Ernesto Arturo Miranda fue detenido el 18 de marzo de 1963 en su caza de Arizona y conducido a una comisaría de policía en Phoenix Arizona. Testigos lo identificaron como un violador, secuestrador y ladrón, siendo posteriormente interrogado por dos oficiales. Estos, no dijeron a Miranda, que tenía derecho a un abogado, y al cabo de dos horas confesó el crimen y firmó su autoinculpación. La instancia superior de justicia en Arizona lo condenó. Miranda pasó 11 años en prisión; puesto en libertad condicional en 1972, murió cuatro años más tarde en una pelea en un bar. Curiosamente, su asesino invocó la Advertencia Miranda. Esta sentencia o alegoría encaja perfectamente en nuestra manera de vivir, la mayoría de personas son prisioneras de sus propias palabras y lo que dicen día a día los está condenando a una vida de miseria, pobreza, enfermedades, miedos, temores, angustias, odio desesperación, tristeza engaños.
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