Realmente podría deprimirme, enrollarme dentro de mis tripas, llorarte en mil pedazos, coleccionar fútiles intentos de autocompasión, deplorar lo que alguna vez casi fuiste, acuchillarme con tu olor, almacenar días y noches deshidratando cuerpo y alma con las uñas enterradas en el pavimento y los labios hinchados de frustraciones, pero no puedo: las lágrimas arruinarían el maquillaje y además, no tengo tiempo.