I.

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(Pequeño consejo antes de empezar: leed el último capítulo de Inferno. He añadido pequeños datos a las vidas de los personajes que antes no estaban. )


                                                                                 I. 

Me giré para ver como Miles se incorporaba en la cama. Eché un rápido vistazo al reloj en la mesilla y comprobé que eran las cinco de la mañana, era temprano hasta para Miles. 

—Buenos días —dije con un ápice de interrogación. Miles se giró a verme y besó mi frente para finalmente ponerse de pie. Observé como caminaba hasta el armario para coger algo de ropa mientras su móvil no paraba de iluminarse en su mesilla, acribillado por cientos de mensajes al segundo. —¿Va todo bien? —pregunté, pero sabía que algo tenía que estar fuera de lugar por la manera en la que estaba actuando. 

—Sí, vuelve a dormir. Solo me he desvelado. —Aquello provocó que mi ceño se frunciese aún más. 

—¿Y vas a salir? —volví a insistir cuando observé como se ponía las zapatillas de deporte sentando en la cama, dándome la espalda. 

—Voy a salir a correr —sentenció, dando por finalizada la conversación. Le observé mientras me apoyaba en mis codos, moviéndose inquieto por la habitación, poniendo la capucha sobre su pelo que estaba acostumbrando a llevar un poco más corto de lo usual. 

—Está bien —finalmente contesté y me dio un rápido vistazo, observando como era yo ahora la que se levantaba. 

—¿Dónde vas? 

—Yo también me he desvelado, haré el desayuno y estudiaré alguno de mis casos. 

—Sabes que no es bueno llevarse trabajo fuera de las horas laborales, Harris —dijo duramente y enarqué una ceja. Ahora sí dedicó más de cinco segundos a mirarme, esperando mi respuesta. 

—¿Lo dices tú que llegas con moratones a casa? —acusé y sonrió de lado, pícaro. 

—Sabes que ser entrenador me gusta, pero echo de menos las peleas de cuerpo a cuerpo. A veces tienes que dejar a un hombre ser un hombre y expulsar toda la rabia interna.

—Lo de expulsar la rabia interna está bien si Wes y tú no peleaseis como si estuvieses en un duelo a muerte. 

—Nunca sabes lo perturbada que está una persona—contestó, intentando transmitir humor en sus palabras, pero no lo logró, y yo tampoco lo tomé como tal. 

—Desde luego —respondí y, si notó inquietud en mis palabras, no lo mencionó. Se puso su chaqueta y observé como cogía la mochila del gimnasio y las llaves del coche de la mesa.  

—¿No ibas a correr? —Observé como vaciló por unos segundos que se me hicieron eternos. 

—He cambiado de opinión. —Caminó hasta mí, dejando un casto beso en mis labios y abandonó el apartamento bajo mi mirada aún confundida. Me levanté de la cama para caminar hasta la ventana, observé como salía del edificio y caminaba con el móvil pegado a su oreja mientras hablaba con alguien. Miles llevaba actuando distinto desde hacía dos semanas y sabía que estaba ocultándome algo. Mis ojos continuaron en él hasta que observé como se montaba en mi coche y desaparecía tan solo unos segundos después. 

Caminé hasta la cocina para prepararme un café aquel sábado. Aún estábamos a septiembre y mis exámenes no eran hasta dentro de dos meses, pero trabajar en la clínica con Ezra no me dejaba mucho tiempo entre semana sumado a las clases, así que aprovechaba los sábados para poder adelantar. 

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⏰ Last updated: Apr 18 ⏰

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