta la forma en la que Jungkook le dedicaba miradas esperanzadas y suspiros de enamorado a Taehyung, cuando éste último se revolcaba con otras personas a sus espaldas.
Por primera vez en mi vida vi aquello como algo injusto.
Sí, eso era. Injusto.
Debía admitirlo, era lindo, inteligente, aunque con un cierto temperamento bastante complicado de apaciguar, pero era alguien que realmente llamaba la atención. La forma en la que sus labios se afinaban en una sonrisa, o la forma en la que los fruncía al estar pensando detenidamente algo. La forma en la que cuando no comprendía algo sus ojos se abrían bien grandes, haciéndolo ver adorable, y sin mencionar los hoyuelos que se le formaban cuando hacía muecas con sus labios. Su perfil tan delicado y masculino a la vez, con la línea de su mandíbula bien definida. Era fascinante.
De alguna manera me había encontrado admirando incluso la forma en la que Jungkook abría los libros y hojeaba las páginas, con una delicadeza en sus dedos que tenía con cualquier cosa que tocaba, como la suavidad con la que tocaba el rostro de Taehyung. Incluso eso me parecía algo digno de ser apreciado. Jungkook era realmente lindo sin si quiera esforzarse.
Sin darme cuenta, me encontré más de una vez atraído por cualquier cosa que él hacía, sus gestos, sus muecas, hasta el más mínimo detalle.
Pero no fue hasta que seguí viendo cómo él y Taehyung estaban juntos, que me di cuenta que la "envidia" que sentía había mutado.
- Son celos, hermano – Hobi habló con la boca llena desde la otra línea.
- Imposible – negué con mi cabeza mientras buscaba ropa para ponerme esa noche.
- Vamos, Jiminie, te conozco desde siempre y a mí no me engañas, jamás me has hablado así de alguien. ¿A caso te escuchas?
- Bueno, puede que me esté sensibilizando un poco... es que ese mocoso no sé qué tiene – lo escuché reír frente a mi notable irritabilidad. Siempre se le salían esas carcajadas que me obligaban a separar mi oído del celular.
- Se te nota el enojo en la voz, amigo.
- No es enojo, es frustración – exhalé pesado.
- ¿Qué es lo que te molesta? Tienes una buena relación con él, y ya te acostaste con él, él debe estar caladito por ti también.
- Ya te he dicho que él está calado por Taehyung, y hasta el carajo, no hay forma de que se interese en mí.
- No seas tonto, aun así hay química entre ustedes dos – yo le escuchaba atentamente, poniéndolo en altavoz mientras me cambiaba de ropa – Yo diría que debes hacer un intento.
- Ahg, no lo sé, él es tan llevado a su manera – me quejé rascando mi cabello – Aunque si no hago algo me terminaré de volver loco – inmediatamente me detuve en seco al darme cuenta de lo que había dicho y negué con mi cabeza - ¿Qué mierdas digo? Es el chico de Taehyung – le recordé – Imposible.
Me puse un pantalón negro con las rodillas rasgadas, una camiseta, luego una camisa a cuadros encima y por último mi chaqueta de cuero negra. Mis borcegos como calzado y ya estaba listo.
Corté la llamada con mi amigo. Me hubiera gustado que él estuviera allí para zamarrearme un poco y devolverme a mis sentidos pero no podía ser. Él siguió diciéndome que algo tendría que hacer al respecto porque el "bichito de la curiosidad" me estaba picando y que no podía fingir que no estaba interesado en Jungkook. Aun así, me parecía una muy mala idea.
Fue esa mismísima noche donde dirigiéndome al bar de siempre me sorprendí al llegar, viendo a Jin y Namjoon fuera, parados mirando al suelo donde había alguien sentado. Era Jungkook. Me aproximé a ellos y en ese instante pude suponer la situación, pero de todos modos pregunté.
- ¿Qué sucede? – los miré a los tres.
- Oh, qué bueno que llegas – Jin juntó sus manos agradecido – Estamos intentando hacer entrar a Kook pero no quiere.
- Está triste pero insistimos en que se sentirá mejor si entra y se divierte un rato – explicó Namjoon. Mientras tanto Jungkook sólo levantó su vista, conectando con mis ojos.
- No estoy triste – dijo con un tono penumbroso y arrastrando sus palabras. Sus ojos parecían algo perdidos.
- ¿Está ebrio? – pregunté.
- No estoy... ebrio – negó arrugando la nariz y frunciendo sus labios en una adorable expresión de niño enojado. Sí estaba ebrio, y mucho.
- Sí, y yo soy virgen – respondió Jin con claro sarcasmo, quien se giró a verme y sonrió de una manera algo extraña para mí. Alcé mis cejas, buscando que hablara – Joon, mejor dejemos que Jiminie se encargue de Kookie, lo va a saber cuidar muy bien – Me guiñó el ojo mientras yo lo miré con los ojos bien abiertos. Quise oponerme pero él tomó la mano de Namjoon y lo arrastró hasta dentro del lugar rápidamente, sin dejarme acotar nada al respecto. Genial, gracias Jin.
- No estoy ebrio... Jiminie – dijo serio desde el piso. Y aquel Jiminie había sonado demasiado lindo o yo ya estaba poniéndome más tonto con el tiempo.
- Está bien, no estás ebrio – le hablé como a un niño y reí. Me senté a su lado en el suelo - ¿Por qué no quieres entrar?
- No tengo ganas...
- ¿Pasó algo? – pregunté como si no supiera nada. Se mantuvo en silencio, vi que su labio tembló un poco pero igual habló.
- Tae... no vino hoy... - explicó de forma escueta.
- Ya veo... - suspiré cansado porque era lo que había presupuesto. Todo se trataba de Taehyung – Aun así, ¿No quieres al menos ir a bailar conmigo? – me atreví a preguntar – ya sabes, bailar hace bien, y además tengo ganas de ver cómo mueves ese lindo trasero tuyo – dije con un tono juguetón, codeando su brazo y pude escuchar una pequeña risita salir de sus labios.
- Jiminie... - me llamó para tomar mi atención. Sí, me gustaba como sonaba mi apodo saliendo de su boca - ¿Alguna vez te rompieron el corazón? – sorprendido ante esa pregunta, respondí con total honestidad.
- No, no lo han hecho.
- Qué suerte tienes – permaneció mirándome a los ojos, nuestras miradas no se movían, no se desviaban. Sus ojos negros eran tan intensos que me invitaban a quedarme viéndolos – Jiminie... - volvió a llamarme, esta vez casi susurrando. Sus ojos se cristalizaron ¿Eran lágrimas? – Jiminie... sácame de aquí – Sus palabras con significado ambiguo y su voz suave me hicieron sentir inquieto, un revoloteo en mi corazón se hizo presente – No quiero estar aquí...
- ¿Sabes?, si fuera por mí... te llevo a mi cama... - quise que sonara a una broma, pero mi tono de voz era tan grave y apagado que delató mis reales deseos. ¿Qué estaba haciendo?
- Llévame entonces...
No me esperaba esa respuesta. Me había imaginado el estar con Jeon en mi cama tantas veces que aquel deseo parecía al fin haberse materializado. Pedí perdón a Taehyung en mi mente por lo que estaba a punto de hacer, pero ya no me importaba nada, tener a Jungkook a mi disposición, pidiéndome que me hiciera cargo de él, era una oportunidad única que no podía rechazar y podía imaginarme a mi amigo Hoseok golpeándome si no la aprovechaba.
Fue así como luego de un rato llegamos al motel. Jungkook ni se inmutó por el lugar, no hizo ninguna pregunta al respecto, quizás porque aún estaba bajo los efectos del alcohol y no le importaba mucho lo que pasaba a su alrededor.
Con sólo abrir la puerta me bastó para que Jungkook me empujara dentro, cerrando de un portazo y tirándome en la cama de espaldas, con la misma actitud dominante de aquella vez.
Sí, sus manos eran delicadas y sus movimientos también casi a todo momento, menos durante el sexo y lo había extrañado. Casi había olvidado la fogosidad que destilaba. Casi había olvidado cómo se sentían sus labios, cómo sabía su lengua, cómo se sentía su cuerpo contra el mío.
Jungkook estaba lleno de intensidad, era pasión, era sensualidad y provocación. Me besó con fuerza y a la vez con suavidad. Alternando entre mordidas leves y lametones. Nuestras lenguas jugaban entre sí, buscándose e introduciéndose en la boca del otro. Sólo se escuchaban el sonido de nuestras respiraciones y de nuestros labios ansiosos.
Mi entrepierna no tardó en responder, teniendo una erección inmediata.
Y mierda, sólo habían sido unos besos.
Fue entonces cuando con algo de fuerza lo volteé, cambiando posiciones, dejándolo a él de espaldas sobre el colchón y yo encima de él. Le miré con atención mientras comencé a sacarme la ropa. Sus mejillas estaban algo ruborizadas, su mirada nublada en placer aunque la tristeza en sus ojos no se iba. Eso me había molestado bastante, porque me hacía acordar que él estaba allí únicamente por Taehyung.
De a poco comencé a quitarle la ropa, ansiando ver su hermoso cuerpo como tantas veces me había imaginado.
- Jiminie... - su voz sonó rota. Yo comencé a besarle el pecho, deslizando mi lengua entre sus pectorales y luego lamiendo sus pezones – aah... - infló su pecho respirando profundo. Jugué con sus pezones un rato, lamiéndolos y mordiéndolos, generándole escalofríos. Desabroché su pantalón y se lo quité en conjunto con su ropa interior. Su pene estaba erecto igual que el mío. Me separé para admirar su cuerpo.
- Qué belleza... - sonreí mordiendo mi labio inferior. Me puse de rodillas sobre el colchón y con ambas manos acaricié su torso desnudo, recorriendo la curvatura de su cintura a la vez que besaba su cuello – Desde que te vi que quise ver tu cuerpo desnudo... es tal y como me lo imaginé – susurré sobre la piel de su cuello y seguí besándolo, succionando pequeñas porciones de su piel. Leves suspiros escapaban de su boca.
Me separé para apreciar una vez más la maravillosa imagen frente a mí. En ese momento él llevo dos de sus dedos a su boca, los metió y sacó un par de veces, llenándolos de su saliva. Sentí un cosquilleo en mi bajo vientre al anticiparme a lo que iba a hacer. Sólo le observé y mientras él mantenía esa expresión con ojos entrecerrados y boca entreabierta, dirigió sus dedos a su entrada, arqueando su espalda para que su mano llegara mejor. Miré cómo sus dedos largos se abrían paso sin ninguna dificultad en su entrada. Los metió hasta lo más profundo que pudo y comenzó a moverlos en círculos, jugando con su entrada, y luego sacándolos y metiéndolos.
Se me hacía agua a la boca de tan sólo ver el espectáculo que era Jungkook retorciéndose mientras jugaba con sus dedos en su interior. Gemía suavemente, con una voz rasposa, disfrutando de la estimulación que se brindaba.
Me incliné sin poder evitar sonreír por lo perverso que podía ser y le besé, devorando sus labios una vez más.
Sentí sus dos manos en mi cabeza, sujetando mi cabello y jugando con él.
Podía volverme adicto a sus besos, a la forma que movía su lengua de manera sensual y cómo succionaba mis labios.
Sin poder soportar mucho juego previo más. Le di vuelta, dejándolo boca abajo. Madre santa, ese trasero, las ganas de penetrarlo y jugar con él permanecían intactas desde la primera vez. Aproveché a apretar sus glúteos con fuerza, haciéndole soltar gemidos entrecortados.
Sostuve con ambas manos sus caderas y lo levanté, haciendo que se sujetara con sus rodillas y tirara su trasero para atrás. En aquella posición su entrada estaba completamente visible y a mi merced.
Llevé mi mano a mi polla y comencé a masturbarme un poco antes de penetrarle. Me relamí los labios al ver cómo él arqueaba más su espalda y tiraba más su trasero hacia mí, buscando mi pene. Me sonreí al verle tan ansioso, yo también lo estaba.
Me acerqué y con una mano en su cadera y la otra en mi polla, comencé a pasar la punta entre sus glúteos y luego toda la extensión de mi miembro. Vi cómo escondía su rostro entre las sábanas y las apretaba con sus manos cuando introduje la punta y de a poco, a un ritmo lento, seguí introduciendo el resto y él soltó un largo y profundo gemido. Estaba apretado.
- Si te duele voy despacio – y así hice, comencé a moverme lento. Aún así, me encargué de llegar lo más profundo posible. Apretó aún más las sábanas con sus manos.
- Oh... mierda... aah – él no movía sus caderas, estaba expectante a sentir cómo me movía dentro de él. Seguí moviéndome, él temblaba – muévete más... - pidió.
Aumenté el ritmo, tomando fuerte sus caderas con mis manos y moviéndolas en mi dirección para sincronizar sus movimientos con los míos. Le escuché balbucear cosas que parecían maldiciones, no sabía bien qué. Entre medio dejaba salir suspiros y gemidos que me excitaban más de lo que ya estaba. Todo su cuerpo y su trasero moviéndose al compás de mis embestidas me tenían embobado. Me incliné, pegando mi pecho a su espalda y apoyando mis manos sobre el colchón. Le susurré al oído.
- Hey, belleza... ¿Te gusta? – le pregunté. Lamí su oreja y también la mordí, clavando mis dientes un poco.
- Mierda... sí...sí me gusta... - respondió sin aliento.
- Di mi nombre... - besé su cuello, sintiendo el calor de su piel sobre mis labios. Toda su piel estaba en llamas, todo su cuerpo. Era caliente, ardía y me llenaba con su calor. Aumenté mis movimientos a medida que sentía que el placer aumentaba en mi interior.
- Jimin... - pronunció mi nombre jadeando – Jimin... más rápido.
Le embestí fuerte y rápido, sin dejar de moverme en ningún momento. El sudor recorría nuestros cuerpos. La habitación se había llenado de nuestro calor y nuestro olor. Apestaba a sexo y me encantaba.
Me moví lo suficientemente rápido como para hacerle gemir sin parar, y cuando le noté cerca del orgasmo me detuve.
- ¿Qué... haces...? Dios... - sus piernas temblaban – estaba por llegar...
- No tan rápido – sin salir de él, me erguí, deslizando mis manos por su espalda, acariciándole y sintiendo su sudor – Quiero verte mover tu hermoso trasero... - sonreí al ver que se había sostenido fuerte de las sábanas, estirando sus brazos y comenzando a impulsarse hacia atrás y hacia delante. Se movió exquisitamente, incluso a pesar de que lo notaba cansado. Buscó su propio placer, moviéndose especialmente para que mi polla tocara nuevamente su próstata y cuando pudo encontrar el punto perfecto, aumentó sus movimientos y con ellos sus bellos gemidos.
Siguió mientras yo cerraba mis ojos y dejaba descansar mis brazos apoyando mis manos en mi cintura baja, dejando que él hiciera todo el trabajo.
Lo estaba disfrutando en demasía, los gemidos roncos comenzaban a salirse de mi boca con mayor frecuencia. Me mordía los labios para evitar soltarlos.
- Gime... maldito – dijo él con tono irritado y cansado mientras seguía con su labor. Reí un poco por eso.
- ¿Quieres escucharme gemir, preciosura? Qué pervertido eres... - dejó caer su cabeza y dobló sus brazos - ¿Estás cansado?
- Me duele la puta espalda.
- Está bien, lo hiciste bien – sonreí y deslicé mis manos por su espalda haciendo algo de presión para que sus músculos se relajaran y volví a moverme.
El ritmo que tomé fue el suficiente para que ambos nos derritiéramos en placer. Su hermosa silueta, allí sosteniéndose de mis sábanas, temblando de placer y dejando que su voz se mezclara con la mía en la habitación, llenándola de gemidos lujuriosos.
Su pene goteaba, dejando caer el pre-semen sobre las sábanas. Dentro de él, mi pene se sentía más que resbaladizo, su agujero se había llenado de líquido pre-seminal y estaba a punto de venirme.
Finalmente pude correrme dentro de él, llenando su interior con mi semen. Él marcó la llegada de su orgasmo con un hermoso gemido ahogado por el placer.
Cansados, ambos nos dejamos caer sobre la cama. Había sido una sesión de sexo muy satisfactoria.
Me recosté boca arriba escuchando nuestras respiraciones agitadas. Giré mi rostro para mirarlo. Estaba boca abajo, justo con su rostro hacia mi dirección pero con sus ojos cerrados. Su boca se veía tan deliciosa, sus labios eran hermosos. Me acerqué, como un tonto impulso, y deposité un casto beso sobre sus labios. Al ver que no hubo reacción fruncí mi ceño.
- ¿Te has dormido? – pregunté y no obtuve respuesta. Me acomodé en la cama y tapé nuestros cuerpos con las sábanas y la frazada. Me volví a acercar y volví a besarle.
- ¿Vas a besarme aún estando dormido? – preguntó y me sobresalté. Seguía con sus ojos cerrados, pero los abrió luego de eso - ¿Debería preocuparme por si se te ocurre metérmela mientras duermo? – reí por su pregunta.
- Quizás... no puedo prometer que no vaya a hacerte cosas mientras duermes... - me acerqué a él y pasé mi mano por su espalda, acariciándole.
- Bueno, despertarme con tu polla dentro de mi culo no me molestaría...
- ¿Ah, no? – sonreí entretenido – seré cuidadoso... - le dije susurrándole al oído – la meteré con muchísimo cuidado... bien despacio para que no te duela, belleza... - mordí su oreja.
- Si me hablas así sólo harás que me ponga duro de nuevo...
- Te imaginas... sintiendo mi polla caliente entrando por tu hermoso trasero por la mañana...
- Cállate, tonto... - reí frente a eso – estoy demasiado cansado, sino te dejaría volver a entrar.
- Date la vuelta.
- ¿Qué?
- Que te des la vuelta, ponte boca arriba – y así lo hizo – me encanta que seas tan obediente.
- ¿Qué planeas hacer? – preguntó. Yo me moví, destapando su cuerpo y viendo que tenía su pene medianamente erecto. Me incliné sobre él y lo tomé con mi boca, engullendo toda su extensión – Oh... dios... - le escuché decir.
Moví mi cabeza, subiendo y bajando, metiendo y sacando su polla de mi boca. Su sabor era salado por el sudor y algo agrio por el semen. Su pene era bastante grande, pero mi boca era amplia y entraba a la perfección. Le apreté con mis labios, succionando con fuerza sobre la punta obligándole a retorcerse y arquear su espalda. Llevó sus manos a mi cabello y tironeó fuertemente haciendo que me separara. Yo le miré y con su mirada oscura y llena de lujuria me habló.
- A la mierda... penétrame otra vez...
Y así fue como volvimos a hacerlo.
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Hola lectoras! Acá va la actualización de hoy.
Nuestro Jimin no tuvo mucha fuerza de voluntad y terminó rindiéndose a los encantos de Jungkook. ¿Qué pasará con Taehyung? Bueno, él está demasiado ocupado como para poder imaginarse que alguien anda consolando a su chico...
Por otro lado Jungkook está bastante afligido, ¿Se dejará llevar por Jimin o se arrepentirá de esto?
Las dejo con esa pregunta. Nos leemos! Tengan un buen fin de semana ♡