Soren debía aceptar que sobre esa cómoda y espaciosa cama no se pasaba una mala noche, parecía que en algún momento las mantas se lo tragarían vivo, pero eran las necesarias para combatir el frío que hacía.
Pero, aunque la cama fuese cómoda... Y hubiesen todos los elementos necesarios para dormir, Soren no podía ni siquiera cerrar los ojos.
Cada que recordaba las caricias y los besos de Marck los anhelaba y después su mente estaba ahí para restregarle el humo de la felicidad que se esfumaba por entre sus dedos, dejándolo con el corazón roto y las manos vacías y las heladas lágrimas rodando por su cara.
Giraba por la cama, de un lado a otro sin poder conciliar el sueño, miraba hacia el techo del la cama, que era parecido al de su antigua cama...
Extrañaba a Marzialle, quería volver; quería que por lo menos estuviese en brazos de una persona que le quería...
Y ahora estaba solo, enfrentando su corazón destrozado, en una mansión lejos de muchos poblados. Sintiéndose mas que encerrado.
No supo en que punto de la cruda noche, las lágrimas cesaron... Secas en su cutis y sus ojos se cerraron para dar paso al inmenso mundo de los sueños.
Despertó por una voz masculina y conocida. - Soren despierta...- Susurró aquella voz, Soren abrió los ojos y tallándose los ojos con las manos se enderezó con la blusa del vestido sobre puesta.
Soren se despabiló un poco, estirando los brazos mientras bostezaba, y se rascaba la espalda.
Una vez incorporado observó a Marck, quien le miraba desde la puerta de entrada a la habitación.
Vestía un atuendo muy elegante color sepia y unas botas de equitación, mientras tenía su cabello ligeramente rizado peinado hacia atrás, con unos cuantos rizos asomándose en su frente. Dándole un toque especialmente apuesto.
Soren sonrió con ligereza al observar lo atractivo que era Marck, sin embargo bajó la mirada recordando la cruel realidad.
Detrás se Marck se encontraba una señora de tez morena y ojos color miel, con el cabello amarrado hacia atrás y un ceño serio, Soren dedujo en seguida que ella sería la que se encargara de los cuidados de Soren.
- Mira Soren, ella es Ad...
- Es bastante descortés no decir "Buenos días"- Interrumpió Soren arqueando la ceja, lo que ocasionó que Marck entornara los ojos suspirando, mientras suplicaba por paciencia. - Buenos días Soren.- Contestó con una pequeña sonrisa forzada. Soren, con una sonrisa satisfactoria asintió.
- Buen día Marck.
- Retomando lo que decía... Ella es Adalia. - Marck dio una palmada en la espalda de la señora, y esta asintió reverenciando a Soren. - Buen día Señor Thomas.
- Buen día Adalia... Un gusto.- Contestó Soren cortésmente sin moverse de la cama.
- Ella es la mejor candidata para cuidar de ti, elegirá tu ropa, te vestirá y te maquillará para...
- No quiero maquillaje.- Interrumpió de nuevo Soren, no enojado sino bien tratando de ser estratégico.
Marck suspiró controlándose en sus impulsos de enojo.
- De acuerdo nada de maquillaje, sin embargo quiero que estés listo ya... Como verás el baño lo dejó listo hace unos minutos, hoy mis padres vendrán a visitarnos y necesito de toda cooperación.
Soren suspiró entornando la mirada mientras asentía y se preparaba para salir de la cama. - Otra cosa Soren, Adalia viene de desendencias gitanas, espero eso no te incomode. Comentó el pelirrojo haciendo que Adalia irguiera la espalda observando expectante a Soren. - Eso no es mi problema.- Contestó.
Marck asintió y se retiró de la habitación cerrando la puerta, dejando a Soren solo junto a Adalia.
- Señor Thomas, por favor le pido que no me mal interprete por haber sido gitana.- Exclamó la señora reverenciando de nuevo
Soren encogió los hombros con esa actitud fría tan normal en el. - Ya te dije que no tengo ningún problema con eso.-
Se levantó de la cama con los pies descalzos y arrastrando el fino vestido, observó una pequeña puerta junto a la habitación, a lo que Soren interpretó como el baño, y no estaba equivocado. Dentro de la habitación del otro lado de la puerta reposaba una bañera mucho mas grande que la de Soren, un tocador y un gran espejo de cuerpo completo.
Junto a la bañera se encontraba un pedestal con una esponja y una barra de jabón, y tres pequeñas botellas de colonia bellamente decoradas.
Adalia le acompañó y de colocó junto a las colonias. - ¿Cuál desea que vierta en la bañera Señor Thomas?- Preguntó la mujer de manera servicial.
Soren se agachó para leer las etiquetas, precisando que no había una sola colonia de rosas, la cual era la única que Soren usaba. Este negó con la cabeza rotundamente. - No Adalia, puedes ir diciéndole a Marck que no usaré ninguna.
- P-pero el señor Gallagher me especificó que...
- Dile al señor Gallagher que el necio fui yo.
Adalia asintió rápidamente, con los ojos cerrados y un tanto nerviosa. - Le comunicaré el mensaje.
Soren asintió sin mirar a Adalia, se quitó la blusa del vestido, dejándola caer sobre los mosaicos del suelo.
Adalia se llevó las manos a la boca mirar de espaldas al rubio. - U-usted... Tiene la cintura de una señorita.
Soren miró a Adalia por el rabillo del ojo, punzando el cuerpo de la señora con la mirada. - No exageres, he visto la cintura de mujeres...-
- Su cintura en verdad es pequeña, es decir... No tanto como las mujeres que poseen corset pero sus medidas son... Muy pequeñas... Por lo menos para ser hombre.
Soren suspiró frustrado, ladeando un poco la cabeza sin dejar de mirar a Adalia sobre el hombro. - ¿Sabes? Por educación muchas personas evitan hacerme ese comentario, creo que estoy muy consciente de mi condición física.- Contesto cortante, pero eso era malo, Marzialle siempre le había dicho que no se desquitara con las demás personas del mal humor propio.
Adalia bajó la cabeza un poco exclamando un "lo siento" seguido de ello Soren meditó un poco y se acercó a Adalia, palmeándole la cabeza a pesar de ser ligeramente mas bajo que ella. - No bajes la cabeza, demuestra sumisión y yo no soy mas que un humano igual que tu.-
Suspiró un poco, forzando una sonrisa. - ¿Serías tan amable de salir del baño para poder bañarme?-
Adalia levantó la cabeza y asintió rápidamente mientras salía de la habitación.
Soren esperó hasta que Adalia saliera del baño, para quitarse la ropa y sumergirse en la bañera.
No le gustaba que le vieran su cuerpo y mucho menos desnudo, si bien solo Marzialle o Sarabeth podían verle desnudo, no tenía ni la mínima idea de como se iba a vestir.
Levantó la mirada del agua, observando a lo lejos un vestido tornasol que estaba colocado en un perchero junto al tocador, y en un pequeño banquito se encontraban unas medias largas, bragas y zapatos de tacón discreto.
Soren suspiró pensante y deprimido, sumergiéndose en la bañera de tal manera que solo estaban sus ojos y parte de su cabeza por fuera de la bañera, mientras exhalaba por la boca, sacando burbujas de oxígeno a presión.
Escuchó la puerta abrirse, siendo Marck quien entraba sin permiso alguno, con una expresión de enojo o frustración impregnada en la cara, Soren al verlo, juntó toda la espuma de la bañera, cubriéndose el cuerpo con esta.
Marck, con el ceño fruncido y las manos en las caderas le dedicó una mirada punzante. - ¿¡Porqué te tapas!? Eres hombre después de todo. Comentó de mala manera, cruzando los brazos y mirando a Soren de modo superior.
Soren frunció el ceño, tomando la toalla que estaba a su lado y levantándose en la bañera, cubriéndose el cuerpo con la toalla; si... A Soren todo menos que se quisieran sentir superior a el.
- Soy un hombre pero tengo algo que se llama pudor... No creo que conozcas la palabra del todo.- Contestó irritado de todo a todo.
Marck dio un resoplido despabilando su cabeza de cualquier enojo.
- El punto no es ese, vine porque Adalia me informó que no te querías poner ninguna colonia.- Exclamó casi en un regaño, señalando las pequeñas botellitas de fragancia en los pedestales.
- Y la señora no se equivoca, tus colonias son de aquí y yo solo utilizo francesas y además de rosas.- Contestó Soren con un alto grado de egoísmo. Marck tomó a Soren del brazo conectando su mirada con la del rubio, enojado y con ganas de explotar.
- Eres demasiado exigente para ser un chico.- Contestó, casi gruñendo, Soren frunció aun mas el ceño arrebatando su brazo, con tal fuerza de que casi se resbala dentro de la tina, recuperando rápidamente el equilibrio.
- ¡Soy un hombre fino, y si me pides un trabajo tan difícil si quiera ten la precaución o la mínima delicadeza de entregarme los elementos necesarios!
Marck se quedó callado, de verdad era bastante difícil ganarle a Soren en una discusión de palabras, el joven era inteligente y se las arreglaba para dejar sin una sola palabra en su defensa a las demás personas.
- Por favor, Soren... En serio necesito que uses por lo menos una...- Exclamó de un tono un tanto suplicante, Soren semi sonrió. Después de todo, era bastante placentero observar a una persona que fue grosera con el, esta vez suplicando.
- No soy una persona tan mala, así que utilizaré...- Soren flectó las rodillas un poco, tomando una pequeña botella con líquido color violeta, y una etiqueta que tenía la inscripción <<Violetas>> - Esta... Sin embargo quiero que me consigas la colonia de rosas, esta vez lo hago por tus padres.- Terminó la oración, vertiendo la colonia sobre la bañera, con cuidado.
Marck solo suspiró con alivio. Y Soren le colocó la botella en el pecho. - Detesto que quieras darme ordenes. Ahora, quiero terminar de bañarme.- Exclamó el rubio, retando con la mirada a Marck.
Este frunció el ceño tomando la botella y dándose la vuelta. - Como quieras, esto no es nada mas que tu culpa y es lo que te llevas por mentir.- Contestó el pelirrojo yéndose y cerrando la puerta.
Soren, extremadamente molesto por aquella respuesta, tomó una de les tres barras de jabón del pedestal, lanzándola así contra la puerta. Mientras refunfuñaba, mas que enojado... Bastante dolido.
La barra de jabón impactó contra la puerta con fuerza, y Soren, con el enojo invadiéndole el cuerpo solamente abrazó sus rodillas, comenzando a sollozar, tratando de evitar llorar.
Marck era muy frío y grosero, de alguna manera distante. Estaba claro que a Soren lo odiaba y a Eloise la amaba... Pero. ¿¡Porqué!? ¿¡Porqué tenía que ser de esa manera!? Si el nunca fingió ser tan diferente al ser Eloise... ¿Porqué simplemente no podía ver que Soren en verdad tenía un sentimiento sincero por el?
Soren al tener esas preguntas en la cabeza... Solo cubrió su rostro con ambas manos húmedas, dejando fluir las lágrimas poco a poco.
Sintió que el tiempo se pasaba, mientras cesaba sus llantos para tan solo reposar en la bañera, con el agua dejando de ser tibia para pasar a un estado mas frío.
Soren desvió la mirada hacia el vestido, y un golpe de conciencia le pegó, recordando que los padres de Marck llegarían en cualquier momento.
Se levantó de la bañera, secando su cuerpo con la toalla, y caminando con la toalla en el hombro hacia la ropa. Levantó las bragas, con cierto desagrado en su expresión, no usaría unas bragas tan llenas de encajes, se notaban muy extrañas y a Soren eso no le gustaba.
Observó la demás ropa, unas medias completas color blanco... No creía que fuera tan difícil ponérselas. Aún con desagrado suspiro y se dispuso a colocarse las bragas, eran algo incómodas, ya que los encajes en las orillas rozaban insistentemente sus entrepiernas.
Suspiró tratando de mantener la paciencia, se levantó mirándose al espejo, y para acostumbrarse a los tacones había estado teniendo la manía de caminar y colocarse sobre las puntas de sus pies.
Se maldijo a si mismo al ver que tan solo una prenda, podía volverlo tan femenino, y es que le daba un aspecto extraño considerando perfectamente que no era una chica.
Dándose la vuelta se sentó en la silla, tomando las medias y colocandoselas con cierta brusquedad, y al tener las piernas húmedas, estas se apegaron más a su piel, haciendo que este, enojado tirara fuerte de las medias para subirlas, tanto que recargó todo el cuerpo en el respaldo de la silla. Dejando esta apoyada en ambas patas traseras.
No pasó mucho tiempo para que la silla, pasando del balance cayera hacia atrás y Soren sobre ella.
Soren impactó con fuerza, dejando ir un gemido de molestia, con el fuerte golpe en su espalda, sin embargo al levantar la mirada pudo ver que las medias ya estaban bien colocadas, suspirando con mucho alivio.
Soren se puso de pie, acomodando bien las medias hasta sus caderas, sonriendo triunfal por haber ganado aquella batalla épica contra un par de medias.
Sin embargo dirigió su mirada hacia la falda del vestido, que se encontraba tirada junto con la silla. Se agachó levantando la silla con una mano, y en el hombro tenía la falda del vestido colgada.
Extendió la falda, mirándola de frente mientras colgaba de sus manos. - No debe ser tan difícil...- Masculló enarcando la ceja frunciendo los labios.
Soren si sabía vestirse solo, no era un inútil, sin embargo había un gran problema con la situación. Soren solo sabía vestirse con ropa masculina.
Se colocó por encima la falda, tratando dejarla caer y sostenerla con sus pronunciadas caderas.
Sin embargo, la falda resbaló por su cuerpo, enrollando las telas anteriores y doblándolas.
Al final la falda estaba completamente desproporcionada, con partes de telas colgando y unas enrolladas, superiores dobladas y ni siquiera caían bien. Soren inhaló tratando de calmarse y acomodarse el vestido, jalándolo, sin embargo sus intentos para acomodarlo eran en vano.
Escuchó la puerta abrirse, y Soren volvió la cabeza hacia la puerta pendiente de todo movimiento. Adalia entró con cuidado algo distraída al observar la barra de jabón tirada cerca de la puerta. - Sr. Thomas, vine para...- Adalia observó a Soren, quien tenía el vestido hecho un desastre, y las mejillas teñidas de rojo culpa de la vergüenza. - Oh... D-déjeme ayudarle con eso...-
Adalia se acercó a Soren, y este, aun avergonzado dio un paso atrás por simple seguridad por la proximidad de la mujer. Adalia negó con la cabeza al ver el estado de la falda del vestido.
Se agachó flectando la rodilla y apoyándose en su pie derecho, mientras tiraba de algunas telas enredadas y otras enrolladas, comenzó a acomodarlas para que el vestido reluciera.
La mujer no tardó mucho en colocarle bien el vestido, dejándolo un poco mal, pues parecía haber sido un trabajo bastante sencillo.
Adalia se levantó sacudiendo sus manos en ligeras palmadas. - Listo Sr. Thomas, vine a colocarle el corset... - Exclamó la mujer invitándolo a sentarse en el pequeño banquito frente al espejo del tocador.
Soren se mordió el labio un poco preocupado, siempre que alguien que no fuera Marzialle le colocaba el corset terminaba lastimado, pues creían que su cuerpo podía resistir la presión de las mujeres.
Su cintura era un ideal de cintura pequeña natural, pero una cintura que no fue moldeada del todo con un corset en una mujer, claro que la naturalidad se Soren era masculina,y ello obviamente le hizo la cintura así, sin embargo... la sola idea de que su cintura midiera 37 centímetros como la de muchas damas que había conocido le helaba la sangre, el no quería verse así... Esas mujeres apenas y podían caminar.
se vio demasiado inmerso en sus pensamientos, que apenas escuchó como Adalia le preguntaba que tan ajustado lo quería.
- Me avisa cuando esta bien Sr. Thomas.- Exclamó la mujer comenzando a ajustar las agujetas del corset, Soren dejaba ir pequeños pujidos mientras tomaba aire.
- ¿Esta bien así?- Preguntó con cuidado la mujer, Soren abrió los ojos sorprendido al percatarse que era la presión correcta para su cuerpo, sin decir nada y aún desconcertado asintió un poco, preparándose para que le colocaran la blusa del vestido.
Con moños y encajes al frente, Soren dedujo que a Marck le encantaban los vestidos extravagantes.
Levantó el labio con cierto grado de molestia, mirando su apariencia... Como le molestaba el juzgar por apariencias, a veces se preguntaba como fue que se enamoró de Marck.
Sin embargo eso le hizo recordar los momentos en los que le escuchaba, mimaba y quería dejándose así de cuestionar.
Adalia le colocó un tocado pequeño y discreto en el cabello, y listo... Soren se veía de nuevo como "Eloise"
- Se ve .... Diferente Sr. Thomas... Mencionó Adalia sin muchas opciones a decir. Soren sonrió levemente por las buenas intenciones de la mujer.
- Adalia... Por favor no me digas "Sr. Thomas" soy solo Soren y háblame diciendo "tu" en lugar de "usted" No soy alguien mas grande o que merezca mas respetos que tu. Comentó con amabilidad, mientras se colocaba los zapatos para salir al encuentro con Marck.
Salió de la habitación, recorriendo el pasillo para salir a la estancia de la segunda planta, sin embargo, cuando menos vio, un grupo se sirvientas las cuales eran unas diez o doce de le acercaron con voces chillonas y pequeños grititos llenos de estrépito.
Soren cuando las observó acercarse se sobresaltó desconcertado por las sobre-emocionadas mujeres.
- Señorita Eloise usted se ve preciosa- dijeron unas tres mujeres al unísono, dandole la respuesta a Soren de lo que sucedía, de nuevo se había convertido en Eloise.
Las mujeres le rodearon comenzando a adularle con cualquier elemento que servía, Soren ni siquiera veía algún objetivo para adularle, tal vez propina... Pero ¿Qué podría ofrecerles Soren, si lo único que tenía era ese collar de cuarzo que tenía en la mano, el libro de cuentos de Marzialle, un botón que le había regalado su padre y ese traje hermoso de novia, con una rosa en la peineta muy próxima a marchitarse?
Sintió algunas manos en las puntas de su cabello y cientos de comentarios acerca de sus ojos y vestimenta.
- Señorita Eloise, debería dejarse crecer el cabello lo tiene demasiado corto, casi como el de un caballero...- Comentó una, a la cual otra le soltó un codazo en las costillas.
- Sin embargo se le ve muy hermoso a mitad del cuello, solo nos preguntábamos como se vería largo.
Soren, tenía una sonrisa forzada, la cual solo un tonto podía pasar por alto. - El Señor Gallagher nos dijo que usted era bella y encantadora, pero no nos mencionó que sería preciosa.- Comentó otra de ellas, Soren solo asentía, quizo moverse un poco; pero las señoritas lo seguían.
- ¿Dónde está mi esposo? - Preguntó el chico seriamente, tratando de que le dieran su propio espacio.
Unas risitas llenas de picardía inundaron la estancia, y Soren solamente entornó los ojos exasperado por esas actitudes tan tontas a su perspectiva.
Una de ellas tomó la mano de Soren, llevándolo hacia una gran ventana que daba al porche de la mansión.
Así notando un carruaje con cientos de extravagantes detalles hechos de madera, sumergido en una opulencia exagerada. Soren observó al padre de Marck de pie, con una enorme sonrisa prominente, sin duda un hombre alegre con un enorme parecido a su esposo.
Mientras, Marck ayudaba a bajar a su madre, una mujer un tanto pasada de peso, con un enorme chongo decorado con piedras preciosas y un vestido verde que combinaba con su cabello castaño.
Soren suspiró, así dirigiéndose hacia la escalera, bajando con cuidado. Reposó en el descanso de esta, observando fijamente el portón, preparado para la visita, reposando sus manos entrelazadas sobre su vientre, con la opulencia del vestido y esa mirada seria.
Marck abrió el portón, dejando entrar primero a su madre y seguido de el a su padre, quienes al levantar la mirada a
se encontraron con Soren, quien esbozó una sonrisa de cortesía.
Marck no pudo evitar sonreír con satisfacción al saber que Soren se prestaría sin objeciones, o eso era lo que quería creer. Marck extendió la mano desde el pie de la escalera, observando la magnificencia del rubio a lo mas posible natural, su rostro delicado y hermoso ya no era en extremo femenino como cuando usaba maquillaje, sin embargo sus labios definidos, sus ojos grandes y ahora poco brillantes y su mandíbula recta y fina hacían de Soren una perfecta belleza, entendiendo Marck así como es que, según a teoría propia, le confundió con "Eloise".
Soren a pasos cortos bajó las escaleras, levantando un poco el vestido para no tropezar, mientras tomaba la mano de su marido, fingiendo que eran una pareja feliz de recién casados.
Marck colocó a Soren junto a el, abrazando su pequeña cintura, a lo que Soren se sobresaltó un poco, pues había de recordar que a pesar de que Marck le fastidiara... Sus sentimientos por el no habían cambiado.
- Madre, Padre... Sé que la conocieron muy poco el día del compromiso y en la boda, así que quiero que conozcan bien a mi esposa Eloise Thomas de Gallagher.- Exclamó Marck como introducción, Soren sonrió algo incómodo por la mirada punzante que le otorgaba la madre de Marck. - Buenos días Señor y Señora Gallagher...- Exclamó Soren aclarando la voz, mientras reverenciaba ligeramente. - Soy Eloise... - Soren levantó la mirada hacia Marck. - Eloise Gallagher ya que estoy casada con Marck.
Jeanne, la madre de Marck barrió con la mirada a Soren, observándolo con desagrado. - Ya la conocía Marck, con la pinta que tiene... Espero no te hayas equivocado.- Exclamó sin siquiera contestar el saludo, volviéndose y dirigiéndose hacia el comedor de la primera planta.
Soren, algo herido en el orgullo, pues era la madre del hombre que quería; bajó la mirada.
Otón, el padre de Marck, palmeó la espalda de Soren, sin borrar esa sonrisa encantadora de su cara. - Ignórala, cree que su hijo merece a la mismísima princesa de Inglaterra, para mí me pareces una chica joven y linda que puede cuidar de mi hijo, no le hagas caso a mi esposa, puede que sea como la bruja malvada de los cuentos.- Exclamó con tranquilidad mientras caminaba detrás de su esposa.
Soren sonrió un poco por la amabilidad de Otón, levantando la mirada.
Suspiró con resignación y le dedicó una mirada algo tímida a Marck, quien se acomodó el flequillo que terminaba en rizos hacia atrás, desacomodándose un mechón y cayendo con gracia sobre la frente de Marck.
- V-vamos...- Susurró el pelirrojo extendiendo su mano para que Soren la tomara, este, con un ligero tono de ilusión tomó su mano, dejando a Marck sentir su piel tersa y fría.
Marck sintió un enorme desconcierto al sentir esa familiar y para el cálida piel.
Caminaron juntos como la recién pareja de casados que eran, y en el comedor les esperaba un manjar de platillos que Soren en cuanto vio, sintió que la saliva se le haría agua. Pues siempre gustaba de comidas lujosas.
Marck separó una silla de la mesa, cediéndole el lugar a Soren, al cual le tocó sentarse justamente frente a Jeanne, quien trataba de ocultarse las arrugas con polvo blanco y un pequeño espejo.
Soren se mordió el labio con cierta incomodidad, mientras desviaba la mirada hacia Marck, quien platicaba alegremente con Otón algunos asuntos de la corte real.
Tenía mucha hambre, esos platillos le incitaban demasiado a querer comer, sin embargo su perdición fue hacia otro extremo, cuando una de las sirvientas colocó en el centro de la mesa un delicioso pastel de crema dulce, sin duda su postre favorito.
No quería aguantar, era de verdad una tortura no poder comer un bocado de ese banquete, y como respuesta natural de su cuerpo...
El estómago de Soren rugió sonoramente, haciendo que los presentes se quedaran callados observándole fijamente. Las mejillas de Soren se tiñeron de rojo a causa de la vergüenza, así tapando su estómago con ambas manos y bajando la cabeza.
Otón tenía un claro ceño que daba la respuesta a que abstenía la risa, mientras que Jeanne veía con absoluto desagrado al joven. - ¡Pero que indecente es tu mujer Marck! - Exclamó escandalosamente haciendo que Soren bajara la cabeza avergonzado y sintiéndose completamente indefenso.
Se quedaron en un silencio que incomodaba a todos los presentes, desde la cabeza gacha de Soren, la mirada fulminante de Jeanne, el ceño angustiado de Marck y la algo tensa pero despreocupada mirada de Otón.
El hombre observó como una sirvienta servía en su plato como primera instancia y amplió una sonrisa. - Jeanne, si te amargas mas te vas a arrugar así que Eloise... Marck. ¡Comamos para ahogar las penas!- Sugirió con esa prominente sonrisa mientras levantaba los cubiertos.
De alguna manera Otón logró que nada pasara a mayores, todos comiendo y conversando, aunque Soren miraba como la mirada de Jeanne lo incineraba con el fuego de rabia interna. ¿Cómo sería posible que le odiase tanto si ni siquiera le conocía?
El desayuno transcurrió con la platica, Soren solo mantenía la mirada abajo mientras comía con discreción.
- Y bien mi Marck... ¿Cuándo viene mi nieto? - Preguntó Jeanne con cierto grado de entusiasmo, creando fuertes reacciones en los dos jóvenes.
Marck abrió los ojos, quedándose por un instante mudo, y Soren, quien tomaba un vaso de agua, comenzó a toser fuertemente, puesto que un trago se le había ido imprevistamente a la garganta.
Jeanne observó con desagrado a Soren por toser en la mesa, mientras Marck observaba a Soren un tanto preocupado palmeándole la espalda y verificando su estado, también así palmeando su pecho.
Cuando Soren recuperó el aliento, no tuvo ni siquiera fuerzas para hablar.
- A-aún no hemos pensado en eso madre...- Exclamó Marck un poco asustado. Jeanne se estremeció en escándalo colocándose la mano en el pecho, seguido de esto golpeando fuertemente la mesa con el puño.
- ¿¡Qué demonios hicieron ayer después de la boda?! ¿¡Jugaron cartas?!
- N-no es solo que nosotros...- Marck intentó buscar una excusa, mientras Soren bajaba la mirada con melancolía... Que fácil sería si el fuera una mujer, tal vez... Inclusive podría estar engendrando al hijo de Marck, pero por mucho amor que le tuviese, eso sería imposible.
- ¡Entonces si ella perdió la virginidad contigo debería de estar esperando un hijo!- Exclamó la mujer señalando a Soren con el tenedor... Por impulso propio, Soren pasó su mano por su vientre, con una mirada desolada.
Ello lo notó a la perfección Otón, quien era el único en la estancia que había estado pendiente del humor o sentir de Soren, y vaya que se sentía triste.
- Jeanne... Cállate, no es tu problema, ellos deciden lo que quieren...- Exclamó Otón seriamente, amaba a su esposa, pero era odiosa y sobre protectora con su hijo.
- Pero Otón, yo te di a Marck nueve meses después de que nos casamos...-
- ¡No es tu problema Jeanne! ¡No sé si puedas entender que lo único que haces es incomodar a tu hijo y a su esposa!-
Jeanne se quedó callada, fulminando con la mirada a Soren, y este... Llegando al punto final de su paciencia se levantó de la mesa con la cabeza gacha, separando la silla con las piernas. - Gracias por la comida...- Exclamó, mientras se daba la vuelta y salía del comedor con rapidez, una vez que se vio fuera del lugar, comenzó a correr mientras se secaba las lágrimas de su carita que fluían por si solas.
No sabía a donde ir, la mansión era enorme... Solo corría entre pasillos y lugares, sintiendo que en esta situación era mas que propenso a otro ataque, tal vez solo necesitaba un buen lugar para desmayarse, aunque el dolor punzante que sentía en el ínter, solo su médico podía calmarlo, pero ahora estaba completamente solo y pobre.
Ni siquiera supo como podía haber llegado al lugar donde estaba, pero era una pequeña estancia tapizada de color rojo con figuras azules, una gran ventana de trece cristales que daba vista a una sección del inmenso patio.
Pero lo mas llamativo era aquel precioso piano de cola color negro que reposaba esplendoroso justo al centro de la habitación esperando con encanto el ser utilizado.
Soren tragó saliva, acercando a ese bellísimo piano, sentándose en el pequeño banco forrado de azul frente al piano, y levantando la tapa brillante de las teclas descubriendo así esas teclas color marfil.
Por alguna extraña razón, Soren sintió un enorme impulso de tocarlo, pero según con sus recuerdos... El nunca había recibido lecciones de piano.
Presionó una tecla, que resonó por toda la estancia, despertando así los impulsos del joven.
Como si de un profesional se tratara, Soren comenzó a tocar el piano, con ligeros toques de sus delicados dedos que desprendían las melodías que se sentían en la espina dorsal del joven, recorriendo cada centímetro de su cuerpo.
Observó por el rabillo del ojo la presencia de alguien que se asomaba por el marco de la puerta. - Sal de ahí y siéntate a escuchar como se debe Adalia.- Exclamó Soren deteniendo un poco su melodía.
La mujer, se encaminó hacia Soren un poco apenada. - S-si funciona de algo Soren, la señora Gallagher, Jeanne, es bastante testaruda y grosera pero el señor Gallagher Otón, es un hombre comprensible y alegre... Sin duda un buen hombre.- Comentó la mujer sentándose en un pequeño banco de terciopelo rojo.
Soren solo la escuchó, asintiendo y sin dejar de tocar el piano.
- El señor Marck no me dijo que tocabas el piano... ¿Tomó lecciones Soren? - Preguntó la señora con curiosidad, Soren detuvo sus manos, volviéndose en su propio eje para mirar a Adalia.
- No lo sé, solo lo hago... Yo tampoco sabía que podía tocarlo.- Contestó el joven, con su ceño serio, pero la consternación entera encerrada en sus ojos.
Adalia se desconcertó un poco, puesto que no esperaba tal respuesta.
Soren, aún serio, se volvió en su lugar, para seguir aquella melodía, no supo cuanto tiempo pasó... Pero se sentía en un plano tranquilo, como si en cada tecla que tocaba una lágrima se derramara para así poder expresarse.
Escuchó voces que se acercaban a la estancia. No les dio importancia en absoluto para seguir tocando.
La familia se encontraba con la agradable para Otón, desconcertante para Jeanne y Marck de que Soren era quien les deleitaba con la bella pieza de música.
Otón entró a la estancia, acercándose a Soren con pequeñas zancadas, mientras que Jeanne no tenía intenciones de acercarse, sin embargo tuvo que hacerlo al ver que su hijo, con un gesto hipnotizado se sentó en uno de los colosales sillones para observar a Soren tocar.
Otón se sentó junto a Soren, quien no paraba el tocar, Esbozando una sonrisa, tocó algunas teclas, imitando un poco los movimientos de Soren. Que bien se escuchaban como el complemento de la canción. - Para Elisa de Beethoven...- Susurró el hombre con una pequeña sonrisa.
Soren sonrió ligeramente al saber que por lo menos Otón había reconocido la música. - No es tan difícil Eloise, sin embargo el pentagrama cambia a más rápido por aquí...
Exclamó Otón señalando unas cuantas teclas.
Soren, con seriedad siguió tocando, coordinando sus dedos con la rapidez que podía. Al fin, volviendo a las notas habituales de "Para Elisa" terminando de tocar.
- ¿Sabías tocar el piano? Marck no nos mencionó nada acerca de eso.- Comentó Otón, presionando dos teclas seguida y repetidamente, creando un sonido ligero y agudo que inundó la gran habitación.
Soren se volvió hacia Otón quien estaba a su lado. - No me mal interprete Señor Otón, pero yo no sabía que podía tocarlo...- Exclamó Soren con cierto dejo de pena.
Otón rió ligeramente desordenando los cabellos de Soren con esa prominente sonrisa. - Eres tan modesta lindura...
Seguido de ello, Otón presionó algunas teclas con los dedos, que resonaron estridentemente. Y con ello comenzó a tocar una melodía que helaba la sangre de las sensaciones que producía, lenta, sentimental... Fría y cálida a la vez sin duda era preciosa.
Se detuvo en un instante al notar que de los ojos de Soren emergía cierto grado de emoción, al fin dejando ver aunque sea un poco de brillo en estos... Otón era mas que observador.
Colocó la mano en la espalda de Soren, invitándolo a tocar un poco. - Te invito a improvisar un poco conmigo Eloise.- Exclamó el señor algo entusiasmado.
Soren suspiró algo ido y desconcentrado, sin embargo dejó fluir todo ese sentimiento por medio de sus manos, empezando con una melodía que trágicamente de volvía triste.
Cosa que Marck notó, bajando la mirada con un poco de remordimiento. Suspirando con algo de resignación.
Soren terminó de tocar, bajando la cabeza y cediendo el piano a Otón, quien por supuesto notó en seguida el estado de ánimo del joven. Para calmar un poco las cosas, Otón, con una sonrisa improvisó una melodía rítmica y alegre.
- ¿Porqué no improvisamos al mismo tiempo? ¿Qué tan rápido puedes hacerlo Eloise?-
Preguntó el hombre, activando la competitividad de Soren al por mayor .
Frunciendo el ceño en una sonrisa, Soren, con las notas graves se coordinaba con el ritmo que marcaba Otón, creando una fusión rítmica, con la explosión del positivismo que manejaban ambos al tocar, haciendo que algunas sirvientas se asomaran por el marco de la puerta para observar quien era la persona que tocaba el piano.
Con una fuerte presión de las teclas, la melodía terminó. Dejado a ambas personas algo cansadas.
- Tocas bien, por lo menos haz de haber tomado alguna clase.
- Y-yo no lo sé...- Contestó Soren sabiendo la razón por la cual su propia confusión... Muy probablemente había olvidado la vez probable en la cual le habrían enseñado a tocar el piano.
Otón negó con la cabeza, sacando del bolsillo su reloj, sorprendiéndose por completo. - Oh, mira la hora Jeanne, debemos estar en la corte en una hora...- Pronunció el hombre levantándose del asiento.
La mujer se levantó con el frunciendo el ceño. - No llegaremos en una hora Otón...- Reprochó la mujer cruzando los brazos. A lo cual el hombre se rascó la nuca algo culpable. - Jeje Jeanne, tu sabes que tengo una debilidad sobre los pianos, además de que mi querida nuera lo sabe manejar a la perfección y un atraso no es nada... - Exclamó despreocupadamente.
Marck se levantó para escoltar a sus padres, y tras el, con la cabeza abajo fue Soren.
En la puerta, Jeanne se despidió de Marck, ignorando a Soren por completo. Otón entornó la mirada por la actitud altanera y grosera de su esposa. - Discúlpala en serio Eloise, no se que hacer con ella.
- No se preocupe señor Otón... Tal vez no haya algo bien en mi...- Contestó Soren suspirando con tristeza.
Otón frunció el ceño desordenando de nuevo el cabello del rubio. - Valórate más Eloise, para mí eres una niña de 18 años... Y es por algo que mi hijo se enamoró de ti.- Exclamó el señor, dándose la vuelta para subir al carruaje y retirarse.
Soren, tenía muy débiles ilusiones, no solo el hecho de que pudo haber sido Emil quien le enseñó a tocar el piano, pues era la única persona que tocaba el piano en su casa, pero se vio completamente opacada con la sola idea de que su tutor privado, quien le era indiferente pudo haberle dado algunas lecciones.
Marck caminó hacia el sofá de la estancia principal, y Soren caminó con el, sin embargo Marck se dio la vuelta colocándose justo frente a Soren, lo cual, consternado pisó mal la parte frontal del vestido, cayendo sobre el pecho del pelirrojo.
Se quedó quieto, sumergido en el embriagador aroma de la colonia de Marck, suspirando mientras sus mejillas se sonrosaban.
Lo que daría por un beso de Marck...
Se separó de el un poco apenado, sentándose en el sofá, tratando de fingir que su corazón latía con fuerza.
Marck suspiró un poco, sentándose junto a el. - ¿Porqué no me dijiste que sabías tocar el piano?- Preguntó Marck completamente incrédulo a lo que Soren había mencionado a Otón.
Soren suspiró irritado, después de todo el era el único que sabía de su padecimiento psicológico.
- Ya te dije que tampoco sabía... ¿Porqué te empeñas en jamás escucharme?- Exclamó Soren algo hastiado del mismo tema.
Marck se quedó callado, estirándose en el sillón. - No sé, creí que pudiste haberlo mencionado...
Soren frunció el ceño. - No es como si habláramos todo el tiempo y nos lleváramos bien Marck.- Contestó.
Marck pasó una mano tomando la mano de Soren como un buen saludo masculino. - Trataremos de hacer lo posible por no llevarnos mal.
Soren relojeó la mirada soltando la mano de Marck, recargando el codo en el brazo del sillón, y su mentón en el dorso de su mano.
- ¿Dónde crees que pueda estar ella...?- Preguntó Marck pensante, con sus dedos entrelazados sobre su vientre.
Soren se volvió hacia el, dejando relajarse sobre el sofá. - No lo sé... Creí habértelo dicho ayer.
- ¿Odias a tu hermana?
Soren bajó la mirada, mordiéndose el labio, pensando muy bien la respuesta ¿odiaba a Eloise? Si... Y también a las personas que la crearon, le tenía un odio terrible porque, ni siquiera existía... Y le estaba arrebatando a la persona que quería.
- No... Pero odio a mis padres.- Declaró irguiendo la espalda y acomodándose en el sofá correctamente.
- ¿Porqué los detestas tanto?- Preguntó Marck tratando de tener mas comunicación con Soren. Este, se levantó del sofá, quedando frente a Marck. Pasó ambas manos por su cuerpo, delineando sus curvas con las palmas, creando una reacción indescifrable de parte de Marck.
- Ellos me arruinaron la vida y el destino, siempre la prefirieron a ella... Y hacerme como ella. Es por eso que yo lo pagué todo.
- Eres idéntico a ella...
- ¡Es mi gemela idiota!
- Y-yo lo siento...
Soren se sobó las cienes con los dedos, resoplando irritado. - Yo solo quisiera salir de todo este lío... No tengo a donde ir, y no se donde puedan estar... Hoy fue bastante incómodo todo...
Marck bajó la mirada recordando lo que Otón mencionó cuando Soren había desaparecido durante el desayuno. "Tu esposa se nota algo afligida... Ni siquiera terminó de desayunar bien, espero la estés tratando como se merece"
Se levantó del sofá, deslizando su mano por las caderas de Soren, mientras estaba detrás de el. - No terminaste de desayunar... ¿Quieres terminar?- Preguntó, sintiendo la cercanía con Soren, este suspiró estremeciéndose por la mano de Marck que había viajado por su cintura hasta su cadera. Sin embargo frunció el ceño molesto, formando su teoría de que se le acercaba por su parecido a "Eloise"
Se separó de el, aún de espaldas. - No tengo hambre...- Susurró para alejarse, y buscar a Adalia.
Necesitaba estar con alguien que supiera que era hombre, y Marck no ayudaría en nadie.
Al final, le pareció haber visto un gato pequeño de color blanco, por lo que comenzó a seguirlo por el lugar. Hasta que se vio perdido en el tercer piso, en un pasillo lleno de habitaciones vacías, que parecían ser de las sirvientas.
Una sirvienta que caminaba cerca del lugar se sorprendió al verlo en medio del pasillo sin saber a donde ir.
- Señorita Eloise, ¿Se le ofrece algo?- Preguntó con curiosidad, Soren, con seriedad le miró irguiendo la espalda.
- Llévame con Adalia por favor. Ordenó, la sirvienta sonrió un poco y le indicó que le siguiera, al final volvieron a la habitación de Soren, la cual ordenaba muy bien la mujer.
La sirvienta se despidió dejando solos a Adalia y Soren.
- Adalia quiero estar contigo...
- C-claro Soren... En un momento termino.
¿Qué podía hacer Soren? si quiera debía conocer a la mujer que le vestía...
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Hola!!! Quiero agradecer por todos los comentarios en el capítulo pasado~!!
Este capi tardó un poco, pero aquí está!!