Lost at sea: Collapse

By Ensalitrada

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3º Libro de Lost at sea ¿Deseando saber cómo acaba esta trilogía? Yo que tu, lo leería. 28-06-2021 2º #Ro... More

Introducción
Una experta ladrona de camisetas
Octavian tiene una fiesta del té con sus peluches divinos
Percy descarga su torpeza con unas macetas
Aprendo que no debería intentar hacer mis sueños realidad
Me quedo con ganas de hacer una barbacoa
Los privilegios de ser la novia de Leo
Se aprueba dormir con un arma bajo la almohada
Ya no se puede llorar sin que te amenacen
Lanzamiento olímpico de ojo
Lanzar cuchillos se convierte en desestresante natural
Frank está a un suspiro de morir en su cocina
Tres cocineros experimentados en intestinos de vaca
Nos sugieren crear nuestra propia matanza
Me pienso si es mejor revivir un brazo o un cerdo
Los muertos hablan a través de caballos enanos
Me aficiono a molestar mientras trabajan
Una cutre historia de miedo que provoca pesadillas
Vuelvo a darme cuenta de que no sé mentir
Hazel resulta ser una tramposa jugando
Una maestra de la actuación a grandes niveles
Nos convertimos en jugadores profesional de ajedrez
Todos mis problemas empiezan por culpa de unos ojos
La comida es el idioma universal para hacer caso
Siento un frío muy extraño surgir en mí
Me hacen un regalo visiblemente más útil
Piper y Hazel están cerca de cargarse la madera del suelo
A Chris le falta sangre en las venas
Tres diferentes borrachos y de nuevo al rechazo
Aún con resaca, el trabajo es lo primero
Un cambio de aliado poco equiparable
Dos expulsadas de la habitación por buena convivencia
Copio el truco de Will para coger sol
Le doy más trabajo de la cuenta a Will
Echamos a suertes qué mito es el real
Tengo una peculiar y siniestra costumbre nocturna
Dos espías nocturnas la mar de cualificadas
Cambiamos el mapa por una paloma blanca
Percy es el niño solitario de una feria
El día en que la moralidad fue lo menos moral
No me quedan ni sillas en el camarote
Will se convierte en decorador profesional
Hazel amante de los animales y de los tés
Reyna me salva de una posible insolación
Tengo un don para ver árboles brillantes
Los tres condecorados de honor como cebo
La moneda me da más problemas que cuando no la tenía
Comienzo a creerme que sí tengo buena memoria
Un gobernador con el mismo poder que un burro
Me convierto sin saberlo en un ladrón de calcetines
Decidimos dónde tenemos menos probabilidades de morir
Me dan la peor noticia del mundo
Una caída de lo más desagradable
Estamos sorteando si ser devorados o ahogados
Decido que vamos a morir interminables veces
Nos libramos de tener que fregar el barco
Una ofrenda mal hecha que solo gasta comida
Una habitación con terraza chill-out
Hazel tiene una mala afición con golpearme
Una explosión de color en todo lo negro
Una tarifa premium que solo provoca problemas
Me hago la idea de que tendré una casa rosa
Asistimos a un concierto de muerte
Nos toca de imprevisto decirle adiós a la gran Thalia Grace
Clarisse nos da el empujón que necesitábamos y yo me canso de ser bueno
Comienzo a repasar toda la fauna marina
Némesis me hace una muy tentadora propuesta
Si hablo, la fastidio. Y si no, también.
Poseidón parece que será el nuevo tripulante del Argo II
Me reto a mí misma a una carrera
Le robo el puesto a Nico de chico siniestro al hablar con muertos
Leo le hace una propuesta indecente a Clarisse
No nos sirve planear las cosas con antelación
Nico vive su peor pesadilla hecha realidad
Le destrozamos los Asfódelos a Hades
Otra nueva pista que me confirma que doy asco ligando
Unos perros con buen olfato y también muy listos
Le hago un bigote a Océano
Echo de menos vivir en la ignorancia
Comparto un recuerdo permanente con Ethan
Nico lo mismo que te abre cocos, te abre latas
Una macro-fiesta metálica con fuegos artificiales
Oh gran Thalia, concede mi deseo
Nuestra llegada a España es un auténtico éxito
Soy todo un señor y el último que se desmaye, gana.
Aún en son de paz, nos tienen miedo
Nunca volveré a ver a los perros de la misma manera
Una rápida lección de francés de la mano de Thalia Grace
El destino del mundo depende de una botella
Pasamos de ser los capitanes a una penitencia perpetua
Clarisse se convierte en pastora asesina
La primera vez que tengo puntería, condeno a la humanidad
Me convierto en una cigueña pero sin plumas

Una interminable lista de delitos que me provoca sueño

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By Ensalitrada

POV Percy

Cada vez estaba más inseguro, dudaba que hacer el juicio delante de todos fuese una buena idea. Paseaba por las calles recibiendo saludos e inclinaciones de los ciudadanos, pero luego comenzaba a escuchar sus susurros metidos de nuevo en sus propias conversaciones donde el tema principal era el deseo de ver cómo morirían ambas piratas.

No tenía la suficiente creencia de que ellos nos ayudarían, al menos que dejasen de lado sus intereses de acabar con los piratas para atacar al cónsul tanto como Reyna requería. Ya me había acostumbrado a que en las buenas todos son tus amigos, en las malas, apenas dos te siguen hasta el Hades.

En el centro de la plaza más grande del pueblo estaba ya colocada la horca, las dos cuerdas apenas se movían por el viento. Es la manera estrella por excelencia de ejecución para Octavian, totalmente entretenido para él, adorando ver cómo los culpables pataleaban en busca de liberación mientras su riego de oxigeno se cortaba. Estaba tan seguro de su victoria que adelantaba los hechos, poniendo un cartel con la hora en la que sería el espectáculo. Solo ver la estructura me daba pavor, la imagen de ellas colgadas no era agradable, moriría al desafiar a Octavian evitando que las ahorcasen.

-Yo lo hago, no os acerquéis a ellas - paré al guardia cuando iban a sacarlas de la celda - No les agradáis - dije con una mueca señalando los restos de sangre.

La noticia había corrido como la pólvora, cuatro guardias muertos media hora antes del cambio, a manos de Thalia Grace que al parecer quería ir a asesinar a nuestra querida pretora. Tan alejado de la realidad que solo reía al recordarlo.

Me pasaron la cuerda para que las atase, siendo conscientes de que si me atacaban a mí irían directamente a la horca por ser pretor, en cambio, si les mataban a ellos, eran fácilmente sustituibles y un suceso normal al ser ese su puesto.

-¿Cuánto tiempo necesitáis? - susurré tras Annabeth apretando lo menos posible el nudo. No podría escaparse de él, me delataría, pero al menos no le cortaría la circulación.

-Todo el que puedas darnos.

Los juicios siempre me parecieron interesantes, era curioso ver cómo un criminal soberbio, despiadado y sin escrúpulos se redimía comenzando a llorar a los pies del estrado tratando de convencernos de que volvería a ser un buen ciudadano, que dejaría todas las acciones delictivas de lado. Solo para salvar su vida.

Yo jamás participaba, solo me quedaba mirando sin saber qué aportar, sentía que mi opinión no valía en nada. Yo al contrario que la mayoría había tenido una segunda oportunidad, me habían permitido encauzar mi vida hasta alcanzar este honorable puesto. Sentía a veces que debía ser yo quien fuese juzgado al igual que ellos, yo debería estar al lado de Annabeth y Thalia escuchando cada uno de mis delitos.

-¿Y Reyna? - le susurré a Jason al no verla.

-Ethan Nakamura fue quien nos avisó de la hora, Octavian ha precisado el avisarla - me sujetó el brazo cuando traté de marcharme e ir a por ella - Mandé a Hazel, ya estarán en camino.

La gente comenzaba a entrar, el Senado colocándose en el lado oeste de las escaleras que parecían propias de un anfiteatro, donde Frank en su cargo de centurión se unía a ellos con la mirada nerviosa reservando un sitio a su lado para Hazel.

-¿Comicidios? - pregunté al ver a la Asamblea romana aparecer.

-Moví algunos hilos junto a Reyna esta mañana - dijo con un aire de superioridad - El Senado por más que Octavian haya querido, nunca tuvo un poder legislativo, solo deliberativo. Los comicidios se encargaran de ello en su lugar.

Asentí a su idea, no nos garantizaba el éxito, para nada, esto estaba perdido antes incluso de empezar, pero cuantos mas órganos jurídicos, más tiempo deliberando, siempre hay opiniones diferentes que hay que ser tomadas en cuenta. Reyna y Jason se están tomando muy en serio esto de ganar minutos.

Todo era un peligroso juego de astucia, donde la mente más asombrosa ganaría a la fuerza.

Parecía un enorme consejo de sabios, repartidos por el gran espacio, colocándose en silencio poco a poco y lo único que se escuchaban eran sus pisadas. Los ciudadanos, aquellos demasiado curiosos como para esperar a la horca directamente fueron cogiendo sitio; su curiosidad era tan grande que parecía no importarles estar de pie durante todo el acontecimiento.

Estábamos rodeados de columnas, sobretodo dos grandes que guardaban entre ellas un pequeño estrado donde se colocaría el representante del Senado, algo así como un juez mediador. A todos les parecería jugoso este cargo, pero al saber que tu voto es nulo, la fantasía por ese puesto se eliminaba. Entre ambas columnas colgaba una purpura y enorme bandera con las siglas S.P.Q.R en dorado, bien destacadas. Se habían tomado tan apecho las costumbres romanas que ni se molestaron en cambiarlo, era como estar en una pequeña nación romana siglos después.

Hazel apareció entre la gente, abriéndose paso y recibiendo algunas muestras de respeto hacia ella hasta llegar donde Frank y asentir hacia mi con una mueca señalando a Octavian que acababa de entrar.

El dictador entró con una sonrisa de superioridad tan grande como el golpe morado que resaltaba en toda su mandíbula y parte de mejilla, no había suficiente maquillaje para disimular eso. Traté de no reír viendo sus muecas de dolor cuando sonreía a la gente aún más, nadie le respondía el saludo pero él seguía en su ensoñación como si todos hubiesen venido específicamente por él.

Yo si me sentía querido, me paseaba yendo hasta mi ubicación escuchando los saludos de la gente y las sonrisas hacia mi, estaba totalmente agradecido por eso. No pude evitar sacarle la lengua a Octavian cuando me coloqué a su lado viendo su mirada fulminante al ser yo el receptor del cariño del pueblo. La silla al otro lado del rubio, la de Reyna, seguía vacía, pero la tranquilidad en el rostro de Hazel me confirmaba que no tardaría en llegar.

-Tengo curiosidad Percy Jackson - murmuró Octavian sin mirarme, su al igual que la mía estaba fija en cada escalón siendo ocupado por la gente - ¿De qué lado estás? ¿De tu cónsul o de las piratas?

-Del pueblo Octavian - respondí colocándome bien la toga cuando todos estuvieron sentados - De aquellos que a mi me aclaman y a ti te repudian.

Elevé la mano hacia Jason, quien asintió comenzando a dirigir a los guardias para que comenzasen a desfilar hasta sus puestos al estar toda la multitud ya colocada. Su organización era impoluta, todos los observábamos en silencio siento el sonido de sus armaduras y pisadas lo único que se escuchaba.

Todo el silencio se evaporó cuando aparecieron Annabeth y Thalia, los gritos y abucheos comenzaron, el pabellón descontrolándose.

Mi vista estaba fija en Annabeth, con la cabeza en alto como si no estuviesen gritándole a ella y con una templanza y carencia de emociones alucinante. Tras ella, Thalia pateaba como podía las piedrecitas del suelo sin importarle los grilletes también en sus pies.

-¡Silencio! - alzó la voz Octavian subiendo y bajando los brazos como un estúpido - Sé que tenéis sed de venganza, la tendréis. Os doy mi palabra.

Estaba seguro que era la primera vez que le reían la gracia, la gente comenzó a aplaudir ante su indicación pero aún así los gritos no cesaban, seguían pidiendo la cabeza de ambas hermanas que ya estaban colocadas de pie frente a nosotros en el medio de la estancia.

Mis oídos pitaban, cada amenaza hacia ellas me dolía, no podía mostrar nada, ni un ápice de debilidad pero era totalmente difícil cuando la chica que una vez amé y su hermana estaban a unos dos metros siendo abucheadas.

Los guardias trataban de controlar a la multitud, algunos tratando de acercarse a ellas para provocar una injusta peleas donde ellas, amarradas de pies y manos, no podrían defenderse. Ethan Nakamura redujo a un hombre de una treinta años que había sorteado la primera fila de guardias y avanzaba corriendo hacia ellas dispuesto a hacerles pagar cada crimen. Su cara estaba contra el suelo mientras Nakamura le hacía una llave y tres guardias más lo levantaban expulsándole de la sala. Aún así, con esa representación, la multitud no parecía querer callar ni dejar de armar escándalo y yo no podía hacer nada para dejarme en evidencia y demostrar que imparcial no era como requerían.

Los ojos de Annabeth estaban centrados en mi, como si me estuviesen estudiando y tratando de adivinar mis pensamientos. Una sonrisa de superioridad creció en su rostro a pesar de los abucheos, alzando ambas cejas hacia mi, comprendiendo que para no variar, yo estaba en su lado. No me arrepentía de mi decisión, pero esperaba al menos un gracias.

El volumen alto y descontrolado cesó en menos de un segundo, de un momento a otro. Ahora fue mi turno de sonreír al ver la mandíbula apretada de Octavian y sus nudillos blancos presionando firmemente la madera de su silla en muestra de rabia. Me levanté de mi asiento al igual que el Senado, centuriones y todos los de la estancia - excepto Octavian- en total silencio.

La mirada fiera y negruzca de Reyna me demostraba que venía preparada con todo y que no me gustaría estar ahora en el pellejo de Octavian. Su toga púrpura del color de la bandera S.P.Q.R. bailaba con gracia a cada paso donde colgaban varias medallas, su pelo negro totalmente trenzado estaba adornado con una tiara dorada de media cabeza simulando ser una corona de laurel; el símbolo de la victoria. Una clara indirecta a Octavian, que conociendo a Reyna, había sido premeditado y no es causalidad.

-Qué mujer - silbó Thalia con una mirada orgullosa y Annabeth a su lado le dio un codazo para que recuperase la compostura.

Esa mirada de orgullo me daba envidia, no podía evitarlo. Me hubiese gustado que Annabeth al igual que su hermana me mirase así y no solo con ironía y decepción por hacerme pretor. Me gustaría que reconociese mis méritos, que se sintiese orgullosa como Thalia de Reyna aunque no estemos juntos, el que haya podido prosperar de tal manera. Pero al parecer, es mucho pedir.

Los guardias hicieron una pequeña reverencia ante su llegada, incluyéndome. Reyna me guiñó un ojo divertida y sonreí aún más volviendo a sentarme escuchando ahora los agradables murmullos de la gente en fascinación a su pretora.

-¡Tu no puedes estar aquí! - rugió Octavian levantándose de golpe.

Los perros de Reyna se acercaron a él rugiendo, sus bocas muy cerca de la túnica del cónsul esperando la orden de Reyna para atacarle. Más de uno lo agradeceríamos.

-¡Esto está fuera de tus dominios! - volvió a gritar Octavian al ver que Reyna le ignoraba dándole la espalda y le tendía la mano a cada representante del Senado - Perseus puede estar aquí por tener un mejor comportamiento que tú.

Me callé, sobretodo para que no empezase a gritarme también, pero hasta yo era consciente que en cuanto a modales Reyna nos daba mil vueltas a todos los presentes.

-Soy consciente de mi ámbito de jurisdicción - pronunció girándose hacia él - Los pretores somos los generales jefes del estado, si, pero también interpretes de las leyes y por consiguiente jefe del tribunal - señaló con ironía el puesto ocupado por el magistrado, donde deberíamos estar si no hubiese hecho ese cambio a última hora para fastidiar - Estoy totalmente dispuesta a estar aquí presente porque así lo establece la ley.

El rostro de Octavian enrojecía de rabia por momentos, siguiendo con sus ojos el lento paso de Reyna hasta que se sentó en el lado contrario a mi cruzando las piernas y sus dos perros se sentaron a su alrededor protegiéndola y estableciendo su derecho de estar ahí con su dueña. Octavian podía tener el poder por su cargo, pero mi mejor amiga era la representación de este.

-¡Gloria a la pretora! - gritó uno entre el público provocando el cabreo de Octavian.

La fascinación con la que nos miraban me hacía pensar que quizás si tendríamos la oportunidad de conseguir poner al pueblo contra Octavian, al menos el tiempo suficiente antes de que use la fuerza y vuelvan a someterlos.

Annabeth miraba a Reyna con agradecimiento y también respeto, si no estuviese atada seguro que al igual que algunos aplaudiría a la pretora por cerrarle la boca al cónsul. Thalia a su lado era un caso aparte, miraba sin cortarse a Reyna moviendo sus cejas con gracia y totalmente encantada por el rumbo que todo parecía tomar. Esperaba que siguiese así todo el juicio.

-Antes de empezar - trató de levantar la mano Thalia provocando un desagradable sonido con las cadenas - Quiero decir que el color morado resalta tu mirada - se dirigió a Octavian.

-¿Pueden amordazarla? - pidió Octavian.

-Mi señor, es necesario que testifique y responda a las preguntas - le dijo el magistrado.

Entendía el dolor de Octavian, no había nada peor que estar obligado a escuchar a Thalia hablar durante horas y más con la retahíla de insultos que parecía tener preparada de serie.

-¿Confirma usted que es Annabeth Chase? - preguntó un comicidio. Sabía que era el procedimiento pero ya la rubia era lo suficiente famosa como para que todos conociesen su cara.

-Echo de menos un <<capitana>> en esa frase - puntualizó con burla.

-¿Confirma usted que es Thalia Grace? - obvió a Annabeth dirigiéndose a su hermana.

-No, soy Jason Grace, apunte - respondió esta y mi mejor amigo como si no nos hubiésemos dado cuenta de su burla gritó diciendo que era mentira.

-Thalia por favor - pedí viendo cómo bufaba y asentía tratando de elevar los brazos en señal de rendición con las cadenas sonando.

Le tendieron a ese mismo comicidio una lista que tras desdoblar y ver que era mucho más larga que un folio, comenzó a leerla enumerando todos los cargos que tenían a sus hombros.

-...hace cuatro años asesinaron a la marquesa de Francia en su propia boda, robaron un total de cuatro barcos españoles de mercancías, navegaron ilegalemente por nuestras aguas, dieciséis robos sin violencia en los últimos años, cuarenta y cuatro saqueos con más de ochenta víctimas - continuó dándole la vuelta a la hoja - Robo de joyas de la corona, tres buques de guerra destruidos en batalla naval, asesinato de primer grado del anterior gobernador, suplantación de identidad de miembros de la realeza británica...

Me acomodé mejor en la silla mientras hablaban, una mueca de aburrimiento surcaba el rostro de Annabeth al ver que esto iba para largo. Mis ojos se desplazaron hacia Reyna que tenía la cara apoyada en su mano mientras murmuraba por lo bajo y supe que se estaba dando cuenta que cualquier persona normal cortaría el juicio rápido declarándolas culpables. A ver cómo se las arreglaba para perder el tiempo.

-A Annabeth Chase se le imputa en adición el robo de varios documentos oficiales en las últimas semanas - siguió hablando y la rubia rodó los ojos - Y a Thalia Grace el reciente asesinato de cuatro guardias la pasada madrugada.

-¡Eso es mentira! ¡Fue un accidente! - se defendió Thalia moviendo los grilletes tratando de levantar los brazos para darle más dramatismo.

El sonido que hacía era sumamente molesto, contrarrestando las palabras del comicidio explicando cómo encontraron los cuerpos de los guardias y restos de sangre en su celda además de su ausencia en esta.

-¡Por los dioses quítenle las cadenas! - gritó Octavian llevándose las manos a los oídos - ¡Y estate quieta!

-Gracias - bufó Thalia cuando fue rodeada por dos guardias por si trataba de hacer algo - Y no fui yo, se resbalaron y accidentalmente, un suceso totalmente fortuito, cayeron sobre mi daga - explicó ya sin el molesto ruido de las cadenas - Una tragedia - se llevó la mano al pecho con una mueva de lástima.

-Ni siquiera puedes tener armas encima estando bajo arresto - espetó Octavian.

A la próxima deberían vigilarlas bien. Annabeth llevaba puesto su inseparable chaleco, su vista chocó con la mía cuando me encontró analizándola y sonrió con superioridad, asegurándome que mis especulaciones eran ciertas y ella también estaba sumamente armada, como siempre.

-¿Me vas a decir lo que puedo o no puedo tener, cara cebolla? - insultó Thalia al rubio.

-¡Thalia cállate! - alzó la voz Reyna cuando un guardia le golpeó la corva de la rodilla ante su ataque verbal a Octavian.

-¡Uno de ellos era mi marido!¡Asesina! - gritó en lágrimas una señora entre el público.

-¡Supérelo señora!¡La vida sigue! - gritó de vuelta Thalia y esta vez fue la ojigris quien la mandó a callar.

El único tiempo que íbamos a ganar era el que Thalia perdiese haciendo lo mejor que sabe, molestar, de otra manera, sería imposible. La interminable lista de delitos dejaba muy clara la sentencia, no había forma humana de que la atención se desviase de ellas. Por mucho odio hacia el cónsul, los infinitos cargos contra ellas avivaba la sed de venganza del pueblo español.

Me sentía un poco inútil, yo no tenía la destreza en política de Reyna o Jason, a poco sabía las funciones de mi cargo; algunas ya olvidadas desde que las estudie con la ojinegra. Aún así esperaba poder ayudar cuando se me necesitase, menos aquí, tenía la sensación que si abría la boca, la fastidiaría.

-¿Es cierto que trató de asesinar a nuestra pretora esta madrugada? - le preguntaron a Thalia y la gente comenzó a abuchear defendiendo a Reyna.

-Silencio – ordené después de Octavian- Sonreí al ver que a mí si me hicieron caso.

-Como yo lo veo, ella fue quien estuvo apunto de matarme a mi – dijo con burla Thalia mirando a Reyna mientras hablaba – De diferentes formas si se me permite añadir pretora.

-No voy a presentar cargos en su contra, sigan – respondió con rapidez Reyna evitando la mirada de Thalia. No sabía qué había pasado, tampoco mi mejor amiga ha tenido tempo para contarme nada, pero la interrogaría junto a Piper.

Era un proceso completamente tedioso, mi cuerpo se deslizaba en la silla hasta sentarme peor que nunca. Annabeth y Thalia contestaban todas las preguntas con cansancio, un simple proceso rutinario en el que tenían que confirmar que eran las autoras de cada cargo. Tampoco es que pudiesen negarse, todos lo habían visto además de que no parecían con intenciones de quitarse lo que para ellas eran victorias.

Traté de dispersar mi mente, mantenerla entretenida en otra cosa para ni escuchar todas las atrocidades, sobretodo porque me hacía pensar en cuantas veces estuve corriendo peligro al vivir en el mismo barco que esas dos. Si hubiese escuchado todo eso antes, me lo habría pensado.

-Le cosí luego la garganta, la familia debería agradecérmelo - expresó Annabeth con tranquilidad - Así su cadaver estaba más presentable.

-¿Ese fue el que dejamos el puñal en su tráquea? - le preguntó Thalia y Annabeth asintió - Guay.

-¿Fue en defensa propia? - preguntó el magistrado tragando con fuerza y pasándose la mano por su propia garganta.

-Una inspección rutinaria, necesitaba información y no me la pensaba suministrar.

-En su defensa, dije que era mejor coserle la boca - apuntó Thalia levantando un dedo - Pero no me hizo caso ¿se lo puede creer? Y yo ya tengo práctica con eso.

-¿Ha cosido una boca humana? ¿Vivo? - dijo uno del Senado con cara de espanto.

-Gritaba que da gusto - dijo con una sonrisa maliciosa.

-Apunta, delito por mutilación - le señaló uno al comicidio para que apuntase.

Annabeth se las arregló para dejar con el codo, a pesar de los grilletes, un golpe en la nuca de Thalia regañándola por no cerrar su boca. Quise defender a la pelinegra, total, un delito más no iba a importar, ya estaban sentenciadas.

Dicen que antes de morir ves en unos pocos segundos mientras agonizas toda tu vida pasar, me preguntaba si este juicio para ellas era algo así. Las estaban obligando a rememorar cada asesinato, consiguiendo algunos datos cuando eran casi anónimas, sorprendiéndome incluso a mi que en esa época ni siquiera era pirata y estas dos ya tenían varios robos con fuerza a sus espaldas.

-¿Qué hacíais hace una semana en un convento español? - preguntó uno del Senado sujetando otros papeles.

-Saquear ¿qué voy a hacer? - espetó Annabeth.

-En nuestra defensa creímos que era un burdel - añadió Thalia con una mueca.

Vale podía aceptar que en los burdeles robar era fácil pero confundir un convento, mucho parecido no tenía. Querría haber estado ahí para ver cómo se quedaban al ver su error.

-¡Yo dije que este juicio era una absoluta tontería! - exclamó Octavian levantándose, estaba hambriento de atención, colocándose en el medio con todas las miradas puestas en él - ¡No he conocido criminales con más cargos que ellas!

-Cargos que tu absolviste si mal no recuerdo - alcé la voz comencé a escuchar susurros mientras Octavian me fulminaba con la mirada - De todos los que se han dicho, excepto los de las últimas semanas, están sobreseídos cónsul.

Ahora era el momento en que tenía una disputa interna si me merecía la pena estar callado o mi intromisión había sido buena. Me tiraba más por la segunda opción, sobretodo por ver la cara enfadada de Octavian, como se atreviese a replicar, lo contaría con pelos y señales. Todo.

-Nada de eso no importa ahora ¡Se merecen la horca! ¡La malhablada mató a cuatro guardias! - señaló a Thalia que solo rodó los ojos cumpliendo con la advertencia de su hermana de quedarse callada, por su propio bien.

-No tienes pruebas Octavian, no te saltes la presunción de inocencia - se levantó Reyna.

No opinaría, pero las manchas de sangre en la celda donde estaba Thalia me parecía una clara prueba, a pesar de su extraña confesión de que fue un accidente pero a la pretora había que ponerle un testigo para que se lo creyese, o al menos para que diese su brazo a torcer. La ojiazul sonreía con prepotencia, seguramente en su mente cantaba victoria sobre su hazaña, además de tener una firme defensora.

-¡Claro cómo no! - exclamó Octavian carcajeándose él solo con Reyna enfrente de él - ¡Pueblo de España! Aquí vuestra aclamada pretora defendiendo a una pirata y no cualquiera ¡Su novia!

-Mierda - mascullé.

No era buen momento para reclamarle a Reyna el por qué no me había contado que seguía con Thalia, lo dejaría para después si salíamos con vida de esta. Hazel se llevaba la mano a la boca con expresión de absoluto terror, no sabía si actuando o simplemente es que era su reacción.

La gente comenzaba a hablar, exclamaciones de sorpresa y algunas de decepción hacia Reyna en menor medida, aún así nadie se había atrevido a gritar, seguramente esperando por una respuesta de su pretora.

-¡No puede estar aquí! ¡No cumple su labor como pretora! - continuó avivando la llama Octavian mirando al público mientras señalaba a Reyna.

Estaba en duda si debería actuar un poco, quizás llevarme la mano al pecho con expresión de sorpresa o de novio despechado, al fin y al cabo habían rumores de que salía con Reyna; podría poner cara de pena y suplicar para calmar mi corazón que las liberasen como últimos deseo ante tal traición a mi persona.

Luego recuerdo mis dotes actorales y descartaba mi horrible idea.

-¡Estoy más que capacitada para separar los sentimientos de mi deber! - le gritó Reyna enmudeciendo todo el anfiteatro.

No solo Octavian dio un paso atrás ante su grito, Annabeth también y si yo no hubiese estado sentado, lo habría hecho.

Puedes acusar a Reyna de cualquier cosa que ella se defenderá con ímpetu, siempre mediando sus palabras... pero como ataques el que no cumple de una manera óptima su labor como pretora, te va a faltar tierra para correr.

-Definitivamente los dioses me han bendecido - miró Thalia el cielo rompiendo el silencio que se había formado.

-No vuelvas a poner en duda mis capacidades Octavian o me veré obligada a contar cada una de tus acciones dejándote en evidencia de aquel al que llamas tu pueblo - amenazó con la voz parecida a un susurro pero lo suficiente como para que la mayoría lo escuchase y empezasen a especular sobre el cónsul.

-Lo que dice Reyna es cierto, no hace distinciones - hablé. Supe que mi aportación había sido estúpida cuando Jason se llevó la mano a la cara en un ruido seco y exagerado.

Al menos lo intentaba y la gente me quería, para mí había servido de algo.

-Sesos de algas - masculló Annabeth rodando los ojos.

Traté de no emocionarme, primero porque no era el momento y segundo, no podía provocarme nada. Aún así fue agradable escuchar el apodo que antes me tenía, fue como un dulce soplo de aire fresco tras toda esta tensión.

-Annabeth Chase - alzó la voz el cónsul ignorando a Reyna y a mi - ¿No te da lástima acabar así? En una horca junto a criminales, poca cosa para todo a lo que aspirabas - chasqueó la lengua - Es el precio por ser una sucia pirata.

Me daba igual que cambiase tan abruptamente de tema, lo necesitábamos. Reyna le había dejado asustado frente a todos, debía antes de formular su sentencia engrandecer un poco su muy dañado ego. No era la mejor opción ir hacia Annabeth, la chica no le dejaría salirse con la suya. Lo que sea para ganar tiempo.

-Si mal no recuerdo ambos pretores que te acompañan también fueron piratas - ladeó la cabeza con diversión - Solo que yo, no me vendo. Patético.

-¿Qué tiene de patético unirse al bando vencedor? - pregunté atrayendo su mirada burlona y un poco sorprendida de que le contestase - Podrías haber aspirado a más, quizás estarías aquí sentada - dije con altanería.

Su sonrisa se acentuaba al ver que sí le seguía el juego o al menos eso pensaba yo. No me tomaba a pecho sus insultos a mi cargo, estaba bastante orgulloso de lo que he conseguido a pesar de no obtener su reconocimiento. No entraría en una disputa seria con ella, lo único que haría es que el tiempo siguiese corriendo lo máximo posible.

-Puedo comprenderlo todo, estos lujos, la buena vida, todo está genial y atrae de cojones - habló Thalia con un falso silbido alucinado hasta centrar su vista en mi y luego en Octavian - Salvo esa fea capa.

-Es una toga ¡Insolente! - regañó Octavian aunque no podía importar menos - Creo Annabeth que tu misma sabes la sentencia, no hace falta ser un genio – siguió antes de que Reyna cortase su discurso.

-Vuestro cónsul pactó con Annabeth para salvarse - anunció Reyna en voz alta - Liberó sus cargos a cambio de ayudarle en la búsqueda para conseguir la forma de burlar la muerte.

Estaba dudando si aplaudir a Reyna por tener los cojones que nadie tuvo, o esconderme antes de que todo estallase. Para mi el anuncio de mi amiga fue un claro <<a la mierda todo, Octavian me tienes harta>>.

-¿¡Qué!? - gritó uno del Senado.

-No le importa vuestra vida, quería la fórmula para esquivar solo él la muerte - avivó Jason a la multitud que empezaba a quejarse, tratando de analizar la información.

-¿Acaso su vida vale más que la nuestra? ¿Por qué él y no nosotros? - alzó la voz Frank. Vaya chico bestia no te consideraba un alborotador.

Los gritos comenzaron, mis oídos dolían y los guardias comenzaban a colocar sus escudos en posición para aquellos que trataban de saltarse los parámetros y cargar contra Octavian. Le tiraban todo lo que encontraban mientras el rubio trataba de cubrirse además de gritarnos por nuestros actos.

-¡Y se proclamó dictador porque estamos en crisis! - grité aprovechando el momento.

Se sentía demasiado bien, la masa de gente estaba cada vez más y más revolucionada, todos pidiendo que Octavian diese la cara y se enfrentase a ellos.

Mis ojos chocaron con los de Reyna, tenía una mirada maliciosa viendo el desorden y caos que habíamos provocado.

Todos pedían a gritos explicaciones, preocupados por sus propios hogares y subsistencia ante la crisis que había tratado de mantener oculta. Los más valientes reclamaban el derecho de burlar la muerte para ellos, junto al Senado que también quería su porción de victoria.

De alguna forma siempre tenía la vista puesta en Annabeth, notando cómo miraba a todos lados hasta que centró su vista entre la multitud. La seguí encontrándome con Travis Stoll, tan mezclado con la gente que casi ni se le notaba, asintiendo en dirección de la ojigris con una sonrisa antes de desaparecer abriéndose paso entre los empujones. Sea lo que sea que hayan planeado, ya está hecho.

-Reyna - llamé señalando a Annabeth que ya nos hacía señas para parar todo esto.

-Lástima, era divertido - bufó cuando una lata le dio a Octavian de lleno en la cabeza - ¡Silencio!

Costó, ni mi grito acompañando al suyo parecía tranquilizar a la muchedumbre, pero tras dejarnos la garganta y ponernos delante de Octavian, no les quedó más remedio que parar y escuchar lo que teníamos que decir. En verdad pensé que también nos iban a atacar a nosotros, pero una vez más me sorprendía la lealtad del pueblo español hacia nosotros.

-Obtendréis justicia - prometí señalando a Octavian - Ahora necesitamos llegar a un acuerdo primero - dirigí mi mirada a las piratas.

-¡Nadie más que yo manda aquí! - gritó Octavian tras nuestra - ¡Soy el cónsul-dictador! ¡Durante seis meses mi poder es inigualable! ¡Es la ley!

-La justicia es la base de un reino - contrarrestó Reyna señalando la bandera púrpura en lo alto de las columnas - Dime cuál es su significado. Que todos lo escuchemos.

-Senatus Populus Que Romanus - masculló Octavian con la mandíbula apretada.

Daba gracias que no me lo había preguntado a mi, sabía su significado pero decirlo en latín ya era un tema aparte. No hubiese quedado tan distinguido decir directamente «el Senado y el Pueblo Romano».

-El poder reside en el pueblo – Los señaló Reyna - Sin ellos no eres nada ¡Se merecen ser escuchados!

Para ser seria y fría, sabía ganarse a la gente. Su romance tan comentado e insultado con Thalia parecía haber sido olvidado con rapidez, ahora todos volvían a aplaudir exigiendo justicia y un juicio para sentenciar al cónsul.

-¡No estamos en crisis! ¡No mentí! Estamos bajo ataque, un titán nos quiere matar ¡Océano! Yo solo quiero salvaros - gritó Octavian - ¡Soy inocente!

La multitud comenzó a reír a carcajadas al escucharle, sin creerse absolutamente nada de sus palabras y tachándole de farsante. Comenzaron a gritar en coro el lema de Roma pidiendo el despoje de cualquier autoridad y poder en manos de Octavian.

-Un titán - carcajeé - No inventes Octavian, no somos tontos.

Su mirada enloquecida y colérica se centraba en mi y luego en Reyna, quien también le tachaba de loco y argumentando cómo un psicótico no estaba en condiciones de gobernar.

La mirada de Annabeth estaba sorprendida ante las palabras de Octavian, por primera vez desde que llegó vi algo más que frialdad en ella, parecía asustada y me confirmaba que su vuelta no tenía nada que ver con el mapa. No estaba para nada enterada y tras intercambiar varios susurros con su hermana supe que ya habían entendido que dentro de lo que cabe, las palabras de Octavian esta vez si eran ciertas.

-¡Orden! ¡Orden! - gritaba el magistrado - ¡Tenemos que terminar con este juicio!¡Luego estudiaremos en caso del cónsul!

-No hay que estudiar nada - dijo con furia Octavian.

Ninguno se esforzó en llevarle la contraria al magistrado, que pese a los gritos él mismo y con el asentimiento de un aturdido y asustado Senado -por si todo les salpicaba a ellos también- condenó tanto a Annabeth como Thalia a la horca esta misma tarde por piratería, algo que sabíamos desde el principio.

La sonrisa de suficiencia de ambas me tranquilizaba, todo estaba saliendo rodado con el añadido de que Octavian tendría bastantes problemas de aquí en adelante. Se había confirmado que no solo era un mal líder, sino que solo se preocupaba por su interés personal y por tener excesivo poder.

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