Cada verano tiene su propia historia. Si el Sol, la arena y el mar pudieran hablar, presumirían que inventaron el amor. Les fascinaba ver como un día cálido y una brisa fresca podía enlazar a dos personas por el resto de sus vidas, aunque no las vivieran juntos. - Cada verano tiene su propia historia y quiero que tu seas la mía - le dijo a la chica que abrazaba desde la espalda. Ella se acomodo entre sus brazos fijando la vista en el amanecer, una sonrisa se le plasmo en los labios y sintió la brisa mover su cabello. "Lo malo del verano es que se acaba" el pensamiento la hizo dudar pero lo descartó con rapidez, podía no llegar a ser un amor de cuatro estaciones. Se conformaba con que fuera de una. Su favorita de año se convertiría en la mejor de su vida, de eso no tenía duda.