The Rycke³|| Kooktae

Capitulo 1.

— ¿Así que las bestias finalmente localizaron sus monstruosas pelotas y se rebelaron contra los gruñones? —

Mi compañero de incursión, Jimin, se movió cautelosamente entre los escombros junto a sus botas con el cañón de su pistola mientras hacía la pregunta, levantando la vista para mirarme por encima del cuero negro tachonado de su máscara. Pude ver que sonreía, con pequeñas líneas de sonrisa que se extendían desde sus ojos marrones.

 Hice una mueca mientras cruzaba la habitación, con las botas dejando huellas en el suelo de hormigón cubierto de ceniza, y eché un vistazo a una enorme estantería derribada.

 — Dices 'se rebelaron' como si no estuvieran cautivos, y probablemente torturados. Supongo que no habían tenido la oportunidad de rebelarse antes de hacerlo — Observé el banco de monitores muertos en el gigantesco escritorio que tenía delante —. ¿Has visto esto?—

 Jimin se levantó, con interés, y se acercó rápidamente, echándose el arma larga al hombro con una mano enguantada. Sentí que su cuerpo prácticamente vibraba de excitación cuando pasó junto a mí para ver lo que estaba mirando. 

— Qué bien. Equipo militar súper secreto. Mi maldito favorito. — Podía oír su sonrisa alegre en su voz—.

— Equipo súper secreto de grado militar quemado y destrozado, — le corregí secamente. Jimin no pareció inmutarse lo más mínimo, ya que se quitó el petate de la espalda para empezar a rebuscar.

 Eso era lo que mejor sabía hacer. Cada uno de nosotros tenía su fuerza en nuestro campamento de asaltantes. El de Jimin era arreglar, crear. La ingeniería. Podía hacer algo funcional a partir de pedazos de chatarra, y por alguna extraña razón disfrutaba haciéndolo. Pero entonces, Jimin era raro. Básicamente vivía de cigarrillos liados a mano y de porno vintage. A veces me preguntaba cómo éramos amigos.

 ¿Mi trabajo? Yo era nuestro explorador. Nuestro rastreador. Podía entrar y salir de lugares sin ser visto, sin ser escuchado. Siempre parecía estar en el lugar correcto en el momento adecuado para escuchar las conversaciones correctas; ver las situaciones correctas. Por eso tenía el nombre de Ghost, que adopté casi desde que me uní al campamento. 

La mayoría de la gente no podía entender cómo alguien podía querer vivir en los Páramos. Cómo alguien podía querer vivir sin la protección de los militares, en constante riesgo de ser atacado por bestias, teniendo que hurgar, cazar y vivir lejos del resto de la civilización. 

Pero yo no confiaba en los militares, y definitivamente no lo había hecho cuando aún vivía en una de las ciudades costeras, antes de cumplir los dieciocho años y venir aquí.Era demasiado joven para recordar cómo era la vida antes, cuando teníamos gobiernos, pero seguramente había sido mejor. Cuando los monstruos se alzaron, un gran grupo de gobiernos había colaborado para potenciar las fuerzas militares. La Unión Europea desarrolló su súper ejército. Rusia, China y varios países de Oriente Medio combinaron fuerzas y armas nucleares. Todavía había una gran parte de China que era inhabitable por la bomba nuclear que lanzaron en una zona especialmente infestada de monstruos. 

En EE.UU., nuestro ya hinchado y rico ejército se llenó de tanto dinero que desarrolló la mejor tecnología, equipo y recursos de lucha contra los monstruos del mundo en un período de tiempo sorprendentemente -y en la opinión paranoica de Jimin, sospechosamente- corto. Y entonces se produjo el golpe; la Casa Blanca cayó, y el ejército tomó el mando.

 Pero resulta que los militares no son tan buenos para dirigir un país. La población se amontonó a lo largo de la costa -en las llamadas zonas seguras de los militares- y cayó en la pobreza, con muy pocos empleos y sin suficiente espacio, comida o agua. Mientras tanto, los militares dedicaban todo lo que tenían a la construcción de las mejores armas, de la tecnología más avanzada y de enormes y brillantes edificios que se hundían en el subsuelo para mantener a raya incluso a los monstruos más mortíferos.