Cultura anarquista

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En el anterior capítulo hablé sobre la democracia, y sigo manteniendo que es imprescindible en la búsqueda de la libertad y de una sociedad próspera, pero hay algo más...

Desde chiquito escuché a mi padre hablar de su país natal, Colombia. Cada día que salíamos a pasear o íbamos a comer a algún sitio siempre se quejaba de lo mismo: "la gente es demasiado fría, demasiado independiente. Les falta jugo, les falta emoción, les falta pensamiento social..." (cabe decir que aunque esas no eran sus palabras exactas, es lo mejor que puedo recordarlas). Y en mi opinión, es verdad, nuestra cultura actual nos hace pensar que cuanto más dependamos de la bondad de otros, más pobres somos, y que cuanto más queramos ayudar a otros (sin ánimo de lucro), más idiotas seremos. Por supuesto no todo el mundo es así, no todo el mundo ignora el mal ajeno, pero tampoco nos educan en todos lados para buscar el bien común, ya que nuestra economía de mercado parece forzarnos a buscar nuestro bien por encima de todos los demás para no acabar bajo un puente en poco tiempo...

Por ahora, los mejores ejemplos que conozco de ambos extremos, se basan en experiencias personales:

-Con no más de 12 años unos niños de mi edad ( aproximadamente) me pegaron prácticamente por se distinto, eran unas 5 personas, y fue en un parque público bastante pequeño, en medio de un evento. Recuerdo salir de allí con sangre tapando mi visión, cojeando y con la cara roja, con el mismo tono que tienen las prendas de seda roja. Si no recuerdo mal en aquel parque habían fácilmente más de 20 adultos, más los empleados de un bar que había en el centro del parque y de esas personas, la mayoría se fue corriendo para evitar preguntas de la policía y problemas con las demás personas.

-Desde que soy pequeño recuerdo que mi padre tenía bastantes amigos, casi familiares "paisas" (colombianos que mi padre conocía). La mayoría de ellos eran muy abiertos y cariñosos, casi diría carismáticos gracias a su continua labia y a su forma tan avivada, tan fogosa de vivir, hablar, sentir... Gente que se sentaba a tu lado sin preguntar e intentaba hacer más ameno el día o simplemente vivir su vida sin molestar, gente que entraría en tu casa a protegerla de un ladrón si hiciese falta mientras estas fuera, sin preguntar a las autoridades o esperar a que alguien grite, porque saben que harías lo mismo por ellos en caso de necesidad.

Al punto al que quiero llegar es: ¿es tan complicado aprender de esa cultura? Unas cultura que no necesita de demasiadas leyes, porque todo es por y para el pueblo. Si tu vecino necesita patatas, te pide patatas y él, a cambio te dará zanahorias cuando las necesites. Y no, no es trueque, porque todo es para todos, sin necesidad de un gobierno autoritario...

Ya, soy consciente de que en lugares así abunda la criminalidad, los problemas, guerrillas y corrupción; pero ahí está la cuestión, esa gente, aún estando tan oprimida como está sigue funcionando y viviendo, porque la verdadera fuerza reside en la unión y la confianza en el prójimo.

En mi opinión esta es de las claves más importantes para comenzar la revolución más allá de barbas o boinas, la revolución debería comenzar por la unión y confianza de los que están siendo oprimidos y obligados a vivir bajo el yugo de sistemas que les hacen trabajar de sol a sol por un mísero dólar a la semana, debería comenzar por el sentimiento de... no, por la necesidad de igualdad y libertad, y por la búsqueda y agrupación de todas las almas que deseen ser liberadas y ayudar al prójimo sin ánimo de lucro.

La Revolución no ha terminadoWhere stories live. Discover now