Capítulo 1.

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Una chica con cabello como la noche, ojos como el carmesí y aunque sus labios son comunes, son suaves como una rosa y rebosan vida.

La veo correr hacia un árbol enorme, tratando de escapar de la oscuridad que se avecina, cubierta en gasa blanca. Sus latidos, su respiración agitada y su temor resuenan en mis oídos como si fueran los míos. En su huida, las sombras cobran vida, susurrando profecías, oscuros secretos, terrores nocturnos y voces ancestrales, mientras el bosque se cierra a su alrededor y de la oscuridad de la que trata de huir emergen unas manos pálidas como muerto, jalandola hacia el suelo con un toque que quema como el mismísimo infierno, pero logra escaparse. Alcanza a llegar a aquel árbol que parecía tan antiguo como la esencia del tiempo mismo, y veo cómo el árbol comienza a sacar sus raíces con tierra y sus ramas comienzan a expandirse como si tratara de protegerla. La chica, exhausta pero decidida, se refugia en aquel árbol abrazándolo como si quisiera arrancarla de su tronco, y como un padre que refugia a su hija en sus brazos después de una tormenta, el árbol extiende aún más sus ramas y raíces en un esfuerzo por disipar la oscuridad circundante. De pronto, rompiendo el silencio, se escucha una risa tan suave como el viento, pero tan aterradora como la muerte. Sin embargo, la oscuridad persiste y sumerge al árbol y a la joven en un silencio profundo, escuchando al final un grito de terror.

Escucho un golpeteo, me levanto de golpe y abro los ojos, jadeando, con el corazón palpitando a mil por hora y empapada de sudor. Veo a los lados y me encuentro en mi cuarto con mis cobijas en el suelo y sobresalto al volver a escuchar el golpe que proviene de mi puerta.

— Sienna... sí, ya levántate amor, ya son las siete de la mañana, se va a hacer tarde.

— Ya estoy despierta, en un momento bajo —grito más fuerte haciéndoles saber que odio que hagan eso—. Maldición, ya es tarde —digo entre dientes mientras me deshago de las sábanas que quedaban en mis pies.

— ¿Qué dijiste, amor? —grita más fuerte con una voz burlona mientras se aleja de mi puerta.

— Nada —vuelvo a gritar, sabiendo que ya no me escucha.

Me dirijo hacia el baño chocando con todos los libros, haciéndolos caer en el acto. Maldigo en mi mente por no haberlos puesto en su sitio, me agacho y vuelvo a ponerlos uno sobre otro, sabiendo que más tarde ya no van a estar ahí. Entro al baño y prendo el grifo, metiéndome al agua helada sin esperar a que se caliente. El agua fría golpea mi piel y me sobresalta, intentando ahogar un grito con mis manos en la boca, pero al final me ayuda a quitarme la pesadez que me dejó aquel sueño. Mientras el agua recorre mi cuerpo, que pasa de fría a tibia, cierro los ojos para comenzar a disfrutar de aquella calidez. Vuelvo a recordar aquel grito tan espeluznante que me hace revelar por un dolor de cabeza. Haciendo que me quede inmóvil bajo el agua. ¿Ya son tres veces y ahora pude ver más de cerca por qué? La duda se instala en mi mente, pero la urgencia del tiempo me obliga a dejarla de lado y a vestirme lo más rápido posible.

Al salir de mi cuarto, la luz de la mañana me da la bienvenida. Bajo las escaleras lo más rápido posible, pero desde donde estoy, escucho risas y murmullos que provienen de la cocina. El olor a café y panqueques me atrae y me apresuro a llegar para poder alcanzar el desayuno.

— ¡Mi, Sea! —me acerco a mi abuela y me saluda con un beso en la cabeza, y estrechándome en sus brazos como tanto le gusta hacer—. ¿Cómo dormiste, mi amor?

— Bien, nana Eli. Solo que todavía no me acostumbro a tener sueños demasiado reales y tenebrosos.

Mi padre levanta la mirada de su periódico y me ve con curiosidad: — Es normal, Sea. En 6 días es tu cumpleaños. A todos en la familia nos pasa eso antes de cumplir los 15 años, además no es como que te fueran a hacer daño, nena, solo son sueños.

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⏰ Last updated: Apr 24 ⏰

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Secretos y Maldiciones Entre SombrasWhere stories live. Discover now