Prólogo.

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Sentado en una silla de fina madera forrada en terciopelo rojo sangre estaba cruzado de brazos Saitama, mejor conocido como RedCaped por la gente en general

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Sentado en una silla de fina madera forrada en terciopelo rojo sangre estaba cruzado de brazos Saitama, mejor conocido como RedCaped por la gente en general. Aquél que no supiera quien era el, era un verdadero imbécil.

El villano mas fuerte de todo el mundo —y probablemente de todo el universo— solía pasar su tiempo libre sentado en dicha silla, pensando que podría hacer luego para atormentar un poco a las personas, las cuales solía ver como simples juguetes para el...un Dios.

El considerarse un Dios era algo egocéntrico, pero era de cierta forma la verdad. Su cuerpo y fuerza divinos eran prueba de ello, no había nadie capaz de acabar con el...siquiera hacerle un rasguño era posible, al menos no en la actualidad, incluso habían creado una Asociación de Héroes para intentar derrotarlo...craso error, ni siquiera así podrían contra Saitama.

Eso en si mismo era lo que mas lo afectaba, el ser invencible. Ya la emoción de hacer el mal, incluso de pelear, se había acabado. Ahora podía hacer lo que quisiera puesto a que con un simple golpe era capaz de matar al mas fuerte peleador...y éso era fastidioso, extrañaba el pelear contra pandillas, policías, militares incluso...extrañaba que hubiera alguien que intentara detenerlo, pero ya no era así...ahora todo el mundo se resignaba al ver una roja capa ondear al rededor, inclusive los más fuertes y valientes temían por sus vidas.

Eso le aburría, ya ni hacer el mal lo hacia emocionarse.

Se levantó con pesadez y se puso su capa, la cual colgaba al respaldo tallado de la silla. No sabía que hacer y eso lo aburría, pero estar ahí era incluso peor, al menos saliendo a la calle tenía la esperanza que algún tipo tuviera el valor y la fuerza de enfrentarlo...y de no ser así, que al menos encontrará en su trayecto alguna buena oferta de alcohol. Aunque eso en si era estúpido, si el quería, podía tomar una botella sin pagarla, que ningún encargado le diría nada...pero al menos buscar ofertas lo distraía un poco.

Salio de su casa, una grande de dos pisos con un estilo tradicional oriental. ¿De quien era? Ni idea, en cuanto llegó alli, los anteriores habitantes tomaron sus cosas y se largaron, igual que la gente que vivía alrededor, dejando aquélla zona abandonada...nadie quería ser vecino de un Dios de la muerte...ni siquiera 500 metros a la redonda tenían habitante alguno aparte de aquél calvo de traje negro y capa roja.

Caminó por las calles sin rumbo alguno hasta llegar a la ciudad, al verlo, muchas personas corrieron sutilmente, huyendo...aparentemente RedCaped, el cuál ni se inmutó. Hacer el mal lo entretenía, pero ese día no tenia ganas realmente.

Llevaba varios minutos caminando por las calles, dejando todo desierto de paso, por el terror que infundía en la gente, cuándo el sonido de las sirenas de varias patrullas policiales le llamaron la atención. Una explosión, el sonido de disparos, y mas sirenas.

Ello llamo su atención lo suficiente para acercarse algo desganado hacia lo que parecía ser el origen de dicho escándalo, para su suerte no estaba muy lejos de allí.

Abraza La Oscuridad (Evil Genosai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora