Después de que sus hijos murieran, Rhaenyra decide huir de rocadragón, ella no se quedaría de brazos cruzados...así si tiene que morir, morirá vengado a sus amados hijos.
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Sintió su pene tensarse cuando las paredes de ella lo apretaron, en aquella habitación solo se podían escuchar los fuertes gemidos de ella y los gruñidos de él.
Si bien su cuerpo no era tan malo, ella no tenía esa melodiosa voz que lo hacía despertar mil cosas en su estomago, la piel de la mujer que tenía debajo era bronceada, la piel que él amaba era lechosa y rosada.
Los pechos de aquella mujer eran algo pequeños y de un color oscuro, los pechos de su mujer eran rosados y grandes, bien formados y se pintaban rosados como sus mejillas cuando se sonrojaba.
Pero necesitaba sexo, necesitaba desestresarse, Rhaenyra no fue capaz de hacerlo con el hace unas noches, y aunque le doliera tomo a Mysaria y se desquito con ella.
Ahora que estaba lejos de Rhaenyra, la única mujer que estaba ahi era Ortigas, era joven, pero ya tenía edad suficiente para follarla.
—AH!—Esa horrible voz lo saco de sus pensamientos, abrió los ojos y miró a la chiquilla, sus gemidos eran horrorosos, gritaba como si su vagina se desgarrara, pero ella ya no era una virgen. Recordó los lindos gemidos de su esposa, parecían cánticos, gemia con delicadeza y cuando gritaba no lo hacía de una manera molesta. Si bien Ortigas era una mujer poco agraciada, eso no la hacía menos valerosa.
La miro con detenimiento y sintio su pene caer, pensar que era Rhaenyra era lo único que lo hacía endurecer, pero ver la escena debajo de él lo hizo perder todas las ganar de follar en ese mismo instante.
—¿Por qué te detienes?—Su voz chillona sonó en la habitación, ella siguió tocandose mientras lo observaba con una gran sonrisa.
Asqueroso, fue lo que pensó...
"yo era asqueroso, metiéndome en la cama con dos mujeres en menos de una semana solo porque Rhaenyra no quiso"
Pero la escena de ella tocandose le resultó aún más asquerosa
—No quiero tocarte—Daemon hablo por fin y la miro con una mirada filosa e intimidante.
—De verdad creees que te podrás librar tan fácilmente de mi?—Ortigas hablo con una sonrisa en su rostro, gateo hasta la orilla de la cama donde se encontraba Daemon, pero este ni siquiera la miro.
—¿Por qué de decidistes pronto tomar esta actitud tan fría?, estos días nos la hemos pasado genial ¿Por qué ya no quieres?—Ortigas se inclinó ante el de manera provocadora.
—Necesitamos idear un plan para—Daemon hablo, pero fue rápidamente interrumpido.
—Estupidos planes, de verdad te importan más esas mierdas que yo?—Ortigas reclamo con lágrimas saliendo de sus ojos, Daemon la miro y sintio su estomago resolverse, no por emoción o por amor... le dio asco.
La situación ya lo había asqueado, pero escucharla hablar que los planes de la guerra donde esas víboras asesinaron a su hermano eran "mierda" hizo que la tomara bruscamente del menton.
