—Solo habla con él—. Le había dicho Sean antes de separarse en el elevador—. Tienes que ser claro, ¿bien? Y, si llegas a sentirte mal, me avisas y subiré corriendo, ¿de acuerdo? —. Sean era un ángel. Ambos se fueron a sus puestos de trabajo después de llegar juntos.
Cooper estaba en su oficina desde temprano, y eso le dio valor a Jace de acercarse a esta. Tocó dos veces, y se le permitió pasar. El mayor no lo miró siquiera, y eso le alivió, pues sería más fácil hablar como si estuviera solo.
— ¿Pasa algo, Norman? —. Mordió su lengua. Sería difícil, después de todo. Caminó hasta quedar frente al escritorio del hombre, y trató como pudo de no dejarse intimidar por las feromonas.
—Yo... —. Su voz se fue, no sabía que decir, menos si lo trataba de esa forma tan poco personal cuando ambos habían tenido una relación carnal, solo eso. Bueno, tal vez, con algo de suerte, no caería nuevamente en la búsqueda de empleo por un malentendido y celos de la pareja de su jefe. Aunque... Esa omega no tenía nada qué celarle, después de todo, era la descripción de omega prime perfecta.
—Hable, Norman—. Tomó aire tres veces, antes de armarse de valor que trató de recolectar esa noche en vela. No pudo dormir ni un poco, seguro tendría ojeras, y los medicamentos para la ansiedad no estaban funcionando. Recordó esas pastillas, por alguna razón; y también a su terapeuta. Anoche había escrito a esta para que lo atendiera en la tarde. Era un buen inicio de conversación.
—Debo salir antes el día de hoy.
—No puede—. Habló seco—. Tenemos trabajo—. Jace cruzó las manos en su espalda, jugando con sus dedos, en ningún momento bajó la mirada, agradecido de que el mayor ni siquiera deseara dedicarle una.
—También teníamos trabajo la semana anterior e igual nos fuimos a tirar a su mansión—. Soltó, lo más acido que pudo. El mayor dejó su bolígrafo de golpe en el escritorio, asustando al chico. Y aunque lo empezó a observar con los ojos azules intensos, no cedió en ningún momento. No lo haría nuevamente. Infló su pecho—. Le aconsejo que, a la próxima que quiera llevarse a un omega a la cama, no es necesario engañarlo con sentimientos que no tiene. Es más fácil solo decirle que quiere coger. Créame, se lo darán de gratis—. Giró en sus tobillos, listo para irse, pero, de la nada, su ambiente se volvió negro.
Sintió como dejaba de respirar, como su cuerpo se sentía débil y su omega comenzaba a surgir cual animal en su interior. Gimió, ronco, adolorido, cayendo de rodillas al suelo. Al principio, llegó a intimidarse por las feromonas de Cooper; después dejó ese pensamiento. Pero, ahora, nuevamente sentía temor autentico hacia un alfa. Aquel que se paró frente a él, mirándolo desde arriba con superioridad, y unos ojos llenos de emociones que quería no descifrar.
—Deberías aprender tu lugar—. Estiró su mano, acariciando la mejilla del chico. Trataba, en serio, de no dejarse llevar por aquellas emociones oscuras que empezaban a surgir al recordar la imagen de su abuelo, y la idea de este de tener una familia. Cooper también quería una, y aunque amaba a Jace, prefería a su abuelo ante cualquier cosa; porque él no lo abandono cuando su madre lo dejó solo por completo, y debía comenzar a comportarse nuevamente, dejando esa postura de alfa indefenso que sentía cuando veía a Jace—. Los omegas como tú solo sirven para una cosa.
Jace se sentía mareado, tratando de enfocar los ojos del mayor, mientras su mente divagaba en un lugar y otro. Empezó a salivar, sus labios no alcanzaban a retener el fluido, y el pulgar del mayor lo acarició, encantado, de alguna forma, con verlo así. Estaba en una pelea interna, y no sabía por quién debía apelar. Su corazón anhelaba a ese omega, pero su mente le recordaba al niño roto que su madre dejó en una casa abandonada.
— ¡Hay un niño acá! —. La policía lo estuvo buscando por horas, y cuando lo encontraron, estaba en una precaria condición. La mujer alfa lo había abandonado en la casa de un amante, huyendo con el mismo. Duró una semana sin comer, sin dormir pensando que su madre volvería. Era muy pequeño. Su abuelo fue el único capaz de interesarse lo suficiente para buscarlo.
—Eres un Alfa prime, y debes verte como tal—. Le dijo él, cuando Cooper se negaba a comer algo que le haría ganar masa muscular. A pesar de ser alfa, era delgadito, ojeroso. Pero su abuelo veía algo que él en ese momento no alcanzaba a percibir.
—S-si solo sirvo para esa cosa... —. Escuchó decir difícilmente a Jace, quien le devolvía la mirada determinada. Lo vio levantarse con esfuerzo del suelo, tambaleándose. Era fuerte, más de lo que él lo era; admiraba esa—. De-debería solo importarle eso de mí...
— ¿Qué? —. El omega caminó hasta él, colocando sus manos en el pecho ancho del hombre.
—N-no necesito palabras bonitas para abrir mis piernas, Cooper. Tienes una idea muy ingenua de mí—. Parecía estar peleando demasiado con su omega, pues gruñía en ocasiones, y sus pupilas se dilataban de forma intensa poco a poco.
Jace suspiró, palmeó el hombro del mayor, y se tambaleó lentamente hasta la entrada, tratando con todas sus fuerzas de que sus piernas no se debilitaran debido a la dilatación que estaba teniendo en su trasero. Salió de allí, sin decir más, e inhaló el aire puro del pasillo, recostándose en una pared.
—Eso fue aterrador... —. Murmuró. Esa era la verdadera fuerza de un alfa prime, y no quería volver a conocerla.
.:.
— ¿Gestión humana? —. Preguntó al teléfono, mientras llenaba unas listas que habían pasado de cotizaciones reciente de cada espacio de la editorial.
—Sí, hablas con Piper de gestión humana—. ¿Por qué le sonaba familiar?
—Buenas tardes, Piper. Hablas con Jace, asistente del CEO.
—Un gusto. ¿Qué necesitas?
—Verás, en unas semanas se acerca la fiesta de aniversario de la editorial y quería saber si estaban al tanto de ello. También, de ser así, necesito reunirme con el área para planear cotizaciones del lugar—. En tres semanas, para ser exactos, era el aniversario número cincuenta de la editorial, y aquello era algo que estaba estresándolo. No solo el hecho de organizar a más de mil personas, sino, también, su vida personal no ayudaba a ello. La novia de Cooper se la pasaba llegando al lugar una y otra vez, y no podía sentirse más incómodo con ello.
—Claro. ¿Te parece en una hora? Reuniré al equipo.
—Estaría perfecto—. Vio salir de la oficina a la pareja—. Nos vemos en la cafetería—. Y colgó, levantándose rápidamente para ir donde Cooper e interceptarlos antes de que subieran al ascensor. Se sentía pequeñito al lado de ambos, y más aún cuando su jefe decidía ignorarlo de tal manera. Le resultaba doloroso, incomodo. Se preguntaba si podría seguir en esa situación, queriendo de Cooper más de lo que podía conseguir.
— ¿Pasa algo, Norman? —. Odiaba que lo llamara por su apellido.
—Debemos reunirnos con gestión humana, sobre el aniversario—. Entonces ambos pasaron por su lado, casi ignorando lo que acababa de decir. Jace frunció el ceño. Bien, si no lo iba a querer estaba bien, pero que al menos no se comportara como un patán.
—Encárguese de ello—. Y entraron al ascensor. De este salió Sean, quién veía con molestia al CEO, al igual que Jace.
— ¿Pasa algo, cariño? —. Quiso no prestar atención a la mirada dura que les dirigió Cooper con aquel apelativo, pero le fue imposible no hacerlo. ¿Acaso le molestaba? No, no podía hacerse ideas equivocadas, menos con alguien tan casto como Cooper. Recordaba que su psicóloga le había comentado que no debía guardarse todo para él, menos en esas situaciones.
—Nada—. Y las puertas se cerraron, dejando a ambos solos en el piso.
— ¿Seguro? —. Comenzaron a caminar al puesto del chico—. Tienes una horrible cara.
—Siempre la he tenido—. Murmuró.
—No. Eres muy lindo.
—Eso es nuevo—. Se sentó en su escritorio, y Sean frente a él—. ¿Conoces a una Piper de Gestión humana? —. El chico abrió los ojos, y las orejas de este se tintaron de un leve rojo.
—S-sí. Fuimos con ella al bar—. Jace abrió la boca un poco.
—Ya recuerdo. No es por sonar tosco, pero ¿por qué viniste? —. Estaba bastante ocupado, y aunque quería ahí a su amigo, tenía que terminar todo temprano para poder largarse de ese horrible lugar que apestaba a primes.
—Quería invitarte a comer en la noche—. Le sonrió, y a Jace le fue imposible no sonreírle de vuelta, aunque siguiera enojado con su jefe.
—No sé a qué hora termine.
—Te espero. Hoy traje mi carro, así que no hay problema con el frío de la noche—. Sean era un chico que, aunque pareciera despistado, era trabajador. Su familia era de un estrato medio alto, tuvo todas las oportunidades de hacer lo mejor y lo aprovechó. Claramente no eran millonarios como los Norman o los Barnes, pero sus padres pertenecían a la gerencia de hospitales, así que les iba bastante bien. Tenía dos hermanos menores de los nuevos matrimonios de sus padres, y siempre parecía alegre. Le contagiaba esa felicidad.
—Claro... —. Sean observó atentamente a Jace realizando su trabajo. Él no estaba ocupado en ese momento debido a que, el día anterior, entregaron la última versión de la plataforma virtual; ahora solo estaban encargados de los problemas de gestión en la editorial.
.:.
—Así que, la idea, es que se alquile la cabaña Alphine para el fin de semana. Claramente, al ser tantos, no podremos llevar a familiares o amigos. El lugar es lo bastante grande para que podamos ir todos. Consta de cuatro cabañas, y los organizaremos así—. La chica, una rubia de lindos cachetes, como recordaba, sacó una pancarta con la imagen del lugar al que iban a ir. Era un lugar gigante, perdido entre las montañas. El clima, según Piper, era cálido—. En esta irán los pertenecientes a Magaz In y el periódico Urbano—. Señaló con un lapicero una de estas—. En la de este lado irán los editores, tanto comics como libros. Y en esta otra irán los administrativos y servicios generales (porque son bastantes). También, en la principal—. Señaló la más grande, donde, en la parte inferior, había un enorme restaurante abierto—. Irá la gerencia (usted, el CEO y los ejecutivos); y los autores.
— ¿Sabemos los precios? —. Ella asintió.
—Se descontará de nómina a cada persona de a veinte dólares; y el resto, el señor Barnes, afirmó que iba a ser de parte de la gerencia—. Vaya, eso no lo sabía. Aunque, siendo justos, apenas hablaba con el mayor—. En total son cinco mil dólares. Que incluyen dos días una noche, transporte para quienes no vayan en sus vehículos; las tres comidas, y entretenimiento. También hay varios planes. Desde poder ir a caminar por las montañas y montar en las atracciones de alto impacto; hasta, en la noche, un mini concierto.
—Vaya... Está bastante bien—. Demasiado bien para ser tanta gente.
—En las cabañas pensamos que podrían compartir de a tres cuartos—. Oh, no. No compartiría cuarto con ese patán—. Claro, la gerencia tendrá habitaciones propias—. Se alivió por ello—. La organización la realizaremos en gestión humana, también enviaremos un correo para informar—. Y con ello, ambos se comenzaron a levantar.
Salieron de la cafetería, y por los ventanales, se alcanzaba a ver la noche ya comenzando a caer. ¿Cuánto tiempo se quedaron allí? Serían las ocho de la noche, esperaba que Sean no estuviera dormido en el auto, aunque era mucho pedir. La noche, inevitablemente, le recordaba a la entrega de premios de su primera semana, aquella que fue en otra ciudad. Trataba de no permanecer nostálgico, pero su mente volaba a esa noche donde estuvo bailando con Cooper, donde sus sentimientos aún no se sentían tan reales, y donde este parecía ser el hombre perfecto para él.
—Jace—. Piper lo estaba esperando en el elevador, y apuró a subir a este, en completo silencio. La chica no era mala persona, pero notaba como era de una actitud bastante fuerte para una omega. Tal vez, porque, siendo de gestión humana, debía hacer logística de muchas cosas, y eso hacía que cualquiera llevara una actitud menos volátil.
Llegó a su piso, y se despidió de la chica.
—Estaremos viéndonos estas semanas—. Sonrió ella, y las puertas se cerraron. Jace caminó hasta su puesto, encontrando a Cooper parado frente a este.
Al verlo llegar, el chico sintió que su corazón se detenía. En realidad, era difícil no quererlo, más cuando se portó de esa forma con él. Una parte suya quería creer que no fue falso todo aquello.
—Buenas noches, señor—. Se acercó a su puesto, organizando, bajo la atenta mirada del alfa, sus cosas. Trataba de no temblar, pero esos frívolos ojos lo ponían nervioso... Y excitado. Odiaba admitir que seguía sintiendo esa increíble atracción sexual hacia él. Pero es que el mal nacido era muy bueno en lo que hacía.
Terminó de meter las cosas en su maleta, tomó su celular y sus audífonos, y se preparó para irse de allí lo más rápido posible.
—Jace... —. Cuando giró, dándole la espalda, escuchó nuevamente su nombre de la boca del alfa. Trató de no temblar, pero sentir que de nuevo estaba en esa cruel cascara era... Doloroso. Cerró los ojos, reguló su respiración. Era un asco sentirse enamorado de un hombre que era tan inestable emocionalmente.
—Buenas noches—. No lo miró, y continuó su camino al elevador.
Lo mejor era olvidar que todo pasó, continuar su camino, hacer su trabajo, y perderse en el tiempo.
.
Siempre debe haber una razón para algo, ¿no? Aunque no es excusa para que te comportes como una lacra xD
Declaro inaugurada la trama tóxica ♥ Que sepan que solo es un fic, no se pongan mamones(?)
Lamento la demora, necesitaba un break. Eso y que estuve siendo idiota y leyendo mucho yaoi.
Gracias por estar atentos ♥ Los leo en los comentarios, y siempre que puedo, les respondo ♥
Lávense las manos.