Prólogo

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DYLAN

No pude dormir en todo el trayecto, lo intenté muchas veces pero mi mente seguía trabajando a gran velocidad.

Después de las primeras dos horas, estuve tentado a decirle a mi madre que diera la vuelta, que no era necesario dejar nuestra casa, que nosotros dos también podíamos salir adelante.

Que no éramos los que debíamos huir como si fuera nuestra responsabilidad.

Pero a la cuarta hora de camino, mi enojo volvió, tenía muchas ganas de romper algo, hasta gastar toda mi fuerza. No quería seguir pensando que era la única persona a la que se le estaba desmoronando su vida.

Y por último la tristeza inundó el resto del viaje, me sentía como basura, fue mi culpa por no haber mantenido la boca cerrada. Si tan solo yo no hubiera provocado la situación, pero eso significaría no defender lo obvio.

Al menos la vista era agradable, no de mi lado por supuesto. Si miraba por la ventanilla lo único que podía ver era el inmenso y caluroso desierto. Pero si observaba hacia el lado de mi madre, estaba el imponente mar, que al igual que el desierto parecían no tener fin.

"Creo que nunca había manejado por una carretera con un paisaje más impresionante" Miré a mi madre que quitó por unos segundos la vista del frente, para sonreírme y volver a concentrarse en manejar. Podía notar la rigidez de su cuerpo y la fuerza con la que sostenía el volante con ambas manos.

No recuerdo claramente cuando fue la última vez que la vi manejar una distancia tan larga, pero si no me equivoco la respuesta es hace años. Salíamos únicamente para comprar la despensa o para llevarme a la escuela, los cuales eran recorridos de no más de diez minutos.

No aparté mi vista de su persona, su rostro se notaba cansado, su cabello con raíces castañas alborotado por el viento y aún vestía su pijama.

"No puede ser" La escuché maldecir bajo mientras nos orillábamos repentinamente.

"¿Qué sucede?" Rápidamente mi cuerpo se puso alerta, la presión en mi pecho por un miedo inexplicable se volvió mi nuevo día a día.

"Nos quedamos sin combustible" Me miró apenada y sonriente, restándole importancia. Y le regresé la sonrisa porque de un momento a otro quise reír a carcajadas.

"Debemos bajarnos para pedir ayuda" Habló mientras dio un rápido vistazo a su teléfono "Aquí no hay siquiera un poco de señal".

No piensa bajarse con esa apariencia ¿o si?. Pensé pero no lo dije. Nadie querría acercase a ayudarnos si nos ven como un par de hippies. Lo cual en verdad parecíamos.

Pero al verla salir, supe que estaba hablando en serio. Revisé mi propio teléfono con la esperanza de que ella estuviera equivocada, pero no era así.

"Pensé que el calor sería peor" Miró al cielo cubriéndose con su mano derecha mientras la izquierda la tenía posicionada en su cintura.

Creo que mi madre estaba más que acostumbrada a que no le respondiera más de la mitad de sus comentarios.

"Necesitamos comprar bloqueador solar cuando lleguemos".

Asentí estando de acuerdo. Solíamos vivir en el centro del país por lo que los climas eran bastante marcados; sol acogedor en primavera, calor en verano, lluvias en otoño y frío en invierno. Investigué sobre eso y más cosas de la ciudad del norte y había únicamente dos opciones; calor infernal y frío mortal.

El Reflejo De Las Estrellas En El Mar.Where stories live. Discover now