El mundo da un vuelco cuando la primer mujer en la Fórmula 1 se hace presente en el Paddock.
Camille Watson, hija del gran piloto de la F1 tendrá que demostrar que se merece ese asiento en Mercedes, pero un neerlandés no se lo hará tan fácil.
Camill...
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29/abril/2023
Azerbaiyán
MAX'S POV:
Tuve que contener la respiración y voltear hacia otro lado cuando me di cuenta que todo el equipo de Mercedes caminaba hacia la entrada del Paddock. No es tan tarde, supongo que perfecto para la hora de la cena.
Me concentré en ver las notificaciones de mi celular hasta que escuché su contagiosa risa. Inmediatamente levanté la vista.
Cam lucía un precioso vestido azul marino que entallaba su figura, su cabello caía por sus hombros y rostro, de alguna manera sus ojos se veían más grandes y brillantes que otras noches. Sentí que me arrebataron el aliento solo de verla, se veía radiante. No solo eso, preciosa en todos lo aspectos, angelical con un toque travieso. Nunca son suficientes las palabras cuando describo a Cam.
Su risa se escuchaba hasta donde me encontraba y eso que estaba a unos cinco metros de distancia del pequeño grupo.
Siempre me había gustado su risa, tan contagiosa y ruidosa que te provoca una risa aún más alta que la suya.
Después me di cuenta de que el causante de esa risa no era ni más ni menos que Mick, inmediatamente se borró la sonrisa que se había formado en mi rostro.
Llevaba una camisa negra y su cabello perfectamente peinado.
A pesar que iban con todo el equipo y que lo suyo en realidad es una consecuencia de relaciones públicas, no pude evitar pensar que estaban saliendo en una cita.
Y ese pensamiento me creó ¿Envidia? ¿Inseguridad?, ¿Celos? Realmente no sabría identificar como me siento.
Quería ser yo quien tomaba su mano, quien abrazaba su cintura, quien está tan cerca de ella que pueda oler su perfume, quien provoca su risa.
Necesitaba de ella.
A lo lejos vi como se perdían en el estacionamiento del Paddock. Y no pude evitar sentirme como un imbecil.
Tal vez si hubiera hablado con mi padre desde un principio, nos hubiéramos evitado tantos problemas.
—Ey, ya está todo listo para mañana, deberíamos irnos— la voz de Alexa me regresó a la realidad.
—Sí, iré por mis cosas— estaba a punto de irme, pero su agarre en mi muñeca me hizo parar en seco.
—Max... Yo...— se quedó callada un segundo, como si estuviera arrepintiéndose de las palabras que diría— ¿Te gustaría ir a cenar? Deberíamos celebrar tu victoria en la sprint.
