Como toda joven de 17 años creí saber que estaba bien y que estaba mal. Creí saber la diferencia entre lo bueno y lo malo. Creí ser feliz. Fueron esas creencias las que me llevaron a la decadencia en la que viví a mis 20 años. Me comparé con la sociedad y dictamine que era una buena persona, porque no mataba, fumaba o me drogaba. Luego conocí la luz y la santidad de Dios y me di cuenta de lo equivocada que estaba. Vi su santidad y vi las manchas en mis vestiduras blancas. Esta es mi historia, una que cuenta como pase de estar muerta a vivir una ida llena de gracia y de luz. La historia que me llevó a ser UN REFLEJO DE SU GRACIA.