-23-

110 27 100
                                    

Despierto en una celda de castigo, el lúgubre lugar hace que no sea difícil acostumbrar la vista, veo que tengo la mano esposada a la cama mientras los recuerdos llegan a mi cabeza. La hija de puta de Carol hizo todo esto.

Pero yo tomé malas decisiones y orillar a Lovely a mi mierda, a mi patético mundo de mentiras. El ardor que corre por mi cuerpo es insoportable, siento la necesidad de gritar y destruir todo a mi paso, pero el cuerpo no me responde, no puedo mover las piernas, seguramente aún con residuos de esa mierda que me inyectaron. Necesito salir de aquí, necesito hablar con mi mujer y explicarle todo lo que pasó. Aunque ya no hay certeza de nada…

— Guardia —llamo con la voz entrecortada, necesito ayuda, necesito salir de aquí, Iván necesita mover su culo para que al fin me libere de esta mierda.

— ¿Qué mierda quieres Antal? —preguntan del otro lado.

— A mi abogado —respondo y este niega con la cabeza, es lo único que veo, ya que la puerta blindada no me permite más.

— Hoy no será, casi matas a tu visita la última vez —la tendría que haber matado en realidad. Los recuerdos me abrazan y todo el daño que le hice a Lovely comienza a atormentar mi conciencia, esa que creía que no tenía…

Pasan lo que supongo son algunas horas y mi carcelero al fin abre la celda de castigo, entran tras él algo más de cinco oficiales, todos se disponen a mi alrededor como si fuera el más cruel de los sicarios. Cuando ya no sé qué esperar ante esta situación aparece la enfermera de la prisión. Me mira con algo de temor, pero, aun así, me sonríe. No le devuelvo el gesto, solo me quedo en mi lugar <<como si pudiera moverme>>.

— Los signos vitales están bien —dice y anota en una planilla— el médico vendrá a verte en estos días —susurra y asiento, no es que tenga mucho que decirme, me inyectaron algo, me durmieron y acá estoy como un vegetal esposado a la cama.

— Las esposas fueron por seguridad Antal —comenta el carcelero que anteriormente me respondió cuando pedí por mi abogado

— ¿Seguridad? No me hagan reír, estoy preso, se supone que todo me mantendría aquí, me drogaron y aislaron, no puedo hacer mucho más que esto —digo altanero.

— Cuando te inyecte el calmante, seguías amenazando, gritaste e imploraste por tu esposa, yo sugerí que te esposaron —comenta la enfermera— para que no te lastimes a ti mismo.

— Gracias, supongo —no dice más y se dispone a retirarse, tras ella todo el Arsenal de hombres armados que me rodean.

— El médico te pedirá que veas a un psiquiatra, vio por video lo que yo presencié cuando te di el calmante, lamento mucho lo que tú y tu esposa pasaron —acota y no sé a qué se refiere.

Solo asiento y veo cómo se retira, tras ella me quitan lo que me aprisiona a la cama y al fin puedo moverme. Los días son interminables y más cuando tienes la certeza que dañaste a una persona, la única persona que te quiso después de tu madre.

Iván no aparece, tampoco le puedo reclamar, él nunca quiso ser nuestro abogado…
Desesperado ante mi situación, sin ningún miramiento de libertad, comienzo a sentir mi cuerpo, hervir y mis ideas me perturban, tengo que salir de aquí y volver con Lovely, ella me entenderá, ella me perdonará, yo podré aliviar el dolor de su alma… el dolor que le cause.

Después de horas mi cabeza se transforma en un torbellino de recuerdos, las manos me pican y siento el terror en mi cuerpo…

Sin siquiera darme cuenta de mis actos, tomó la silla por el respaldo y la destruyó contra la mesa donde está el plato de metal junto a los inmundos alimentos que nos suministran en este lugar. Con apenas control racional de mis actos, arremeto contra la pequeña mesa que está con los restos de alimentos caídos y patas de la mesa sobre ella. No suficiente con destruir todo lo que estaba a la vista, termino por ir contra todo lo que cubría la cama, nada queda sano, está todo completamente destruido.

◇Los Secretos De JASÓN ◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora