Las otras personas creían que mi vida junto a mi familia era perfecta, que tenía unos padres que me querían, y un hermano al que amaba, pero no era así, al menos no en la mayor parte. Mi padre me maltrataba y me pegaba, mi madre ni siquiera se preocupaba por mi, y mi hermano era demasiado pequeño como para poder hacer nada. Pase toda mi infancia entre palizas y malas miradas, hasta que no aguante más y me fui, con la mala suerte de que me secuestraron, y allí comenzó lo que sería un infierno y a la vez mi salvación. Así es como me convertí en una mafiosa.