El mundo es ocre, polvoriento, arenoso.
Matorrales secos y artificiales, sosos.
Polígonos verdes y perfectos, equidistantes;
tan diferente del campo de antes.
La economía vuela, el dinero despega,
los bosques receden y los pájaros vuelan.
Vivimos mejor, comemos más sano.
Pero habitamos todos el rellano
de nuestras mentes, que están vacías,
sobreestimuladas, retorcidas e impías.