Capítulo 8

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Hello flores!!!! Siento no haber actualizado antes, he estado con un constipado tonto y le he dado prioridad a la otra novela que tengo más avanzada para acabarla antes, pero espero que disfrutéis del capítulo igualmente aunque sea viernes y tengáis cuerpo de fin de semana!!!!

Ya es otoño, pero igualmente es como si siguiéramos en pleno Agosto.
Que disfrutéis!

 Que disfrutéis!

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«No grites. No grites. No grites»

Aunque apretaba los puños para frustrar la ira que mantenía contenida en su interior por no salirse con la suya, sino estar en una situación aún peor.

—Te he dicho en miles de ocasiones, que tus acciones inmediatas son, en su mayoría, imprudentes. ¿En qué lío te has metido ahora Camelia?

No hacía falta que volviera la vista para reconocer la voz de su mejor amigo Carlo. Podría saber que era él a millas de distancia.

—Si yo te pidiera que te casaras conmigo, ¿Lo harías? —preguntó a pesar de que esa no era realmente su intención.

—¿Tan grave es? —Esta vez su voz era de real preocupación.

—Todavía no lo sé —bufó y entonces le miró con menos presión en su pecho de la que sentía antes—, pero no has contestado a mi pregunta.

Carlo poseía ese don hacia ella. Sabía que podía confiar en él plenamente y eso la relajaba.

—Si. Lo haría —afirmó contundente, aunque con un tono de voz relajado—. Eres como una hermana para mi, siempre te protegería. Y haría a mi familia inmensamente feliz, de hecho, no han insistido en que contraiga matrimonio con otra dama de la corte por la esperanza de que lo haga contigo, al menos puedo agradecerte eso —sonrió con complicidad.

Era cierto, ambos se habían librado del yugo de la presión del matrimonio por la esperanza que entre ellos había puesta y que, ahora comenzaban a sentir la desesperación que en sus familias causaban.

No dudaba que muy pronto, Carlo se viera presionado a elegir esposa cuando vieran que ella no sería una candidata elegible.

—Pero los dos seríamos inmensamente infelices —cercioró Camelia.

—Tal vez no —susurró él con una leve sonrisa y ella le dirigió una mirada extraña—. A menos que quisieras tener hijos, por supuesto.

—No me gustaría que renunciaras al amor, Carlo. A diferencia de tu horrendo primo, sé que encontrarás a una dama que te amará tanto como tú a ella. Y me odiaría eternamente si renunciaras a ello solo para complacer a tu familia —aclaró Camelia decidida.

Casarse con su mejor amigo podía ser una opción fácil. Se llevaban demasiado bien, eran cómplices, ¿Quién no desearía tener por esposo a un amigo? Pero entre ellos nunca sucedería nada, se condenarían a una vida sin amor, sin familia, sin más compañía que la de una conversación liviana.

El Tercer Secreto	Where stories live. Discover now