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El fin de semana había llegado y no sabía cómo aprovecharlo, todos sus amigos ya habían hecho planes fuera de la ciudad y el no tenía ganas de estar encerrado todo el día en su cuarto, eso ya lo hacía durante la semana.

Luego de estar medio día mirando la televisión al final optó por salir a comprar al centro comercial, llegó hasta la puerta y mientras llenaba su solicitud para salir noto que la guardia del turno diurno lo miraba de reojo.

—Listo, esto es todo?

—Si, eres el guardia del turno nocturno, no? Debe ser muy difícil, en tu turno aparecen más seguido los doppelgangers no?

—Asi es, pero logré acostumbrarme, por así decirlo y tu?

Devolvió la pregunta por simple cortesía pero no parecía ser así para ella, sonrió y movió un mechón de pelo detrás de su oreja.

—Pues dan mucho miedo, en la noche tengo muchas pesadillas y no tengo a nadie para que me consuele.

—Ah... Que pena, bueno nos vemos.

Se despidió con una sonrisa cortez y apuró el paso hasta estar fuera del edificio, no quería ser tan frio con ella, pero las chicas lo incomodaban, había tenido muy malas experiencias en el pasado con las mujeres que no entendían un no por respuesta y a la larga terminó desarrollando un desprecio a las insinuaciones o coqueteos. Era algo que solo él sabía, no lo había compartido con nadie, ya que era un hombre, no podía decir que le desagradaba cuando las chicas se le lanzaban o empezarían a correr rumores.

—Ah que frío hace.

—Quieres unos guantes?

Soltó un grito mientras se daba la vuelta de golpe, casi tropezó y cayó si no fuera por qué el contrario había tomado su mano, al fijarse bien reconoció las ojeras, aunque había algo extraño que no le cerraba, al dar un vistazo más completo se dió cuenta que no traía su ropa de trabajo.

—Señor moss, buenos días, me tomo por sorpresa.

—Disculpa, no era mi intención, te escuché decir que tenías frío? Toma, guantes.

Tomo los guantes que le ofrecía, eran gruesos y al ponérselos sintió la calidez que daban.

—Muchas gracias, se los devolveré cuando nos volvamos a ver, ah y sobre lo de anoche quería.

—N-no! Yo quería pedirte disculpas otra vez, cuando vuelvo estoy muy cansado y de mal humor, termino tratando mal a la gente de mi alrededor sin querer.

—ah, lo suponía, no se preocupe entonces, por cierto la leche que me regaló estaba muy buena, la use para tomar café está mañana y oh! eso me da una idea, que hará ahora?

—mm? Daré una vuelta, nada más, porque preguntas?

—Le gustaría acompañarme al centro comercial? Le invito una merienda.

Luego de ofrecer la invitación recordó que había prometido ser más profesional y no meterse en la vida ajena, pero técnicamente no contaba porque no estaba en servicio, o al menos eso se dijo a si mismo.

Mientras esperaba una respuesta se fijó en la duda que se había formado en la cara del lechero, tal vez si se había pasado de la línea?

—Okey, vamos.

Escuchar esas dos simples palabras le dió la calidez que le faltaba a su cuerpo por culpa del fuerte clima helado, así juntos salieron a la misma dirección hablando un poco sobre la vida de cada uno, para su sorpresa la conversación fue muy fluida, en ningún momento se quedaron sin temas de conversación hasta llegar a su destino.

— Y si primero nos probamos ropa?

—Que tiene de malo mi ropa?

Le dió gracia el gesto preocupado que puso Francis por la propuesta.

—Nada, pero lo divertido es probarse ropa que no vas a comprarte.

El gesto de preocupación cambio a uno de sorpresa y luego se dirigió firme a la tienda más cercana, le seguí y me aguante la risa al verlo nervioso, parecía el tipo de persona que no se tomaba el tiempo en probarse ropa y simplemente se compraba algo en color liso y de su talle.

—Toma, pruebate esto, esto y esto otro, avísame así puedo ver cómo te queda.

Lo empujó a un probador y se fue por su lado a buscar un junto para el, cuando Francis salió del probaror noto que algunas chicas se voltearon a verlo, eso le molestó molestó y termino por hacerlo retroceder al probador.

—Que sucede? Algo no está bien?

—Eh... Si, digo no, solo quería verte mejor con la luz del probador, por cierto, el cuero te queda increíble.

Halago su propia creación, le había vestido con una remera blanca y una campera de cuero negra, unos jeans oscuros y botas.

—Parezco un motociclista

—Repartes la leche en tu moto, técnicamente eres un motociclista, aunque te faltan los tatuajes y la cara de malo.

Al decir esto último observo como el de ojeras prominentes practicaba frente al espejo su cara de chico malo, no pudo aguantar más y solto unas risas, veia imposible que una cara tan linda pudiera intimidar, pero que equivocado estaba, Francis ofendido por la risas se volteo y miro firme a Alan, este detuvo las risas pero no la sonrisa burlona, en un movimiento rápido apoyo la mano contra la pared, a un costado de la cabeza ajena y empezó a acercarse, la sonrisa del menor rápidamente se borró mientras se hacía más chico contra la pared, la forma en la que lo miraba había logrado intimidar pero ahora habia algo más, el cuerpo de Alan gritaba peligro como si su instinto de supervivencia renaciera desde lo mas primitivo para advertirle de algo.

Porfavor déjame entrarWhere stories live. Discover now