La hija de la familia Jiang se crió en lo profundo de su tocador, su belleza oculta al mundo. El universo la conocía como la hija enfermiza del Primer Ministro que había provocado la muerte de su madre. En realidad, llevó una vida mucho más siniestra que la de cualquier otra mujer. Se bañaba en la sangre de sus enemigos y se reía ante el peligro. Con un velo y un cuchillo, dio la vuelta al mundo cumpliendo su misión. Qinwang de la dinastía Zhou era alguien que no podía permitirse el lujo de amar. Pero ¿qué debía hacer un hombre cuando una belleza encantadora lo hechizó? La llevó a su casa y la mantuvo como amante. No salió hasta que un día se incendió. «Prometamos a los dioses reunirnos, si no en el cielo, al menos en este mundo mortal.» Llegó el edicto. El celoso nuevo emperador le había concedido matrimonio. Le dio la bienvenida a su wangfu a la enfermiza hija del Primer Ministro y fingió jugar a las casitas con ella.
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