Sicofante, abriste heridas que ya estaban cerradas, me enseñaste que el amor era sinónimo de destrucción y que mi belleza no me hacía especial, me hacía ingenua. Sicofante, no eres como los demás, nadie se hubiera atrevido a tanto, fuiste una extensión del caos y un impulsor del dolor. Me hiciste creer que en mis manos portaba el hilo del amor. Ilusionista, enredaste en mi meñique un cordón de acetato y fingiste, sin vergüenza, que estábamos destinados.