Capítulo uno

84 9 4
                                    


Cuando era pequeño a Harrison le gustaba pensar en lo maravilloso de los mitos. En las historias que se escondían detrás de los bosques de Irlanda, y la magia en la que creían sus antepasados.

Le fascinaba pensar en los espíritus de agua, que se presentaban con la forma de espléndidos corceles de crin azabache; en un duende feo, pero generoso, que va de paseo por los bosques cantando canciones para sus amigas las hadas; en salmones cuya carne otorga sabiduría a quien se la come, o mujeres que se deshacen de su piel para vivir en el océano por toda la eternidad.

En ocasiones, cuando amanecía y su madre todavía no se levantaba, Harrison le daba una patada a las sábanas e iba hasta la cocina para encaramarse en la ventana por la que se veía la salida del Sol, buscando con sus ojos algún indicio de actividad mágica en los alrededores del bosque.

Todavía alcanzaba a escuchar los ladridos de Jane y Gulliver, la vieja pareja de collies de su casa, acompañándolo por el patio hasta que sus pies saltaban de la hierba a la tierra húmeda. Era entonces cuando sus ojos se perdían en la inmensidad de los troncos. La claridad de la mañana parecía filtrarse entre las ramas, dando la impresión de que cargaban diamantes en lo alto, como en los tesoros de los piratas o la corona de la reina de Inglaterra.

Por aquel entonces, él habría querido que esos pensamientos tan descabellados cobraran vida. Que se disfrazaran con la dulzura de las palabras de su madre, como en un hechizo, y se volvieran realidad justo allí, en el bosque, donde todo era precioso y el aire corría acompañado con el aroma de las montañas. Ese debía ser el verdadero sentido del mundo, encontrar la magia en la naturaleza a través de las viejas historias que fueron contadas y las que aún quedaban por contar.

En el presente, sin embargo, todo eso pertenecía a una lejana película, y había mucho en lo que pensar como para detenerse a recordar lo absurdo que alguna vez pasó por su cabeza cuando era niño.

Echó un vistazo hacia su realidad ahora. A la caldera de edificios que se alzaba delante de sus ojos. El bullicio de las calles lejanas, los coches pasando y el murmullo de las personas era una orquesta que había dejado de irritarlo hacía mucho. Ese era su hogar. Con todo el ruido y la vida bohemia que lo caracterizaba.

Una camarera joven llegó dando saltitos hasta su mesa y depositó sobre esta un plato con una serie de bizcochos de manzana y crema de queso. El aroma que desprendían era embriagador, tanto que, por un instante, olvidó todos los pendientes de su agenda para dedicarse a saborear aquel manjar con los ojos.

━Que le aproveche ━exclamó la alegre chiquilla, limpiándose las manos sobre el delantal blanquísimo de su uniforme. Tenía una mirada de ojos brillantes. No debía pasar de los 19 años.

Él le agradeció y esperó que se marchara, pero sus pies seguían pegados al piso y se balanceaban inquietos, como si estuviera considerando o no una idea. Harrison conocía bien ese tipo de acción, y le hizo gracia que aún no le formulara la famosa pregunta:

━¿Se te ofrece algo? ━cuestionó, siendo él quien rompiera el silencio. La joven se tomó de las manos con nerviosismo.

━Esto... disculpe, es que me preguntaba si... si acaso usted... ¿Aceptaría tomarse una foto conmigo?

Normalmente aquella sería el tipo de pregunta que lograría aguarle la mañana, pero la voz de aquella chica era dulce como la miel de abeja, la cual le trajo una sensación cálida y recuerdos amargos que le ablandaron el corazón.

━Por supuesto que sí ━le dijo, y solo eso provocó que una sonrisa genuina se colara entre los labios de ella y la cara se le adornara con una expresión juvenil━ Solo voy a pedirte que, si la subes a las redes, te asegures de no poner la ubicación. No quiero dejar de venir a este sitio solo por tener a la prensa rondando, y eso sería una lástima porque los postres de aquí son realmente deliciosos.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jan 26 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Lo que perdimos en el camino ©Where stories live. Discover now