Extra #3

2.3K 148 23
                                    

Hace muchos años

Fabiano

-Y termina con la limpieza de los establos Fabiano- me dice Don Luchiano- Con eso pasas por tu paga.

Sin decir nada más se va dejándome con mis labores pendientes. El sol está comenzando a salir y tengo que apresurarme si quiero terminar con los pendientes antes de que mi Cecilia vaya a sus clases.

En cada momento que tengo libre y sé que podré verla no dudo de apresurarme a hacer todo a la velocidad de la luz. Debido a lo estricto que es su padre no le permite salir y mucho menos la dejaría salir con mi compañía.

Ese señor me detesta, la sola idea de que pase tiempo con Ceci hace que el hombre me quiera matar. Ya me ha dejado claro que ni siquiera contemple la posiblidad de tener algo más que una amistad con su hija, jamás permitirá que un pobre huérfano como yo esté junto a ella.

No tengo nada que ofrecer, me dijo una vez que me encontró en la puerta de su casa con unas flores que pude conseguir de la finca de Don Luchiano, lugar donde he estado trabajando durante los últimos meses. Cuando me vio en su porche tomó las flores y me las estampó en la cara para luego proceder a sacarme a patadas de su propiedad.

Por otro lado la mamá de Cecilia es todo un ángel de mujer, es tan amable que me pregunto como una persona tan bondadosa como ella terminó casada con un hombre como él.

Ella es la que me ayuda a encontrarme con su hija, me dice los momentos en los que puedo verla sin el miedo de que su esposo nos descubra. Y uno de esos momentos es cuando Ceci va a clases por la mañana, siempre nos encontramos de camino y la acompaño.

Sin perder más tiempo me pongo manos a la obra y termino la limpieza general de todos los establos de la finca. Observo mi viejo reloj y me sobresalto al ver que ya solo me faltan unos cinco minutos para llegar a encontrarme con Cecilia.

-Me tengo que ir- le digo a Matteo otro de los trabajadores-Dile a Don Luchiano que vendré en la tarde por mi paga.

Sin esperar su respuesta me apresuro a salir a la carretera, el pueblo donde vivo es de los más pequeños de Italia, así que la mayoría de los caminos se conectan entre sí y se llega rápido a cualquier lugar.

Cuando me acerco a nuestro punto de reunión de siempre, la hermosa esperanza que tengo enfrente me sonríe con esa forma tan increíble que tiene. Lo hace de manera que toda la soledad y tristeza que me persigue todos los días no exista.

-Creía que ya no llegarías- dice acercándose a mi para abrazarme- Me alegro de verte Fabi.

Mientras la sostengo en brazos su olor a vainilla me llega a las fosas nasales, siempre huele de maravilla y está toda limpia...

-¡Cazzo!- digo apartándome de ella- Te voy a ensuciar, estoy lleno de barro- digo señalando mis ropa y cara.

-Lo tengo cubierto- dice rebuscando algo en su mochila-¡Taraaa!- un pequeño empaque azul sale a la luz agitandolo en mi campo de visión.

-¿Qué es eso?- pregunto frunciendo el ceño.

-Mamá las compró, son toallitas húmedas- saca un pequeño trozo de tela blanco y se acerca hasta colocar su rostro junto al mío.
Siento lo húmedo de la toallita cuando la pasa por mi mejilla derecha y luego por la izquierda. Observo como sus hermosos ojos verdes recorren el camino que traza por mi piel, me atrapa viéndolo como el tonto enamorado que soy-Listo, como nuevo- dice y me da un pequeño beso en la punta de mi nariz haciendo que todo mi cuerpo se estremezca.

-Eres lo más increíble que la vida ha puesto en mi camino, Cecilia- digo con mi alma puesta en sus manos.

-Y tú en el mío, Fabi- la tomo de la mano y ambos volvemos al camino.

Hablamos un poco de sus clases y de que su padre parece tener una propuesta de negocios en su trabajo que le hará ganar mucho más dinero. También me cuenta que su mamá está tratando de enseñarle todas sus recetas de cocina, pero que se le hace imposible no quemar todo lo que prepara.

-¿Cómo vas con tus pinturas?- le pregunto, es un tema del que no habla mucho. Su padre le dice que es una pérdida de tiempo fantasear con el arte. Pero siempre su mamá y yo la animamos a que nunca deje de lado su don.

-Bien, supongo- se encoge de hombros- Pero como sabes mi papá no aprueba que que pinte y ya me terminé los pequeños frascos con pintura que pude comprar con mis ahorros, así que creo que el arte se pausará por un tiempo.

Llegamos al instituto y si queremos evitar problemas con su padre debemos despedirnos aquí, lejos de las miradas curiosas.

-Pronto todo mejorará- le digo y en un impulso le beso la frente- Nos vemos- digo prácticamente corriendo lejos.

Siempre me pongo nervioso con ella, es algo que amo, pero a la vez me pone alerta.

Mientras regreso a la finca pienso en lo que hablamos Ceci y yo. No puedo permitir que deje caer su arte. Cuando llego al despacho de Don Luchiano para llevarme mi pago, lo encuentro fumando.

-Buenas tardes, Don Luchiano.

-Acércate hijo- me dice, hago lo que pide- Aquí tienes, inviertelos bien, quizás en algo de ropa o zapatos- señala mis viejas botas, sí no son las mejores, pero aún aguantan un paso más.

-Créame que los invertiré en algo que vale la pena.

Más tarde ese día logré comprar el mejor set de pintura para el que me alcanzó con la paga de Don Luchiano, al parecer el señor me dio algo de extra, así que también pude comprarle un pequeño lienzo a mi Cecilia para que no tenga que pintar en esas hojas que no son dignas de sus obras Maestras.

Cuando la espero a la salida de sus clases, lo primero que hago es entregarle mi presente, su carita se ilumina con el obsequio, pero la emoción es fugaz y es sustituida por una de preocupación.

-Fabi, sabes que no puedo aceptarlo- me dice.

-¿Por qué no?- pregunto preocupado-¿No te gustan esas o prefieres otra marca?

-No puedo aceptar nada sabiendo que lo compraste con el dinero que ganas por trabajar tan duro, no es justo, deberías haber gastado ese dinero en ti.

-Mi dinero es tu dinero- me acerco hasta ella y coloco un gran mechón de su cabello alborotado tras su oreja- Créeme que algún día tendré tanto para ofrecerte.

-Eso no me importa, todo lo que necesito es a ti.

-A mí ya me tienes, siempre me tendrás, pero te juro Cecilia que en nuestro futuro podré comprarte muchas galerías para que exhibas tu maravilloso arte.

-El futuro solo contigo ya es grandioso.

-Tomarás tu regalo y me enseñarás todas tus obras, ¿Entendido?- asiente con una pequeña sonrisa-Ahora que ya estamos de acuerdo, ¿Me dejas peinarte?- suelta una risita feliz que es música para mis oídos.

-Siempre puedes, mi Fabiano.

Besos en el poto 💋.

Sepulcro Where stories live. Discover now