La revolución chilena

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Nos bajamos a eso de las cuatro de la tarde en estación Universidad Católica. Baquedano y Santa Lucía estaban cerradas.

Salimos por el lado poniente, donde se encuentran esas grandes columnas y callejones internos que dan a las torres San Borja, y que nunca he sabido bien qué son. Era el mismo escenario que sirvió de telón de fondo de uno de los videos que más me impactó de los muchos que me llegaron por whatsapp en los últimos días.

En medio de una gritadera y de balazos al aire, un barbón con sobrepeso increpaba a un milico, cada vez más fuera de sí, hasta que en un punto empezó a forcejear con él intentando pegarle. Al final, junto a dos o tres compañeros, el milico logró reducir al chascón, quien se volvió a la muchedumbre arreglando su pelo. La tensión del momento daba para pensar que en cualquier segundo a alguien se le escapaba un balazo.

Cuando salimos no había ni militares ni muchedumbres, solo infinitos rayados en todas y cada una de las paredes. "Pacos asesinos", "milicos culiaos", "evade", "Piñera renuncia", "Sandwich renuncia", etc.

Era un día lindo, de una luminosa tarde de noviembre, que invitaba a pasearse con shorts y chalas, en vez de estar con pantalones, zapatos y camisa, como era mi caso. La Alameda, a esa altura, estaba cortada. En las veredas, las mismas viejas que en invierno venden paraguas, estaban vendiendo todo tipo de merchandising revolucionario. Banderas chilenas, mapuches, abanicos lgtb y un sinfín de artefactos y cosas ligadas a la marihuana. Por la calle se paseaban algunos compañeros y compañeras revolucionarios en actitud festiva, y unos pocos trabajadores, como yo, en actitud indefinida, como si de pronto se hubieran perdido y estuvieran entrando sin darse cuenta y sin poder salir, a un concierto de rock.

Le dije una pesadez a una de las viejas que quiso venderme algún distintivo combativo. "Este es el mercado de la revolución. Usted está lucrando con las demandas de la gente".

Comenzamos a adentrarnos por Lastarria. Todo, absolutamente todo, estaba rayado. Estábamos caminando rápido, quizás por miedo, quizás para escapar del espectáculo, pero en ningún caso porque fuéramos atrasados. Íbamos rápido, sin hablar entre nosotros, pasmados, viendo cada rincón, como si estuviéramos en un museo con mucha información y poco tiempo.

Nos topamos con cuatro o cinco grupos de dos y tres personas. Gente joven, feliz, extasiada.

Me invadió la pena por la destrucción, la rabia por no estar haciendo nada al respecto. La admiración por lo explosivo y expansivo. El temor. El temor por la fuerza voraz. Y la expectación, por saber cómo va a terminar esto.

Gonzalo me dijo que habíamos llegado, y comenzó a buscar el timbre de la casa. Yo lo escuchaba a lo lejos, perdido entre todo lo que quería y no podía mirar. Vi pasar por nuestro lado a un sujeto con dos mujeres. Todos jóvenes. En su polera tenía una frase que decía: "Si luchas puedes perder. Si no luchas, perderás seguro". Me interpeló. Fue como un knock out. La frase de su polera era directa, precisa. Su cara era ladina, cretina. Fatua.

Entramos al lugar y nos recibió una venezolana. Nos mostró la casa, que tenía tres pisos y estaba hermosamente restaurada. Nos explicó los detalles de la reunión.

Vendrían trabajadores de las comunicaciones y la idea era tener una jornada de reflexión respecto del rol de la prensa, cómo podían cambiar y la cacha de la espada. Era buenamoza, pero no sé bien por qué.

Un poco avergonzada, nos dijo que no era el mejor lugar ni la mejor hora para hacer la reunión. Eso ya lo sabíamos.

-¿Los podemos grabar para sacarles un testimonio antes de que empiece a llegar la gente? -nos preguntó.

-Por supuesto -respondimos.

Yo fui el primero. Me llevaron a la azotea. Tenía una vista hermosa al San Cristóbal. Era como escapar por un rato, como volver al pasado. Al pasado de hace dos semanas atrás, porque sólo se veían los techos y los edificios, alejados del nivel del suelo, que era el nivel de la destrucción. Me asomé un poco, de puro morbo. Había unas mujeres sacándole una foto a una frase escrita en una pared. No recuerdo qué frase era.

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⏰ Last updated: Nov 09, 2019 ⏰

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