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Luego de que todos se saludaran habían decidido ir a la sala a conversar, ahí estarían más cómodos sin duda.
Pietro había desaparecido luego de haber saludado a Romanoff y su familia y nadie sabía en donde se había metido.
Nathaniel y sus hermanos habían preferido irse al cuarto de juegos que Stark había instalado en la base para esas veces en las que Clint y su familia se quedaban. Tenían de todo, consolas de videojuegos, películas, juegos de mesa, juguetes y hasta un candy bar sólo para ellos, obviamente Laura les prohibio excederse y los estaría vigilando, pasar tanto tiempo con Nat y ser mamá la habían vuelto una muy buena espía y mujer multitareas.
Por su parte, Melina y Alexei prefirieron salir a pasear, conocían la ciudad y pocas veces podían visitarla, así que quisieron ir a caminar un rato.
Los demás tan sólo se quedaron a conversar.
Yelena se sentó en un sofá cerca de la ventana y se dedicó a mirar el jardín cubierto de nieve. No estaba prestando atención a la conversación que se estaba llevando a cabo, la realidad era que su mente estaba perdida en el platinado. Él había sido la razón por la que había viajado desde Rusia y no sabía dónde estaba. Suspiró suavemente y recargó su cabeza en el brazo del sofá. Se sentía extraña, es que ella no estaba acostumbrada a la intensidad de los sentimientos que estaba experimentando desde que habían comenzado a salir.
—¿Hay alguna novedad? Quiero saber que tanto nos perdimos mientras estuvimos fuera —el rubio miró a sus compañeros.
—¿Dónde está Visión? —preguntó Laura.
—No lo sabemos, esta mañana lo vimos salir —contó María.
—Que raro, Visión nunca se va asi de la nada —la pelirroja se acomodó en el sofá, de modo que sus piernas quedaron sobre las de Steve.
El rubio colocó una de sus manos sobre las piernas de su chica y pasó un brazo sobre sus hombros a la par que asentía reforzando el comentario que había hecho su chica.
—¿Ustedes no saben a donde fue? —preguntó Sam a Wanda y Bucky.
No, no sabían a donde había ido, pero si sabían porqué se había ido. Wanda jugó con las mangas de su sueter y miró a Bucky.
Era momento de decirles a todos que ellos si estaban saliendo, no perderían nada y al fin podrían demostrar su afecto en público.
—No, pero si sabemos porqué se fue —respondió Wanda.
Todos la miraron esperando que continuara hablando. La pelirroja conocía bien a la castaña y conocía sobre la relación con el mejor amigo de su novio, también sabía que Visión al parecer sentía algo por Wanda y entonces intuyó que el motivo tenía que ver con ellos dos.
—Visión nos descubrió, uhm, besándonos y creo que se molestó —terminó Wanda.
—Espera, besándonos... ¿quienes? —Clint se inclinó en su lugar.
—ella y yo—respondió Bucky, logrando que todos los miraran. —Wanda y yo estamos saliendo desde hace tiempo y él lo descubrió, ahora está molesto y evita a Wanda —explicó.
Los lideres del equipo sonrieron al oír que al fin lo habían admitido, María y Sam sonrieron pues ella suponía que tenían algo y Sam ya lo sabía, Laura también lo hizo, ella sabía lo mucho que la chica gustaba de aquel hombre y el hecho de que salieran la ponía muy feliz, Clint en cambio, los miró sorprendido, no lo esperaba, teniendo en cuenta que para él, Wanda era una niña, como una hija, su lado protector salía a flote.
—Saliendo —Clint murmuró y asintió. —Pues mas te vale cuidar bien a Wanda, o puede que una flecha llegue a tu trasero —se encogió de hombros.
Laura negó al oírlo e hizo un face palm. Bucky asintió, Steve también le había dado la advertencia cuando se enteró. El soldado no tenía intención alguna de lastimarla. ¿Cómo podría lastimar a aquella que consideraba su todo? Era algo impensable.
—Wanda, debo aclarar que me alegro por ustedes. Ahora, en lo que a Visión refiere, no debes sentirte culpable, siempre has sido amable con él y nunca le hiciste creer algo más, tú tienes derecho a estar con quien desees y no debes detenerte por temor a herir los sentimientos de alguien más. No sacrifiques tu felicidad por la de los demás, a veces no esta mal ser un poco egoista y pensar primero en ti —la señora Barton tomó la mano de Wanda y le dio un apretón cariñoso.
Wanda sonrió y asintió, Bucky también le había dicho eso y ambos tenían razón. Estaba agradecida con Visión por todo, pero no podía corresponderle, ella quería a Bucky, él la hacía felíz y eso era lo importante, Visión entendería en su momento, pero le daría tiempo.
—¿Estás bien, Yel? —preguntó María, llamando asi la atención de la rubia.
Yelena dejó de mirar la nieve y la miró, asintió y trató de parecer lo mas normal y tranquila posible.
—Si ¿porqué? —se acomodó un mechón de cabello.
—Has estado algo rara desde hace rato —observó Wanda.
—Es que estoy cansada, creo que debería ir a descansar un poco —se levantó del sofá y miró a Natasha.
—Tu habitación sigue donde mismo, frente a la de Pietro —avisó la pelirroja.
Yelena asintió y despidiéndose con la mano salió de ahí.
Todos se miraron unos segundos.
—Está rara —comentó Nat.
—No es la única, vieron a speedy hace rato —aportó Sam.
—¿Creen que les pase algo? —preguntó Steve.
—Lo averiguaremos —la viuda negra iba a pararse pero Wanda la detuvo.
—No. Esperemos un poco y hay que observarlos bien —propuso la mejorada.
Natasha lo dudo un poco, pero la castaña tenía razón, además conocía a Yelena y tarde o temprano hablaría.
La rubia tomó su maleta, la cuál había dejado en la entrada y caminó directo hacia su habitación.
Al llegar al pasillo donde estaba la puerta de la habitación donde ella solía quedarse se detuvo, miró unos segundos la puerta del platinado y luego abrió la puerta de su habitación con la clave, aquella clave que tan sólo conocían dos personas, ella y el ojiazul puesto que había estado tantas noches ahí.
Su historia había comenzado cuando la viuda negra tuvo que recurrir tanto a su familia rusa como a los vengadores, dejando de lado los estúpidos acuerdos. Ambos se habían conocido en el momento que Natasha la guió hasta el refugio en el que estaban Steve, los gemelos, Bucky Barnes y Sam Wilson. La rubia no era muy fan de las historias de romance y los clichés, no creía en las almas gemelas, el amor de su vida o el amor a primera vista, para ella eso eran tonterías. Cuando conoció a Pietro Maximoff, de inmediato se sintió atraída por él, es que el chico era guapo y divertido, además de amable y aúnque a veces podía ser muy tonto e irritable se fue ganando un lugar en su corazón.
Por su parte, Pietro era todo un don Juan, era coqueto, algo mujeriego, había salido con muchas chicas y nunca había pensado en tener algo sério, sin embargo, cuando sus ojos cayeron sobre la rusa, no hubo vuelta atrás. En un inicio había creído que sería un flechazo, algo temporal y pasajero. De hecho, jamás había querido intentar algo porque por primera vez sintió miedo a ser rechazado. Yelena no era como las otras chicas que él conocía, a diferencia de las demás, ella no se mostró cautivada por él, si era coqueta, pero a su manera, jamás creyó que era algo sério.
Pasó el tiempo, ambos comenzaron a hablar, pasar tiempo juntos, bromear, luego vinieron los coqueteos por parte de ambos, insinuaciones y demás.
La de apellido Belova comenzó a asustarse por lo que estaba sintiendo, quiso convencerse a ella misma que no era nada, que lo que sentía por el chico era puramente atracción y nada más, no fue hasta que en una de las misiones Pietro volvió mal herido luego de muchos días que se dio cuenta que estaba enamorada del gemelo.
En cambio él, él lo aceptó más pronto, lo supo cuando haciendo cualquier cosa, no dejaba de pensar en ella. Aún sabiendo que su corazón le pertenecía no se lo dijo, había aprendido a leer a la chica, sabía que no estaba lista y no quería arruinarlo, le aterraba perderla aún sin haberla tenido.
Fue hasta una noche, en una de las fiestas de Stark, cuando ambos dieron un paso más, arriesgándose. Habían bebido un poco, tal vez para darse valor, se relajaron, conversaron y en algún punto de la noche desaparecieron de la fiesta. Ambos llegaron a la habitación del platinado, se confesaron entre besos, una cosa llevó a la otra y se entregaron por fin. Había sido decisión de ambos mantenerse en secreto y el hecho de que sus habitaciones estuviesen una frente a la otra les venía muy bien.
Ella tuvo que volver a Rusia, sin embargo no perdieron contacto y ahora ahi estaban, ambos en el mismo sitio de nuevo.
Yelena dejó la maleta junto al pie de la cama y suspiró, miró la puerta y decidida se levantó, primero se fijó que nadie fuese a verla y cruzó el pasillo, puso la clave en la puerta de en frente y ésta se abrió. Entró en esa habitación que conocía a la perfección, nada había cambiado desde la última vez, todo estaba limpio, la cama ordenada y el aroma tan embriagante de Pietro llenaba la habitación. Él no se veía por ningún lado, creyó que no estaba, hasta que escuchó la ducha. Sonrió y caminó hasta el sofá y se sentó en este, quedando de frente a la puerta del baño.
Pasados los minutos la puerta del baño se abrió y Pietro salió con una toalla enredada en su cintura, las gotas de agua caían por su pecho hasta perderse en la toalla. El chico estaba secando su cabello sin darse cuenta de la presencia de su chica en la habitación.
Yelena lo miró con la cabeza ladeada y una sonrisa.
Cuando Pietro estuvo cerca de quitarse la toalla, ella decidió hablar.
—Del uno al diez ¿cuánto me extrañaste?
El velocista se giró rápidamente notablemente sorprendido y se sostuvo la toalla que estaba a punto de caer.
—Yelena ¿Que haces aqui? —se ajustó la toalla y avanzó hasta ella.
La espia rusa se levantó y caminó también hasta que ambos quedaron frente a frente en medio de la habitación.
Ella levantó un poco la cara para mirarlo mejor debido a la diferencia de alturas, cosa que siempre le había parecido tierno a él.
—Vine a ver a mi novio —respondió tranquila. —¿Se puede saber porqué actuaste tan raro cuando me viste? ¿y porque desapareciste luego de eso? —puso sus manos en su cintura y lo miró.
—¿Cómo podía actuar? Me tomaste por sorpresa —reclamó.
—No lo sé, podías actuar normal.
—No esperaba verte ¿si? La última vez que hablamos jamás me dijiste que vendrías. Además, teníamos mucho sin vernos y creeme que me costó bastante no ir hacia ti y llenarte de besos, por eso actué tan raro —explicó el mejorado.
A ella se le agrandó la sonrisa al oirlo. A ella también le había costado no correr hasta él y demostrarle que lo había extrañado.
—Bueno, no te avisé porque era una sorpresa —se acercó a él un poco más —Y ahora no hay nadie, asi que...
El ojiazul no esperó ni un segundo más, tomó su rostro entre sus manos y unió sus labios con los de ella como hacía tanto tiempo quería hacer. El roce era lento, cómo si quisieran reconocer los labios del otro de nuevo. Las manos de Yelena fueron a parar en el cuello del chico mientas que Pietro había puesto las suyas en la cintura de ella.
Habían extrañado eso, la sensación del cosquilleo en su estomago, era como si en lugar de mariposas tuvierna un zoológico entrero. Yelena enredó sus dedos entre los cabellos de él y tiró suavemente a la par que él mordió de manera suave su labio inferior para segundos después, separarse tan sólo unos centímetros y tomar un poco de aire.
—Te extrañé —murmuró Pietro sobre sus labios.
—Yo a ti —besó de nuevo sus labios, esta vez de manera corta.
Los dos sonrieron y ella lo abrazó con cariño, sin duda se habían extrañado mucho, ella había extrañado la calidez de sus abrazos y besos.
Pasaron tal vez un par de minutos abrazados, hasta que Pietro habló.
—Debo vestirme —recordó pues aún llevaba tan sólo una toalla.
—No me molesta que no lo hagas —murmuró divertida cerca de su oído.
—Yel...
La rubia se separó de él con diversión y caminó hasta la puerta.
—Trata de actuar normal frente a todos —pidió.
Pietro asintió y avanzó hasta ella para robarle un beso corto, luego la dejó salir por fin.
Asegurándose de nuevo que nadie la viera entró a su propia habitación, se tiró a la cama y miró el techo. Si, lo había extrañado, pero ahora lo tenía a tan sólo pasos de distancia y lo iba a aprovechar.
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Sólo quiero decir que gracias por el apoyo y que espero que este capítulo les haya gustado tanto como a mi me gustó escribirlo. Love u ♡