22➳ Libros Malignos

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El imponente convento lucía como un lugar tranquilo por fuera, rodeado de frondosos árboles y rejas que le daban un toque elegante

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El imponente convento lucía como un lugar tranquilo por fuera, rodeado de frondosos árboles y rejas que le daban un toque elegante. Las monjas salían y entraban con biblias en mano, otras con rosarios o algún crucifijo. De lejos, tal vez las personas pensaban que era un lugar santo, donde Dios habitaba y todos aquellos que eran partícipes de lo compartido dentro del lugar eran modelos a seguir. Janne sabía que no podían estar más equivocados.

Permanecía escondida detrás de uno de los árboles del bosque que colindaba con el convento. No se atrevía a entrar, su mente le jugaba mal e imaginaba a las monjas horrorizadas, látigos, cinturones, fuego y todas las cosas que habían utilizado con ella en el pasado. La verían como un engendro del diablo y su decisión de regresar ya estaba comenzando a flaquear.

Su aspecto no ayudaba en lo absoluto, iba medio vestida, solo con la ropa de Josh y sin zapatos. Estaba segura que, si entraba así, esta vez sí moriría. Fue entonces que recordó a la hermana Teresa, ella podría ayudarla.

Unas pisadas a sus espaldas hicieron que volviera a la realidad. Su corazón latió muy rápido al pensar que podía ser Josh, tal vez él se había despertado y al no encontrarla en la cama, había corrido a su encuentro. Pero no fue así, detrás de ella no había nadie.

Se tensó, con miedo a que los espectros aparecieran de nuevo y esos sonido de pisadas incesantes solo la motivaron a seguir adelante. Caminó hasta rodear el convento, buscando una puerta por donde poder entrar o alguna parte de la reja lo suficientemente grande como para que su cuerpo pasara sin problemas. A pesar de sus intentos, tenía muy pocas posibilidades de encontrar una entrada idónea, no sin que la vieran las monjas o algún padre.

Dio otro paso más y los dedos de sus pies se llenaron de algo viscoso y frío. Pegó un brico y se limpió con una piedra cercana. Sin embargo, fue inútil ya que ese líquido amarillento también estaba en ese lugar. Trató de descifrar entonces de que se trataba, hasta que a su nariz llegó un olor a los ungüentos con los que las monjas habían tratado sus heridas meses atrás.

Ese podría ser su pase de entrada. Así que lo siguió, aunque el camino hecho por el líquido se desviara un poco de las rejas. A mitad del sendero, Janne seguía caminando de puntillas y encorvada, y usaba cada árbol y arbusto para esconderse sin perder de vista el rastro casi inexistente. Eso no la estaba llevando a nada y cuando estuvo a punto de regresar, su camisón se trabó con algo. Janne tiró de la tela sin darle mucha importancia y este no cedió. Solo entonces volteó para ver en que se había enredado.

Hola, señorita...

Janne palideció y tiró con más fuerza de la tela hasta que esta se desgarró y un trozo quedó en las manos de la niña infernal.

No tuvo más opción que seguir corriendo entre el bosque desconocido, cualquier lugar era mejor que ser torturada por esos demonios. Pero estos no se lo pusieron tan fácil, ya que la anciana y la niña se turnaban para atormentarla y aparecían en medio del camino, haciendo que la joven cambiara de dirección varias veces.

Promesas De Un Traidor Where stories live. Discover now