I. El Cadaver De La Novia

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—Ella está muerta.

Se negaba aceptarlo, le imploraba a Dios de que se tratara de una broma de mal gusto. Sin embargo, las utopías no son más que un reflejo de las improbabilidades de nuestros desesperados deseos.

En el trayecto de la Iglesia Católica de San Patricio hacia el hogar de la difunda; el detective se mantuvo en silencio por respeto a los progenitores de la víctima, aunque su propia mente se encontraba inmerso en un apocalipsis.

Se lo habían advertido en múltiples oportunidades, desde la fecha pactada, hasta de asegurarse de encontrar un determinado tarro de miel para colocarlo del lado derecho de la cama para la efectividad de la consumación del matrimonio y la próspera fertilidad.

"Pero todas esas estupideces no sirvieron para que la muerte no apareciera". Murmuró su subconsciente.

Trago en seco, a pesar de sentir el nudo en la garganta, no podía permitir quebrantarse.

Pero, ¿Cómo no hacerlo? Acababa de perder al amor de su vida.

Las suposiciones de su muerte difuminaban las líneas que delimitan la realidad con la ficción, al punto de hastiar a su jefe y padre de la víctima, quien se mantenía impasible ante el suceso.

¿Cómo un hombre que acaba de perder a su única hija podía encontrarse en pleno equilibrio de sus facultades?

"Cada persona se enfrenta de manera diferente ante el duelo". Reflexionó la conciencia del detective.

El hogar de la familia Sawyer era una casa de dos plantas de color hueso, el tejado caoba, escalinatas adoquinadas y un jardín destrozado se volvió en el epicentro de los portales de noticias de todo un país bajo el titular:

«Boda de Sangre: Se ha encontrado muerta a la hija del Jefe de Investigaciones del Departamento de Policía de Silver City en el día de su boda».

—Por más que intenten encerrarte...— le advirtió Harold sin despegar su vista de la ventana, alejando a Tim de sus pensamientos. —. Tú sigue adelante.

No tenía alternativas o argumentos para replicar la orden, ya que los ojos y los oídos del estado de Washington estarían puesto en él. Salieron del vehículo que los resguardaba del enjambre de periodistas para enfrentarse a la realidad. El clima tampoco ayudaba a que el trayecto del vehículo hacia el hogar de la víctima fuera satisfactorio, llegaron a tener que empujar a un periodista por interponerse a pesar del cordón que las unidades solicitadas habían creado para su jefe, la juez y el detective.

Pero lograron adentrarse en el recinto, donde el grupo forense, encabezado por Sebastián Olsen y Gaspar Kennedy los esperaba con los primeros indicios de la escena del crimen.

— Jefe.

— Muchachos —los saludó Harold con formalidad aferrando a su conmocionada esposa que no paraba de temblar. — ¿Análisis?

Harold tenía el hábito de saltarse los protocolos dialécticos porque argumentaba que la información seria otorgada, fuera o no con diplomacia.

Los forenses compartieron miradas indecisas, dado que estaría enunciando el presunto indicio de muerte de la hija del jefe y la novia de uno de sus compañeros de trabajo. Tim se percató de ello y les lanzo una mirada hacia donde se encontraba Elizabeth, haciendo énfasis de que no era oportuno el anuncio con la jueza en ese estado.

Así que se le ocurrió una idea, que prepararán el té mientras el inspeccionaba la escena del crimen.

Harold estaba por replicar, pero al ver que su esposa se dirigió sin emitir sonido hacia la cocina en busca de los sacos de té para el equipo forenses y las unidades que la protegían de los periodistas, se resignó a acompañarla en su silenciosa elaboración para que el detective lleve el registro de la escena a cabo lo más pronto posible y darles privacidad.

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⏰ Last updated: Mar 16 ⏰

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